En las últimas décadas, el mundo experimentó una notable caída en las tasas de fertilidad, marcando un cambio histórico en las dinámicas de población. Este fenómeno global, especialmente evidente en países desarrollados, desafía las preocupaciones tradicionales sobre el crecimiento poblacional. Según informa The Wall Street Journal, en Estados Unidos, la tasa de fertilidad alcanzó en 2023 su nivel más bajo desde que se tienen registros, reflejando una tendencia similar en otras naciones.
Uno de los principales impulsores de esta caída es el retraso en la edad de la maternidad. Cada vez más mujeres posponen la decisión de tener hijos, priorizando su educación y desarrollo profesional. Según los expertos, la fertilidad disminuye significativamente con la edad, especialmente después de los 35 años.
El cambio en los roles sociales también juega un papel importante. Las mujeres modernas, más empoderadas y con acceso a mejores oportunidades laborales y educativas, no sienten la misma presión social para convertirse en madres a una edad temprana.
El costo de la vida y la crianza de los hijos
Otro factor crucial es el costo creciente de criar hijos. En países desarrollados, los gastos relacionados con la vivienda, la educación y el cuidado infantil son exorbitantes. Por ejemplo, en muchas ciudades de Estados Unidos y Europa, las guarderías y los colegios privados representan una carga económica insostenible para muchas familias jóvenes.
La incertidumbre laboral y económica, amplificada por eventos globales como la pandemia de COVID-19, también ha llevado a muchas parejas a reconsiderar o posponer la decisión de tener hijos.
La estructura tradicional de la familia está cambiando. Más personas optan por no casarse. Además, un número creciente de adultos decide no tener hijos, priorizando su bienestar emocional, viajes, hobbies o metas profesionales. En algunos casos, la decisión de no tener hijos está motivada por preocupaciones sobre el cambio climático y el impacto ambiental de la sobrepoblación.
El impacto cultural es particularmente evidente en sociedades como Japón y Corea del Sur, donde las normas laborales rígidas, el alto costo de vida y las largas jornadas laborales hacen que el equilibrio entre vida personal y profesional sea casi imposible.
Estas barreras estructurales, sumadas a las presiones culturales para ofrecer a los hijos la mejor educación posible, han contribuido a tasas de fertilidad alarmantemente bajas: en Corea del Sur, apenas 0.78 hijos por mujer en 2022.
¿Qué son los disruptores endocrinos?
La disminución de las tasas de fertilidad no solo se debe a factores sociales y económicos. En los últimos años, algunos científicos han señalado un posible culpable adicional: los disruptores endocrinos, químicos presentes en productos de uso diario que interfieren con las hormonas esenciales para las funciones reproductivas.
Estas sustancias, ampliamente utilizadas en plásticos, cosméticos, utensilios de cocina y más, han suscitado preocupaciones debido a su capacidad para alterar los sistemas hormonales, incluso en cantidades muy pequeñas.
Los disruptores endocrinos son sustancias químicas que imitan, bloquean o interfieren con las hormonas naturales del cuerpo. Estas hormonas regulan funciones vitales, incluida la reproducción. Entre los productos químicos más estudiados se encuentran:
- PFAS (sustancias químicas “eternas”): Los PFAS, conocidos como ‘sustancias químicas eternas’, son compuestos utilizados en utensilios de cocina antiadherentes, ropa impermeable y envases para alimentos.
Su nombre refleja su resistencia a la descomposición, lo que lleva a su acumulación tanto en el medio ambiente como en el cuerpo humano. Según estudios, estos químicos están vinculados a una menor probabilidad de embarazo y nacimientos vivos, además de asociarse con trastornos reproductivos como el síndrome de ovario poliquístico y la endometriosis.
- Bisfenol A (BPA): El bisfenol A (BPA) es un químico ampliamente utilizado en plásticos y en el revestimiento de latas de alimentos y bebidas. Aunque su uso en productos infantiles, como biberones, está restringido en muchos países, sigue presente en numerosos artículos de consumo diario.
En cuanto a su impacto en la fertilidad, el BPA puede afectar la calidad de los óvulos en las mujeres, dificultando la concepción, mientras que en los hombres se ha vinculado con una mala calidad del semen, testículos no descendidos y un mayor riesgo de cáncer testicular.
- Ftalatos Estos químicos están presentes en productos perfumados (como ambientadores y cosméticos), envases de plástico y ciertos juguetes. Los ftalatos son químicos comunes en productos perfumados, como ambientadores y cosméticos, así como en envases de plástico y ciertos juguetes. Su uso extendido en artículos de consumo diario ha generado preocupación por sus posibles efectos adversos en la salud, especialmente en el sistema reproductivo
¿Qué riesgos plantean estos químicos?
Científicos como Shanna Swan, autora de investigaciones sobre el recuento de espermatozoides, han destacado una disminución alarmante de casi el 60 % en la cantidad de esperma humano en el mundo desarrollado entre 1973 y 2011. Esto, junto con anomalías en óvulos y retrasos en la pubertad, apunta a un posible impacto acumulativo de los químicos disruptores endocrinos.
Aunque persisten debates sobre los niveles seguros de exposición, los estudios han vinculado químicos como los PFAS, el BPA y los ftalatos con problemas reproductivos en hombres y mujeres. Este tema subraya la necesidad de una regulación más estricta y una mayor conciencia pública para mitigar su impacto potencial en la salud humana y las futuras generaciones.
Aunque el vínculo entre estas sustancias y la fertilidad es preocupante, sigue siendo objeto de debate científico. Las industrias químicas sostienen que los niveles de exposición habituales son seguros, mientras que los investigadores advierten que el efecto combinado de estas sustancias en el cuerpo podría ser más perjudicial de lo que se cree.