Llegan las Fiestas, empezamos a pensar en regalos varios, o sea, en gastar... Hora, entonces, de hablar del kakebo, esa tradición japonesa que ganó relevancia por su efectividad en la gestión de las finanzas personales, cuyo impacto va más allá de lo económico.
Desarrollado en 1904 por Hani Motoko, la primera mujer periodista en Japón, el kakebo es un método que busca ahorrar dinero, creando una conciencia profunda sobre el gasto. Este proceso se lleva a cabo mediante la anotación de todos los ingresos y egresos semanales en una libreta, dividiendo los gastos en categorías específicas.
Fumiko Chiba, autora de Kakebo: el arte japonés de ahorrar dinero, explica en Vogue que esta práctica es útil para gastar dinero de manera reflexiva, utilizando pequeños sobres para separar las sumas correspondientes a cada categoría y evitando así gastar más de lo planeado.
Sin embargo, lo que distingue al kakebo es su enfoque hacia el minimalismo psicológico. Al escribir y reflexionar sobre lo que se gasta, el método invita a tomar conciencia de las decisiones de consumo, promoviendo una relación más responsable con el dinero.
La autora señala que, además de enseñar a ahorrar, el kakebo busca cambiar nuestra mentalidad hacia el gasto, una ayuda para liberarnos de las presiones del consumo innecesario. Reflexionar sobre los gastos es una forma de mejorar las finanzas, aliviando el estrés mental asociado con el consumo, lo que contribuye al bienestar emocional.
De esta forma, el kakebo se presenta como una herramienta que va más allá de la simple gestión financiera, vinculándose con una filosofía de vida más sencilla y enfocada en lo esencial. En un mundo donde el consumismo está a la orden del día, el kakebo ofrece una alternativa para quienes buscan mejorar su economía, logrando una mayor paz mental al reducir la sobrecarga material.
Consumismo, reflexión y cambio de hábitos
El kakebo se presenta como una alternativa ante un modelo de consumo que, según se critica en el documental de Netflix, Compra ahora: la conspiración consumista, está diseñado para que las personas compren más de lo que realmente necesitan.
El documental señala que las estrategias de marketing están profundamente afinadas para impulsar el consumo sin reflexión, promoviendo el gasto innecesario. En este sentido, los expertos resaltan que la producción masiva de bienes –como las 100,000 millones de prendas generadas cada año– tiene consecuencias muy negativas, para las finanzas personales, y también para el medio ambiente, ya que estos productos suelen terminar en vertederos tras poco tiempo de uso.
Además, el consumo instantáneo tomó fuerza con el auge de las compras en línea, donde la rapidez y la facilidad de compra hacen que muchas personas no piensen detenidamente antes de realizar una transacción.
La psicóloga Maren Costa destaca en Vogue cómo esta inmediatez “reduce la capacidad de reflexionar sobre la necesidad real de los productos, lo que lleva a un patrón de consumo más impulsivo y, a largo plazo, perjudicial tanto para la economía personal como para el bienestar emocional”.
Las bondades del minimalismo material
El minimalismo material va más allá de reducir las pertenencias físicas. Este enfoque también se relaciona con el bienestar emocional, ya que liberar espacio físico puede aliviar el peso mental de las posesiones. Pilar Guerra, psicóloga experta en bienestar, reflexiona sobre cómo las compras se convierten en compulsivas cuando se busca en ellas una felicidad superficial. Este tipo de consumo, basado en creencias limitantes, vacía las cuentas bancarias, y también el bienestar emocional de quienes se entregan a él sin reflexión.
El kakebo, en este sentido, se alinea perfectamente con la filosofía minimalista, pues no se trata de evitar las compras por completo, sino de hacerlas de forma consciente. A través de su estructura de planificación de gastos, se fomenta la reflexión antes de cada adquisición, promoviendo una actitud más responsable frente al dinero. Este enfoque permite acumular ahorros, liberando a la mente de la presión de poseer más y más.
En la práctica, el kakebo invita a deshacerse de lo innecesario, al igual que el minimalismo material promueve la reducción de la sobrecarga física y mental. De esta forma, se mejora la gestión del dinero, cultivando una actitud más saludable hacia las pertenencias.
Al interiorizar esta filosofía, las personas aprenden a ver sus adquisiciones no como una forma de llenar vacíos emocionales, sino como inversiones conscientes y con propósito, lo que lleva a una vida más equilibrada y menos centrada en el consumo.