Desde una ligera capa sobre los muebles hasta partículas suspendidas en el aire, el polvo es una constante en el hogar, sin importar la frecuencia de limpieza.
Aunque a menudo se considera una simple molestia, su presencia puede afectar la salud de quienes padecen alergias o problemas respiratorios. Además, su composición es mucho más compleja de lo que podría pensarse.
El polvo está compuesto de una amplia gama de partículas, tanto de origen interno como externo. Según Marla Mock, presidenta de Molly Maid (cadena de limpieza internacional), el polvo incluye células de piel muerta, pelos, fibras de textiles como ropa o muebles, además de polen y otras sustancias provenientes del entorno, explicó a Southern Living, revista estadounidense sobre estilo de vida.
En su análisis, Ketan Patel, gerente de diseño de cuidados de piso en Dyson, añade elementos específicos que contribuyen a su composición, como los excrementos y restos de ácaros del polvo, caspa de mascotas, esporas de moho, bacterias y hasta insectos diminutos, contó en Better Homes & Gardens, otra revista de Estados Unidos.
Esta combinación puede variar en función de factores como la cantidad de personas que viven en el hogar, la estación del año y el tipo de materiales que se encuentren en el espacio. La caspa de mascotas y las fibras de tejidos, por ejemplo, son fuentes internas que se van acumulando y formando el polvo visible en las superficies.
Los factores externos
Además de los factores internos que contribuyen a la acumulación de polvo, existen también elementos externos que lo incrementan, introduciendo al hogar partículas que, aunque imperceptibles, aceleran la formación de esa capa persistente de polvo en las superficies.
Al regresar a casa, es común llevar consigo residuos del ambiente exterior en la ropa, el calzado o incluso en las mascotas. Entre los elementos más frecuentes que ingresan al hogar se encuentran el polen, la suciedad y diversas partículas de contaminación ambiental.
Estos contaminantes se adhieren a los tejidos y piel, por lo que luego se transportan fácilmente al interior y aumentan la cantidad de polvo en el hogar, especialmente en las áreas de mayor tránsito. Mock destacó que las zonas de acceso, como las entradas, suelen acumular polvo más rápidamente debido a su exposición constante a las personas y mascotas que ingresan partículas desde el exterior.
Métodos para reducir el polvo
Para mantener un hogar libre de polvo de manera efectiva, es necesario adoptar un enfoque integral que combine una limpieza regular y el uso de herramientas adecuadas.
Si bien el polvo es inevitable, existen prácticas que ayudan a reducir significativamente su acumulación y los efectos negativos que puede tener en la salud. La elección de los materiales y las herramientas de limpieza es fundamental.
Mock recomendó emplear paños de microfibra ligeramente humedecidos en lugar de plumeros tradicionales, ya que la microfibra es capaz de capturar hasta el 99% de las bacterias y partículas presentes en las superficies sin necesidad de productos adicionales. Esta práctica evita que el polvo simplemente se redistribuya en el aire, ayudando a capturarlo de manera más efectiva.
Otro recurso importante en la lucha contra el polvo es el uso de purificadores de aire con filtros HEPA, que eliminan partículas de polvo en suspensión y otros alérgenos en el ambiente. Estos filtros están diseñados para capturar incluso las partículas más finas, ofreciendo una protección adicional especialmente en hogares donde residen personas con alergias o problemas respiratorios.
Además, adoptar algunas reglas simples dentro del hogar puede contribuir a reducir la acumulación de polvo y alérgenos. La científica Mary Gagliardi, científica interna y experta en limpieza, recomienda establecer políticas de “no zapatos dentro de la casa” y evitar colocar en la cama ropa que haya sido utilizada en el exterior, lo cual limita el ingreso de polvo y partículas contaminantes a las áreas de descanso, según dijo a Better Homes & Gardens.
Además, aconseja lavar regularmente la ropa de cama y los textiles que se usan con frecuencia, como cortinas, tapicerías y peluches, para evitar que se conviertan en reservorios de polvo y alérgenos.
Por último, la limpieza de los muebles y superficies debe realizarse de arriba hacia abajo, de modo que el polvo que cae pueda ser recogido al limpiar el piso. Gagliardi sugiere prestar atención a áreas menos visibles pero que suelen acumular polvo, como las aspas de los ventiladores, los zócalos y la parte superior de los marcos y gabinetes.