¿Por qué vivimos atrapados en el “no tengo tiempo” como si fuera un mantra de la vida moderna? ¿Es realmente la falta de horas en el día o de formación para organizar y gestionar mejor nuestro tiempo? ¿Cuántas veces nos encontramos ocupados, pero no productivos?
En este episodio de La Fórmula Podcast, Martina Rua, periodista y experta en innovación y productividad, explica cuáles son las técnicas para gestionar el tiempo de manera efectiva en un mundo saturado y destaca la importancia de priorizar las metas, ignorar lo innecesario y aprender a delegar y automatizar para mejorar la productividad y el bienestar.
También resalta a la curiosidad y la flexibilidad como cualidades clave para enfrentar los cambios en un contexto de constante evolución. Según explica la especialista, ser flexible ante las transformaciones no solo facilita la adaptación, sino que también abre oportunidades para el aprendizaje continuo y explorar nuevas perspectivas. El episodio completo podés encontrarlo en Spotify y YouTube.
Martina es columnista del diario La Nación, co-conductora en Radio Metro y coautora de los libros La Fábrica de Tiempo y Cómo domar tus pantallas, como también del podcast Cómo fabricar tiempo. Estudió periodismo en la Universidad Nacional de La Matanza, cursó el Posgrado de Periodismo Digital de la Universidad de Pompeu Fabra y Google y la diplomatura en Inteligencia Emocional y liderazgo en la Universidad Siglo XXI. Dicta clases y curso de innovación y manejo de tiempo en universidades, escuelas y empresas de Latinoamérica.
—¿Por qué elegís hablar del tiempo, de su optimización?
— Hay muchas aristas para pensar este tema. Hay una especie de premio de la sociedad al que está muy ocupado. Creo que hay una tendencia que está cambiando con respecto a eso y que el foco se empieza a valorar más. Antes el que estaba corriendo como una gallina sin cabeza parecía que era el que mejor le iba y ahora hay una sensación de que hay que cuidar nuestro foco, de que el burnout es real y está presente. Por otra parte me parece que estamos en un momento histórico con una sobrepoblación de opciones donde hay que educar a nuestro foco y qué vamos a ignorar, y se da un contexto global en el que desde tu teléfono podes acceder a miles de contenidos, eso no pasaba hace diez o quince años y está in crescendo. Tenemos que administra eso, entonces me resuena mucho y resuena con todo tipo de personas con las que hables porque todos quieren más tiempo y nadie nos enseñó a gestionarlo cuando éramos chicos.
— Hay un concepto en el libro sobre “ignorancia crítica”. ¿Qué significa?
— Se llama “ignorancia crítica” o “ignorancia selectiva” y es donde vos pones una intención, una verdadera intención en lo que vas a dejar afuera. Tu día es finito, tiene 24 horas, entonces vas a tener que elegir qué hacer y qué no hacer en ese tiempo. Vas a tener que elegir cuánto descansas, cuánto te conectas, cuánto estás trabajando, cuánto tiempo de ocio vas a tener. Entonces hay una propuesta que es ignorar críticamente todo lo que no va a poder tener mi atención hoy. Si me hago esas preguntas en el plano personal y laboral empiezo a poner foco en lo que da valor, en lo que soy bueno, en lo que soy único, en lo que me hace bien, pero requiere una gestión. Sino es el contexto el que gestiona el tiempo por vos y estás vos atendiendo las urgencias de los demás.
— Mencionas que el mundo de hoy requiere desarrollar habilidades portátiles. ¿De qué se trata ese concepto?
— Lo conocí a través de la antropóloga Roi Benítez, con la que somos colegas dando clases. Habilidades portables o portátiles tiene que ver con, no sólo tu pericia técnica y todo lo que te has educado en la universidad y lo que sabes, sino también entender cuáles son tu base de comportamientos, las experiencias previas que tuviste, para qué sos buena, qué tipo de persona sos. Cuando uno se conoce bien y sabe cuáles son sus habilidades, esas habilidades van con esa persona a donde vaya. Una habilidad portátil tiene que ver con reconocer, tengo este bagaje, esta experiencia, pero también soy una mujer de 40 y pico que vive en tal lugar y tiene este tipo de grupos de amigos y le gustan estas cosas. Hay gente que es muy buena en conversaciones difíciles, comunicando ideas o lo que sea. Es hacerse cargo de los dones que tenemos y también de los que no tenemos para saber con qué vamos y con qué no vamos. Hoy se buscan estas habilidades portables mucho más que la habilidad blanda o dura. Creo que son términos medio vetustos para este tiempo y que tenemos que hacer algo superador.
Hay otro concepto que a Rúa le gusta y son las habilidades poderosas. “Es de un profesor que dice: “¿Cuáles son tus habilidades poderosas? ¿Cómo se conforman tus creencias, tus comportamientos, tus capacidades?” Sirve mucho para esta era de la tecnología donde hay que diferenciarse, entonces estas son mis habilidades poderosas y vengo a acá a laburar con la IA, que no me va a sacar el laburo. Seguramente tengas un montón de dones que a veces no están en el currículum y son importantísimos, trabajaste en tal lugar, viviste en otra ciudad, es decir que sos una persona adaptable. Sos alguien que puede hablar con otras sociedades, puede bancarse la diversidad, todo eso son habilidades que se van a ir con vos vayas a donde vayas. Hoy sabemos que los profesionales van a pasar por muchísimos trabajos, ya no existe más ese profesional que se quedaba 30 o 40 años sino que se espera que hayan ciclos de 7 años o menores, entonces se tienen que ir con los otros y para eso las tengo que conocer y reconocer”, explica.
— ¿Cómo impacta esta visión más multifacética del trabajo en nuestra definición de éxito y en el equilibrio entre la vida personal y laboral?
— Cada vez nos definimos menos desde el trabajo. Hoy ocho de cada diez argentinos les preguntas qué es el éxito laboral para ellos y te contestan: “Es tener un trabajo flexible que me permita el balance entre la vida personal y laboral” en una encuesta nueva de idea joven que salió hace poco. Fijate cómo no nos definimos sólo por el trabajo. Y que es verdad que los trabajos son más situacionales y nuestros liderazgos, nuestros proyectos son más cross. Trabajamos con más gente y vas a encontrar gente que tiene un trabajo fijo, pero que también tiene su hobbie que lo monetiza, que también hace proyectos para afuera. Entonces es mucho más liquida la manera en la que nos movemos. Está lleno de posibilidades y desafíos. Venimos de una cajita que éramos una cosa durante mil años y había que hacer una sola cosa, ahora hay que mutar permanentemente. Es emociónate, pero también agotador.
— ¿Qué rol juega la curiosidad en esto de adaptarse a nuevos contextos y enfrentar los desafíos del futuro?
— Trajiste un tema que me encanta. Sebastián Campanario, que es amigo, me dijo esta frase: “La curiosidad es más importante que la inteligencia” y la comparto muchísimo. La inteligencia es fundamental, pero la actitud y tu curiosidad para el tiempo que viene son fundamentales. Necesitamos personas adaptables, no sabemos cómo van a ser los trabajos del 2030, cómo formarnos para esos trabajos, entonces ¿qué tengo que ser? Curioso, desaprender, algo difícil de lograr, y tener una actitud de “puedo aprender cosas nuevas”. Eso también se entrena, no es que nacemos curiosos.
La curiosidad se puede entrenar, dice Rua, y es una habilidad necesaria para el tiempo que viene. “Podes agendarte pequeños tiempos semanales para acceder a lugares que te son inaccesibles, consumir cosas de industrias o de personas con las que nunca te cruzarías si vos no te llevaras intencionalmente a esos lugares. Así me encontré escuchando un podcast de un oftalmólogo, viendo un documental de un pulpo, siempre que te vas a lugares diversos volvés renovado en tu industria, es prácticamente mágico porque tu cerebro traduce a tu modelo mental. Entender algo nuevo siempre tiene una traducción que llega a tu profesión y que la amplifica”, explica.
Y sigue: “Tenemos que ser más intencionales en el uso de nuestro tiempo, si no somos intencionales el contexto decide por nosotros. Una agenda completa es imposible, no es plausible de ser completada y así están los profesionales que tienen reuniones de primera hora al final del día, no podes liderar, no podes ser parte de un equipo si no tenés aire en la agenda. La agenda siempre necesita algo nuevo de vos, que explores algo nuevo, que tardes más pensando un tema, entonces liberar espacios es darle más productividad, pero más bienestar, que es otro de los temas interesantes para pensar”.
— ¿Cuáles son tus hacks para priorizar y optimizar el tiempo?
— Hay algo que aprendí entrevistando a la jefa de productividad de Google a nivel global, que se llama Laura Mae Martin, que acaba de publicar un libro. Ella propone que hagas una auditoria de cómo usaste tu tiempo, imaginate que pasa el trimestre o un mes, agarras el calendario, lo imprimís y sacas la cuenta ¿Cuánto tiempo estuve reunida? ¿Cuánto tiempo estuve haciendo el podcast? ¿Cuánto tiempo estuve descansando? ¿Cuánto tiempo vi a mis amigos? Si no medimos no podemos modificar, entonces lo que ella propone y lo trabaja con sus equipos es: ¿Queres reducir las reuniones a la mitad? Primero tenés que saber cuántas tenés, de qué tipo son, en cuáles perdiste el tiempo, cuáles aportaron valor. Me pareció una muy buena idea hacer una auditoria de cómo usamos nuestras horas, un registro para luego medir, barajar y dar de vuelta.
—¿Crees que los nuevos tiempos requieren flexibilidad para liderar?
— Hay un concepto de de Nassim Taleb (ensayista, investigador y financiero) que es muy interesante, el de los cisnes negros, que son esas cosas inesperadas, estás esperando una elección y se tuerce para un lugar donde jamás lo habías esperado o la pandemia, estaba la humanidad ahí viviendo tranquila y en dos o tres semanas nos cambia el mundo para siempre. Los cisnes negros son los eventos inesperados y está estudiando que son cada vez más habituales, estamos yendo a un mundo cada vez más complejo y esa complejidad hace que aparezcan más cisnes negros que antes.
Es muy difícil que se pueda planificar a largo plazo, poder pensar que va a pasar el año que viene a nivel global. ¿Viste que pasan cosas mucho más inesperadas? Llegan a las presidencias personas que no vienen del mismo riñón de la política, eventos como catástrofes climáticas, hay algo que se está acelerando por la complejidad del mundo entonces: hay que esperar más cisnes negros y esto requiere mucha planificación y la innovación lo tiene que tener en cuenta. No sirve tu planificación del 2020 para ir al 2030, tenés que escribir un manual nuevo y tenés que saber que hay que ser muy adaptable porque es posible que los rumbos se tuerzan muchas veces más. Hay una frase que me quedó muy guardada: “Si yo no tengo tiempo para cambiar, otros van a tener tiempo”. Cuando trabajo con los equipos y les digo: “¿Están descansando? ¿Están priorizando su bienestar? ¿Están priorizando su reentrenamiento o están ejecutando?”, “No tengo tiempo”, es lo primero que decimos. Si no tenemos tiempo nosotros, alguien más lo va a tener. Salimos perjudicados, no vamos a tener las habilidades que necesitamos y no vamos a cuidar nuestro bienestar. Así que quiero tener tiempo para tener un tiempo de calidad y eso hay que gestionarlo. Es el aprendizaje que me ha quedado.