El coliving sénior es una modalidad de vivienda que responde a las nuevas expectativas de las personas mayores en busca de independencia, seguridad y vida en comunidad. A diferencia de las residencias tradicionales, donde el enfoque está en el cuidado médico, el coliving sénior se centra en ofrecer un estilo de vida activo y socialmente conectado, en entornos diseñados especialmente para el bienestar y la autonomía de los mayores.
Este modelo, impulsado principalmente por el sector privado, se asemeja a un complejo residencial o un resort, con apartamentos individuales o compartidos y con acceso a una amplia gama de servicios, que pueden incluir desde instalaciones recreativas hasta asistencia médica las 24 horas.
Estos espacios están pensados para combatir la soledad, fomentando la interacción entre los residentes mediante actividades culturales, deportivas y recreativas. Cada vez más populares en países como España, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos, estos complejos están comenzando a expandirse convirtiéndose en una opción atractiva para quienes desean envejecer en un entorno que promueva tanto la autonomía como la convivencia.
A los 68 años, Javier Martín reveló en diálogo con La Vanguardia que tiene claro lo que no quiere para su vejez: una vida solitaria en una residencia tradicional, donde muchas veces “te aparcan”. Tampoco quiere que sus hijos se sientan obligados a cuidar de él.
Al igual que Javier, José Antonio Aguilar y Mai Lombao optaron por vender su hogar y mudarse a un espacio de senior living en Alicante. Según contaron al diario español, buscan sentirse independientes y libres de responsabilidades hacia su familia, en un ambiente que les brinda seguridad y servicios a medida.
coliving y cohousing, dos caminos distintos
El senior living o coliving sénior ha surgido como una opción atractiva para quienes desean mantener independencia en su vejez pero con acceso a servicios de apoyo y un ambiente social activo. Este modelo, impulsado por promotoras privadas, combina instalaciones de ocio y bienestar con seguridad médica las 24 horas.
Este modelo permite a los residentes participar activamente en la organización y administración de la comunidad.
Javier Martín, por ejemplo, encontró en este estilo de vida una nueva oportunidad tras jubilarse y enfrentar el divorcio. Decidió unirse a la cooperativa Jubilar Villa Rosita en Torrelodones, un proyecto en el que compartirá espacios y actividades con otros 40 usuarios en una comunidad que él mismo ayudó a organizar.
Aquí, los socios toman decisiones sobre la vida en común y diseñan espacios comunitarios, desde jardines hasta comedores compartidos, con el objetivo de fortalecer la convivencia. A medida que estos modelos alternativos crecen, cada vez más personas mayores se sienten atraídas por la posibilidad de vivir en comunidades que les permitan envejecer con autonomía, rodeados de apoyo y amistad.
En The Comm, ubicado en Alfàs del Pi, Alicante, José Antonio Aguilar y Mai Lombao disfrutan de un espacio similar a un resort, donde pueden acceder a un restaurante, gimnasio, spa, sala de conciertos y biblioteca, entre otros servicios. “No es una residencia, es como un resort”, explicó la pareja, destacando que pueden disfrutar de su independencia mientras tienen a su alcance todo el apoyo necesario. Fundado en 1998, este espacio ya alberga a 320 usuarios y planea expandirse ante la creciente demanda.
Accesibilidad económica y costes de los modelos de vivienda sénior
A pesar de los beneficios que ofrecen, los modelos de senior living y cohousing requieren una inversión inicial que no está al alcance de todos. En el caso del coliving sénior, los residentes suelen financiar su plaza mediante la venta de su vivienda anterior y, además, deben cubrir una renta mensual.
El modelo de cohousing, aunque también implica una inversión considerable, adopta un enfoque diferente en cuanto a la administración de recursos y decisiones colectivas. Las cooperativas requieren de una inversión conjunta y autogestión por parte de los socios que forman la cooperativa. Este modelo implica un compromiso de tiempo y recursos, pues los residentes participan desde las primeras etapas del proyecto, incluyendo la construcción y la definición de espacios comunes. Además, la autogestión contribuye a moderar los costos a largo plazo, dado que los propios residentes asumen la administración y organización de la vida en comunidad, lo que disminuye el gasto en servicios externos.
Impacto social y cultural: una nueva visión de la vejez
La popularización de estos modelos refleja un cambio significativo en las expectativas y valores de las personas mayores, quienes buscan envejecer de forma autónoma, activa y en compañía. Esta tendencia responde a una creciente insatisfacción con los modelos de residencia tradicionales, que, a juicio de muchos, fomentan el aislamiento y no promueven el bienestar integral. Al ofrecer entornos donde la autonomía y la convivencia son prioritarias, estos modelos se están consolidando como opciones deseables para aquellos que desean envejecer con dignidad y rodeados de un entorno social dinámico.
A nivel cultural, el surgimiento de estas alternativas representa una ruptura con la concepción de la vejez como una etapa pasiva y dependiente. En lugar de limitarse a recibir cuidados, adoptan un papel activo en la gestión de su vida diaria, manteniéndose en contacto con su entorno y en muchos casos, integrándose en actividades del barrio o comunidad. .
Además, este cambio también se enmarca en una tendencia más amplia a nivel europeo y mundial, donde el envejecimiento de la población impulsa el desarrollo de nuevas soluciones de vivienda para mayores.