Qué es el “FOMO” y cómo identificarlo

La constante exposición a vidas ideales en plataformas como Instagram y Facebook intensifica el miedo a perderse experiencias sociales gratificantes, afectando la salud mental de millones de personas

Persona mordiéndose las uñas (Imagen Ilustrativa Infobae)

En la era digital, donde cada experiencia parece estar al alcance de un clic y las vidas ajenas se exponen a diario en redes sociales, una sensación particular ha comenzado a afectar a millones de personas: el FOMO, o Fear Of Missing Out. Traducido como el miedo a perderse algo, este fenómeno se manifiesta como una preocupación constante de que otros disfrutan de experiencias positivas de las cuales uno no está formando parte. Aunque se ha vuelto un término popular recientemente, su origen se remonta a necesidades humanas básicas de pertenencia y validación social, y su intensificación en la última década está directamente relacionada con el auge de las redes sociales.

La psicóloga Amy Sullivan, de la Cleveland Clinic, explica que es una percepción de que “otros están viviendo una vida mejor, disfrutando de experiencias nuevas o emocionantes” y que uno mismo está siendo excluido de ellas. Este sentimiento, especialmente común en el contexto de las redes sociales, puede detonar una ansiedad que empuja a las personas a permanecer constantemente conectadas, revisando sus dispositivos para no “perderse” algo importante. Esta búsqueda continua de validación y pertenencia digital puede desencadenar un ciclo perjudicial de comparación y baja autoestima.

Así, el FOMO no solo afecta nuestra percepción de la vida, sino que también tiene repercusiones en la salud mental y emocional. Las redes sociales han alimentado esta condición al crear una vitrina interminable de momentos de felicidad idealizada, provocando una presión constante para cumplir con esos estándares. En este artículo, analizaremos qué es el FOMO, cómo identificarlo y algunas estrategias efectivas para abordarlo.

Orígenes del FOMO: más allá de la era digital

Aunque el FOMO ha ganado notoriedad con las redes sociales, la necesidad de pertenencia y de “no quedar fuera” ha estado presente en la psicología humana durante siglos. Desde sus primeras menciones en la década de 1990, cuando el psicólogo Dan Herman lo describió como una “sensación de ansiedad al percibir que otros están disfrutando experiencias de las que uno no forma parte”, esta tendencia se ha asociado con el miedo a la exclusión social. Sin embargo, fue en el año 2004 cuando el término alcanzó popularidad gracias al escritor Patrick McGinnis, quien lo utilizó en un artículo de la revista de la Harvard Business School para describir la compulsión de muchos a sobrecargar sus agendas para evitar “perderse” oportunidades.

El FOMO se ha identificado como un fenómeno ligado a la ansiedad por desatender experiencias (Imagen ilustrativa Infobae)

Antes de la era de las redes sociales, esta sensación de exclusión social existía de otras formas, como la necesidad de “mantenerse al día” con los vecinos o pertenecer a grupos sociales selectos. La tecnología, sin embargo, ha amplificado esta sensación, permitiendo una comparación constante y en tiempo real con los demás. Hoy, cualquier evento social, viaje o éxito laboral ajeno puede volverse un recordatorio de lo que “no estamos viviendo”, agravando así el FOMO.

Las redes sociales, con su capacidad para exponer de forma continua e inmediata los momentos felices de los demás, son una plataforma ideal para que el FOMO florezca. En sitios como Instagram, Facebook o TikTok, las personas suelen publicar una versión idealizada de sus vidas, seleccionando cuidadosamente qué compartir y, en muchos casos, recurriendo a filtros que embellecen la realidad. Este contenido “curado” suele dar la impresión de que la vida ajena es más plena o emocionante de lo que en realidad es, exacerbando la percepción de que nuestras propias experiencias no están a la altura.

A pesar de su popularidad reciente, las raíces del FOMO son profundas en la psicología humana (Imagen Ilustrativa Infobae)

De acuerdo con la Cleveland Clinic, esta percepción distorsionada se ha convertido en un factor importante para la ansiedad y la insatisfacción personal. La psicóloga Sullivan señala que el FOMO “afecta directamente la autoestima y el bienestar emocional, al detonar pensamientos intrusivos y una constante necesidad de validación externa”. La búsqueda de aprobación digital –medida en “me gusta” o comentarios– puede transformarse en una fuente de placer temporal o, en su defecto, de ansiedad, al no cumplir con las expectativas de popularidad. En personas con baja autoestima, esta comparación constante puede intensificar sentimientos de insuficiencia.

Cómo Identificar el FOMO en la vida cotidiana

Identificar el FOMO en uno mismo no siempre es sencillo, pues muchas personas pueden confundirlo con el simple deseo de estar informados. Sin embargo, el FOMO se caracteriza por algunos síntomas específicos. Uno de ellos es la sensación de ansiedad cuando no se tiene acceso inmediato a redes sociales o al móvil, con pensamientos recurrentes sobre lo que podrían estar haciendo los demás sin uno. Este sentimiento suele estar acompañado por la compulsión de revisar constantemente las plataformas sociales para asegurarse de no estar “perdiéndose” algo importante.

Otros signos incluyen la falta de satisfacción con las propias experiencias y logros, especialmente cuando se comparan con los de otros. La psicóloga Amy Sullivan advierte que el FOMO puede afectar de manera negativa nuestra salud física al incrementar el estrés, lo cual se manifiesta en problemas como dolores de cabeza, tensión muscular e insomnio. Estos efectos se suman a una insatisfacción crónica que puede interferir con la vida cotidiana.

Las plataformas sociales muestran vidas idealizadas, aumentando la comparativa personal (Imagen Ilustrativa Infobae)

Si bien el FOMO puede afectar a cualquier persona, hay ciertos perfiles más vulnerables a esta condición. Los jóvenes y adolescentes, por ejemplo, suelen dedicar gran parte de su tiempo al entorno digital y están en una etapa de búsqueda de aprobación social, lo cual los hace especialmente propensos a sentirlo. La psicóloga Natalie Christine Dattilo, profesora en Harvard, señala que “los jóvenes pasan mucho tiempo en línea y tienen una sensibilidad elevada hacia la necesidad de pertenencia y aprobación social”.

Además, personas con baja autoestima o con problemas de ansiedad y depresión también son más susceptibles. Según el estudio liderado por Dattilo en 2017, el uso frecuente de redes sociales se relaciona con una mayor probabilidad de desarrollar trastornos de ansiedad, un problema que se agrava a medida que aumenta el tiempo que se pasa en estas plataformas. Esta relación entre redes sociales y salud mental refuerza la necesidad de establecer límites en el uso de la tecnología, particularmente para quienes ya presentan síntomas de ansiedad.

Estrategias para superar el FOMO

Superar el FOMO no significa eliminar el uso de redes sociales, sino aprender a manejarlo de manera saludable. Para ello, expertos como Fernando Checa, de la Universidad Internacional de La Rioja (España), sugieren establecer límites de tiempo y apagar el móvil en momentos específicos. Según detalló Checa en una entrevista con La Vanguardia, una señal de alarma es la incapacidad de desconectarse durante más de uno o dos días, lo cual puede indicar una dependencia problemática.

Adolescentes y jóvenes son especialmente vulnerables al FOMO por su búsqueda de aprobación (Imagen Ilustrativa Infobae)

Entre las estrategias más recomendadas se encuentran: practicar la gratitud, que ayuda a centrarse en los aspectos positivos de la propia vida, y evitar compararse constantemente con otros. También es importante aprender a evaluar la realidad de las redes sociales, recordando que estas solo muestran una “cara” de la vida de los demás. Finalmente, en casos más graves, recurrir a la terapia cognitivo-conductual puede ser útil para desarrollar una autoestima sólida y una relación más sana con la tecnología.

El FOMO, aunque es difícil de erradicar, puede gestionarse al desarrollar una mayor autoconciencia y una perspectiva realista de la vida digital. Mantener un balance entre la vida real y la virtual es crucial para no perder de vista lo que verdaderamente importa.