- La exposición al frío, popularizada por Wim Hof, muestra beneficios sobre la circulación, inflamación y el estado de ánimo.
- La crioterapia de cuerpo entero y otras técnicas como las duchas utilizan bajas temperaturas para mejorar la salud metabólica y el sistema inmunológico.
- Estudios recientes apuntan a efectos positivos en el manejo del estrés y la activación de la grasa parda, útil para quemar calorías.
Lo esencial: las duchas frías y la crioterapia, métodos que implican la exposición a bajas temperaturas, están ganando adeptos por sus efectos terapéuticos en la salud cardiovascular, la inflamación y el estado de ánimo. El contacto controlado con el frío activa mecanismos de termogénesis que incrementan la quema de calorías y el metabolismo. Además, esta práctica puede potenciar el sistema inmune, aumentando la producción de glóbulos blancos y liberando noradrenalina, lo cual ayuda a reducir el estrés y mejorar el bienestar general.
En los últimos años, la práctica de las duchas frías y la crioterapia ha despertado un creciente interés tanto en el ámbito de la salud como en el bienestar personal.
Esta tendencia, en gran parte impulsada por figuras como el atleta holandés Wim Hof, ha popularizado la idea de sumergirse en agua fría o someterse a bajas temperaturas como un método para mejorar la salud física y mental. Aunque para muchos pueda resultar incómodo imaginarse bajo un chorro de agua helada o en una cámara de frío extremo, los beneficios reportados por quienes han adoptado esta práctica han motivado a investigadores y profesionales de la salud a analizar sus posibles ventajas.
Diversos estudios sugieren que el agua fría tiene efectos terapéuticos sobre el cuerpo. Uno de los beneficios más significativos es su capacidad para mejorar la circulación sanguínea. Al exponerse al frío, los vasos sanguíneos se contraen y luego se dilatan, lo que permite que la sangre fluya de manera más eficiente y puede beneficiar a personas con problemas de circulación, como las varices.
Además, según los expertos, el frío actúa como un agente antiinflamatorio al ralentizar la velocidad de transmisión de los impulsos nerviosos, reduciendo el dolor en zonas afectadas. Las duchas frías también tienen un impacto positivo en el estado de ánimo. Cuando el cuerpo entra en contacto con el agua fría, responde liberando neurotransmisores como la adrenalina y la noradrenalina, los cuales generan una sensación de vitalidad y bienestar.
Qué es la crioterapia
Según expertos de Mayo Clinic, la crioterapia, cuyo término deriva del griego “krýos” que significa “frío helado”, se refiere a diversos métodos destinados a enfriar el cuerpo para obtener efectos terapéuticos. Entre estos métodos se encuentran la aplicación de hielo, que implica colocar una compresa fría en una zona específica del cuerpo, o las duchas frías, que consisten en exponerse a un chorro de agua fría sin mezclar con agua caliente.
Otro procedimiento común es la inmersión en agua fría (CWI), donde la persona se sumerge en agua a una temperatura igual o inferior a 15 grados Celsius (60 grados Fahrenheit). La crioterapia de cuerpo entero (WBC) utiliza cámaras especiales que exponen al cuerpo a aire helado, sin requerir contacto con agua, aunque implica el uso de tecnología de alto costo.
Impacto en el sistema inmunológico y metabólico
La exposición al frío genera una respuesta fisiológica que, según investigaciones recientes, puede potenciar el sistema inmunológico y mejorar el metabolismo del cuerpo humano. Cuando nos algunas temperaturas bajas, el organismo reacciona activando varios sistemas internos para mantener la temperatura corporal adecuada y protegerse de los efectos del frío.
Este proceso implica una serie de respuestas adaptativas que pueden beneficiar a la salud y fortalecer el sistema de defensas naturales del cuerpo.
Desde el punto de vista inmunológico, se ha observado que la exposición breve y controlada al frío estimula la producción de glóbulos blancos y otras células de defensa. Estos componentes son fundamentales para combatir infecciones, virus y bacterias, de manera que una práctica moderada y regular de duchas frías podría contribuir a una mayor resistencia frente a enfermedades comunes, como resfriados y gripes, según los expertos de Mayo Clinic.
Otra razón por la que el frío beneficia al sistema inmunológico se relaciona con la producción de noradrenalina, un neurotransmisor que se libera como respuesta al estímulo frío y que tiene un papel importante en la activación de las defensas del organismo.
Los expertos explican que en cuanto al metabolismo, las duchas y baños de agua fría también ejercen una influencia notable. La exposición a bajas temperaturas obliga al cuerpo a quemar calorías adicionales para mantener el calor corporal, lo que se traduce en un incremento en la actividad metabólica.
Este proceso se conoce como termogénesis y es esencial para convertir la energía almacenada en calor, lo cual ayuda a mantener una temperatura estable. En personas que se exponen al frío de manera regular, este incremento metabólico puede favorecer la pérdida de peso y el control de los niveles de grasa corporal.
Además, el frío promueve la activación del tejido adiposo marrón o grasa parda, un tipo de tejido graso que, a diferencia de la grasa blanca, quema calorías para generar calor en lugar de almacenarlas. La grasa parda juega un papel crucial en la regulación del metabolismo y en el mantenimiento de una buena salud metabólica, y su activación está asociada con niveles más bajos de colesterol y glucosa en sangre.
A pesar de los resultados positivos, los especialistas recomiendan precaución y énfasis en que la exposición al frío debe realizarse de forma controlada para evitar efectos secundarios. La práctica de duchas frías o inmersiones en agua helada, indican los especialistas, no son una fórmula mágica y requiere constancia para notar beneficios, además de que es fundamental adaptar el tiempo y la intensidad a las necesidades y la tolerancia de cada persona. Por otro lado, no lo puede hacer cualquiera, siempre es aconsejable que un médico lo indique.
“Al aumentar el trabajo del sistema cardiovascular, deberíamos tener precaución en personas con enfermedades cardiovasculares que no estén compensadas o adecuadamente tratadas. En estas personas, se podría hacer, pero con una progresión gradual de la exposición, y siempre bajo consejo médico”, sostuvo al respecto a Infobae, Ramiro Heredia (MN 117.882) del departamento de Medicina Interna del Hospital de Clínicas José de San Martín en Buenos Aires.
“Distintas investigaciones mostraron que el hábito de darse un chapuzón en agua helada reduce la grasa corporal mala en los hombres, e impulsa el desarrollo de la grasa “buena” o parda, que ayudan a quemar calorías y a combatir la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes”, puntualizó Heredia.
Con respecto puntualmente a la ducha, Heredia dice que “no existe gran evidencia científica en relación con los beneficios de las duchas con agua fría. Muchas de las conclusiones qué podemos sacar son de estudios que analizaron a personas que practicaron inmersión en agua fría, por periodos de tiempos constantes, durante varios días. En estos se encontraron beneficios sobre los niveles de estrés (medidos por distintos sectores) y ansiedad, sensación de bienestar, efectos sobre la inflamación (menores marcadores de inflamación) e inmunidad, y beneficios sobre el sistema cardiovascular”, agregó el experto.
Y sumó: “En una investigación alemana publicada en 2022, analizaron los efectos de tomar duchas frías por la mañana, con o sin agregados de técnicas de respiración usadas en yoga, sobre los niveles de estrés percibido. Medido a través de cuestionarios, 86 voluntarios fueron divididos en 4 grupos: sin intervención, grupo de duchas frías sola, grupo de técnica de respiración sola, grupo de duchas frías y técnicas de respiración. Se los expuso a estas condiciones durante 2 semanas. El grupo que tuvo mayores beneficios, fue el que uso la técnica combinada. Las duchas frías solas tuvieron más beneficios sobre el estrés que el no hacer nada”.
Prácticas de contraste con agua fría y caliente
Entre las técnicas recomendadas para quienes desean adoptar la terapia de frío, los baños de contraste son una opción popular. Este método consiste en alternar agua fría y caliente durante la ducha o en una tina, y ha demostrado tener efectos beneficiosos para la circulación y la recuperación muscular.
En el proceso, el cambio de temperatura provoca una dilatación y contracción alternada de los vasos sanguíneos, lo que contribuye a oxigenar los músculos y eliminar desechos acumulados después de actividades físicas intensas.
Además de favorecer la circulación, el contraste entre frío y calor ayuda a relajar los músculos y reducir el dolor después del ejercicio o de esfuerzos prolongados. Esta práctica es común entre deportistas y personas que buscan acelerar su recuperación.