En la noche del 31 de octubre, en vecindarios de todo el mundo, el sonido de timbres y golpes en puertas anuncia la llegada de un ejército de niños disfrazados de brujas, zombis, superhéroes y todo tipo de criaturas fantásticas. Cada grupo recita la misma frase ritual: “¿Dulce o truco?”, con la esperanza de que sus bolsas se llenen de caramelos. Esta tradición, ahora fuertemente arraigada en la cultura de Halloween, es un fenómeno que se ha expandido desde Estados Unidos hasta muchos otros países. Pero ¿cómo surgió esta costumbre de ir de puerta en puerta pidiendo golosinas?
La imagen de niños pidiendo dulces parece una escena inocente, pero sus orígenes son mucho más antiguos y complejos, remontándose a celebraciones antiguas de la época celta. Durante la festividad de Samhain, celebrada hace más de 2.000 años, los celtas creían que los espíritus de los muertos volvían a la tierra en esa noche. Para apaciguar a estos seres, ofrecían comida y usaban disfraces para evitar ser reconocidos por las almas errantes. Con el tiempo, este ritual fue absorbido por el cristianismo y se transformó en lo que hoy conocemos como Halloween.
En el siglo XX, el “dulce o truco” o “trick-or-treat” como lo llaman en inglés, pasó de ser un acto de supervivencia en tiempos antiguos a una actividad social llena de color y dulzura. Gracias a las migraciones de europeos a Norteamérica, el país adaptó la tradición a su cultura y la convirtió en una de las festividades más populares. Desde entonces, Halloween no solo es un símbolo de diversión, sino también un fenómeno cultural y económico que impulsa la venta de millones de dulces cada año.
La historia de Halloween se remonta al antiguo festival celta de Samhain, una festividad que marcaba el final de la cosecha y el inicio del invierno en la región de Irlanda, Escocia y otras partes del norte de Europa. Durante esta festividad, los celtas creían que las barreras entre el mundo de los vivos y el de los muertos se debilitaban, permitiendo a los espíritus vagar entre los mortales. Para protegerse y apaciguar a estos seres, encendían hogueras, realizaban sacrificios y ofrecían comida.
Uno de los rituales más curiosos era el uso de disfraces hechos de pieles de animales y máscaras para confundir a los espíritus. Este acto de disfrazarse para evitar la mala fortuna y el acecho de las almas en pena se considera el primer antecedente del “trick-or-treat”. Con el tiempo, el festival celta se fusionó con las celebraciones cristianas de Todos los Santos, dando lugar a lo que en el siglo VIII se denominó “All Hallows’ Eve” o “Víspera de Todos los Santos”, que posteriormente derivó en Halloween.
La influencia de las tradiciones medievales: el “souling” y el “guising”
Durante la Edad Media, varias prácticas religiosas y culturales mantuvieron viva la costumbre de ir de puerta en puerta. En Inglaterra, durante el “Día de Todos los Santos” y el “Día de las Ánimas”, se realizaba una práctica llamada “souling”, en la que personas de escasos recursos pedían comida a cambio de rezar por el alma de los fallecidos de las familias que les ofrecían pan o dulces. Estas ofrendas se conocían como “soul cakes” o “pasteles de almas”, marcados con una cruz y entregados como símbolo de caridad.
En Escocia e Irlanda, otra costumbre denominada “guising” tomaba fuerza en las mismas fechas. Los jóvenes se disfrazaban de figuras fantásticas y visitaban hogares, recitando canciones o contando historias para recibir pequeñas recompensas como nueces, frutas o monedas. A diferencia del “souling”, el “guising” no incluía rezos ni rituales religiosos, sino que se centraba en el entretenimiento y la interacción social, convirtiéndose en el antecedente directo del “trick-or-treat” moderno.
La llegada de Halloween a Estados Unidos
La masiva migración de irlandeses a Estados Unidos en el siglo XIX, especialmente tras la Gran Hambruna de 1845, llevó consigo muchas tradiciones culturales, entre ellas las festividades relacionadas con Halloween. Las comunidades irlandesas y escocesas comenzaron a recrear sus prácticas de Halloween, adaptando los antiguos rituales de “souling” y “guising” en el contexto estadounidense. Al inicio, los niños y jóvenes usaban máscaras y realizaban pequeñas travesuras a cambio de dulces o monedas.
Con el paso de los años, la festividad fue evolucionando y, para 1920, las travesuras y bromas en Halloween habían llegado a niveles alarmantes en algunas ciudades, donde las autoridades empezaron a buscar formas de canalizar la energía juvenil. Así, para la década de 1930, en algunas áreas se promovió el “trick-or-treat” como una actividad organizada y comunitaria, incentivando a los niños a disfrazarse y pedir dulces en lugar de vandalizar propiedades.
El “dulce o truco” como una tradición moderna y comercial
Tras la Segunda Guerra Mundial, con la mejora económica y el fin del racionamiento de azúcar, la práctica del “trick-or-treat” se consolidó en los hogares estadounidenses, especialmente en las nuevas zonas suburbanas donde los niños podían recorrer vecindarios con facilidad. La industria de los dulces aprovechó la ocasión y comenzó a comercializar productos específicos para Halloween, convirtiendo la festividad en un evento de consumo masivo.
Para los años 50, el “dulce o truco” se había convertido en una tradición de Halloween ampliamente aceptada, y las empresas de dulces lanzaron campañas publicitarias dirigidas específicamente a la festividad. Las imágenes de calabazas, fantasmas y brujas pasaron a formar parte de las estrategias de marketing, y la tradición de dar caramelos en Halloween se volvió un elemento cultural central de la celebración.
Aunque el “trick-or-treat” se consolidó como una actividad familiar y segura, en los años 60 comenzaron a surgir rumores y leyendas urbanas sobre peligros en los dulces de Halloween, como la posibilidad de que contuvieran drogas o cuchillas. Aunque en su mayoría estos casos no se han verificado, sí llevaron a una creciente preferencia por los caramelos comercialmente empaquetados y generaron campañas de concientización para los padres, quienes revisaban las bolsas de sus hijos.
En la actualidad, el “trick-or-treat” representa una parte significativa de la economía de Halloween en Estados Unidos, con una inversión que alcanza los miles de millones de dólares cada año. Se estima que los estadounidenses gastan una gran porción de esta suma en dulces, destacándose entre los favoritos los chocolates y las golosinas envueltas individualmente para mayor seguridad. La tradición del “dulce o truco” no solo es un reflejo de antiguas creencias y costumbres, sino también un ejemplo de cómo una celebración ancestral puede adaptarse y prosperar en la modernidad, fusionando lo cultural con lo comercial.