¿Es posible una vida sin dolores y contracturas? ¿Qué efecto produce el uso excesivo de pantallas en nuestro cuerpo? ¿Puede revertirse? Desde la Terapia Postural Holística (TPH) señalan que los dolores físicos, a menudo, están relacionados con emociones reprimidas y, a través del movimiento consciente, las personas pueden aliviar tensiones y malestares crónicos.
En este episodio de La Fórmula Podcast, Ignacio Monti creador de la TPH explica de qué se trata el método y cómo el cuerpo se transforma en un reflejo de las emociones y del estado general del cuerpo. El episodio completo podés encontrarlo en Spotify y YouTube.
Juan Ignacio “Pepe” Sánchez, exbasquetbolista de la selección argentina y campeón olímpico, quien experimentó la TPH, contó para el nuevo libro de Monti, cómo le permitió aliviar dolores crónicos derivados de su carrera, mejorar su postura y descubrir la conexión entre cuerpo y emociones. Relató que, después de tres años practicando el método, dejó de necesitar analgésicos, recuperó la movilidad de su cadera y eliminó dolores persistentes en la espalda.
Por su parte, Sebastián Campanario, periodista especializado en innovación, complementó esta perspectiva al afirmar que la terapia va más allá de la corrección postural, ya que propone una integración profunda de cuerpo, mente y emociones que desbloquea niveles de bienestar antes inalcanzables.
Ignacio, más conocido como Nacho, es Licenciado en Educación física, creador de la TPH y director del Centro Luma, un espacio que trabaja para mejorar el bienestar psicofísico y emocional de las personas. Es un apasionado emprendedor y amante de las montañas y la vida en la naturaleza. Próximamente saldrá a la venta su libro en el que detalla su método para corregir la postura, recuperar movilidad y reducir el estrés, promoviendo la reconexión profunda con el cuerpo y las emociones.
— ¿Cómo nace el método “terapia postural holística”?
— El TPH nace de una experiencia personal y con muchas cosas que me iban pasando a mí y que no encontraba respuesta en el sistema tradicional. A los 16 años me habían diagnosticado de un problema en la rodilla y me habían dicho que tenían que operarme, dije que no, yo era deportista, jugaba al fútbol, corría, hacía un montón de actividades. En mi interior dije: “No es por acá” y busqué siete diagnósticos diferentes y muchas otras cosas más.
— ¿Era un problema de movilidad?
— Me dolía la rodilla un montón, iba al médico y me decía que era el menisco, el ligamento. Hice muchas cosas no siguiendo la medicina tradicional, no me operé ni hice ningún tipo de intervención desde ese lugar, seguí haciendo actividad física, entrenando y fortaleciendo, jugando al fútbol y empecé a entender que pasaba algo. Al día de hoy tengo 48 años y no me operé, corrí maratones, escalo montañas y no me molesta. A los veinte y pico de años estudiaba ingeniería y estaba en una especie de burnout, super estresado y tuve un desmayo raro. Ahí empecé a conectarme más con la montaña con el aire libre y dije: “Esto tiene que ir por otro lado”. Pero como una búsqueda personal, era algo interno, entre otras cosas, entendí que mi carrera no era la ingeniería y me dediqué a la educación física. Fue un amor a primera vista, ahí empecé a entender del cuerpo y el movimiento. A mí estudiar educación física me sanó y la sensación es que me pude reencontrar con mi cuerpo. Venía de estudiar una carrera muy racional y cuando me metí en el mundo del deporte desde adentro, fue como descubrir “acá hay algo más”.
— ¿Como me describirías el método? ¿En qué consiste?
— Con el tiempo, entendí que el dolor físico tenía más que ver con una manifestación emocional. Empecé a ver que las personas cuando hacían movimientos más conscientes y no solamente como ejercicios repetitivos, les pasaba algo más, no te digo que a sanar, pero empezaban a mermar la molestias, los dolores crónicos, empezaban a sentir que el cuerpo no les era ajeno, a apropiarse de las emociones y de lo que les pasaba. En paralelo hice como 20 años de yoga y me pasaban cosas cuando iba profundizando en mi propio proceso de incorporar movimiento consciente, notaba que tenía más reflejo con mis cuestiones emocionales y trataba de transmitirlo también en las clases.
Veía que al resto de las personas les pasaba algo parecido y fue casi por pedido de la gente que surge el nombre porque en realidad no era pilates, yoga ni stretching, no era una gimnasia tradicional y les costaba explicar a los demás qué era lo que hacían. El concepto de “terapia postural holística” es una construcción de lo que iba pasando en el proceso de las personas. Una terapia porque justamente tiene esa lógica de continuidad, un trabajo que se va sumando a medida que van pasando las sesiones o clases. La postura para mí era la clave de que se podía ver lo que pasaba en el trasfondo porque desde lo postural comunicamos mucho más de lo que nosotros creemos, la comunicación no verbal, es como un reflejo de nuestro interior, de las emociones y lo que nos va pasando, era el eje que regía o lo que se podía tangibilizar; y holístico tiene que ver con esta mirada integral de las personas, que no era solamente un cuerpo mecánico que tenía dolores, sino también emocional, social, con las múltiples dimensiones de la persona.
— ¿Cómo una emoción puede manifestarse como dolor físico? ¿Cómo descubriste ese proceso en tu propia historia?
— Empecé a explorar e investigar, realicé diferentes tipos de formaciones y me encontré con la fascia, el tejido fascial, que básicamente es un tejido conectivo viscoelástico ubicado por debajo de la piel y que nos conecta. A su vez, todo el sistema muscular está interconectado por este tejido, el cual es una membrana que envuelve cada músculo y le da continuidad. Además, rodea todos los órganos internos, los huesos y cada parte del cuerpo, cuando lo llevamos al sistema muscular, se denomina tejido miofascial y proporcional. Está inervado por todo el sistema nervioso. Hoy se sabe ya que la parte digestiva, intestinal, dicen que es el segundo cerebro, porque también está conectado por el nervio vago, este es otro sistema que nos va interconectando, entonces para empezar a entender este sistema holístico: somos un sistema totalmente conectado, no solamente la parte física sino eso que es intangible que son las sensaciones.
A nuestra fascia lo llamamos nuestro órgano sensible porque está en todos lados, tenemos un gran sensor que nos recorre todo el cuerpo. Ese sensor, las sensaciones que son precursores de las emociones y que vamos teniendo en el cuerpo, se van transformando después en emociones, pero nacen desde ese registro corporal, que puede ser consciente o no. En realidad tenemos 200 milisegundos entre que el cuerpo censa y lo podemos llevar a la conciencia. Hoy la ciencia tiene forma de medirlo y ya se sabe que, por ejemplo en una discusión, el cuerpo empieza a ponerse en ebullición mucho tiempo antes de lo que pasa en la respuesta. Todo eso intelectualmente lo tengo que frenar, entonces me agarra bronca y qué hago con esa adrenalina, con esa tensión, la respuesta emocional a eso que se gatilla, es una respuesta de estrés, pero que lo tenemos desde que vivíamos en las cavernas, es la misma respuesta. El cuerpo estaba preparado para reaccionar físicamente, tenía que saltar a atacarte o salir corriendo, ahora todo eso queda impregnado en el cuerpo, estos cambios hormonales que se suceden en el momento de la tensión, esa adrenalina, el cortisol, el sistema nervioso, el respiratorio, el cardiovascular, todo se prepara para una reacción física.
— ¿Aun si lo pude descargar o es solamente cuando lo reprimo?
— Depende cómo lo quieras descargar, pero sí. Hoy vivimos en un mundo que priorizamos el intelecto y la repuesta intelectual por todo, por el sistema que construimos, social, cultural. Entonces no podemos tener una respuesta física, o sea si yo me enojo yo no puedo ir a darle una piña a alguien porque voy a tener muchos más problemas. Entonces todo eso queda reprimido, reprimido emocionalmente, pero también corporalmente porque toda esa energía que se puso ahí al servicio de esa respuesta, quedó ahí y eso acumulado en el tiempo, se van sumando capas de tensión y nos vamos adaptando también a eso.
— ¿Ahí empiezan los dolores?
— En el cuerpo tenemos un sistema que se llama el sistema de no dolor, el cuerpo está censando todo el tiempo y no le gusta sentir dolor, porque si sentís dolor no sos operativo para hacer todo lo demás, entonces parte el cuerpo hace microajustes super imperceptibles para que no haya dolor. Una lesión en el tobillo, por ejemplo, puede haber generado una adaptación crónica en la postura y después termina doliendo el cuello, porque somos un sistema integrado, entonces todo eso que vamos naturalizando se nos va haciendo una bola de nieve en el cuerpo. Si a lo postural le sumas lo emocional que te generó esa situación, hace que las fascias también queden retraídas. Hoy todo el mundo está hablando de que tenemos que respirar mejor, porque está todo el sistema respiratorio trabajando en modo de defensa, de ataque y de emergencia. “Me duele la cintura”, es muy común escuchar. Estamos muchas horas del día sentados y sobre todo en Occidente, que nos sentamos en sillas, estamos con las caderas y las rodillas a 90° y eso hace que los músculos de la cadera queden fijos. Cuando me paro después de estar mucho tiempo educando al cuerpo a que eso tiene que estar en flexión para sostener, esa cadera no vuelve a poder estirarse, entonces la articulación que está preparada para moverse mucho más libre, se queda soldada.
— Me gustaría profundizar en esto que mencionas sobre la percepción errónea de que la mente controla al cuerpo. No es tan simple, ¿no?
— No. De hecho hay estudios a partir de los que sabemos que el cuerpo tiene mucha más información del cuerpo hacia la mente, que de la mente hacia el cuerpo. Lo que nos pasa es que no sabemos qué hacer con esa información, entonces como no sé qué hacer mejor lo callo y sigo trabajando. Si me duele el cuerpo, como no sé qué hacer, me tomo un antiinflamatorio y sigo porque no tengo más herramientas para poder hacer algo con esto, o los problemas de las terapias tradicionales que te dicen que no. Yo siempre le digo a quienes vienen a las consultas: “Dale un tiempo al cuerpo, conocelo, empezar a ver cómo lo tenemos que mover de una forma adecuada y vas a ver que la cosa cambia”. El cuerpo es la herramienta que tenemos para conectarnos con esta famosa frase de “el aquí y ahora” porque es lo que podemos tangibilizar. El cuerpo es la forma de anclarnos. Lo que yo siempre digo es: subirle el volumen al cuerpo ayuda a que la mente pueda bajar. Y eso es lo que tenemos que aprender. No se puede acallar la mente desde la mente, pero ¿qué pasa si primero trabajamos el cuerpo y todo ese nivel tensional, la adrenalina que tengo, todo eso que vengo sobrecargado y lo bajo? Como estamos tan “acostumbrados” a estar en ese nivel de tensión no lo podemos percibir, pero cuando empezás a hacer movimientos conscientes, decís: “¡Uy! Cómo estoy”. El bostezo está buenísimo y nos permite liberarnos, pero está casi prohibido en algunos ámbitos como una falta de respeto o poco interés.
— ¿Cuál es “el dilema de la última copa”?
— Nosotros siempre culpamos. La culpa es todo un tema para trabajar. Por ejemplo, decimos: “Me quedé duro porque me di vuelta en el auto a buscar la mochila. Me agache para buscar algo en el piso y ahí me quedé duro” y en realidad no es una sola cosa, sino que hay un montón de cosas que vienen pasando en el cuerpo y después de ese movimiento el cuerpo dijo: “Basta, hasta acá te acompaño. No puedo más”.
Por eso es “la última copa”, el problema no es la última copa sino que tiene que ver con todo lo que tomaste o comiste antes. “Me cayó mal el postre”, decís. Pero antes comiste o tomaste un montón o mezclaste. Con el cuerpo pasa lo mismo. Hay tensión, malos usos y abuso del cuerpo que se va acumulando y si no vamos haciendo algo para descongestionar y liberar esa tensión si me agacho a buscar un papel o levanté algo del piso, me tiró la cintura y me tienen que poner algo porque no me puedo mover y estoy una semana en cama. El problema de lo que te pasó en ese momento, salvo que sea algún hecho traumático, algún golpe, accidente, algo puntual, debería ser algo que podamos hacer sin mayores dificultades, teniendo el cuerpo disponible, el apoyo bien en las caderas, la columna flexible que para eso fue creada. Trabajando el cuerpo de forma consciente, en poco tiempo eso se revierte, el cuerpo responde. El cuerpo tiene esa magia y la posibilidad de adaptarse.
— ¿Cómo se hace para que sea un estilo de vida y no solamente la hora de práctica de yoga o de Terapia Postural Holística?
— Con práctica. La realidad es que hay que entrenarnos, así como cuando queremos correr una maratón. El primer día probablemente no pueda correr ni una vuelta manzana, pero sosteniendo el entrenamiento y con el tiempo y sumándole otros criterios y otros cuidados, probablemente después de X cantidad de tiempo logre correr una maratón. Con esto pasa lo mismo.
— Recién mencionaste la respiración y hay muchos tipos. ¿Existe una forma correcta o depende de lo que le funcione mejor a cada persona?
— En realidad parte del sistema respiratorio tiene que ver más con inspirar y exhalar a través de la nariz porque tiene unos pelitos que filtra el aire, unos sistemas que humidifican y calientan el aire. Con eso garantizamos que el aire llegue a los pulmones filtrado con la temperatura y humedad adecuada. Si respiras por la boca y tomas algo de impureza no hay nada más que lo filtre, entonces la forma adecuada siempre es inspirar a través de las fosas nasales. Después la mecánica respiratoria tiene que ver con usar el diafragma y toda la caja torácica. El tórax es un gran fuelle que se expande y se contrae, cuando inspiro no solamente el diafragma baja y me genera diferencia de presión a nivel de los pulmones y eso hace que entre el aire, sino que eso hace que cuando se relaja, baja. Si ves a un chiquito respirando respira todo el tiempo con toda la capacidad. En adultos, el tórax es parte de lo que encorsetamos y cada vez estamos más rígidos y decimos: “No puedo respirar”.
Cuando estás encorvado no tenés espacio para que el diafragma, el tronco, pueda moverse. Si tenés una postura erguida te cambia la respiración, porque cambia la conciencia corporal y los sistemas funcionan mejor. Los músculos cuando empiezo a sentir que no puedo respirar, usan los sistemas auxiliares. El sistema nervioso censa eso y dice: “No está entrenando aire ¿cómo hago?”. Ahí abrís la boca porque necesitas entrar más aire y los músculos auxiliares de la respiración suben los hombros. Entonces, entre la tensión que cargamos y el esfuerzo que usamos para respirar la zona de hombros está complicadísima. Cuando cambias la respiración los hombros bajan solos porque tienen lugar de nuevo.
— ¿Por qué es que casi todos tenemos las mismas malas posturas?
— Cada vez nos movemos menos y estamos todo el tiempo con las pantallas. Estamos horas y horas. El problema es que hoy los chicos están con esos temas posturales porque los adultos, crecimos con otra realidad. Hoy las pantallas están presentes desde que son chiquititos, los ves a los 4 años que están encorvados, tienen acortamiento, cada vez tienen menos educación física en el colegio y a veces tampoco es la más adecuada y lo digo siendo profe. Desde la currícula no había nada que integre el cuerpo humano para entenderlo en sus múltiples dimensiones, y hoy los chicos están horas sentados en lugares cada vez con una iluminación artificial, en poco contacto con la luz solar, con más exposición a las pantallas, entonces la educación física para mí tendría que ser un lugar donde nos enseñen, todo eso que hablábamos recién, a conectarnos con el cuerpo, porque a través de nuestra conexión propia con nuestro cuerpo también podemos contarnos con los otros.
— Hay un capítulo en tu libro que se llama “¿Cómo nos ven? ¿Cómo nos vemos?”
— Sí. Tiene que ver con esto que veníamos hablando. Desde la postura transmitimos algo, pero primero es un reflejo de cómo nos vemos a nosotros mismos. Si desde lo interno me pasa algo emocional, físico y demás, probablemente esté en otro esquema postural. Hay una relación directa entre lo que sentimos, lo que nos pasa emocionalmente y corporalmente. Hay un storytelling corporal, tenemos nuestra historia personal impregnada en nuestro cuerpo, entonces a medida que nos vamos conociendo y pudiendo trabajar desde el cuerpo y dejar que la tensión probablemente salgan tensiones emociones históricas que ni siquiera sabíamos que teníamos porque estaban recontra tapadas, esos famosos traumas que quedan impregnados en el cuerpo y eso hace que tengas dolores recurrentes en diferentes partes.
Si no puedo reprocesar esa información y ser mucho más consciente de lo que me va pasando, me va a generar esa adaptación constante para proteger esa zona y puede ser desde algún dolor histórico que haya tenido o una operación a algo emocional. Por ejemplo, alguien que se lastima el tobillo y tiene miedo que le vuelva a pasar porque lo pasó mal o el recuerdo que tuvo de esa lesión fue tremenda. Pasa mucho en los deportistas de alto rendimiento que después mecánicamente vuelven a estar aptos, pero empiezan a tener cierto grado de temor frente a situaciones de juego parecidas a las que tuvieron en la lesión. Pasa con deportistas de élite y también desde el amateur o una persona que no hace deportes, pero que tuvo algún problema en el cuerpo en un momento y quedó instalado en proteger esa zona.