Tener árboles frutales en el jardín es una satisfacción inmensa, pero lograr que den frutos abundantes y de buena calidad puede ser todo un desafío. Sin embargo, con la nutrición adecuada, la poda precisa y el riego correcto, es posible obtener cosechas más tempranas y generosas.
Cómo ayudan el nitrógeno, fósforo y potasio a los árboles
El crecimiento y la fructificación de los árboles frutales dependen de ciertos nutrientes, y entre ellos el nitrógeno, fósforo y potasio son esenciales. El nitrógeno es fundamental para el crecimiento de las hojas y ramas. Favorece el desarrollo vegetativo y, por lo tanto, la capacidad del árbol para producir frutos. Sin embargo, un exceso puede provocar un crecimiento excesivo de ramas en detrimento de la fructificación.
El fósforo juega un papel clave en la formación de raíces y en la floración. Mejora la capacidad de la planta para absorber nutrientes y agua, además de influir en la calidad y cantidad de frutos. Finalmente, el potasio es crucial para el proceso de fructificación y maduración. Ayuda a la planta a resistir enfermedades, mejora la calidad del fruto, su color y sabor, y refuerza la tolerancia al frío y a la sequía.
¿Cuánto se debe podar un árbol?
La poda es una práctica esencial para obtener una buena cosecha, ya que influye directamente en el desarrollo y fructificación del árbol. La poda de formación, que se realiza en los primeros años de vida del árbol, debe ser ligera para formar una estructura sólida y equilibrada. El objetivo es eliminar ramas débiles, muertas o mal posicionadas, y dirigir el crecimiento de la planta para favorecer una copa bien expuesta al sol.
En los árboles ya establecidos, la poda se realiza para rejuvenecer el árbol y estimular la producción de nuevas ramas fructíferas. En estos casos, se recomienda una poda cada 4 o 5 años, eliminando alrededor de un tercio de las ramas maestras. La mejor época para esta labor es durante el reposo vegetativo, en otoño-invierno.
Cómo debe ser el riego para que los árboles den fruto
El riego adecuado es fundamental para el desarrollo y la fructificación de los árboles. Cada especie tiene requerimientos específicos de agua, y es crucial adaptar el riego a estas necesidades. Durante la floración y la maduración de los frutos, se debe prestar especial atención al suministro de agua: un exceso puede provocar la caída de flores y un agrietamiento en los frutos, mientras que una deficiencia podría reducir la producción y calidad de estos.
Para especies que necesitan menos agua, como el almendro, granado u olivo, un riego controlado durante la fase de floración y maduración es suficiente. Se recomienda un riego profundo y espaciado para permitir que las raíces crezcan y se fortalezcan, evitando encharcamientos que puedan perjudicar la salud del árbol.
Otros consejos para que los árboles de tu jardín den frutos
Además del riego y la poda, hay otros aspectos que favorecen la fructificación de los árboles frutales. La polinización es esencial para la formación de frutos, asegurarse de que haya polinizadores, como abejas, y que las variedades de árboles sean compatibles para la polinización cruzada, puede marcar la diferencia. Algunos árboles, como el kiwi, requieren la presencia de un árbol macho y otro hembra para que la polinización sea efectiva.
Otra práctica útil es la fertilización con abonos orgánicos, como compost o estiércol, que aportan los nutrientes necesarios para el desarrollo del árbol. Se recomienda abonar en primavera y antes de que inicie el desarrollo vegetativo, asegurando que las raíces puedan absorber correctamente estos nutrientes.
El acolchado es una técnica que ayuda a mantener la humedad en el suelo y reducir el crecimiento de malas hierbas. Consiste en aplicar una capa de material orgánico, como paja o cortezas de pino, alrededor del tronco del árbol, lo que favorece así un entorno más propicio para el desarrollo de las raíces y la salud general del frutal.