Luis Novaresio: “Estoy aprendiendo a desandar la culpa y amigarme con mis contradicciones”

En este episodio de La Fórmula Podcast, el periodista y autor analiza el proceso creativo detrás de su libro y las lecciones que descubrió sobre sí mismo en la búsqueda de encontrar su propia voz. Además, reflexionó sobre el conflicto entre el placer y el deber, las expectativas sociales y las dinámicas en las relaciones de pareja

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Novaresio debutó con su primera novela, "Todo por amor, pero no todo", donde explora temas como el amor, la fidelidad y la moralidad

Luis Novaresio es periodista y abogado. Comenzó en Canal 3 Rosario con 22 años. Trabajó en medios rosarinos y en 1995 condujo el programa 10 Puntos en Radio 2. Tuvo sus programas en Radio 10 y C5N. Fue nominado al Martín Fierro en 2016 y lo obtuvo en 2017 como Mejor Periodista. Recibió el premio Tato por su labor periodística en 2015, el FundTV 2016 y el Premio Konex en 2017. Actualmente, tiene su podcast en Infobae y lanzó su primera novela Todo por amor, pero no todo.

¿De qué se trata la historia? Se centra en Uno, personaje inmerso en una crisis de pareja con C. En busca de respuestas, se inscribe en un curso de Filosofía de la reconocida profesora Berta Orlás. Durante la cursada, Uno establece vínculos con sus compañeros, entre los que se encuentran: Ana, una ejecutiva con un secreto; Eva, cuya fragilidad y determinación desafían al grupo; y Lourdes y Gerardo, una pareja que plantea preguntas difíciles. Este grupo desarrolla una amistad intensa mientras exploran dilemas filosóficos asociados con Platón, Epicuro, Freud, De Beauvoir y Sartre. Uno se encuentra dividido entre la construcción de un nuevo tipo de vínculo con C y el temor de perderlo, lo que lo lleva a cuestionar los límites del amor y el sexo, así como a reflexionar sobre la fidelidad y la moralidad en las relaciones amorosas.

Este episodio de La Fórmula Podcast, podés encontrarlo en Spotify y YouTube.

— ¿Qué aprendiste de vos escribiendo este libro?

— Hay cosas que aprendí en lo formal y en lo profundo. En lo formal que tengo una voz, mejor, peor, más importante, menos, pero escribiendo. A mí que me gusta leer y pensar que hay grandes autores, entonces decís: “¿Qué tengo para ofrecer con todo lo que se publica? ¿Qué tengo yo para ofrecer distinto?” Y cuando lo grabé para audiolibro descubrí que había una voz como escritor que me representaba. En lo profundo me parece que lo que más aprendí con esta novela, que es ficción, es que decidí construir personajes que son, como somos todos, muy contradictorios. Me propuse no juzgar a los personajes, tratar de desarrollarlos tal cual eran y, al no juzgarlos, ves las contradicciones y un poco empezás a reconocer las tuyas. Me parece que hay que amigarse con uno mismo, habitar las contradicciones propias y transitarlas como tal.

— ¿Cuál sentís que es tu mayor contradicción?

— Placer y deber. En el libro, Berta Orlás, la profesora de filosofía, dice citando a Nietzsche que “hay que ser más dionisíacos y menos apolíneos”. Apolo era el dios de las perfecciones, el de la divina proporción, el de la mensura; y Dionisio, es el dios del vino de los romanos, el vaco. Ella dice, citando a Nietzsche: “Hay que estar más al placer”. Yo creo que mi mayor contradicción de toda la vida ha sido estar en lo que debía ser, en lo que se esperaba de mí, versus lo que yo quería hacer, lo que tenía ganas de hacer. Y varias veces durante mucho tiempo triunfó el “deber ser” y en muchas otras, en decisiones fundamentales de mi vida, lo que tenía ganas.

"El deber ser era seguir siendo abogado, colaborar económicamente con la familia y yo tenía muchas ganas de ser periodista", sostuvo Novaresio en relación con lo que, dice, es su mayor contradicción: placer y deber
 (Imagen ilustrativa Infobae)
"El deber ser era seguir siendo abogado, colaborar económicamente con la familia y yo tenía muchas ganas de ser periodista", sostuvo Novaresio en relación con lo que, dice, es su mayor contradicción: placer y deber (Imagen ilustrativa Infobae)

— ¿Sentís que te lo permitiste de grande porque ya contabas con una trayectoria?

— Yo pensé que me lo permití de grande, pero no. Soy hijo único, de una familia de inmigrantes italianos, soy el primer egresado de la universidad de toda la familia, soy abogado porque en aquel momento estudiar periodismo, por distintas razones, era muy complejo. No había carreras, los militares del Proceso habían cerrado algunas y yo me recibí de abogado. Empecé a trabajar de abogado, me iba muy bien tanto en lo profesional, como en lo económico y apareció un aviso en el diario que llamaban a jóvenes universitarios con vocación periodística y yo fui. Me presenté y me quedé en la selección. El deber ser era seguir siendo abogado, colaborar económicamente con la familia y yo tenía muchas ganas de ser periodista. Entonces primero lo hice parcialmente, compartía las dos profesiones y un día tuve que optar.

Desde muy chico ya tomé este tipo de decisiones: no estudié la carrera que se suponía que tenía que estudiar, mi viejo tenía un taller metalúrgico, podría haber estudiado ingeniería o algo técnico, pero no tenía esa vocación. Así que me parece que fui bastante más atento a lo que me gustaba, no sólo lo que debía ser. Pero también es lo que yo creía que mis padres o la sociedad esperaba de mí. Muchas veces uno supone lo que va a pasar si toma una decisión, la orientación sexual, por ejemplo. Yo tenía una fantasía de que si contaba que era gay iba a generar una preocupación en mis viejos, un rechazo en la sociedad, un dedo en alto. En algunos casos los hay, pero es mucho más lo que fantaseas. Teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad todavía conservadora, con mandatos de familia heterosexual monogámica clásica, mis viejos fueron fantásticos. Tengo la dicha de no sólo quererlos sino admirarlos, mis viejos son dos referentes para mí. Con el correr del tiempo me entero que mi vieja le había dicho a una amiga: “Mi miedo es que sufra, que la pase mal por ser gay, que se quede sin laburo o que se quede sin plata por meterse a ser periodista”.

En "Todo por amor, pero no todo", los personajes atraviesan dilemas filosóficos mientras desarrollan amistades intensas y confrontan sus propias contradicciones y debates sobre el amor y el sexo
En "Todo por amor, pero no todo", los personajes atraviesan dilemas filosóficos mientras desarrollan amistades intensas y confrontan sus propias contradicciones y debates sobre el amor y el sexo

— ¿Sos una persona que va por la vida liviano o todavía cargas mochilas?

— Mucho más liviano.

— ¿Tuvo que ver con poder hablar de tu sexualidad?

— Hay una parte que sí. En las redes sociales hay un sector que dice: “¿Hace falta que hables todo el tiempo de la cuestión gay?” y yo siempre contesto lo mismo: “Estoy contento porque a lo mejor inspiras a uno, una sola persona, una chica o un chico, que la está pasando”. Con el libro me pasó eso y lo voy a seguir haciendo aunque les moleste y aunque me tenga que fumar la agresión. Pero sí, estoy más liviano. Me pasó también en una época que no podía rechazar trabajos, tenía cinco y decía: “¿Y si me quedo sin trabajo y no puedo pagar la prepaga?”. Una vez le escuché decir a Susana Giménez que ella tenía miedo de quedarse pobre y dije: “Bueno, si ella tiene miedo con lo talentosa y genial que es, yo también puedo tener miedo”. Así que sí, estoy más liviano.

— ¿Cómo es tu relación con el dinero?

— Tengo un costado piamontés, mi familia era piamontesa y a los piamonteses nos acusan de ser tacaños y conservar, juntar guita. Mi marido dice que yo soy gastador. La plata circula ¿no? me parece que para eso está también el dinero. No tengo pasiones materiales, sí me gustan los autos, tengo un auto que está bueno estéticamente y ya está. La casa tampoco, no quiero una casa. Por ahí sí viajar, me gusta viajar en business. Si me puedo dar ese gusto me lo doy y viajar todo lo que se pueda. Pero no tengo una ambición material de juntar guita. No tengo hijos, que cuando uno tiene hijos uno piensa, mal o bien, no sé si está bien que los padres hagan eso, pero yo diría: “Quiero asegurarle algo a mis hijos”. No tengo, así que eso es una ventaja en cuanto a que no junto guita.

A través de sus personajes, Novaresio busca no juzgar y mostrar las contradicciones propias de la condición humana, sugiriendo que es importante aceptar y convivir con las propias contradicciones para alcanzar una mayor comprensión de sí mismo.

— El deseo es un gran protagonista en el libro que está metido en la vida de todos los personajes. ¿Dónde sentís que hoy está puesto tu deseo, tu líbido?

— Hoy estoy, para hacerlo psicoanalíticamente, muy erotizado. No es que estoy caliente, estoy muy erotizado con el libro. Estoy muy contento, no me canso de hablar del libro, porque estoy erotizado con el libro. Estoy muy contento con mi familia: esposo, hijastra, primos, sobrinos. Yo soy de una familia muy pequeña, no tuve hermanos, mis primos están afuera de la Argentina desde antes que yo hubiese nacido. Así que fue impensada toda esta compañía.

— En el libro la profesora Orla cuenta una anécdota sobre una chica que le pregunta a un profesor qué es la felicidad y él le responde: “Es la persona que puede solucionar un problema con el mejor o menor tiempo y el menor esfuerzo”. Y la definición de otro personaje dice: “Ser inteligente es saber ser feliz”. ¿Cuál es tu definición de la felicidad y de la inteligencia? ¿La encontraste?

— Dije que no iba a revelar cosas del libro, pero ese cuento me pasó a mí. Yo estaba en primer año de la escuela secundaria, era muy tímido. Me sentaba último, usaba anteojos grandes, no me destacaba en nada y entró la profesora Nieto que daba matemáticas, una genia. Y dijo: “¿Qué es ser inteligente?” Me miró a mí y me quedé mudo automáticamente. Nadie contestó y ella dijo: “Ser inteligente es resolver un problema determinado en el menor tiempo posible con el menor esfuerzo posible”. Y yo dije: “Es el fin” (risas). A mí que me digas la suma del cuadrado de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa, es como que me está hablando en mandarín. Me angustié y dije: “Nunca voy a poder ser inteligente”. Pero en quinto año de la facultad de Derecho, cátedra de Filosofía del derecho, el profesor Juan Manuel Villarruel se presentó y preguntó: “¿Qué es ser inteligente?”, levanté la mano y dije: “Es resolver un problema…”. “Usted es un estúpido”, me dijo. Después fui colega de él, litigaba contra él y se reía mucho. “Eso lo resuelve cualquiera, lo resuelve una calculadora. ¿Qué es ser inteligente? Ser inteligente es saber ser feliz”, dijo él. “Ya está. Capaz que voy a ser inteligente un día”, dije yo.

"Estoy en un punto, en la amistad, el amor y el laburo, en el que soy yo; yo pienso esto, yo siento esto", dijo Novaresio, en relación a su presente y el aprendizaje de cómo ser feliz
 (Imagen Ilustrativa Infobae)
"Estoy en un punto, en la amistad, el amor y el laburo, en el que soy yo; yo pienso esto, yo siento esto", dijo Novaresio, en relación a su presente y el aprendizaje de cómo ser feliz (Imagen Ilustrativa Infobae)

— ¿Aprendiste cómo ser feliz?

— Tengo sospechas de cómo ser feliz.

— ¿Y de qué se trata?

— Yo soy un gran ladrón de cosas que escucho, leo o que me interesan. Jorge Lanata dijo alguna vez: “Cuanto más fui yo, más feliz fui”. Me parece que ese es un buen camino. Estoy en un punto —ya desde hace unos cuantos años, me atrevo a decir unos diez—, en la amistad, el amor y el laburo, en el que soy yo; yo pienso esto, yo siento esto. Corrés el riesgo de enfrentar la fantasía de “van a dejar de quererme”, pero estoy dispuesto a asumir esa fantasía con mucha menos angustia que antes.

— ¿Te pasó de perder relaciones por mostrarte como sos y marcar tus limites?

— Sí, claro, obvio. Pero, ¿sabes qué? encuentro más atractivo al que se muestra cómo es que al que la caretea. Soy más atractivo desde que digo y juego eso, que el que trata de cumplir lo que se esperaba de él. Hay que andar más liviano y hay que saber que uno es contradictorio. Me amigo con esa contradicción.

— En el libro hay una de las parejas Uno y C que gran parte de su tensión está puesta en la monogamia y dónde están los límites. ¿Qué pensás del modelo tradicional de pareja? ¿Te parece que tal vez le exigimos mucho al amor romántico?

— A mí lo que me parece de la monogamia está como un hecho dado, como “debe ser así”. Hay tantos acuerdos de parejas como personas existen en el mundo y esos acuerdos son provisorios porque cambian. Los hay explícitos, como Uno y C que se sientan a hablar, o implícitos, como Lourdes y Gerardo. Es muy exigente exigir un modelo que no es natural, estoy excluyendo el que daña a otra persona, estamos hablando de personas adultas, de un amor sano, que no perjudica a un tercero, supone la libertad del otro, el respeto a la libertad del otro. Entonces sí, claro, me parece demasiado exigente.

Novaresio reconoce que hablar abiertamente de su sexualidad le permitió llevar una vida más liviana con el objetivo de inspirar a otros a aceptarse y vivir sin miedo a expresar su verdadera identidad
Novaresio reconoce que hablar abiertamente de su sexualidad le permitió llevar una vida más liviana con el objetivo de inspirar a otros a aceptarse y vivir sin miedo a expresar su verdadera identidad

— ¿Sos celoso?

— Era mucho más celoso. He trabajado específicamente ese tema porque me incomodaba la situación, me incomodaban los celos. ¿Por qué voy a ser malvado? ¿Nunca te gustó otro tipo que tu novio? Te chapaste a otro tipo, te olvidaste a los 15 segundos, era pura atracción física, el amor es una construcción mucho más profunda. Ahora si vos no te va bancas la monogamia y yo exijo la monogamia, no podremos ser pareja o alguno de los dos tendrá que trabajar, a ver qué cosa da por amor. Yo no doy consejos, odio los consejos. Pero la sugerencia es: no todo. No hay que dar todo por amor porque esencialmente si vos sos lo que el otro espera, dejas de ser vos y dejas de ser atractivo. Yo me enamoré de vos porque vos eras así y de golpe, yo te pido que cambies. Y vos cambias y cambias, es insaciable.

— ¿Fuiste así en algún momento de tu vida, de transformar tu personalidad para conformar y encajar con un otro?

— Re... transformé y pedí que se transformaran. Me encontré con buena gente del otro lado, pero sospecho que no me funcionó a la hora de la verdad esta cosa de transformar clandestinamente lo que yo quería, aun asumiendo el dolor que podía provocar y que he provocado. Entonces no me juzgo, me amigo con mis contradicciones, en aquel momento pude ser aquello, en estos momentos quiero poder sentarme con la persona que amo y decir eventualmente: “Che, me pasa esto ¿qué hacemos con este trámite? ¿Cómo lo manejamos?” ¿Es imposible la pareja? No, hay que hacer una suerte de artesanía, de acomodamiento, de acuerdo, de consideración, de corrección, de dar algo. Nunca todo, para que eso funcione y un día funciona. No se juega tampoco la cuestión sexual. En la novela escribí un personaje que es abominado por algunos que es C, que parece un narcisista, egoísta, su pareja le dice: “¿Yo no te alcanzo?” y responde: “No, no me alcanzas. Quiero más, quiero otros cuerpos, quiero otra cosa”.

Pero hay una cuota de sinceridad brutal, mucho más sana que decir: “Sí, mi amor, olvidate”. No estoy juzgando lo clandestino porque lo he pasado y para mí la clandestinidad es sufriente, es un acuerdo, C dice en un momento: “Mi generosidad de hoy es egoísmo para el futuro”. Porque si yo soy generoso y te digo: “Hace, con algunas reglas, lo que vos quieras con la fidelidad sexual”, es mi egoísmo para que en el futuro si vos te quedaste al lado mío es porque me amabas en serio. Es difícil.

"Las decisiones son incómodas porque hay que dejar una, pero es apasionante", dijo el periodista en La Fórmula 
(Imagen ilustrativa Infobae)
"Las decisiones son incómodas porque hay que dejar una, pero es apasionante", dijo el periodista en La Fórmula (Imagen ilustrativa Infobae)

— Hay una frase en tu libro que dice: “No somos más que nuestras decisiones, por eso para saber cuánto vale nuestra vida no está mal arriesgarla de vez en cuando”. ¿Qué es para vos arriesgar la vida de vez en cuando?

— Es arriesgar a ver qué querés hacer, por ejemplo, quiero escribir una novela. “Te van a putear porque no sos Cortázar”, te pueden decir. Pero quiero hacerlo de verdad, entonces me arriesgo. Me siento, la escribo, voy a una editorial y la publico. Me quiero casar. “Sabes que te vas a casar con un tipo que te hace perder...”, te dicen. Pero quiero de verdad casarme, quiero a este tipo. Todas las decisiones son un poco arriesgar la vida en el sentido más amplio posible, es la palabra, no la vida física. Es arriesgar cierta comodidad. Las decisiones son incómodas porque hay que dejar una, pero es apasionante. Hay que arriesgarse a perseguir una decisión, tomarla y vivirla.

— ¿Te importa trascender, el reconocimiento, el qué quedará de vos en este mundo?

— Estuve pensando mucho en eso. Como dice mi esposo: “Porque como sos hijo único y trabajas en la tele tenés el narcisismo…” y capaz que sí; pero no. Me encantaría que Vera, que es mi hijastra, diga cosas lindas de mí. Pero no, no estoy ni preocupado ni ocupado en eso.

En "Todo por amor, pero no todo", Novaresio presenta una visión sobre los acuerdos de pareja y explorando la idea de que existen múltiples formas de amar, siempre que sean consensuadas y respeten la libertad del otro
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