Pocos recuerdan que los rosados supieron ser los vinos más tomados de la Argentina, pero eran tiempos en los que la cantidad importaba más que la calidad. Y si bien eso empezó a cambiar en los ‘90, el vino rosado fue el último en “mejorar”. Primero porque fue subestimado como categoría, y luego por la invasión de vinos hechos a base de sangrías.
¿Cómo eran esos rosados de principios del milenio? Más intensos, potentes y tánicos, porque se originaban a partir de las sangrías que se llevaban a cabo para lograr tintos con más concentración. Es decir, que se escurrían los primeros jugos, entre un 5 y un 20% con el objetivo que la maceración de menos líquido con el 100% de los sólidos resultara en un tinto más concentrado. Y eso que “sobraba”, en lugar de tirarse, se convertía en un rosado.
Por suerte, muchos hacedores se dieron cuenta de que los mejores “rosés” del mundo, los franceses de la Provece, se hacían desde la viña como todo buen vino. Así llegaron vinos cosechados con un alcohol potencial equilibrado (alrededor de 12 grados) y una acidez marcada, hacia finales de la primera década del nuevo milenio. De tonalidades rosadas pálidas, brillantes y muy fragantes. Y esa gracia comenzó a ganarse las copas de muchos amantes del vino que se vieron atraídos por estos atributos.
Ideales para abrir el juego como aperitivo o bien como primer vino de una cena de pasos. Porque en un ambiente agradable y acompañado con frutos de mar o ensaladas, pueden ser el mejor vino del mundo. Y acá, la llegada de la primavera marca el desembarco en el mercado de los rosados del año, de Malbec, Pinot Noir, Cabernet Franc o blends, algunos incluso con botellas tan imponentes como elegantes. Todos aptos para disfrutar cuando el sol vuelve a calentar y el aire libre se transforma en el mejor lugar para el encuentro.
Hoy, en pleno siglo XXI, los vinos argentinos son distintos a los que disfrutaban nuestros abuelos, salvo contadas excepciones. Y si bien espumantes, blancos y tintos han evolucionado de manera sorprendente, los vinos rosados pegaron el mayor salto. Los buenos rosés deben agradar y entretener el paladar. Siempre elegido para ocasiones informales, aunque los de hoy sean vinos para tomar en serio. Porque se conciben desde la viña, las uvas más elegidas son Malbec y Pinot Noir, aunque hay otros a base de Merlot, Cabernet Franc.
Pero lo que cambió tanto y explica su gran éxito, más en esta época que están apareciendo los primeros rosados del año, es el respeto de sus hacedores por este vino. Eligen el momento justo de cosecha para lograr el alcohol y la acidez natural que un buen rosé debe tener. Sus aspectos también hablan del cambio, los mejores son de tonos pálidos y suaves. La gracia está en sus perfumes, florales, frutales y hasta herbales, y casi nunca habla la madera.
Son vinos que deben agradar a la primera copa, llamar la atención y dar ganas de seguir disfrutando. Por eso son fluidos y vivaces, algunos más mordientes, otros más untuosos, y la mayoría secos (con poco o nada de azúcar residual). En esto se parecen más a los blancos, cuando los antiguos eran más tinteros. Su paso es fugaz pero también expresivo.
A la hora de servirlos, pueden ser solos, como aperitivos, o incluso en tragos. Pero son ideales para acompañar lo primero que sale de la parrilla (mollejas, chorizos y morcillas). Ensaladas frías con frutos de mar y arroces de todo tipo (risottos o paellas), entre otras delicias. También se lo conoce como el vino comodín en los restaurantes, porque se adapta muy bien a diversos platos y cae bien parado en todos los paladares.
Argento Organic Rosé 2023
Argento, Mendoza, Luján de Cuyo, Agrelo ($$)
El joven Juan Pablo Murgia (gerente enológico de Grupo Avinea) es uno de los hacedores que más vinos orgánicos elabora en el país y desde hace varios años. Aquí presenta su nuevo rosado, elaborado a base de Malbec (65%), Pinot Grigio (20%) y Syrah (15%). Fragante y ágil, fresco y con buen volumen, de trago amable y franco, para disfrutar al inicio de una buena comida. Puntos: 88,5
Tomero Rosé 2023
Bodega Vistalba, Mendoza, Valle de Uco, Tupungato ($$)
Pinot Noir rosado, elaborado con uvas provenientes de la Finca Don Antonio –ubicada en Los Árboles, a 1090 msnm– y plantada en 1992. De aromas muy frutados, paladar fresco y vivaz, con dejos herbales que aportan nervio a su agradable trago. Es un vino que se puede disfrutar solo o acompañando pizzas y sándwiches. Beber entre 2024 y 2025. Puntos: 89
Rosa di Rosso 2023
BIRA Wines, Mendoza, Valle de Uco ($$)
Fede Isgro y Santiago Bernasconi, los creadores de BIRA, estaban buscando un rosé que estuviera en línea con sus otros vinos de entrada, el Rosso y el Bianco D’Uco. Para ello hicieron un blend cofermentando los mostos de un Sangiovese (60%) y lo completaron con Syrah, fundamental para lograr ese aspecto rosado tan tenue como brillante. Otra clave fue el punto de cosecha para mantener una acidez marcada y mordiente. De aromas muy austeros y buen volumen, paladar franco y delicado, con suave carácter frutal. Puntos: 91