¿Líder se nace o se hace? Los nuevos enfoques de liderazgo cuestionan la idea tradicional de que un líder es alguien con habilidades innatas o en una posición de poder y se enfatiza la necesidad de democratizar el liderazgo, despojándose de su carácter elitista. Es que ser líder, según las nuevas concepciones, no depende de la autoridad o el cargo sino de la capacidad de movilizar a otros para aprender y desaprender en situaciones complejas.
En este episodio de La Fórmula Podcast, Emmanuel Ferrario explora cómo el proceso de desaprendizaje influye tanto en el ámbito profesional y personal como en la sociedad, destaca la importancia de estar conectado con el propósito de vida para liderar de manera efectiva, cuidando el equilibrio entre la productividad y el bienestar; y resalta que la verdadera esencia del liderazgo radica en la capacidad de movilizar, inspirar y ser parte de un propósito común. El episodio completo podés encontrarlo en Spotify y YouTube.
Emmanuel es docente universitario de economía del comportamiento. Es licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad Di Tella, máster en Políticas Públicas por la Universidad de Stanford y en Administración Pública por la Universidad de Harvard. Publicó el libro “Coordenadas para antisistemas” y es legislador de la Ciudad de Buenos Aires.
— ¿Cuáles son los nuevos liderazgos? ¿Qué tienen de “nuevo” y qué te llamó la atención a vos para estudiarlos?
— Durante mucho tiempo nos vendieron y nos hicieron creer que quiénes podían ser líderes, entendido líderes como aquellos que tienen ciertas características especiales, personas que son carismáticas, que hablan muy bien, que siempre supieron negociar, que son capaces de administrar el poder, todas cosas que van poniendo a la figura del líder en una especie de pedestal. Hay algo que escuchamos mucho en la calle: “Líder se nace”. Yo creo que definitivamente hay personas que tienen ciertas habilidades y competencias, que toda su vida tuvieron, y hay otras que lo fueron desarrollando en ciertos lugares.
Para desarrollar estas competencias tengo que participar de ciertas elites para poder hacerlo. Yo no creo que en eso. Tampoco creo que lidera quien tiene una autoridad, esta idea de si tenés un cargo, sos un líder, el CEO de mi compañía es el líder de mi compañía. ¿Un ministro es un líder? No, necesariamente. Es una persona que está ejerciendo una autoridad, ¿qué quiere decir eso? El pueblo o los empleados, porque es el dueño, le confieren un poder para que devuelva un servicio, lo que sea, el rol que tenga, pero esa confusión ayuda a que el concepto sea más restringido. Y después está el tema de las elites y cómo, de alguna manera, principalmente la política, durante el tiempo fue levantando barreras para que sea difícil acceder. Entonces yo lo que digo es que hay que derrumbar todo eso, hay que completamente desprivatizar el liderazgo.
— ¿Qué significa entonces liderar?
— Justamente en esto de desprivatizar el liderazgo, lo que hago es tratar de ser un divulgador de un profesor que a mí principalmente me parece que es muy potente su teoría, que es Ron Heifetz, un profesor de liderazgo adaptativo. Entonces, ¿qué significa liderar?, es movilizar a otros para que frente a una situación sepan qué tienen que aprender y qué tienen que desaprender o tiene que descartar para poder avanzar. Obviamente que para poder movilizar a otros primero tenés que estar conectado con vos y saber qué queres hacer vos, cuál es tu propósito y qué es lo que te mueve. Una vez que tenés en claro eso, haciendo la pregunta correcta y estando menos ansioso por las respuestas, que es algo muy típico de los líderes como los leemos, que la tienen clara y saben las respuestas todos, vos convocas a otros para hacer una solución colectiva. Esto no significa que nos sentemos en una mesa a tomar cafecito. Significa que lo más importante es plantear una pregunta, que sea lo suficientemente honesta y provocadora para que nos permita construir entre todos una respuesta. Donde todas las organizaciones tenemos nuestro propio ADN cultural y hay situaciones que nos obligan a pensar: ¿qué tenemos que conservar y celebrar?, ¿qué tenemos que evolucionar?, ¿por qué no nos permite ir de acá a acá?
Para hacer eso, dice Ferrario, se requiere humildad, escucha, empatía y tener la habilidad para poder leer el ecosistema “¿Quiénes son los jugadores? ¿quién tiene algo que decir? ¿de quién puedo aprender?”, se pregunta.
Y sigue: “La gente en general no resiste el cambio, resiste a la pérdida. Entonces lo que es interesante siempre en estos planteos de desafío optativo, es quién está afrontando, qué tipo de desafío ante esta pregunta. Te voy a poner un ejemplo concreto: una de las preguntas que tendríamos que hacernos en educación es si el objetivo es que los chicos y las chicas en las escuelas aprendan para ser mejores ciudadanos, para tener un laburo que les permita ser mejor persona y estar bien”. ¿Por qué dedicamos tiempo con otros temas que van surgiendo y nos vamos empastando con esos temas en vez de ir a la pregunta de fondo? Podés empezar a discutir el porcentaje que se gasta en el PBI en educación, ¿es importante? Sí, pero no alcanza con que se gaste el 6%, claramente los pibes tienen que aprender. Estamos frente a un avance de la Inteligencia Artificial que es total, ¿creemos que están aprendiendo lo que necesitan aprender para cuando salgan a la vida, al mercado laboral? ¿Creemos que está pasando eso? ¿Es importante la cantidad de días? Sí, por supuesto, pero lo más importante es qué aprenden dentro de las escuelas, que vayan a las escuelas. Me parece que son todas preguntas que van surgiendo pero de una pregunta madre que es: ¿cuál es la función del sistema educativo?
— Tenés un podcast que se llama Líderes, donde entrevistaste a gente de distintas áreas y disciplinas ¿Qué aprendizajes encontraste en común en los entrevistados?
— La idea era entrevistar a personas del mundo del deporte, del arte, de la ciencia, del mundo empresarial, del periodismo y lo que traté de ver es qué los movía a hacer tan buenos en lo que hacen, cómo se constituían. Y lo que me impresionó es esta cosa que tenemos todos de cómo se va construyendo durante el tiempo nuestro propósito, que nos hace latir, levantarnos a la mañana y salir a la calle para seguir remando. Y cómo durante el tiempo cada uno de ellos fue cambiando en esto y fue evolucionando, pero siempre con una determinación, una fuerza muy patente y algo que es muy increíble en todos nosotros es cómo somos un conjunto de cosas. Heifetz dice: “Cada uno contiene multitudes”. Tenemos nuestro yo a los 10 años, a los 18, nuestra profesión, otras identidades, cómo cada una de esas cosas nos da fuerza y nos determina, nos empuja a pararnos de cierta manera frente a la vida para poder avanzar en la agenda, en ese propósito que tenemos.
Creo que eso es impresionante porque atraviesa a todas las disciplinas, cómo la persona va desarrollando herramientas, el rol que juegan los equipos, el ego, la escucha, la importancia de la humildad porque es muy fácil confundir el rol que tenés con quién sos y a veces te pasa que te vas de un laburo por la razón que sea y no sabés cómo te presentas.
— Mencionabas a Heifetz. Él habla mucho sobre cómo desaprender lo aprendido y dar ese espacio a nuevas ideas y soluciones. ¿Qué sentís que tuviste que desaprender en tu vida y qué cambiaste?
— Yo estoy convencido que la respuesta a los desafíos que tenemos como ciudad, como sociedad, son colectivas. Nadie se salva solo. Para hacer eso, en mi caso, tengo una responsabilidad que tiene distintas patas: mi rol como legislador, otra como profesor. Yo laburo por una ciudad donde las ideas de todos se puedan implementar y se puedan llevar a cabo, que sea fácil acceder, traer esas ideas. Y obviamente es difícil por las barreras que hay. Para mí es importante estar conectado con mi propósito, con lo que me mueve. Yo venía de mucho tiempo, principalmente post pandemia hasta el año pasado, con una desconexión con mi cuerpo, siempre vinculado con mi trabajo. Mi trabajo era la prioridad, pero de una manera que no saca la mejor versión y lo que dije fue: “Tengo que tomarme a mí mismo como un proyecto por la responsabilidad que tengo, y si quiero ser más eficiente, más eficaz en mi laburo, tengo que hacerlo de esa manera”. Yo sabía que si una persona dormía mal le baja el coeficiente para tomar decisiones cognitivas hasta un 30%, si no estás hidratado te baja, si no ejercitas afecta tu humor, tu capacidad de resiliencia. Lo tenía claro desde la teoría, pero no lo hacía. El año pasado empecé a ejercitar tres veces por semana, empecé a comer sano.
— ¿Fue un proceso progresivo? ¿Qué necesitabas cambiar de tu vida?
— Un dia dije: “Necesito conectar con mi propósito, con lo que a mí me hace feliz en el rol que tengo” y venía justamente de un montón de laburo, de horas de intensidad, de dormir poco y dije: “Tengo que cambiar esto” porque es la única manera en la que yo voy a poder, no solamente movilizar a otros para lo que me importa sino también voy a estar dando lo mejor para eso. Una de las cosas es decir en voz alta lo que queres hacer porque eso de alguna manera aumenta tu costo frente al resto. Con 39 años descubrí ahora la importancia que tenía en mi humor, en mi energía, en cómo te sentís con vos mismo, en el hecho de salir a ejercitar de manera sistemática tres veces por semana a las siete de la mañana a mí me cambió. Se puede comer sano, accesible y rico. Y eso viene asociado a otras cosas: ir a la feria a comprar las verduras, dormir. Yo dormía muy pocas horas, entre cinco y cinco horas y media. Y eso te afecta el humor, llegas a la noche y estás roto. Pero muy probablemente tengas a la noche alguna comida de laburo, entonces terminabas acostándote tarde. Llegaba el jueves y estaba en el laburo de lunes a lunes. Entonces claramente eso, en mi caso, no saca mi mejor versión. Tetomé terapia. Heifetz habla de que es muy importante cuando uno quiere liderar algo estar en el balcón y en la pista.
— ¿Cómo pudiste trasladar esto a tu vida profesional, que piezas se movieron?
—Hay una idea generalizada de que es importante estar ocupado, no importa haciendo qué, no importa cuán útil, no importa cuán eficiente o eficaz. Lo importante es que estés ocupado haciendo algo y yo creo que eso habría que ponerlo en jaque como sociedad.
—¿Por qué?
—Tiene que ver mucho también con los nuevos problemas que estamos enfrentando: la ansiedad, la adicción al teléfono, esta cosa de no tener el control de la pantalla, el estrés, cómo dormimos. Todo está vinculado, me parece que es una conversación que tenemos que dar, este culto a la productividad, que no es la productividad, es el culto de estar ocupado. Y con respecto a lo de los liderazgos creo que es un hecho de responsabilidad, las personas que tenemos que tomar decisiones, dar lo mejor de nosotros al momento que lo hacemos. Está recontra comprobado de que te baja la capacidad cognitiva, de resolución en cierto momento del día porque son laburos que estás todo el día al palo, porque no controlas el contexto, la realidad. Entonces todo el tiempo estás recibiendo ese tipo de situaciones que sos responsable de resolver. Es muy clave que estés bien, es la manera de ser un líder eficiente, eficaz, que permita luchar contra esto que estamos hablando del cinismo generalizado que tenemos. Durante mucho tiempo consumimos como un estereotipo de lo que significa llevar adelante ciertos roles que eso no tiene nada que ver con la dedicación, con el foco, con la cantidad de horas que vos le pongas a decir: “Soy un experto en este tema y voy a trabajar de esta manera”. Porque es una vinculación sana con tu propósito. Todos tenemos propósitos, pero hay que tratar de que ese propósito, de alguna manera, no te consuma.
— ¿Que te enseñó esa transformación sobre vos mismo?
— Yo vengo de una familia donde claramente el ocio, me refiero a sentarme un domingo a la tarde a leer un libro, estaba mal. El disfrute estaba mal, porque somos una familia de clase media, media baja, donde lo importante es laburar y vos laburas todo el año para irte, con suerte, siete días de vacaciones. Para volver y seguir trabajando. Nunca me voy a olvidar: un día estábamos volviendo de Mar del Plata en la segunda quincena de enero, nos volvíamos antes de vacaciones porque mi papá, a quien amo, decía que se aburría. Volvemos para empezar a trabajar para el año que viene volver a tomarnos cinco días. Yo fui criado así y de hecho me pasa hoy que llego a mi casa a las ocho de la noche y digo: “Quizás tengo esta horita que puedo hacer algo y conectarme”. Le pasa a mucha gente y es nuestra historia, es la historia de cada uno. Yo vengo de ese lugar donde el esfuerzo y el sacrificio me trajo hasta acá y me permitió conseguir la beca para venir a estudiar a Buenos Aires, para irme a estudiar afuera, para conseguir un laburo y para tener esta responsabilidad hoy. Soy muy consciente de eso y creo que se hace con esfuerzo y sacrificio. Pero me parece que tiene que ser algo que no nos consuma nuestro propósito, que no nos vacíe porque finalmente estás tan pasado que dejas de conectar con lo que te mueve. Y dejas de hacerlo de la manera que mejor impacta a otros.
— Hoy la mayoría de los chicos de 16, 17 años cuándo se pregunta qué quieren ser dicen “famoso” o “youtuber”, ¿qué lectura hacés como profesor de estas respuestas?
— Esto de ser famoso muchas veces tiene que ver con tener plata. ¿Podes culpar a alguien por eso?, no, al contrario, está en un contexto donde la situación es realmente muy difícil, es parte de una familia, de un entorno que la está pasando mal, es entendible, incluso está en crisis sobre qué estudiar. Hace muy poco estuve con un grupo de diez chicos y chicas a quienes les pregunté: “¿Quién está estudiando en la universidad? De los diez, cinco levantaron la mano. Como una persona de 39, millennial, mi pregunta es: “¿No es importante tener las credenciales, formarse?” La respuesta fue: “Yo terminé el secundario y puse un emprendimiento y empecé a hacer esto online y participé de un startup de no sé qué cosa y vendo esta otra cosa por Internet y hago esto como influencer y lo que voy haciendo es buscando nuevos cursos y voy formando por las habilidades que voy detectando que necesito”. Esto lo que nos está diciendo es que definitivamente tenemos que repensar el sistema educativo, qué tipo de carreras estamos ofreciendo, ¿estamos dando las habilidades que necesitan? Ni hablar del sistema educativo de inicial a secundario, pero además el universitario, la duración de las carreras, el tipo de habilidades, la posibilidad de que una persona pueda formarse modularmente. Creo que son conversaciones que tenemos que tener, pero urgente, porque las cosas se resuelven, la realidad llega, va a llegar y ya está acá. Hacemos algo o nos pasa por arriba.
— Si tuvieras que decir una cosa que para vos caracteriza al ser humano, algo que todos tenemos en común, ¿qué sería?
— Yo creo que es la conexión. Necesitamos estar conectados con otros, ser parte de algo más grande que nosotros mismos. Justamente estamos en un momento tan feo, de tantra desconfianza, de tanto cinismo, que lo que nos quieren hacer creer es que hay que salvarse solo y yo creo que la historia de la humanidad, nosotros como personas, como parte de este país, de esta sociedad, es que queremos estar conectados con otros, nos hace bien, nos sentimos más grandes, y nuestro propósito es ser más grandes. Es un poco lo que quisimos ser siempre como argentinos, que es lo que sentís en el Mundial, esa pasión que la sentís y te mueve a salir de tu casa, porque sos parte de algo mucho más grande. La manera que tenemos para realmente construir lo que queremos construir como país es no perder eso.