El uso de dispositivos electrónicos por parte de padres y adolescentes genera preocupación y es objeto de diversos estudios en los últimos años. Un reciente informe publicado en la revista Pediatric Research sugiere que existe una relación directa entre las conductas de uso de pantalla de los padres y el tiempo de pantalla de sus hijos adolescentes.
Basado en datos del estudio Adolescent Brain Cognitive Development (ABCD), que incluyó a más de 10.000 familias con adolescentes de entre 12 y 13 años, el estudio encontró una correlación significativa entre el uso parental de dispositivos electrónicos y el aumento en el tiempo de pantalla y el uso problemático de redes sociales, videojuegos y teléfonos móviles por parte de los adolescentes.
El estudio encontró una correlación entre el uso de dispositivos electrónicos por parte de los padres y un aumento en el tiempo de pantalla y el uso problemático de redes sociales, videojuegos y teléfonos móviles por parte de los adolescentes.
Jason Nagata, autor principal del estudio y profesor asociado de pediatría en la Universidad de California, San Francisco, afirmó que uno de los mayores predictores del uso de pantalla en los adolescentes es observar a sus padres utilizando dispositivos frente a ellos. “Incluso si los padres piensan que sus hijos no están prestando atención, los datos muestran que uno de los mayores predictores del uso de pantalla en preadolescentes es lo que sus padres hacen con las pantallas frente a ellos”, dijo Nagata.
Más del 72.9% de los padres encuestados admitieron usar dispositivos electrónicos en presencia de sus hijos, y cada incremento en la escala de uso parental se asoció con un aumento de aproximadamente 40 minutos en el tiempo de pantalla de los adolescentes. Dr. Ken Ginsburg, profesor de pediatría en el Hospital Infantil de Filadelfia, no involucrado en el estudio, destacó la importancia del modelo de conducta de los padres, afirmando, “nuestras acciones pueden hablar tan fuerte que los niños no logran oír las palabras que estamos diciendo. Practicar lo que predicamos marca toda la diferencia”.
El tiempo de pantalla promedio diario de los niños se ha más que duplicado durante la pandemia del COVID-19, según investigaciones precedentes. En respuesta a esto, diversas naciones están considerando regulaciones para mitigar los posibles efectos negativos. China ha propuesto un límite diario de dos horas para el uso de teléfonos por menores, y el Cirujano General de EE.UU. ha sugerido etiquetas de advertencia en las aplicaciones de redes sociales debido a los “daños significativos” asociados con su uso excesivo.
El Dr. Nagata añade que “aunque las pantallas en sí mismas no son inherentemente malas, los adolescentes son particularmente vulnerables al uso excesivo”, lo que puede afectar negativamente el sueño esencial para su desarrollo saludable. Nagata explicó que la sobreexposición a las pantallas reduce tanto el tiempo como la calidad del sueño necesario para un desarrollo adecuado de los adolescentes.
Para manejar estas situaciones, Nagata sugiere que los padres practiquen una comunicación abierta y establezcan un plan de medios familiar. Susan Tomopoulos, co-desarrolladora del plan y profesora asociada de pediatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, afirmó que el aumento en el tiempo de pantalla durante la pandemia fue un impulso para que la academia actualizara sus recomendaciones sobre el uso de medios. “Después de la pandemia, los padres acudían a los médicos porque querían gestionar los hábitos de medios de su familia, pero estaban abrumados y no sabían por dónde empezar”, explicó Tomopoulos.
El establecimiento de prácticas de medios saludables comienza con una conversación en la familia para personalizar las directrices sobre el tiempo de pantalla y definir zonas libres de pantallas dentro del hogar. Estas zonas son especialmente importantes en el dormitorio y el comedor, lugares donde la presencia de pantallas se asocia con un mayor uso por parte de los adolescentes y problemas relacionados con redes sociales, videojuegos y teléfonos móviles.
Tomopoulos enfatizó la importancia de priorizar actividades libres de pantallas y el tiempo cara a cara para el desarrollo saludable de los niños y adolescentes. “Es muy fácil para los adultos, al igual que para los niños, quedar atrapados en el deslizamiento y el desplazamiento. Realmente queremos que las familias enterenas revisen sus hábitos digitales en casa y hablen pronto y con frecuencia sobre la tecnología de los medios”, añadió.
Asimismo, el estudio sugiere que el uso del tiempo de pantalla como recompensa o castigo puede ser contraproducente y aumentar su uso. Los preadolescentes, que pueden recurrir cada vez más a las redes sociales para apoyo y exploración de identidad, pueden ver estas prácticas parentales como intrusivas, lo que lleva al rechazo de las reglas. “Cuando los padres son excesivamente controladores, tiene efectos contraproducentes”, advirtió Ginsburg. “Los niños observan lo que hacemos y no les gusta ser controlados. Cuando los niños perciben que establecemos reglas para controlarlos, siempre encuentran la manera de sortear esas normas”.
Finalmente, establecer reglas porque se cuida de los hijos puede ser una buena manera de iniciar una discusión productiva sobre el uso de medios. Ginsburg sugiere transmitir este mensaje de manera clara para que los adolescentes comprendan las razones detrás de las normas establecidas.