Mario Alonso Puig, reconocido médico, conferencista y escritor español, que ha dedicado gran parte de su vida a investigar cómo desplegar el potencial humano, explica cómo funciona el cerebro, la mente y cómo fuimos criados con la premisa de ver para creer, dejando de lado una dimensión que va más allá de lo tangible y material. El episodio completo podés encontrarlo en Spotify y YouTube.
El 29 de Julio, realizará una conferencia en Buenos Aires. “Eres más grande de lo que crees. Creer es Crear”, tendrá lugar en el Centro Cultural Kirchner (CCK), ubicado en Sarmiento 151, Ciudad de Buenos Aires, a las 19 horas. Las entradas pueden adquirirse en su sitio web
En la conferencia se abordará cómo reconectar con el verdadero Ser, descubriendo nuestra auténtica naturaleza. Se explorará cómo centrar el cuerpo, la mente y el corazón desde una perspectiva inspiradora, aprendiendo a soltar lo que nos limita para iniciar un nuevo comienzo.
— ¿El cerebro por sí solo puede o no explicar a la mente?
— Esto es un gran debate a nivel global. Hay neurocientíficos que están convencidos de que la actividad mental se puede explicar absolutamente desde el funcionamiento del cerebro, en absoluto comparto este punto de vista. Están también otros neurocientíficos, no de menor peso, que dicen que la mente no se puede explicar sólo a través del cerebro.
Sabemos, conocemos experiencias de personas que en una sesión donde el cuerpo era fundamentalmente el principal protagonista, de repente han tenido experiencias afectivas, cuando ni siquiera estaban pensando ni reflexionando, sabemos que hay momentos de meditación profunda en los que, verdaderamente, el intelecto de alguna manera se apaga y empiezas a tener vivencias, incluso de orden espiritual, que trascienden lo material. Hoy en día, cada vez hay más científicos que consideran que la conciencia sí necesita del cerebro para expresarse, pero no es el cerebro exclusivamente el que da lugar a la conciencia, por ejemplo una práctica ancestral que es el yoga, donde en principio tampoco estás pensando, pueden producir vivencias muy profundas en las personas.
De alguna manera hemos idolatrado la cabeza y la estructura más importante que es el encéfalo como el gran protagonista de nuestra historia, y efectivamente juega un papel muy importante, pero no es el único. Hay que tener en cuenta, y es una de mis grandes pasiones, el funcionamiento del cerebro humano porque cuando no funciona bien es como cuando una radio está averiada, puedes tener las ondas pero no puedes captarlas precisamente. Yo creo que esto es muy hermoso porque, de alguna manera, nos ayuda a contemplar al ser humano no exclusivamente como un ente que se inscribe solo con lo material.
— En tu libro mencionas que el hemisferio izquierdo nos domina y el hemisferio derecho guarda la información de nuestra conciencia, ¿cuáles son las principales diferencias entre ambos?
— En 1981 gana el premio Nobel de medicina un estudioso del comportamiento y de los procesos fisiológicos del cerebro, el profesor norteamericano Roger Sperry, por estudiar lo que se llama el cerebro dividido. ¿Qué es? El resultado de intentar resolver una enfermedad tremendamente dañina para la que en aquel momento no había cura: la epilepsia. Hay distintos grados de epilepsia, hay focos epilépticos que pueden producir un movimiento de repente de una mano u otro tipo de fogonazo, pero hay veces en las cuales el foco epiléptico que se origina en un lado del cerebro, cruza por un puente que se llama el cuerpo calloso, que son millones de conexiones entre los dos hemisferios, y los dos cerebros entran en una especie de caos. Se produce la pérdida de conciencia, la persona puede caer en una chimenea o por un precipicio y empieza a convulsionar. Esto se llama un ataque epiléptico.
Hoy en día hay medicaciones, cirugías muy precisas y localizadas, con los mapas que elaboró el profesor Wilder Penfield, pero en aquella época no. Los neurocirujanos empezaron a pensar que quizás, si se evitara que pasara ese caos de un hemisferio al otro, por lo menos la persona no tendría esa pérdida de conciencia y la posibilidad de morir, ¿y cómo lo evitaban? Cortando el cuerpo calloso, pero cortar cerca de 800 millones de fibras es algo muy delicado, lo realizaron en monos y se quedaron sorprendidos porque vieron que realmente no había alteraciones en el comportamiento, eso les llevó a hacerlo con niños porque es una enfermedad que fundamentalmente aparecía en niños.
Empezaron a hacer secciones parciales del cuerpo calloso y, ¿qué ocurría? El foco epiléptico se encontraba con el puente, efectivamente veía la parte rota, no podía cruzar, pero se colaba por la otra parte, entonces se terminaron de hacer las secciones completas del cuerpo calloso y no pasó nada. Los chicos se recuperaron, no tuvieron ningún déficit cognitivo, y seguían teniendo su descarga epiléptica, pero ya no entraban en ese estatus epiléptico con pérdida de conciencia. A partir de allí, se llegó a una conclusión absurda de que el cuerpo calloso no servía para nada.
Esos niños se convirtieron en adultos y el profesor Sperry se hizo una pregunta ¿cómo es posible que seccionando algo que va pasando información de un lado del otro del cerebro no suceda nada? Buscó a esos jóvenes, algunos ya adultos que vivían en California e inventó una tecnología para asegurarse de que un lado del cerebro no recibía información del otro y allí hizo un descubrimiento tan abrumador que por eso ganó el premio Nobel de medicina, que en realidad lo tendría que haber ganado el profesor Michael Gazzaniga porque trabajaron en conjunto. Descubrieron que hay dos mentes, no una.
Está la mente ligada al hemisferio izquierdo y la ligada al hemisferio derecho, a raíz de esto y otros descubrimientos se vio que dentro de nosotros hay dos mentes que muchas veces están en conflicto. La que está ligada al hemisferio izquierdo es la dominante de nuestra cultura, la ciencia, la tecnología, la razón, la lógica, las reglas; y la que está ligada al hemisferio derecho es la puerta al inconsciente. Nuestra cultura favorece todo lo que es el lenguaje, la matemática, la lógica, la razón, mientras que todo lo que es artístico, una dimensión más amplia, más útil de resistencia, se olvida como si no existiera.
Al final hay un enfrentamiento entre las dos mentes, por eso a veces uno va a una reunión y dice: “No tengo que decir esto” y es justo lo que dice. Es el hemisferio derecho que se cuela. A raíz de eso, decidí escribir mi libro más desafiante que es Resetea tu mente, que quiere aclarar lo que nos pasa, porque cuando una persona entiende lo que le pasa lo puede gestionar. ¿Por qué elegimos a veces personas que no nos conviene en nuestra vida?, ¿por qué se elige una pareja, otra pareja y otra pareja que es la misma y siempre acabas en “qué mala suerte que tengo”? Es que las has ido eligiendo por vía inconsciente.
— ¿Qué información guarda nuestro hemisferio derecho?
— Lo que el hemisferio derecho tiene es fundamentalmente dos tipos de capacidades y de vidas. Las capacidades fundamentales son la capacidad de ver con amplitud y la creatividad. Como si fueras a un bosque, el hemisferio izquierdo vería cada árbol y te diría exactamente qué es cada uno. Pero, el hemisferio derecho tiene la capacidad de ver con amplitud, te diría: “Esto es un bosque”, porque ve las relaciones entre las cosas. El izquierdo no las ve porque ve unidades independientes, no ve la conexión, es incapaz, como decía Steve Jobs de conectar los puntos.
La segunda gran capacidad del hemisferio derecho es la creatividad y la base de la creatividad es la imaginación. ¿Por qué los sabemos? Por tratar traumas, traumatismos, tumores, hemorragias, entre otros, que afectan al hemisferio derecho. Entonces, tienen un impacto en la capacidad de esa persona de imaginar. ¿Cuáles son los dos grandes traumas o heridas? Primero, todas aquellas que han tenido que ver con el mundo de la conexión, cuando no se ha sentido querido, valorado, apreciado, apoyado. Esa herida, para que no estemos constantemente reviviéndola, la mandamos al hemisferio derecho.
¿Qué más está ahí? Todo aquello de nosotros que no queremos reconocer, la parte más oscura, nuestras sombras. La gran hermosura del viaje del hemisferio izquierdo al hemisferio derecho es que van a emerger capacidades que las tenías dormidas. La importancia que tiene eso, es poder conectar cosas. Es la base de un montón de invenciones y de descubrimientos, la capacidad de elaborar elementos creativos, pensar, ver soluciones nuevas a problemas y la capacidad de abrazar ese niño, esa niña heridos que no necesitan el castigo, la culpa, y el dedo acusador, sino el abrazo. Jung, el gran psiquiatra suizo, le llamaba “la sombra” y decía: “Lo que se resiste persiste, lo que se abraza se transforma”.
— ¿Por qué a veces tomamos decisiones no sabemos por qué las tomamos y terminamos encontrando una justificación que nada tiene que ver con la verdad de dónde viene eso?
— Para explicarlo vamos a ir a los descubrimientos de Sperry, que fue un ejercicio con hombres, en este caso, que desde niños habían recibido la sección de cuerpos callosos. Tenían el cerebro dividido e hizo que solo el hemisferio derecho viera unas diapositivas con mujeres poco vestidas y automáticamente la persona se sonrojó, porque el hemisferio derecho percibió algo emocionalmente intenso. Sperry le dijo: “Se ha puesto usted un poco colorado ¿por qué?”. Y como tú tienes que explicar desde el hemisferio izquierdo que no tenía ni idea de lo que había visto el hemisferio derecho. “Es que hace demasiado calor aquí”, respondió. Eso se llama la confabulación, el hemisferio izquierdo se inventa una historia para explicar lo que no puede entender.
— La confabulación que mencionas ¿tiene que ver con que sea fácil para nosotros distinguir los defectos en las otras personas, pero no los propios?
— Tiene mucho que ver, porque el hemisferio izquierdo está especializado en el juicio, mientras que el derecho en la observación. Nosotros, desde pequeñitos, hemos entrenado el juicio, que es etiquetar inmediatamente algo, fijarte en lo aparente. El hemisferio derecho está especializado en la observación, no sólo de alguien o de algo, sino en la auto observación. Como el hemisferio derecho ha sido relegado, como que no es lo suficientemente importante, nosotros etiquetamos a los demás, a nosotros, pero no vemos la profundidad. El hemisferio izquierdo no le deja entrar al derecho. Cuando se produce la dominancia del hemisferio izquierdo quiere ser él, el que lo haga todo y como no lo puede hacer todo, muchas cosas salen mal. ¿Qué pasa? Que el hemisferio derecho está enfadado y empieza a boicotear la acción y como es la puerta al inconsciente, boicotea mi acción.
— ¿Se puede lograr esta unión entre ambos?
— Sí, en primer lugar la respuesta es sí, naturalmente que eso se puede resolver. De hecho, lo que escribí en “Resetea tu mente” es para mostrar caminos. ¿Cómo se resuelven las cosas? Si tú eres el hemisferio derecho y yo soy el hemisferio izquierdo, tú estás enfadada conmigo porque yo no te dejo entrar a resolver la parte del problema que tú podrías resolver mejor. ¿Cómo podemos resolver esta situación? Primero, aunque parezca mentira, la humildad, el interés y la curiosidad abren puertas infinitas. En segundo lugar, empezando a no quedar tan esclavizados por el ruido mental, por eso las prácticas meditativas se han visto que ayudan a la conexión entre los dos hemisferios. ¿Qué más ayuda? Que empieces a hacer cosas desde tu hemisferio izquierdo que indican que valoras el hemisferio derecho: los paseos en la naturaleza, el interés por la faceta artística, la poesía, la pintura, la escultura, la danza. Todo eso tiene un impacto en el hemisferio derecho. Parece mentira que en las artes sólo veamos algo decorativo o algo bello y no veamos la profunda implicación que tiene en una vida saludable.
— Tenes una historia sobre una visita a un museo y la contemplación del arte que brindó un espacio para que eso te suceda, ¿no?
— Sí. El profesor David Perkins de la Universidad de Harvard nos llevó a un grupo de personas al museo de arte de Harvard, que está en Cambridge, Massachussets. Nos dijo que diéramos una vuelta y nos fijáramos en algún cuadro que nos hubiera llamado la atención, pero que lo eligiéramos con cuidado porque íbamos a pasar tiempo allí. Fueron cuatro horas delante del cuadro sólo nos levantamos para ir al baño o estirarnos. Yo elegí un cuadro de las montañas rocosas que me impactó mucho, de un pintor norteamericano.
La primera hora estás ahí viendo porque es muy bonito, la segunda hora se te hace eterna, en la tercera hora la mente empieza a silenciarse y en la cuarta hora hay una conexión con el cuadro que no se puede explicar con palabras. Al terminar nos reunimos en el atrio del museo, jamás lo olvidaré: había personas llorando, nunca había visto una cosa igual, pero de alguna manera se había abierto en su interior una puerta a otra dimensión.
Nuestra cultura favorece todo lo que es utilitario y en el fondo es un poco un contrasentido porque estamos diciendo que lo que queremos es ser felices y lo que buscamos es tener cosas. No es que tener cosas esté mal, pero no te va a llevar necesariamente a ser feliz y es una cultura muy de hemisferio izquierdo, por eso hay tanta rivalidad, enfrentamiento, por eso estamos tan anclados en el tener y tan alejados del ser. Por eso no tenemos tiempo para parar, contemplar, para el silencio.
Cada vez damos menos paseos por la naturaleza, estamos muy atrapados en el hemisferio izquierdo. No es que haya uno bueno y otro malo, lo que se trata es de reconectar lo que de entrada vino conectado. Cuando los niños son pequeñitos, en una lectura de encefalografía, la conexión entre los hemisferios es brutal, es el proceso de condicionamiento cultural lo que hace que el hemisferio izquierdo se convierta en el dominante.
— Venís del mundo de la medicina tradicional, ¿te pasó de sentir resistencia? ¿Crees que vamos camino a entender que no sólo lo medible es lo que funciona?
— Me pasó y me pasa. Tengo un gran amor por la ciencia y la tecnología; y una gran inclinación por el mundo racional. Aprendí meditación hace más de 30 años con el pionero en el mundo y me costó incorporarlo a mi vida porque había una resistencia, en una época en la que todavía no había información médica suficiente para explicar cómo es posible que algo aparentemente tan sencillo como cerrar los ojos puede tener un impacto tan grande en el cuerpo. Fui abriéndome a medida que la investigación fue mostrando cómo esa quietud mental tenía un impacto y por eso entiendo muy bien a las personas que se resisten a esto. Hay algo dentro de nosotros que reconoce que eso es verdad, que hay cosas que se escapan de la razón, del intelecto. Hay curaciones en medicina que no se pueden entender desde la ciencia, cosas que hemos visto que pasan y que nadie realmente puede tener una explicación racional.
— En tu libro mencionas que tenemos cinco maneras de percibir nuestra realidad: los sentidos, los sentimientos, la razón, la imaginación y la intuición. ¿Cómo es que con la imaginación y la intuición percibimos la realidad?
— La imaginación no sólo es la capacidad de elaborar en tu mente cosas que no existen, la imaginación es una capacidad de conectar con realidades superiores. Ya hablaba de ello Albert Einstein: “La imaginación es más importante que el conocimiento”. Cuando él elabora la teoría de la relatividad empezaron a darle mucho valor al razonamiento. Él se enfadaba y decía que le daba poco valor a la lógica, de hecho, había concebido su teoría de la relatividad, según sus propias palabras, en un sueño en el que se veía viajando sobre un rayo de luz. Cuando le preguntaron a qué dedicaría el resto de su vida, dijo: “A estudiar la naturaleza de la luz”. La luz no se puede explicar sólo desde la materia, entonces una es la imaginación. Otra es la intuición y hay dos formas.
Una de ellas es cuando el hemisferio derecho, que por vía inconsciente está leyendo cosas que el hemisferio izquierdo no puede ver, de repente dice: “Por aquí no” y te cambias de carril. ¡Qué curioso! Lo hiciste justo cuando te iba a robar una persona. Una noche iba bajando por una calles y de repente giro la cabeza, no sé por qué, pero veo a un señor que me estaba siguiendo. Se paró en seco, me cambié de acera y se fue ¿cómo lo pude captar? Esa intuición se puede explicar y de hecho se ha visto que son ráfagas.
Pero hay una intuición más profunda que yo la llamo “revelación”. Por ejemplo: Carl Gustav Jung, el gran psiquiatra suizo, iba en un viaje de tren y de repente tuvo la imagen de una bola de sangre que iba moviéndose por las montañas, había intuido la Guerra Mundial. Entonces, las intuiciones son como revelaciones, el propio Jung hablaba del inconsciente colectivo, que es como si hubiera un mar de sabiduría al que pudiéramos acceder los seres humanos y en un momento determinado sintonizas con ese dial y te entra una información que no tienes ni idea cómo te ha llegado porque no sabes de eso. ¿Por qué nosotros no le damos importancia hoy en día? Porque estamos apegados a los sentidos, sólo creemos lo que vemos, sólo decimos que existe lo que podemos medir, porque consideramos que la realidad que vemos es la única existente y porque el hemisferio izquierdo en su dominio se vuelve arrogante.
— ¿El cerebro funciona al igual que lo hace un músculo del cuerpo?
— Es una pregunta que, durante muchos años, la ciencia contestó que no, que no se podía. El padre de toda la neurociencia moderna, don Santiago Ramón y Cajal, dijo que sí, pero no podía demostrarlo y su frase más conocida es: “Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”. Ni siquiera cuando yo estudié medicina se consideraba que el entrenamiento mental pudiera tener un impacto a nivel de la psicoarquitectura cerebral, hoy en día la neuroplasticidad no es un relato, es un dato. Se sabe perfectamente que una persona con ilusión, con determinación, persistente y paciente genera nuevas neuronas a partir de células madres y nuevas conexiones.
— En el mundo actual tenemos muchas distracciones que impiden concentrarnos y la imaginación pareciera costar cada vez más, ¿estamos perdiendo capacidades?
— Sin duda. Cuando éramos pequeñitos no teníamos tantas cosas, nos daban una caja y con eso montábamos un mundo de fantasía. Los estudios hechos en el Reino Unido, en Estados Unidos y en Italia sobre la creatividad muestran que: cuando se hace un estudio de creatividad a niños hasta los cinco años, el 98% lo pasa, cuando ese mismo estudio lo haces para esos niños que tienen 15 años, adaptándolo a la edad, sólo el 2% lo pasa. En 10 años pasa del 98 al 2% ¿qué quiere decir? Que esta sociedad no favorece para nada la creatividad y esto generó todo tipo de debates. Nosotros en realidad lo que potenciamos es la utilidad de las cosas, no el proceso creativo.
— Cuando se nos presenta un problema y tenemos que buscar herramientas para resolverlo, el hemisferio izquierdo nos brinda unas opciones y el hemisferio derecho otras, ¿seriamos más útiles si pudiéramos incorporarlas?
— Sí. Por ejemplo, dos dimensiones de la medicina. La medicina tradicional, por moderna que sea, por la tecnología que tenga, cirugía robótica, etc, es una medicina que emerge fundamentalmente del hemisferio izquierdo. ¿A qué está destinado? A reparar la lesión, a destruir el tumor, va enfocada absolutamente en lo que es concreto, específico, en lo que se puede medir. Sin embargo, la medicina asiática, la china, la butanesa, la tibetana, emergen del hemisferio derecho. Lo que buscan es cómo hacer que ese cuerpo sea hostil a esa célula tumoral, entonces ellos trabajan la nutrición, la meditación, por eso la medicina occidental es buenísima para los problemas agudos, pero las situaciones crónicas muchas veces es muchísimo más efectiva la medicina oriental, ¿cuál es la buena? Las dos.
La integración de las dos. Hay cosas que se van a beneficiar de la medicina occidental, por ejemplo: abordaje para cáncer de mama, cirugía de cáncer de mama, radioterapia, quimioterapia y otras de la medicina oriental, como practicar la meditación, cuidar la nutrición, hacer ejercicio físico, con un resultado de 50% menos de reaparición del tumor. Los dos de la mano. ¿Qué ocurre? Cuando estamos muy dominados por el hemisferio izquierdo, al volvernos arrogantes decimos: “Es una tontería que cambiando un poco la nutrición o con meditación se logren resultados” y no son tonterías, son realidades, basta explorar un poco en ciencia, abrir un poco la mente para darse cuenta de que han llegado a abordajes que a nosotros ni se nos ha pasado por la cabeza.
— ¿Qué aprendiste del ser humano en tus años de trayectoria?
— Que todos somos hijos del universo. Aunque no lo veamos, todos procedemos del mismo linaje. Hay algo más fuerte que lo que nos separa, que es lo que nos une y que cuando conectamos con eso que nos une, lo que nos separa deja de separarnos. Puedes tener distintas formas de ver las cosas, de pensar, pero cuando lo más sólido te une siempre encuentras un camino creativo para llegar a un punto que beneficie a todos.