El wingsuit, conocido como el “vuelo del pájaro”, es una disciplina extrema que durante los últimos años ha ganado varios adeptos en Argentina, pese a los riesgos que implica. Esta práctica, que permite al ser humano experimentar un vuelo cercano al de las aves, demanda un alto nivel de preparación y conciencia sobre las potenciales amenazas inherentes.
Durante este último año, el país ha visto un aumento en el interés por esta modalidad, atrayendo tanto a aficionados como a profesionales en busca de nuevos desafíos y paisajes para explorar.
Este deporte no es solo un testimonio del deseo humano de volar, sino también una demostración del ingenio para superar los límites de la adrenalina y la aventura. Desde los primeros experimentos fallidos en la Torre Eiffel hasta los impresionantes vuelos que atraviesan montañas y paisajes espectaculares, el wingsuit se ha establecido como una de las disciplinas más arriesgadas y fascinantes del paracaidismo moderno que ha llegado a la Argentina.
Cuáles son los orígenes del “Wingsuit”
El wingsuit flying se ha posicionado como uno de los deportes aéreos extremos más desafiantes y emocionantes del mundo. Esta disciplina, que convierte a los paracaidistas en figuras semejantes a las ardillas voladoras, permite a los entusiastas del cielo desplazarse a velocidades superiores a los 200 km/h mientras descienden en caída libre.
Sin embargo, esta actividad no es para principiantes; según expertos, es necesario haber completado al menos 500 saltos antes de poder intentar un vuelo.
Uno de los hitos más notables en la historia del winguit fue logrado por el paracaidista francés Patrick de Gayardon en 1990, quien innovó con un diseño de traje aéreo de membranas que proporciona un vuelo más seguro. Esta mejora en la seguridad fue crucial para el desarrollo y aceptación del deporte.
El primer traje aéreo comercializado al gran público fue introducido por Jari Kuosma y Robert Pečnik, marcando el verdadero nacimiento de esta disciplina deportiva. Estos pioneros también fueron fundamentales en la creación de un programa de instrucción, así como en una campaña para mejorar la imagen de seguridad del winguit flying.
Los récords mundiales en wingssuit flying ofrecen una muestra de hasta dónde pueden llegar los límites humanos en este deporte. El salto más alto lo estableció Valery Rozov, alcanzando los 7.700 metros en la montaña Cho Oyu.
Por otro lado, Jhonathan Flórez ostenta el récord del vuelo más largo, navegando el cielo durante 9 minutos y 6 segundos antes de abrir su paracaídas. El récord de velocidad máxima hasta ahora lo tiene Fraser Corsan, quien alcanzó los 396,88 km/h , y Kyle Lobpries mantiene el récord de la mayor distancia volada, con 32.094 metros.
Qué se necesita para practicarlo
Para la práctica de este deporte, es imprescindible realizar una meticulosa planificación que incluye “location checks” y medidas de seguridad. Dani Román, un piloto español, es un ejemplo perfecto de esta preparación intensiva. Antes de su salto en Ronda (Málaga), Román llevó a cabo diversos saltos de prueba y desarrolló extensos esquemas y dibujos de cada maniobra planificada. “Dibujarlo todo me da confianza. Al final saber con exactitud todas las medidas clave asegura que cualquier salto se realice con seguridad”, comparte Román.
El wingsuit funciona bajo principios aerodinámicos básicos; el traje está fabricado con nailon o materiales similares y cuenta con tres alas: dos unen los brazos al torso y la tercera las piernas entre sí, transformando al piloto en una especie de ala humana. “El aire es un fluido y genera una resistencia que, si se maneja con un perfil adecuado, como el de nuestras alas, impulsa hacia arriba con una fuerza que llamamos sustentación”, explica el deportista experto en la materia.
Donde se realiza “Wingsuit” en Argentina
En pleno corazón de la Patagonia Argentina, el Cerro Torre se ha convertido en un punto de encuentro internacional para los entusiastas del wingsuit, un deporte extremo que combina la caída libre y el vuelo, permitiendo al deportista deslizarse por el aire gracias a un innovador traje dotado de alas.
Este pico, que se eleva a 3.133 metros sobre el nivel del mar en el Parque Nacional Los Glaciares, cerca de El Chaltén, es testigo de hazañas que roban el aliento, como la del turista ruso Konstantin Yaermurd a principios de febrero de 2020, quien realizó un planeo espectacular de unos dos kilómetros y 1.500 metros de desnivel, desafiando la gravedad y la propia montaña.
La preparación para realizar vuelos en Cerro Torre implica no solo un dominio técnico del equipo y una comprensión detallada del clima y las rutas de vuelo, sino también un riguroso entrenamiento físico y mental. Participar en este deporte requiere una mezcla de valentía, precisión y respeto por la naturaleza, y aunque es considerado de alto riesgo, las medidas de seguridad son extremadamente estrictas para proteger a los deportistas.