Desde tiempos inmemoriales, el lápiz labial rojo fue mucho más que un simple accesorio de belleza. Con una historia que se remonta a la antigua Mesopotamia y Egipto, donde figuras de poder como Cleopatra lo utilizaban, hasta iconos modernos como Taylor Swift, este elemento de maquillaje simbolizó belleza, poder y rebeldía.
Incluso, un reciente descubrimiento en Irán, que data de hace 4.000 años, revela trazas de pigmentos similares a las recetas modernas del lápiz labial. Esto marca un legado que perduró a través de las eras.
No solamente el tono vibrante de este producto es lo que capturó la atención de generaciones. Lo que más resalta es su capacidad para representar una declaración de intenciones: desde la feminidad y sofisticación clásicas hasta una audaz afirmación de individualidad.
El uso del color rojo para decorar los labios data del año 3500 a. C. Se le atribuye a la reina Puabi, también conocida bajo el nombre de Shubad, en la antigua civilización de Mesopotamia, la práctica de aplicarse una mezcla compuesta por plomo blanco y rocas rojas pulverizadas en sus labios, como un símbolo de estatus y poder. Mientras que, en Grecia, el hecho de pintarse los labios de rojo estaba vinculado a las trabajadoras sexuales.
Según Sarah E. Schaffer, autora de “Leer nuestros labios: la historia de la regulación del lápiz labial en los puestos de poder occidentales” cuenta que en la Inglaterra de los tiempos de la Reina Isabel I se creía firmemente que el lápiz labial de tono rojo tenía la capacidad de alejar a las entidades maléficas. La entonces reina era una devota seguidora de esta creencia, por lo que los labios rojizos se convirtieron en un distintivo de moda.
La monarca empleaba una mezcla única de carmín de cochinilla, goma arábiga, albumen de huevo y leche de higo para obtener un vibrante color carmesí para sus labios. Esta preferencia real impulsó la popularidad del lápiz labial rojo a lo largo de su reinado, que se extendió desde 1558 hasta 1603.
No obstante, la percepción sobre el uso de cosméticos comenzó a tornarse sombría con la llegada al trono de Jaime I, su sucesor, en el período de 1603 a 1625. Las sospechas y el miedo hacia la brujería pusieron bajo escrutinio las prácticas cosméticas.
Esto culminó con la aprobación de una ley en 1770. La normativa estipulaba que si una mujer era acusada de emplear maquillaje para seducir a un hombre y convencerlo de casarse con ella, podía ser procesada como bruja.
Esto ya demuestra el panorama complejo sobre su uso y significado social a lo largo de la historia. La Edad Media y el Renacimiento son testimonios de cómo este cosmético oscilaba entre ser un símbolo de estatus elevado y una herramienta de expresión individual que desafiaba las normas sociales impuestas.
La relevancia del lápiz labial rojo cobró un nuevo significado con el auge de movimientos sufragistas durante el siglo XX, momento en el que se convirtió en un símbolo de lucha y empoderamiento femenino. Elizabeth Arden se erigió como una figura clave al suministrar lápiz labial rojo a las sufragistas, y vinculó indisolublemente este cosmético con el movimiento por los derechos de las mujeres.
Por otra parte, durante la Segunda Guerra Mundial, el lápiz labial rojo adquirió connotaciones de feminidad patriótica y resiliencia. Años más tarde llegaría a ser abrazado por figuras icónicas de Hollywood y más allá, lo que terminó de consolidar su estatus como un símbolo de estilo y elegancia en la actualidad.
El siglo XXI vio cómo el lápiz labial rojo continuó como un instrumento de expresión poderoso. Movimientos en Nicaragua y Chile utilizaron este cosmético para protestar y denunciar injusticias, lo que demuestra que el simbolismo del lápiz labial rojo se extiende mucho más allá de sus raíces históricas en la belleza y el poder, hasta convertirse en un emblema de resistencia y lucha.
La historia marca que el lápiz labial rojo no es simplemente un producto de maquillaje, sino un arma de confianza instantánea y un símbolo de empoderamiento femenino. La relación de las mujeres con este cosmético es compleja y rica. Entrelaza estilos, momentos históricos y movimientos sociales, desde su uso en la antigua civilización hasta las manifestaciones contemporáneas de protesta.