Del coaching estratégico a la ley de atracción, Daniela De Lucía explica cómo desbloquear el próximo nivel en tu vida

La coach ejecutiva reveló en La Fórmula Podcast las técnicas para superar barreras personales y avanzar a pesar de los obstáculos. Explicó cómo las etiquetas afectan nuestra identidad y propuso un método para transformarlas a nuestro favor

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"Te invito a tomar decisiones conscientes todos los días. Pequeñas cosas, del día a día, en un automático que está construido por hábitos"

En diálogo con La Fórmula Podcast, la coach contó cómo lograr el compromiso con uno mismo y qué herramientas nos ayudan a avanzar hacia la realización personal. El episodio completo podés encontrarlo en Spotify y Youtube.

Invitada: Daniela de Lucía, coach ejecutiva, certificada en Robbins-Madanes Training, licenciada en Relaciones Públicas y autora de “Estás para más” y “Desbloquea tu próximo nivel”.

De qué hablamos: La coach nos explica herramientas enfocadas en ayudar a las personas a identificar y superar los bloqueos mentales y emocionales que les impiden alcanzar sus metas y avanzar en sus vidas.

En diálogo con La Fórmula Podcast, la coach contó cómo lograr el compromiso con uno mismo y qué herramientas nos ayudan a avanzar hacia la realización personal 
(Maximiliano Luna)
En diálogo con La Fórmula Podcast, la coach contó cómo lograr el compromiso con uno mismo y qué herramientas nos ayudan a avanzar hacia la realización personal (Maximiliano Luna)

La vida como un videojuego

De Lucía propone una serie de herramientas que ayudan a desbloquear el siguiente nivel, pasar a una nueva etapa, una especie de upgrade de la vida. Todo esto acompañado de “claridad mental para poder tomar las mejores decisiones y plantear objetivos específicos”.

La autora plantea que esos objetivos no deben ser escritos como una lista de supermercado sino, por el contrario, requiere de atención minuciosa seleccionar cada una de las palabras para hackear la mente y convertir el deseo en una realidad, a partir de acciones concretas en la vida cotidiana.

Es que, según advierte la coach, “el crecimiento no es lineal”. Tiene que ver con “enfrentar expectativas vs realidad” y con superar obstáculos y desafíos. Para ello, es menester valorar cada una de las etapas y “entender a la frustración como parte de ese camino para atravesar el valle de la decepción”. “Necesitamos conectar con nuestra confianza”, afirmó.

— Las etiquetas que nos pusimos o nos pusieron es algo que con los años uno empieza a internalizar y se vuelve parte de la propia identidad, ¿cómo se hace para eliminarlas o cambiarlas?

— Las etiquetas se reemplazan. Todos tenemos etiquetas. La vida es una etiqueta. A mi me dicen, “Daniela, no me gusta poner etiquetas”, pero vivimos en un mundo donde está lleno de etiquetas y esas etiquetas se aplican a nuestra persona, a nuestra identidad. Cuando crecemos en nuestra casa, nuestros padres nos fueron poniendo etiquetas que nosotros fuimos tomando como verdades acerca de cómo nos decían que éramos. Lo mismo pasó en el colegio, con los amigos, uno se lo va creyendo y vamos construyendo esa identidad de adentro hacia afuera porque sabemos quiénes somos a partir de lo que hacemos, de nuestras equivocaciones o de nuestros aciertos, pero también tomamos lo del otro.

"Necesitamos dejar de romantizar dos cosas: el crecimiento y la vulnerabilidad. Necesitamos conectar con nuestra confianza"

— ¿Cómo podemos elegirlas y reemplazarlas?

— Hay que hacer un listado de etiquetas ¿quién creo que soy? o ¿qué me dijeron que soy? Soy tal o tal. Después se pueden clasificar en positivas y en negativas. Y sí, hay etiquetas negativas. Si yo me pongo “soy desordenada” y ese desorden a mí no me permite organizarme en mi trabajo, es un problema. Ahora, puede ser que soy desordenada y es una etiqueta que no quiero cambiar. Mucha gente me decía, “¿hay que ser ordenado? ¿Por qué? ¿Quién dijo?”. A mí el desorden me ayuda a meterme en el desorden mental de un montón de personas a las cuales entro, nado en el caos y puedo lograr un orden a partir de ese desorden. Si yo fuera muy estructurada y ordenada no podría hacerlo, entonces, hay que entender cuáles son las etiquetas que nos sirven y cuáles no, de acuerdo a nuestra propia vara, no a la de los demás.

— ¿Cómo sigue el proceso?

— Una vez que decimos “esta etiqueta a mí no me sirve”, por ejemplo, “soy tímida”, —que es una etiqueta que a una persona que quiere hacer una presentación en el trabajo o trabajar teniendo un podcast, la limita—, dejo de decir que soy tímida y lo voy a reemplazar por “soy extrovertida” o “soy desfachatada”. Al decirlo, ese storytelling empieza a cambiar nuestra programación. Podemos hipnotizarnos a nosotros mismos, pero lo importante es tener en cuenta que el comando está en la identidad. Por eso yo digo que hay una diferencia entre autocomplacernos y la autoestima. El autocomplacernos es creer un poco en esta autoestima de cotillón que es “me doy un día de spa, me hablo bien, me digo el mantra de ‘soy abundancia’, que es hermoso”, pero si querés lograr resultados la autoestima tiene que ver con la autoconfianza, el autorrespeto y el amor propio. Nos hablamos a nosotros mismos como seres inteligentes, capaces y suficientes, porque sino al plantearnos nuestra vida, ya desconfiamos de nosotros mismos.

— ¿Por qué desconfiamos de nosotros mismos? ¿Qué bloquea esa capacidad?

— Yo entiendo que desconfiemos. Yo desconfío de mí misma cuando digo: “Voy a ir al gimnasio tres veces la semana que viene”, pero lo digo porque busco hacerlo y porque necesito confiar en mí antes de que todos los demás confíen en mí. A veces estamos esperando que otros confíen en nosotros primero, les pedimos a los demás la valoración, les pedimos respeto y compromiso con nosotros, ¿y qué pasa con nuestro compromiso, con hablarnos como si fuéramos poca cosa o decirnos que no lo podemos hacer? Esa conversación interna y el plantear objetivos, por ejemplo, lograr cambiar de trabajo para el 15 de junio de 2024 y decir qué tipo de trabajo querés, ya es un rumbo que setea. La claridad de lo que querés alcanzar e identificar las oportunidades disponibles a medida que avanzás es construir esa realidad. Una vez que vos sabes lo que querés y que sabes lo que querés cambiar, vas haciendo cosas para lograr eso.

— ¿Qué simples acciones se pueden hacer para salir del piloto automático de la vida?

— Yo invito a tomar decisiones conscientes todos los días. Que no tienen tanto que ver con decir :”Ok, ¿quién soy?, ¿qué quiero ser?”, sino “¿qué voy a desayunar hoy?”, pequeñas cosas del día a día. Porque ese automático está construido por hábitos que elegimos quizás hace diez años y hoy siguen igual porque nos resultan cómodos y son parte de eso.

Me vino a la memoria Jordan Peterson, psicólogo clínico canadiense. Él hace mucho hincapié en que la mayoría de la gente se pasa pensando en las dos semanas que se va a ir de vacaciones, en los Margarita que se va a tomar, en la playa donde va a tomar sol y en realidad la vida tiene más que ver con cómo te lavas los dientes, con qué humor vas al trabajo, lo que consideramos mundano que, al final, tiene una implicancia mucho más grande en nuestro bienestar.

"Tenemos que elegir las etiquetas. Hacer un listado de quién creo o me dijeron que soy, y clasificarlas en positivas y negativas para entender cuáles son las que nos sirven y cuáles no de acuerdo a nuestra propia vara"

— Lo amo. Es el autor de los libros “Las doce reglas para vivir” y “El caos”. Y es así, totalmente. La vida es lo que hacemos todos los días. No es el mantra de cotillón que repetimos o la meditación que hacemos media hora por día porque nos dijeron que meditar apaga la mente y necesitamos paz mental. La paz mental se logra todo el día, minuto a minuto, es como el rating. Nuestra vida no se hace una vez cada tanto. Nuestra vida y nuestra manifestación —para aquellos que les gusta la harrypotteada—, es en el minuto a minuto. Cuando elijo levantarme, ¿elijo posponer la alarma? Mucha gente me dice, “Dani, quiero dejar de postergar”. Se dan con el látigo y me dicen, “soy procrastinadora o procrastinador” y una vez más aparece la identidad, si sos así, te pones esa etiqueta y te vas a comportar de esa manera. Pero también pasa al revés, suponete que pones: “Tengo iniciativa, soy una persona que inicia y no posterga”. Es hermoso, pero cuando suena el despertador a la mañana ¿lo postergas tres veces? ¿dos? ¿te levantas con el primero? ¿te quejas al levantarte? Porque ese es el verdadero acto que nos muestra quiénes somos. Uno de los tips y de las consignas de 7AM Club es: “Levántate con la primera alarma”. Es la primera cosa que hacemos en la cual nos demostramos quiénes somos.

— Cuando uno emprende un camino para cambiar algo en su vida, ya sea bajar de peso, correr una maratón o empezar un nuevo trabajo, al principio hay motivación y ganas, pero ¿cómo se hace una vez que baja esa emoción, ese impulso?

— Yo lo llamo el valle del desencanto. Empezamos con entusiasmo y esto se ve mucho también en el gimnasio, que es mi gran desafío. Yo digo: “No podemos ser geniales en todo” y no debemos esperar ser geniales en todo. Hay diferentes áreas de vida que a todos nos cuesta distinto. A mí me cuesta muchísimo todo lo que es la actividad física. Yo me puedo pasar horas escribiendo, pero mandame al gimnasio y para mí eso es fuerza de voluntad. Busco que mi identidad se construya como esa persona que disfruta ir al gimnasio. La estoy buscando porque “en casa de herrero, cuchillo de palo”. Yo aplico el desbloquear en esa área de mi vida. Todos tenemos un desafío.

— ¿Y qué hay que hacer para atravesar ese valle de desencanto?

— Saber que existe y dejar de romantizar el crecimiento. Cuando alguien te dice, “te va a ir genial y vas a ver que cuando empieces vas a tener unas ganas terribles y todo va a salir bien”, y de repente empezás a hacerlo y algo sale mal, decís: “Esto no es para mi ¿ves que no era suficiente?” porque ataca tu autoestima. Pero si sabemos que en toda etapa de crecimiento para desbloquear el próximo nivel y lograr aquello que antes no pudiste hacer, va a haber un valle del desencanto, vamos a entrar por momentos en el rulo loco, que oscila en dos emociones que no son buenas: el enojo, que plantea “¿por qué me pasa a mí? Ves que no puedo hacer nada o ves que no me valoran”; y después, cuando nos cansamos del enojo, llega el trapito, con frases como: “Tal vez no sea suficiente, al final no es para mí”. Por eso digo que cuando entramos ahí necesitamos tener la fuerza de voluntad para salir hacia arriba.

Hay algo de lo que dijiste que me hizo acordar al ejemplo del gorila en el cuarto, que mencionás en tu libro, y destaca la importancia de estar alerta, ¿de qué se trata ese estudio?

— Es un estudio que hicieron en Harvard. Pusieron un video en donde había personas con camisetas negras y blancas, entonces a las personas que estaban, estudiantes de Harvard, les dijeron: “Tienen que contar los pases del equipo de camisetas blancas”. De repente empezaron a debatir el resultado: “Se hicieron 15 pases”, “No, fueron 20 pases”. “¿Notaron algo raro?”, les dijeron quienes proyectaron el video y todos respondieron: “No, nada, ¿qué había?”. La cuestión es que en ese video había un gorila, una persona disfrazada de gorila entre todos los jugadores haciendo monerías, y ninguno lo vio porque estaban enfocados en dónde iba la pelota.

Cuando les dicen: “Mírenlo de nuevo y fíjense que hay un gorila”, nadie lo podía creer, pensaban que les habían cambiado el video, pero ahí estaba. Nuestra mente ve aquello que está seteado para ver y a todos nos pasó. Esto es típico cuando, por ejemplo, una mamá primeriza empieza a ver cosas de bebés por todos lados, la vidriera de embarazada, los carritos, los bebés en el supermercado, cosas que una mujer que no está embarazada o que no tiene ganas de estarlo, no lo ve o no lo veía antes. “Ahora estoy atrayendo, estoy vibrando en esa sintonía”, dicen. Yo creo en la harrypotteada, y seguramente lo está atrayendo, pero también es que nuestra mente está dispuesta a ver aquello que quiere ver.

La Fórmula con Daniela de Lucia: Paso a paso, cómo manifestar tu realidad.
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