Invitado: Dr. Daniel López Rosetti, especialista en clínica médica y médico cardiólogo.
De qué hablamos: del estoicismo y sus principios filosóficos para la vida, que aún siguen vigentes en la sociedad actual.
¿Qué es el estoicismo?
Es una escuela filosófica fundada por Zenón de Citio en Atenas a principios del siglo III a. C. Los estoicos afirmaban que las personas no pueden controlar lo que pasa a su alrededor, pero sí las acciones, pensamientos y emociones sobre estos eventos.
Como seres racionales, su objetivo era alcanzar, basándose en la tolerancia y autocontrol, la denominada eudaimonía, que es la felicidad o bienaventuranza, y la sabiduría en aceptar el momento tal como se presenta sin dejarse dominar por el deseo de placer, la recompensa inmediata o el miedo al dolor.
Los estoicos planteaban que la mejor forma de conocer la filosofía de vida de un individuo no era lo que decía sino cómo se comportaba. Para vivir una buena vida, apuntaban su atención en entender las reglas del orden natural y la esencia de cada ser.
“Las plantas van a buscar la luz y el sol para la fotosíntesis; un león va a cazar cuando tiene que comer. Los dos centros que dan pie inicial a la filosofía de Zenón de Citio, que da lugar al estoicismo, es que el hombre, como otras especies, funciona según su esencia, tiene la capacidad de razonamiento y es un ser sociable”, explicó López Rosetti.
El especialista detalló que “conocemos a través de la razón, del juicio, de la memoria, de la indagación, del análisis, pero también a través de los sentimientos”, lo que quiere decir que, además, “hay un conocimiento emocional”.
¿Qué es la felicidad?
La filosofía estoica sostiene que la verdadera felicidad proviene de la autodisciplina, la virtud y el control sobre las emociones y deseos. Para ellos, no se encuentra en las circunstancias externas, sino en el desarrollo interno y en vivir de acuerdo con la razón y la virtud.
“No es una expresión de euforia la felicidad. Es paz, serenidad y calma”, señaló López Rosetti. Es que, si bien muchas personas podrían definirla como momentos en la vida, en realidad responde a sentimientos, como pueden ser también el amor, el odio, la culpa o la esperanza.
“Estar en paz cuando uno se relaja, cuando estás con amigos, sobre todo en la ciudad, en el momento que vivimos hoy en la Argentina y en el mundo, buscar paz, serenidad y calma es posible; y la herramienta no es un fármaco que se vende en farmacia, la herramienta es la filosofía”, indicó.
No se es feliz sin esfuerzo
— ¿Cómo se alcanza la felicidad según el estoicismo?
— No se es feliz espontáneamente. Yo recomiendo a la gente que busque “desiderata”, que lo googlee, hay algunas versiones muy buenas. Dice: “Ten cuidado. Esfuérzate en ser feliz”. No se es feliz espontáneamente, le tenés que poner pila. A mí me cuesta ser feliz, es decir tener paz, serenidad y calma. Y pasé por problemas muy difíciles, por encima del promedio general probablemente o por lo menos así lo vivencio yo, y a mí el abordaje filosófico me ayuda a diario.
— La vida apurada, rápida, que llevamos actualmente, ¿nos hace perder el foco del tiempo presente y de esa búsqueda de la felicidad?
— Me animo a decir esto, que es algo disruptivo: “Yo ya estoy muerto”. Marco Aurelio dijo: “Piensa, siente y actúa como si fueras a morir hoy mismo” y los médicos sabemos que esas cosas pasan. Es la mejor forma de festejar la vida.
— Una de las herramientas que proponés es sobrevolar las situaciones que parece que nos desbordan en el día a día, ¿cómo podemos hacerlo?
— Somos diminutos en el mundo. A mí me gusta y lo subo a mis redes, en Instagram sobre todo, recetas. Hago recetas que son de medicina, pero no son fármacos. Y pongo cosas que no se compran en farmacias, pero que sé que biológicamente y psicobiológicamente son buenas para el ser humano. Una de ellas es para el ego y se necesitan tres cosas: un telescopio, un reloj y una bacteria.
— ¿Para qué son estos tres elementos?
— El telescopio es para que la gente mire a través de él el universo porque al ver la magnitud del universo, te sentís nada. Un reloj, cuando lo digo me imagino los de péndulo, para darse cuenta que uno no puede hacer que se detenga el tiempo, no podés detener el paso del tiempo; y una bacteria para ponerla entre el pulgar y el índice y apretarla con la mayor fuerza posible, con toda la fuerza, y no la van a poder matar. Pero si ella entra a tu sangre, te puede matar. Entonces eso te da un impacto de humildad y te aleja del ego. Cuando empezás a manejar eso, y el estoicismo ayuda, la mayoría de las cosas no te molestan, cada día lo valorás más, porque hay una etapa en la vida que uno le da menos importancia porque estás yendo, es un avión a toda potencia, a todo motor, en ascenso, pero cuando vas llegando a destino, cuando empezás a jugar los últimos 20 minutos del segundo tiempo, empezás a valorar cosas, lo cual es buenísimo porque la gente dice: “Uy que lástima que no lo aprendí antes”. Pero lo que tengo es el día de hoy, es como lo que decíamos recién “ya estoy muerto”. La vida comienza todas las mañanas, no importa lo de hoy, mañana empezás de vuelta.
La importancia de llevar un diario
— ¿Sirve tener un registro de nuestras acciones y sentimientos?
— Epícteto fue uno de los más grandes filósofos y escribió un manual que se llama, nada más y nada menos que manual de vida. En ese texto recomendaba llevar un diario, que después lo formalizó Séneca, en el Imperio Romano, diciendo que lo ideal es escribirlo a la noche. Yo lo hago a la noche. Recomiendo hacerlo por lo menos tres días, si lo hacen una semana sería genial y no les va a llevar más de 5 minutos.
— ¿En qué consiste?
— Es contestar todas las noches tres preguntas. Es maravilloso. Te cambia la vida. Esto es un fármaco, es autoconocimiento. Las tres preguntas son: ¿qué hice mal hoy? ¿qué hice bien hoy? ¿qué hubiera hecho de forma diferente?
— ¿Para qué sirve cada una?
— ¿Qué hice mal hoy? Traté mal a alguien, alguien me llamó y no le di bolilla, desestimé algo, estoy haciendo un plan de reducción de peso y me comí tres bolas de fraile. Hay que anotarlo, te enteras vos solo. Segundo, responder ¿qué hice bien hoy? Seguro hiciste algo bien. Hablaste con alguien, ayudaste a alguien, llamaste a tu mamá y le dijiste: “Te mando un beso, te quiero”. Cumplí con una tarea, tenía que estudiar y estudié, atendí bien a un paciente. Y tercero, ¿qué hubiese hecho diferente ese día? En base a las dos respuestas anteriores. Por ejemplo, administrar mejor mi tiempo.
— ¿Cómo impacta eso en la vida cotidiana?
— Si hacés eso 7 días, sacás conclusiones y un autoconocimiento, por eso no te tenés que mentir y anotarlo porque si yo te pregunto ¿qué hiciste mal? ¿qué hiciste bien? ¿qué hubieras hecho de forma diferente ayer? No te vas a acordar porque ayer no te preguntaste esto y pasó. En cambio, si lo hacés todas las noches durante 7 días, tenés respuestas y, aparte, cuando lo anotás, cambia. ¿Por qué? Porque duele. Cuando lo hacés duele.
— ¿Es mejor hacerlo en papel que en versión digital?
— Yo propongo que lo hagan en un cuaderno, a los pacientes les digo: “Es mejor en un papel”. En un celular no es igual, hay algo digital, por lo menos a mi edad, que no es lo mismo. Pero si lo haces digitalmente igual después lo lees y te llega, pero cuando lo escribís: “Traté mal a fulano de tal”. Ese escrito pasa por la mano y pasa a lo físico. Cuando pasa a físico es como la palabra que es un abstracto hasta que la entendés, pasa a lo real, por ejemplo: miedo, culpa. ¿Qué me pasa? Tengo vergüenza. Pasó de palabra abstracta a realidad. Cuando escribís las respuestas de qué es lo que hago mal, le bajas la dosis a eso, en qué es lo que hago bien, subís la dosis, ¿qué hubiera hecho diferente? Y tener más tiempo para mí.
Ataques de ira
— ¿Qué nos pasa cuando tenemos un ataque de ira?
— Cuando uno tiene ira la razón no existe. ¡Sos otro! No te reconocés a vos e, inexorablemente, te arrepentís. Con el tiempo caes en la cuenta que cada vez son más caros los ataques de ira.
— ¿Se pueden prevenir?
— Yo hoy sé, pero lo hago casi automáticamente, que cuando tengo ese enojo desproporcionado, un ataque de ira, que los he tenido y los voy a volver a tener, quiero que sean lo menos frecuentes y salir del incendio porque el ataque de ira es un incendio. ¿Y qué haces cuando estás en un edificio que se incendia? Te vas. Es lo más inteligente. Entonces, si yo estoy en el incendio, me voy físicamente. A los 10 metros, la ira descendió, primero porque lo que te estaba pasando dejó de pasar y, segundo, porque al caminar varias cuadras, consumís la adrenalina que generaste en el ataque. La adrenalina está para eso y está bien. Está para luchar si no podés escapar, pero el tema es que sos una olla a presión.
— ¿Qué herramientas se pueden implementar para frenar un ataque de ira?
— La próxima vez que tengas una calentura, que se te pone el cuerpo rígido, subí cuatro pisos, baja cuatro pisos y volvé a censar el estado de ánimo y la tensión muscular, que seguro descendió. Eso se mide con algo que se llama variabilidad cardíaca, el equilibrio entre el sistema simpático y parasimpático. Eso está medido, comprobado, que se te va la calentura.
— ¿Cómo impacta en la salud física y mental?
— En un ataque de ira se duplica la posibilidad de infarto desde el ataque hasta cuatro horas posteriores. Los perros, los animales, no mueren de infarto. Es una rareza el infarto en un animal. El infarto es una enfermedad humana. El hombre es el único animal que se infarta. Para infartarte hay que saber sufrir.
Mirá la entrevista completa:
* El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.