“Veámonos antes de fin de año”: cuál es el efecto en la salud mental de sobrecargar la agenda este mes

Como si de un mandato divino se tratara, desde antes del inicio de diciembre los grupos de whatsapp estallan de propuestas para reunirse a despedir el año. Cómo impactan las exigencias sociales en el cuerpo y la mente ya agotados de compromisos. ¿Qué pasa si decimos que no?

Sobrecargar la agenda en este mes puede tener efectos negativos en la salud mental, causar estrés y agotamiento (Freepik)

Como si en lugar de terminarse el año se acabara el mundo, ya desde que empieza a llegar el mes de noviembre a su fin comienzan los mensajes en los grupos de whatsapp: “Hagamos algo antes de fin de año”, “tenemos que vernos”, “arreglemos ahora, que después nadie puede”.

Y, así, se levanta la bandera de largada de una carrera contra el tiempo, para llegar a agendar cuanta reunión social permita el calendario. Incluso en contra del cansancio y la necesidad de descanso que el cuerpo pide hace rato.

¿Cuál es la causa por la que a esta altura del año a la gente le urge reunirse, incluso con personas que tal vez no vieron en todo el año? ¿Por qué la mayoría de las personas no puede decir que no a este tipo de compromisos? Sobre eso, Infobae consultó a especialistas para analizar los motivos detrás de la vorágine en la que más de uno se ve embarcado por estos días.

“Pongémoslo de esta manera: si hay algo que es importante para nosotros, algo valioso que anhelamos y queremos cuidar y nutrir, ¿no lo llevaríamos a cabo? ¿No intentaríamos lograrlo? Si lo pensamos así, no sería extraño pensar que, pronto a finalizar el año, nos urja reunirnos con personas de nuestro afecto, interés, y familiares”. Así comenzó a observar ante la consulta de este medio, el licenciado en Psicología Ignacio Enriquez (MN 54.951), integrante del Departamento de Psicoterapia Cognitiva de Ineco.

Y si bien reconoció que “es una inclinación que, si bien podría decirse que responde a la idiosincrasia argentina e ideales de familia/comunidad marcados por la cultura en la que se crece”, consideró que “también son decisiones iniciadas por los valores y lo que a cada uno lo identifica”.

El cuerpo y la mente ya están cansados a esta altura del año, y las reuniones sociales pueden volverse una carga más (Imagen ilustrativa Infobae)

Para el médico psiquiatra Juan Eduardo Tesone (MN 44.190), miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), “más allá de que cualquier motivo puede ser digno de ser festivo, dado que lo que importa es el deseo de compartir un momento grato con seres queridos, existe una presión cultural en este período del año”. “Por tradición, Navidad es festiva particularmente para aquellos que profesan la religión católica y Año Nuevo es el deseo de ver cumplidos los deseos en el año entrante, como si la fecha bisagra del año viejo, auspiciara un período más reluciente”, consideró.

Mariam Holmes es doctora en Psicología, especialista en clínica, docencia e Investigación en Psicoterapia orientada en Mindfulness (MP 20.463) y consideró que “a esta altura del año, la urgencia de reunirse con personas, incluso aquellas no vistas durante el año, puede deberse a un deseo innato de conexión social y afectiva, agravado por la reflexión sobre el tiempo transcurrido y la búsqueda de significado y pertenencia”.

En opinión de la consultora psicológica y terapeuta Valeria Roca, “si bien el calendario el 31 de diciembre marca un fin, el 1 de enero las personas siguen teniendo el mismo trabajo, relaciones, familias, amigos, pero algo pasa que aceleran el cuerpo y quieren hacer este último mes todo aquello que sienten que deberían haber logrado antes que suenen las 24.00 del 31″.

“Para contradicción, nuestro cuerpo ya sabe que está llegando fin de año y empieza a bajar la energía, subir el cansancio y querer que todo termine, pero finalmente, en contraposición a ello, entramos en un frenesí de compras, consumo y estrés -sostuvo-. Tenemos una tendencia a cargarnos de obligaciones durante el año y nos cargamos de responsabilidades en lo social a su fin. Es como un ‘no poder parar a tiempo’, como si resultara difícil poner un freno y pararnos a registrar lo que necesitamos”.

¿Cuál es el efecto en la salud mental de sobrecargar la agenda este mes?

Tesone: "Obligarse a participar es quizá el temor a quedar afuera del grupo de pertenencia" (Freepik)

- Enriquez: Generar compromisos más allá de nuestras posibilidades puede frustrarnos, y agotarnos tanto física como mentalmente. Como todo proceso, si nos sobrecargamos vamos a ver los efectos en algún momento, y surgirán emociones de tinte displacentero, como irritabilidad, desgano, tristeza, frustración, cansancio, ansiedad, y algunas personas pueden sentirlo como una verdadera tragedia.

La distribución y planificación, de forma terrenal y contemplativa, nos puede ayudar a ordenar nuestro último mes del año. Podría ayudar recordar que las prioridades son propias de cada persona. Cada uno a su manera hará lo que pueda, y aparecerán varias formas de generar presencia.

- Tesone: Quizá puede ser un generador de ansiedad, en la medida que se fuerzan a veces encuentros de grupos que no están exentos de conflictos. Como si las fechas de fin de año pudiesen borrar, mágicamente, los conflictos de todo el año. Pero también puede ser un paréntesis, algo así como una bandera blanca de armisticio, durante el cual, las ambivalencias se suspenden, la agresividad que puede comportar todo vínculo disminuye, pudiendo ser expresados afectos que durante el año quedaron postergados.

- Holmes: Sobrecargar la agenda en este mes puede tener efectos negativos en la salud mental, causando estrés, agotamiento y reducción de la calidad del tiempo dedicado a cada actividad, lo que impacta en el bienestar emocional.

Holmes: “A esta altura del año, la urgencia de reunirse con personas, incluso aquellas no vistas durante el año, puede deberse a un deseo innato de conexión social y afectiva" (Freepik)

- Roca: Nuestras emociones nos sobrecargan en épocas de crisis y dificultades, llenándonos de apatía, de una bruma mental en la que falla la concentración y aparece incluso el agotamiento físico.

Carl Jung decía que la mente humana no oscila entre lo correcto o lo incorrecto, sino entre el sentido y el sin sentido. Cuando le damos a todo un sentido exacerbado, donde no podemos fallar, debemos tener una mesa impecable, queremos regalar a toda la familia pero la economía no ayuda, y debemos buscar precios y pasar horas en búsqueda de lo lindo y económico, es probable que estemos perdiendo el sentido a lo importante. Queriendo ubicar a las fiestas y las reuniones en otro punto de agenda, y de cumplir con los objetivos.

Lo mejor sería, primero, bajarnos de la montaña rusa y preguntarnos qué y quién tiene sentido para nosotros, independientemente de la corriente que diciembre lleva. ¿Qué tenemos ganas de hacer y con quién? ¿Qué precio tiene tener cuatro reuniones en una semana? ¿Quiero o tengo que ir? Si al menos pudiéramos hacernos alguna de estas preguntas antes de decir “sí” a todo, quizá podamos estar más alienados con nuestros propios sentidos y sinsentidos.

Por qué cuesta tanto decir que no

Roca: "Si bien el calendario el 31 de diciembre marca un fin, el 1 de enero las personas siguen teniendo el mismo trabajo, relaciones, familias, amigos″ (Getty)

Como se vio, muchas personas terminan cediendo a sus propias ganas y asisten a encuentros a los que, en verdad, no querían ir.

“Negarse a estos compromisos no es sencillo. Estamos hablando de negarnos a ver a afectos de larga data, a compañeros de trabajo que vimos todo el año, a charlar con personas influyentes que nos nutren y enseñan, a no subir un escalón más en el desarrollo de un oficio, a ver a nuestros papás cuando es importante para ellos vernos juntos”, analizó en este punto Enriquez.

Para él, se trata de comprender que “cada decisión tiene un costo, y un balance”. “Quizás no se trataría de que sea fácil decir que no, o que nos cueste menos. Sino de ponernos a pensar, desde lo que somos, lo que tenemos, y queremos ser, qué pasos podríamos tomar para resguardar y cultivar lo importante, lo urgente, lo necesario -sostuvo-. Algunas veces se puede tener una reunión postergada a principios de enero, y otras veces hay compromisos que no pueden esperar”.

En opinión de Tesone, “es quizá la superficialidad de los encuentros convencionales, que dejan de ser festivos si se encaran como una carga en la agenda lo que no permite a veces negarse a asistir”. “A mi modo de ver, toda festividad es grata si tiene sentido para aquellos que la comparten -observó-. Obligarse a participar es quizá el temor a quedar afuera del grupo de pertenencia, que pueda ser vivido por el grupo como una agresión y allí tal vez radiquen los motivos de no poder abstraerse de ciertos festejos”.

¿Escape a la rutina o más carga mental?

Como si de un mandato divino se tratara, desde antes del inicio de diciembre los grupos de whatsapp estallan de propuestas para reunirse a despedir el año (Freepik)

El cuerpo y la mente ya están cansados a esta altura del año -y particularmente en este año en la Argentina-, por lo que estas reuniones podrían ser para algunos un “escape” de la realidad al menos por un rato. Sin embargo, muchas personas, como se vio, terminan sintiendo estos encuentros como una carga más.

Alivio o carga, dependerá de cómo lo vive cada uno en relación a sí mismo y al grupo”, comenzó a analizar Tesone.

Para Enriquez, “en su justa medida, las reuniones de fin de año realmente pueden convertirse en experiencias de desarrollo, conexión y disfrute”. “Son un punto de inflexión para muchas relaciones, o un momento donde con nuestros afectos nos permitimos distraernos al menos un rato -señaló-. Si las reuniones de fin de año se planearan sólo como un escape y una descarga, probablemente se vivan como uno las planeó originalmente: como algo rápido, fugaz, ligero, y de poco impacto en el vínculo con los demás y nosotros mismos”.

En opinión de Roca, “hay un poco de todo: personas que no intercalan durante el año las obligaciones y el placer y fin de año se convierte en un momento de escape para alivianar la mente, principalmente en este año tan agitado”. “Pero para otros es muy difícil conectar con sus necesidades y poder evitar reuniones, compras, y todo aquello que los lleva a un lugar de estrés mayor”.

Enriquez: "Generar compromisos más allá de nuestras posibilidades puede frustrarnos, y agotarnos tanto física como mentalmente"

Finalmente, Holmes consideró que “las reuniones de fin de año pueden ser percibidas como un ‘escape’ y alivio al brindar la oportunidad de desconectar de las responsabilidades diarias. Pero al mismo tiempo, en ciertos casos, la acumulación de compromisos puede convertirlas en una carga adicional, afectando la capacidad de disfrute”.

“En la filosofía budista, la expresión ‘feliz continuación’ refleja la noción de que el tiempo es un flujo constante y no una serie de eventos aislados -analizó la especialista-. En lugar de enfocarse en un nuevo comienzo, se destaca la continuidad y la interconexión de las experiencias. Esto sugiere que, en lugar de ver el final de año como un cierre absoluto, podríamos enfocarnos en la continuidad de nuestro viaje emocional y relacional”.

En ese sentido, resaltó que “la práctica de mindfulness se alinea con esta perspectiva al resaltar la importancia de estar presentes momento a momento y abrazar la continuidad de la vida, sin quedar atrapados en las expectativas pasadas o futuras”.

“Al adoptar la mentalidad de ‘feliz continuación’, podemos abordar las reuniones de fin de año no sólo como eventos aislados, sino como parte de un flujo continuo de experiencias. Esto puede contribuir a una participación más consciente, reduciendo la carga emocional asociada con el cierre de un año y fomentando la apertura a nuevas oportunidades y conexiones en el próximo”, concluyó.

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