El mundo está lleno de maratones y cada corredor elige dónde correr en base a todo tipo de criterios. En promedio la mayoría corre en su ciudad, pero luego de la cercanía, la razón para optar por una competencia tiene que ver con el valor de la ciudad que la alberga o las características del recorrido.
En el caso de elegir por recorrido, paisaje y dificultad suelen ser dos factores determinantes. Cada maratón busca convocar a locales y visitantes para crecer como evento deportivo, cultural y turístico. Un buen maratón es un imán para la llegada no sólo de corredores, sino también, muchas veces, de sus familias.
Gran Bretaña tiene un número limitado de maratones de calle, siendo obviamente el maratón de Londres el más importante. Sus otras grandes ciudades tienen eventos relevantes, como es el caso de Edimburgo y Manchester. Detrás de estas tres carreras muchas otras se abren paso como alternativa. Siempre hay que recordar que para los maratonistas, cambiar de carrera también tiene un valor.
Una vez hechas las principales, hay que buscar más. Allí entra, entre otro puñado de maratones, The Yorkshire Marathon, que se realiza en octubre en York, una histórica ciudad fortaleza del norte del condado de Yorkshire, Inglaterra. Diez años cumplió en esta edición la carrera.
Con un número total de diez mil corredores, divididos en las tres modalidades de la competencia, el Yorkshire Marathon no ha perdido nada de su esencia local.
Los maratones en las ciudades más grandes suelen volverse algo impersonales, gigantescos, pero aquí todavía hay espacio para mantenerse como algo propio del lugar.
Se homenajeó a los maratonistas que estuvieron presentes en las diez ediciones y el inicio de la competencia lo realizó Harvey Gration, el joven hijo de Harry Gration, un famoso periodista y locutor de la BBC regional que era apodado Mr. Yorkshire, quien falleció el año pasado. Fue ese periodista tan popular quien presentó la largada de la primera edición de este maratón, por lo cual fue un momento emotivo escuchar las palabras de su hijo.
Los más de diez mil corredores incluyeron la distancia de 42 Km y otra de 10 millas, es decir dieciséis kilómetros. Pero también hubo una tercera opción de relevos. En esa modalidad seis corredores realizan postas hasta completar el recorrido. Los corredores de 10 millas salen unos minutos más tarde que los maratonistas, pero los relevos salen al mismo tiempo.
El número total de este último grupo es comparativamente muy pequeño, pero sirve para que los corredores con menos experiencia vivan el evento y también es una gran excusa para algo que es muy importante en Gran Bretaña: correr para recaudar fondos para obras benéficas.
En el Yorkshire Marathon se mantiene la costumbre británica de recaudar fondos con fines benéficos para diferentes organizaciones. El corredor se anota y la organización le provee una página donde los que quieran donar, pueden ir haciéndolo durante los meses previos y luego de completada la carrera. Por ese motivo es muy común ver corredores disfrazados o atletas que llevan consignas para llamar la atención, sin preocuparse necesariamente por los tiempos que hacen.
Esta manera solidaria de correr es muy inspiradora y no existe sólo en Gran Bretaña, aunque allí es una pieza fundamental de todas las carreras.
Pasemos ahora al evento en sí mismo. La carrera comienza en el campus de la Universidad de York, una gran oportunidad de conocer el edificio central, el campo de deportes y la belleza de toda la zona. Las largadas en los maratones británicos no son tan exageradas como las de, por ejemplo, Argentina.
El perfil bajo las caracteriza y esta no fue una excepción. Ya habrá tiempo para el ruido en la llegada. Los días previos a esta edición había llovido, pero ese domingo el sol fue total. Las nubes se fueron y el frío apareció. Aunque varía el gusto de los corredores, una temperatura de entre 10 y 15 grados es ideal para correr un maratón. En la largada, que fue a las 9.30 AM, la temperatura pasó de 1 grado a 5 en la hora previa. Recordar siempre llevar abrigo para la largada. Puede ser una manta térmica, no son caras y siempre es bueno tener una a mano. Dos descartables, claro. También se puede llevar un buzo con mucho uso y dejarlo al costado cinco minutos antes de largar. La organización sabe, y lo avisa, que esa es ropa para donar. No pasen frío innecesario. Una vez largada la carrera, ya no se pasa más frío. Cada corredor se conoce bien.
La largada fue impecable como lo fue toda la organización. De la universidad se partió hacia el centro de la ciudad de York. Estamos hablando de una ciudad de 2000 años de antigüedad, amurallada, una maravilla arquitectónica que deslumbra.
Por el horario de salida, la ciudad fue puro aliento del público. Pasar por debajo del muro -no el del maratón, sino el de York- simplemente es inolvidable. Más emoción hay un poco más adelante, cuando se pasa frente a la Catedral de York, la más grande de estilo gótico en el norte de Europa.
Las campanas de la catedral repiquetearon al paso de los corredores y era bastante difícil contener la emoción frente a semejante espectáculo. Ya la carrera justificaba su fama en esos primeros kilómetros. La vista de la Catedral es una clásica postal para el turismo del mundo.
York es famosa por varios motivos y ha sido propuesta para formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, principalmente por su increíble casco histórico que incluye historia romana, vikinga y británica.
Su belleza y atractivo no es sólo antiguo y el siglo XXI le ha traído un público inesperado. Una calle medieval perfectamente conservada, llamada The Shambles, tiene un parecido absoluto con el Diagon Alley de las películas de Harry Potter. Dicha calle es única en su estilo y tiene negocios que atraen a personas de todo el mundo, pero en los últimos veinte años ha sido un imán para los fans de Harry Potter. Dicha calle, muy angosta, obviamente, es la otra gran postal de la ciudad.
Volviendo a la carrera, el resto de la competencia se desarrolla por la campiña, abarcando el territorio de Yorkshire, ya en las afueras de la ciudad. En un día soleado la belleza es total. El aliento del público es el típico aliento británico, siempre dispuesto a dar fuerza a cualquiera que practique un deporte.
En puntos exactos se reunían multitudes, pero en todo el recorrido había gente. El final, claro, era a todo show. Si bien el recorrido está lleno de subidas y bajadas -difícil hacer un récord personal para el que no es del lugar- los últimos quinientos metros son en una bajada amable. Allí las vallas separan a los corredores del público que se agolpa de forma ruidosa para dar el último empujón de energía. Una llegada feliz y emocionante, nuevamente en el campus de la Universidad de York.
Hay muchos motivos para elegir una carrera y el Yorkshire Marathon tiene, por todo lo dicho, varios para ser una alternativa válida. Hay más cosas para hacer en la ciudad que queda a un par de horas de Londres en tren. Comida típica, varios museos y una buena caminata por la muralla.
No le falta nada a York, y tampoco un gran maratón. Bien organizada, con un excelente clima de público y corredores, es un evento completamente recomendable para quienes busquen buenas carreras con buen turismo. Los amantes de la historia, el deporte, el cine y también la literatura -Cumbres borrascosas transcurre en Yorkshire- encontrarán un lugar que vale la pena visitar y, por supuesto, correr.
*Santiago García es maratonista, autor de los libros “Correr para vivir, vivir para correr” y “Volver a correr”. Completó la Six World Marathon Majors dos veces. En Instagram: @sangarciacorre.