El autoboicot, es quizás una de las trampas en las que caen muchas veces las personas. La falta de seguridad puede ser un denominador común. Sin embargo, son varias las aristas para desmenuzar sobre este problema que la psicóloga Daniela Furst engloba -en muchos casos- dentro la procastinación, “casi la vedette de estos tiempos”, según refiere la experta a Infobae.
“El autoboicot es un mecanismo tremendamente humano”, comienza analizado Furst. “Nadie puede decir que no se autoboicoteó alguna vez en su vida. Y en realidad sería como actuar en contra de uno mismo, pero sin ser conscientes”, agrega la psicoanalista.
¿Cómo sería esto? “Es cuando uno dice: ´Estoy pasando un momento bárbaro en mi vida´, ´estoy con mi pareja genial´ Y cada tanto digo lo que no tengo que decir, la situación se empieza a ensombrecer, lo empiezo a pasar mal y empiezo a arruinar lo que me está pasando. Entonces, cuando pensamos en el autoboicot, lo que tenemos que pensar es que son acciones, son palabras que decimos, en dónde está en juego cierto conflicto interno”, suma la experta.
-¿Por qué sucede esto?
-Porque estamos todo el tiempo atravesados por conflictos, por ejemplo, entre lo que se puede y lo que se debe. Entre lo consciente y lo inconsciente. Y en este conflicto, muchas veces lo que entra es el autoboicot, jugando, un papel en donde terminamos siendo enemigos de nosotros mismos.
-¿Cuáles son las causas?
-Primero tenemos que pensar que muchas veces una de las causas principales es la baja autoestima. Cuando uno no se cree merecedor de tener una buena vida, una buena relación, un buen trabajo. Seguramente de forma inconsciente se va a encargar de que esto se termine concretando. Por otro lado, hay otras causas que tienen que ver con cierto perfeccionismo, con la procrastinación, con un montón de factores que todo el tiempo están presentes en la medida en que está este conflicto, que también está asociado a dos energías psíquicas, que tal vez para el que no sabe mucho de psicoanálisis, dice energía. Así son las pulsiones: la pulsión de vida que tiene que ver con el deseo, con la concreción, con la autorrealización, con las ganas y la pulsión de muerte, que es una pulsión que se satisface en el dolor.
-Mencionas la procrastinación, el perfeccionismo. Si te nombro cuatro tipos de comportamientos relacionados al autoboicot, me gustaría profundizar en cada uno qué significa y por qué suceden. Si querés empezamos por el perfeccionismo.
-El perfeccionismo es el enemigo de la satisfacción. Aquella persona que está todo el tiempo buscando que la cosa sea perfecta, entera, sin fallas, sin errores. Lo más probable es que termine con una decepción muy grande, porque esta perfección es una creencia irracional que no existe, que es diferente a la excelencia, que es querer hacer las cosas bien y poner todos los recursos internos y externos para que esto suceda. Entonces, el perfeccionismo también tiene que ver con no poder aceptar cierta falta, siempre va a haber algo que no está totalmente puesto en el lugar que debería estar. Tal vez yo voy a dar una clase y seguramente cuando vuelva a mi casa y repase la clase diga, “uy, me olvidé de decir tal cosa”. Pero eso no quiere decir que sea insatisfactorio. Ahora, el perfeccionismo que se juega en el autoboicot lo que va a hacer es que esa vocecita interna te diga la hiciste todo bien, te faltó esto, te faltó lo otro. Entonces tiene que ver justamente con no aceptar la falta.
-¿Qué pasa cuando uno se autoengaña con cosas que dice que no necesita o no quiere, pero en realidad quizás es un miedo a no poder conseguirlas?
-Ese sería una de las grandes causas del autoboicot, que es no profundizar, no conectar con los propios deseos y tal vez tener ganas de algo y de alguna manera disfrazarlo con que en realidad no tengo tantas ganas o no me gusta. ¿Y este disfraz a qué responde? A que tal vez uno no se anima, que tiene miedo al fracaso, que no sabe cómo arrancar, que tiene miedo tal vez al qué dirán. Entonces es más fácil decir “no quiero”, que no me animo y ver. Bueno, si no me animo, ¿por qué no me animo? Y ¿qué puedo hacer con esto?
-¿Cómo funciona la procrastinación?
-La procrastinación es casi la vedette de estos tiempos. Sería algo así como el hábito de postergar, en donde en vez de hacer lo importante, lo que uno tiene que hacer, uno se distrae con cosas que no son tan importantes o más placenteras. Y en realidad esto tiene que ver justamente con que muchas veces uno tiene que hacer determinadas tareas. O hasta lo afectivo. Quiero llamar a tal persona para concretar una cita porque me gusta. “Hoy no, bueno, mejor voy a ver el celular a ver si me entero alguna notificación en alguna aplicación”.
-¿Qué genera esa postergación?
-Impedirnos que tengamos acceso a aquello que queremos. Y también muchas veces la procrastinación se da en pensamientos obsesivos “Tengo que hacer tal cosa. La pensé tantas veces, la pensé tanto, que estoy tan cansada que ya no lo hago”. Entonces de lo que te exime es de que te vaya bien.
- Y hay una última, que es dejar las cosas inconclusas, dejarlas por la mitad.
-Dejar las cosas inconclusas tiene que ver con el miedo a que te vaya bien, porque a veces pensamos que lo que nosotros decimos es lo que realmente creemos. Y tal vez debajo de hacer algo que nos vaya bien, subyace una creencia de que no nos lo merecemos. O subyace una creencia de que si yo hago esto, tal vez superó a mi mamá o a mi papá y esto a mí me va a dar una culpa. Estamos hablando en un registro inconsciente. Entonces mejor no lo hago. Todo esto es una construcción que muchas veces no lo hace conscientemente. Pero en realidad, debajo de esta cuestión de no terminar las cosas, hay un montón de factores que están en juego.
-¿Siempre es inconsciente el autoboicot?
-Yo conozco muy pocas personas que conscientemente puedan decir quiero que me vaya mal, quiero fracasar en una relación afectiva. En general, lo que suele suceder es que la persona cuando se autoboicotea y se da cuenta te dice, “no lo puedo creer, ¿cómo me pasó esto? El tema es que cuando dice “cómo me pasó esto” no se está haciendo cargo. La pregunta del millón sería: ¿qué tengo que ver yo en lo que me pasa? Porque muchas veces lo que sucede con el tema del autoboicot es que la responsabilidad se patea afuera. ¿Es culpa del otro? ¿Es culpa o la responsabilidad? Yo no la tengo. Tuve mala suerte, no me tocó. Y digamos, es una manera de autoboicotearme porque te quedás en una posición pasiva y no buscás los recursos que podrías buscar investigar en vos para poder lograr lo que vos querés.
-Estas pulsiones de muerte que a veces actúan como patrones y se repiten. Y al repetirse uno siempre ve los mismos resultados que no le gustan, ¿por qué supera la lógica?
-La pulsión de muerte convive con la pulsión de vida desde que nacemos. Que prevalezca una sobre la otra, está muy asociado también a nuestros primeros años de vida, a nuestras experiencias juveniles. La vamos reforzando o no según la vida que vamos teniendo. Un chico, por ejemplo, que no fue enseñado a tolerar la frustración. O un chico que en vez de haber sido bañado de palabras amorosas, fue agredido de chico permanentemente. Lo más probable es que esta pulsión de alguna manera, en algún momento vuelva, contra uno mismo. Entonces, digamos, esta cuestión de la pulsión de muerte está totalmente asociada a cómo se fue enlazando y y es como una batalla del bien y del mal. De alguna manera podemos pensar así, ¿no? En donde el bien tendría que ver con el deseo, con la evolución, con el crecimiento, con la realización y el mal. La pulsión de muerte podríamos pensarla como la satisfacción en el dolor. Entonces, muchas veces, cuando hay situaciones traumáticas en la vida que no se pudieron elaborar, es como si hubiera quedado una fijación de esta pulsión que tira todo el tiempo para abajo y te dice “no te puede ir bien”.
-¿Pensás que existe un cierto goce en el dolor?
-Mirá, la verdad es que no pienso, estoy convencida. Creo que esto es lo que vemos los psicoanalistas cotidianamente en el consultorio. Un paciente cuando consulta, consulta en general porque tiene un síntoma. Puede ser un síntoma físico. Un síntoma es algo que se repite todo el tiempo. Me duele la cabeza todo el tiempo. Tengo vínculos que son complicados y tóxicos todo el tiempo. O sea, es algo que cuando se repite, a la persona le hace y le genera alguna pregunta. Cuando pensamos en el síntoma, tiene una parte consciente que se está que yo te digo, “no quiero que me pase más”; pero ¿por qué me pasa más? Porque lo que sería la satisfacción para la parte inconsciente, que es el placer en el dolor, es insatisfacción para lo consciente.
-¿Es como un especie de masoquismo?
-De alguna manera el goce en el dolor es esa posición masoquista que todos tenemos y no sabemos por qué. En algún momento de la vida a todos nos debe haber pasado, haber hecho una mala elección de pareja, haber estado en un trabajo que nos encantaba y tal vez ser totalmente incorrectos, y hacer algo que no daba y en algún momento tener algún mal rebote en relación a esto. Entonces esto es constitutivo. La pulsión de muerte se satisface en el dolor. Y el síntoma es como un paquetito de goce, en donde se goza con el dolor. Y esto es lo que hay que desarmar y encontrar un significado. Por eso también el síntoma es como una metáfora, significa muchas cosas que el analista no le va a dar el sentido, va a ser el paciente el que diga puede tener que ver con esto de mi historia, con esto que me pasó o con esto que pienso.
-Una vez que uno reconoce ese patrón de autoboicot, ¿cuál es el primer paso para empezar a construirlo y cambiarlo?
-Como venimos hablando, el tema del autoboicot, como tiene un componente muy inconsciente, muchas veces, no digo siempre, sin ayuda terapéutica, es difícil. Sobre todo cuando la repetición es muy dolorosa y se sostiene hace mucho, digamos, durante mucho tiempo en la vida. El primer paso es identificar qué es lo que yo repito, esto es fundamental. Y en algún momento transformarlo en alguna pregunta ¿Por qué lo repito? ¿Que sentido esto tiene en mi vida? ¿Puede ser que no me banque estar bien? Puede ser que yo haya mamado en mi historia familiar que la suerte lo tienen los otros, por ejemplo.
-¿En qué ámbitos de la vida ves en tu consultorio y en tus pacientes que la gente es más propensa a boicotear?
-Lo que se escucha más en el consultorio siempre son cuestiones en relación al amor. Los vínculos predominan tal vez sobre otros temas, cuando en algún momento, por ejemplo, aparece la posibilidad de profundizar en otras cosas, es porque el autoboicot, o porque las cuestiones complicadas, las relaciones amorosas y cuando digo amorosas no solo estoy pensando en pareja, estoy pensando en el amor, desde amigos, desde padres e hijos. Pero en general las repeticiones se suelen dar mucho, por lo menos, o se suelen trabajar mucho en relación a los vínculos y también al trabajo.
-¿Qué se ve del autoboicot en los jóvenes?
-Un punto de autoboicot que también se ve mucho es con el estudio, chicos que están estudiando y que les va bárbaro y que tienen que dar los últimos dos finales para recibirse. Y empiezan a tener síntomas y les cuesta un montón. Y tal vez tienen el último final y se quedó dormido y tiene que ir a otra fecha. Digamos todo lo que tiene que ver con el éxito o con concretar algo que uno tiene muchas ganas.
-Para terminar, cuando detectás un patrón así, ¿cómo lo encarás? ¿Cómo ayudás a un paciente que está pasando por eso?
-Cuando un paciente viene y vamos con esta cuestión del autoboicot, tenemos que pensar que todos venimos como con un relato, con un guión. A mi me pasa esto por esto o por lo otro. Entonces lo primero que hago es cuestionar ese guión. Es ver si podemos escribir una historia diferente. ¿Qué sentido tiene ese autoboicot para vos? ¿Con qué tiene que ver tu historia familiar? ¿Qué ganas? Porque muchas veces uno gana en el peor de los sentidos por una posición de víctima en donde todo el mundo te tiene que cuidar. Entonces, una vez que se empieza a desentrañar esta historia, es ver si podemos construir otra en donde uno pueda ser el protagonista. Y no es “todo me sale mal”.
* Daniela Furst es Psicoanalista, con posgrado en Psicosomática psicoanalítica (UBA) y Pensamiento sistémico, maestría en programación neurolinguística. Especialista en adicciones y adolescentes