Trece mil corredores y emociones a flor de piel en una nueva edición de la Maratón Internacional Buenos Aires 2023

Desde los que buscaron superar sus marcas personales hasta quienes corrieron por el simple placer de hacerlo, esta no fue solo una carrera de 42 kilómetros, sino un viaje por la historia y los recuerdos de cada runner. Cómo se vivió desde adentro con su nuevo recorrido y el encanto local

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La remera de un maratón pasado, símbolo de perseverancia y amor por el deporte
(Gentileza Mariano García)
La remera de un maratón pasado, símbolo de perseverancia y amor por el deporte (Gentileza Mariano García)

Cada uno de los trece mil corredores de la edición 2023 del Maratón Internacional de la Ciudad de Buenos Aires tendrá algo para contar. Incluso, los que a último momento, y por algún motivo, no pudieron largar. Sí, hay un porcentaje que no llega a la largada, por eso siempre se dice, con razón, que estar en la línea de largada es en sí mismo una victoria.

Años de corredor, muchas carreras, meses de entrenamiento y un día estamos ahí, con la cuenta regresiva y el corazón latiendo fuerte. Minutos antes de largar los conductores del evento, Daniel Arcucci y Carolina Rossi, nos contaban a todos que Eliud Kipchoge había ganado por quinta vez el maratón de Berlín, aunque esta vez sin récord, pero que también una atleta etíope, Tigst Assefa, había pulverizado el récord femenino en maratón, ganando por segundo año consecutivo en Alemania, esta vez con una marca asombrosa de 02:11:53. Mejor motivación no se consigue.

7 AM en punto salimos los corredores. Los elite a buscar sus podios y todos los aficionados detrás, cada uno con un sueño y un proyecto personal para este maratón. El circuito era nuevo y la salida era en dirección al norte. El clima estaba húmedo y había viento. El calor se sentía y los que buscaban un tiempo muy exacto lo sintieron.

Representantes de Brasil, Chile, Uruguay y otros países, demostrando la internacionalidad del evento
(Franco Fafasuli)
Representantes de Brasil, Chile, Uruguay y otros países, demostrando la internacionalidad del evento (Franco Fafasuli)

A veces, en condiciones adversas, se puede llevar el ritmo buscado, pero con un desgaste mayor al normal, lo que se paga más adelante. Había un número de extranjeros muy alto. Corredores de Brasil, Chile y Uruguay se veían en todas partes. No eran los únicos, también peruanos, colombianos y venezolanos eran fácil de identificar por sus remeras y por su público. No es raro que vengan hasta Buenos Aires, porque es uno de los mejores maratones del continente, y para muchos el mejor.

Yo también tenía mi plan y llegaba con mi historia. Uno más entre miles, pero buscando un objetivo. En mi caso era hacer la carrera a un ritmo de entrenamiento. Mi plan decía correr 36 Km y me pareció una buena oportunidad para volver a correr en mi ciudad luego de nueve años. Era cuestión de elegir el ritmo correcto y no pasarme, porque el mes siguiente me toca correr otros 42 km, pero en otra ciudad.

La cantidad afecta la calidad en las carreras, pero algo me decía que el nuevo circuito era una gran excusa para correr por las calles donde hace catorce años atrás corrí mi primer maratón y me enamoré para siempre de la distancia. Así que me tomé un descanso los dos días previos y salí a ese ritmo controlado pero igualmente desafiante porque 42 Km 195 mts no son para cualquiera.

Corredores debutantes y veteranos, compartiendo la misma pasión por la distancia
(Franco Fafasuli)
Corredores debutantes y veteranos, compartiendo la misma pasión por la distancia (Franco Fafasuli)

Correr a un ritmo menor al que uno está acostumbrado es una excelente opción para disfrutar y prestar atención a todo. Un corredor que está atado a un plan verdaderamente exigente, muchas veces ni llega a saber que pasa a su alrededor. Ver la cancha de River y luego la de Boca, pasar por el Obelisco o la Plaza de Mayo es algo que nunca me cansaré de hacer en un maratón.

La emoción a flor de piel incluye pasar, en muchos casos, por lugares que uno recuerda de su infancia, como el Parque Lezama. A dónde puede viajar la mente o el corazón en un maratón es algo que uno no puede prever y eso también es lo que lo convierte en algo tan maravilloso.

Para sumar algo a mi emoción, decidí, para este, mi cuarta maratón de Buenos Aires, correr con la misma remera que usé cuando debuté en la distancia en el año 2009. Esa misma remera que tenía cuando participé de una carrera sin entrenarla bien, sin saber lo que me iba a encontrar, incluso sin entrenador, pero aunque todo salió mal, al cruzar la meta supe que era lo que quería hacer por el resto de mi vida.

Buenos Aires 2023, un maratón que quedará en la memoria de todos los participantes por su pasión y entrega
(Franco Fafasuli)
Buenos Aires 2023, un maratón que quedará en la memoria de todos los participantes por su pasión y entrega (Franco Fafasuli)

Una reliquia que se mantiene intacta y que hoy salió a la luz una vez más. Con esa emoción largué y viví el recorrido, recordando el primer maratón mientras terminaba el número treinta y cuatro. En el medio, muchas historias y carreras, incluyendo el maratón de Buenos Aires 2010 y 2014. Valió la pena regresar en el 2023 y me pregunto por qué tardé tanto.

Correr en la ciudad donde uno vive, tiene su familia y sus amigos, significa que no hay kilómetros donde no nos reconozcan y saluden. Donde uno siente una pertenencia que, aún con un público fervoroso, no se puede tener en una ciudad que no es la propia. Buenos Aires es una ciudad bella y el público sale a alentar a sus corredores con la pasión que nos caracteriza. Ser parte de eso no tiene precio. Hacerlo sin ir al límite le quita, claro, una parte importante del desafío deportivo pero en este caso le multiplica el disfrute, porque uno se entrena y compite al mismo tiempo.

No fui exactamente al ritmo buscado, sino un poco más rápido. Vi todo, vi la felicidad, la amargura, los planes que salían y los que no. Los que se iluminaban al ver a su grupo de amigos en una curva y los que se alentaban mutuamente en los kilómetros finales. No hay nada para apreciar el espíritu humano que correr un maratón y vivir esos kilómetros finales.

Un viaje en el tiempo: con la misma remera que en su debut en 2009, esta maratón fusionó recuerdos y nuevas experiencias en cada paso
(Gentileza Fotorun)
Un viaje en el tiempo: con la misma remera que en su debut en 2009, esta maratón fusionó recuerdos y nuevas experiencias en cada paso (Gentileza Fotorun)

El último gran desafío era el kilómetro 41, cuando había que subir una última cuesta mientras aparecía el Planetario. Ese esfuerzo era sobrehumano para algunos y controlable para otros. Luego sí, el kilómetro final y el aliento ensordecedor de la gente. Miles de personas agolpadas para darnos la fuerza extra para cruzar la meta.

La emoción en la llegada, con los que lograron su mejor marca, los que no, los que volvían a correr luego de muchos años y los que debutaban en los 42 Km 195 mts. Me imaginé, entre esos debutantes, a alguien como hace catorce años atrás. Pensaba en que esa línea de llegada sería para esas personas tan sólo el comienzo de un amor absoluto, el amor por el maratón. La distancia más hermosa que existe.

Buenos Aires 2023 fue todo eso que uno espera de una carrera de primer nivel. Hubo de todo y para todos, pero por encima de cualquier otra cosa, hubo pasión por correr. Felicitaciones a todos los que participaron y a los que no, espero verlos en la próxima.

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