Por qué el Cabernet Sauvignon argentino conquista paladares en todo el mundo

El jueves anterior al Día del Trabajador en los Estados Unidos se celebra el Día Internacional del Cabernet Sauvignon, la uva tinta más famosa e implantada del mundo, que también es una de las grandes protagonistas del vino argentino y que, en San Rafael, el oasis sur mendocino, adquiere un carácter distintivo

Todos saben que Cabernet Sauvignon es la uva tinta más plantada del mundo y por ello la reina indiscutida para la elaboración de vinos tintos, así como en blancos es la Chardonnay. Y con solo el 5% del viñedo mundial, equivalentes a 340.000 hectáreas de las 6,8 millones plantadas con vides, le alcanza y le sobra para ser protagonista de muchas de las etiquetas más prestigiosas y pretendidas del mundo.

El Cabernet Sauvignon nació del cruzamiento natural (en el siglo XVII) de otras dos famosas uvas, la Cabernet Franc (tinta) y la Sauvignon Blanc (Blanca); de ahí su nombre compuesto. Ya hacia fines del siglo XVIII, su cultivo se incrementó de manera notable. Originario de la región de Burdeos en Francia, desde donde desarrolló su gran prestigio hace más de un siglo y medio con la creación de los Grand Cru Classé; una clasificación ideada por Napoleón III en 1855, con motivo de la Feria Internacional de Paris. Hoy, cerca del ochenta por ciento de esa región vitivinícola; una de las más importantes de Francia y del mundo; está plantada con Cabernet Sauvignon.

Es una variedad vigorosa, de brotación medio-tardía y bayas oscuras, pequeñas y esféricas, con un hollejo grueso que permite vinos con mayor concentración. Por sus cualidades prefiere los climas templados y secos, pero evidentemente se adapta muy bien a las características de diversos terroir alrededor del mundo como Italia, Estados Unidos, Australia, Chile, Argentina, etcétera. Algunos la tildan de “uva colonizadora”, porque en muchas zonas vitícolas optan por plantarla en reemplazo de variedades locales. Se adapta muy bien a todo tipo de climas y suelos. Y se sabe que, estos dos factores, junto a la labor de los hombres y mujeres hacedores, conforman el terroir, ese sello distintivo que adquieren los buenos vinos y que tiene que ver con el carácter de lugar.

Francia, desde siempre, lidera el podio en superficie plantada con 46.555 hectáreas, la siguen Chile (42.409) y Estados Unidos (40.837). Y si bien en la Argentina hubo una pequeña disminución (20% aproximadamente) en los últimos 10 años, la mayoría de las bodegas está volviendo a apostar por ella. Como el Malbec, el Cabernet Sauvignon llegó a la Argentina en 1853 de la mano del agrónomo francés Michel Aimé Pouget, contratado por Domingo F. Sarmiento para la creación de la Quinta Normal, puntapié inicial que forjó una gran industria.

Representa el 6,6% del viñedo nacional actual, con Mendoza acaparando más del 76% (10.750ha), pero con presencia en casi todas las provincias vitivinícolas: San Juan, La Rioja, Salta, Catamarca, Neuquén, Río Negro, La Pampa, Córdoba, Tucumán, San Luis, Buenos Aires, Jujuy, Entre Ríos, Santiago del Estero y Chubut. En la Argentina su auge está opacado por la fama y crecimiento del Malbec, con la cual comparte el origen, pero un presente muy diferente, ya que de esta hay casi 50.000 hectáreas plantadas, mientras que de Cabernet Sauvignon apenas 13.600. Y pensar que en los 90 se apostaba por el Cabernet Sauvignon para elaborar los (pocos) grandes vinos argentinos.

Lo que pasó fue que en el mundo había muchos productores de buenos Cabernet Sauvignon, pero ninguno de Malbec. Hoy, treinta años después, la cepa reina de las tintas se toma revancha, al menos a nivel local. Porque ya son varias las bodegas que empiezan a volcar todo el know how adquirido en los últimos años gracias al Malbec, en desarrollar mejores exponentes de Cabernet Sauvignon.

Si bien el vino argentino en el mundo representa apenas el 3%, la categoría del Cabernet Sauvignon es una atractiva porción del 18%, y eso implica una verdadera oportunidad para todas las bodegas. Y, sobre todo, para aquellas regiones donde ya está comprobado que el varietal está adaptado y con un carácter propio, como sucede en el oasis sur mendocino, más precisamente en San Rafael y sus alrededores. Allí también hay bodegas, algunas centenarias, que supieron ganarse el prestigio de la mano de grandes vinos, muchos de los cuales están elaborados desde siempre con Cabernet Sauvignon.

La gran oportunidad que está marcando el nuevo rumbo del cepaje a nivel nacional tiene que ver con el volumen de consumo que representa a nivel global, y del cual Argentina casi no participa, ya que en su mayoría exporta Malbec. Pero esto, lejos de ser una debilidad, aparece como una nueva fortaleza, según cuentan los enólogos y agrónomos, porque el Cabernet Sauvignon argentino es diferente.

Se sabe que el mundo del vino se divide en Viejo y Nuevo. Mientras en Europa los vinos son reconocidos por sus lugares de origen, en países como Estados Unidos, Chile, Australia y Argentina, por ejemplo, se destacan por el varietal. Claro que los mejores exponentes vienen de lugares precisos, viñedos ubicados en las mejores zonas y hasta parcelas con suelos y condiciones excepcionales. Pero difícilmente compitan por región un vino del Nuevo Mundo con un vino del Viejo Mundo. Además, los franceses tienen la fama de trascender el tiempo, es decir, evolucionar muy bien en botella y mantenerse expresivos, equilibrados y complejos por décadas. Y sin dudas, eso consolida su prestigio, merecido y ganado durante los últimos dos siglos.

Pero hay otra cuestión fundamental en donde la Argentina puede competir; el estilo. Y ahí es donde San Rafael quiere apostar porque, gracias a la ubicación geográfica de sus regiones vitivinícolas desérticas, el Cabernet Sauvignon madura diferente y se expresa de una manera muy particular. Algo que hoy queda más claro después de todo el know how adquirido gracias al Malbec, lo que permitió desarrollar y conducir mejor la variedad a lo largo del año para lograr una óptima madurez polifenólica, pero también con buena frescura natural.

Claro que hay Malbec y que el Bonarda y el Chenin se dan muy bien e los terruños sanrafaelinos, pero hay algo especial en los Cabernet Sauvignon que merecen más atención. Y esto, más allá de significar una oportunidad coyuntural, es una realidad que le puede permitir a la zona de San Rafael ser reconocida a la altura de las demás regiones productoras vitivinícolas de prestigio de la Argentina como son Valle de Uco, Luján de Cuyo, Maipú, Altos Valles Calchaquíes y Patagonia.

Desde hace un par de años muchos enólogos de San Rafael vienen trabajando para poder definir un carácter del terruño de San Rafael, ver si Bonarda y Chenin pueden ser variedades para trabajar en el corto plazo y apostar a un desarrollo serio del Cabernet Sauvignon a largo plazo, con foco en el trabajo conjunto, la información generada y compartida en pos del objetivo general.

Guillermo Corona, el mayor experto en suelos del país, ya realizó algunos estudios junto al winemaker Leo Borsi, y las primeras conclusiones del estudio son muy alentadoras. San Rafael se ubica en un valle fluvial de edad Holocena, es un área cultivada de gran extensión (300km2), altimétricamente homogénea.

El estudio detectó la existencia de un abanico de amplio desarrollo, con sectores geomorfológicos bien diferenciados y un perfil tipo para cada sector. Y si bien las temperaturas medias son moderadamente altas, también los son las amplitudes, y esto beneficia mucho el desarrollo del Cabernet Sauvignon. Por último, es para destacar la gran historia vitivinícola de la región y sus viñedos antiguos, esto significa que hay mucha experiencia y conocimiento, fundamentales para dar con vinos que tienen una razón de ser, desde su concepto hasta su concepción.

Pero esto no se da en un solo productor, sino que poco a poco el convencimiento en apostar por este cepaje se va expandiendo y la masa crítica es cada vez mayor. Y sabiendo que la calidad ya no es un valor agregado, más allá del segmento, los vinos deben ser la mejor expresión posible de un lugar, a imagen y semejanza del hacedor que lo interpreta. Pero para lograr esto en su máxima expresión, hacen falta tiempo, conocimiento del lugar y recursos para invertir en la viña.

Cuando se piensa en San Rafael, el Cabernet Sauvignon es la referencia más fuerte y consistente, desde los años noventa. Y si bien acá también el Malbec fue más protagonista en los últimos veinte años, al Cabernet Sauvignon nunca se lo descuidó. Esto ha permitido en los últimos años lograr exponentes mucho más apoyados en el carácter frutal que en las especias y piracinas.

Para ello fueron fundamentales los trabajos en el viñedo, tanto en materia de riego como de manejo de canopia (parte verde de la planta). Hoy hay vinos con más cuerpo y volumen, de taninos firmes, pero a la vez finos, y un trago más amable sin perder potencial de guarda. Otro de los factores que se ha mejorado mucho es la crianza, porque el roble es su gran aliado y se sabe que el Cabernet Sauvignon envejece de una manera espléndida, y que el paso del tiempo integra y suaviza sus taninos. También ensambla y acomoda sus aromas para que los propios de la variedad se combinen con los del terruño y se generen distintas capas.

El Cabernet Sauvignon tiene todo para consagrarse como la variedad insignia, porque más allá de los exponentes actuales y sus diferentes personalidades, hay varios de ellos con los que se puede hacer una degustación vertical y comprobar lo bien que evolucionan. Mirando hacia delante, es necesario que todas las bodegas de la zona adopten un mensaje común con el objetivo de posicionar a la cepa por encima de los demás vinos de la zona.

Esto, seguramente los llevará a ampliar la oferta. Y esto debe ir de la mano de un mayor conocimiento de los suelos y del surgimiento de las subregiones y microrregiones, más allá de los vinos de parcela, regadas incansablemente por los ríos Atuel y Diamante. Hay mucho hecho, pero mucho más por hacer, y todo indica que se vienen más Cabernet Sauvignon de San Rafael en el futuro cercano, convirtiendo a la zona en uno de los orígenes más importantes para la producción del rey de los vinos tintos.

La Vendimia Cabernet Sauvignon Roble

Bodega La Vendimia, San Rafael, Mendoza $2500

Bodega fundada en 1954 por pequeños viticultores de la zona que decidieron elaborar en conjunto sus propias uvas. De sus vinos este es el más aclamado por los consumidores según su hacedor. De aromas austeros y paladar franco, con taninos incipientes que resaltan el carácter más especiado del vino, con final maduro. Puntos: 87

Terra Lombarda Cabernet Sauvignon 2022

Bodega Terra Lombarda, San Rafael, Mendoza $3000

Esta pareja de jóvenes que ama lo que hace y decidió seguir el legado familiar, apuesta más a la experiencia en bodega de sus vinos que al desarrollo comercial. Este Cabernet Sauvignon es pura potencia, pero con fluidez. Bastante expresivo en aromas y en boca se destaca por su perfil de fruta madura y sus taninos incipientes. Puntos: 88

Simonassi Cabernet Sauvignon 2019

Simonassi Lyon, Rama Caída, San Rafael $3000

Hay buen carácter con fluidez en este tinto que además ostenta una crianza muy bien integrada. Al girar la copa salen notas de especias y frutas maduras. En boca es consistente en su paso equilibrado, con cierta vivacidad. De paladar franco y final classy, aunque todavía con fuerza para seguir evolucionando. Puntos: 90,5

Ibarra Cabernet Sauvignon 2021

Familia Ibarra, San Rafael, Mendoza $3500

Vino artesanal elaborado por los integrantes de la familia con uvas de Las Paredes y Rama Caída. De buena intensidad y brillo, con aromas a fruta fresca, especias secas y dejos vegetales. Hay fluidez con las texturas de la variedad. Paladar ágil y fresco, también joven y potente. Puntos: 89

Goyenechea 5ta Generación Cabernet Sauvignon 2019

Bodega Goyenechea, San Rafael, Mendoza $4000

Sin dudas es una de las bodegas más tradicionales del país, de las pocas al mando de la familia fundadora y de la quinta generación. Y justamente “los vascos más chicos” quisieron homenajear a sus antecesores con una línea que habla de su tradición, pero también de vinos que miran hacia delante respetando el lugar. Como este Cabernet Sauvignon bien especiado y classy, pero con taninos firmes y una frescura que llama a un nuevo trago. Puntos: 90

Arení Cabernet Sauvignon 2019

Bodega Chaglasian, San Rafael, Mendoza $4100

Juan Chaglasian construyó la bodega en la viña (además de un hotel boutique) para cumplir el sueño junto a su mujer. El Cabernet Sauvignon posee aromas equilibrados por el paso del tiempo, con notas de fruta madura y ciertos dejos licorosos. La crianza integrada y los taninos firmes típicos del cepaje. Puntos: 88,5

La Espera Terroir Signature Cabernet Sauvignon 2020

Funkenhausen Vineyards, 25 de Mayo, San Rafael $5500

Para lograr este Cabernet Sauvignon con buena tipicidad varietal y carácter de lugar, hacen una selección en los viñedos. Luego en bodega, la joven enóloga Jimena López realiza una elaboración tradicional con una crianza de 12 meses en barricas de roble francés. De aromas intensos y expresivos, pero a la vez equilibrados. Paladar franco con algo de especias y tierra seca, más allá de la fruta negra. Hay fluidez con taninos que marcan su paso y un final leve vegetal. Puntos: 90

Bianchi Particular Cabernet Sauvignon 2019

Bodegas Bianchi, San Rafael, Mendoza $9800

La personalidad del Cabernet Sauvignon de San Rafael es bien reconocida por los consumidores exigentes, y este es uno de sus grandes exponentes. Elaborado con uvas provenientes de Finca Asti y con una crianza de 12 meses en barricas de roble, Silvio Alberto ha logrado en esta cosecha que el carácter de la fruta predomine en su paso por boca, resaltado por unas texturas más vivas y una frescura sostenida. De aromas expresivos y notas típicas. Con más botella ganará más equilibrio. Puntos: 91,5

Tributo 2020

Bodega Jean Rivier, San Rafael, Mendoza $20.000

Si bien se trata de un blend, el porcentaje de Cabernet Sauvignon de San Rafael es lo que le brinda una personalidad particular. De aromas intensos y paladar amplio, con notas de frutas rojas maduras y especias. El enólogo Propietario Carlos Rivier logró domar sus texturas con 18 meses de crianza en barricas de roble francés y americano. Es un vino persistente y con potencial de guarda. Puntos: 91

Enzo Bianchi Gran Corte 2019

Bodegas Bianchi, San Rafael, Mendoza $37.100

Silvio Alberto sabe que este fue, es y deberá seguir siendo el gran vino de la bodega, por historia y origen. Y en esta 2019 eligió combinar Malbec (41%), Cabernet Sauvignon (28%), Merlot (24%) y Petit Verdot (7%). De aromas compactos y algo classy, con frescura y una granulosidad fina que marca su paso por boca. De aromas densos y austeros, paladar franco con dejos de grafito y frutas negras, bien del Cabernet Sauvignon. Puntos: 94

Seguir leyendo: