La obesidad es considerada una pandemia de tipo no infeccioso por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ver televisión se ha vinculado en el pasado con la tendencia al aumento de peso. Un factor importante es la publicidad de alimentos, la exposición a estímulos para generar deseo de comer y afectar el comportamiento, como un mecanismo a través del cual los anuncios afectan el comportamiento alimentario de los espectadores.
De hecho, un gran metaanálisis (análisis de una colección de estudios) publicado recientemente concluyó que la exposición a las señales visuales de los alimentos puede estimular y afectar los resultados del comportamiento alimentario en la misma medida que la comida real. Si bien la obesidad sigue siendo un problema apremiante, la población en general continúa expuesta a más contenido digital de alimentos que nunca.
Sin embargo, la nueva investigación señaló que el consumo imaginado repetido puede facilitar la saciedad y disminuir la ingesta. Estos hallazgos se han sugerido como remedios potenciales para la exposición excesiva a señales de alimentos. La investigación se publicó en la revista Appetite y es una continuidad del análisis que viene realizando en esta materia un equipo de profesionales del Departamento de Ciencia de los alimentos de la Facultad de Ciencias Técnicas perteneciente a la Universidad de Aarhus en Dinamarca.
Los investigadores consideraron que se podría desarrollar una aplicación para mostrar imágenes de los alimentos que un usuario anhela, lo que podría frenar el consumo excesivo. “En nuestros experimentos, mostramos a los participantes la misma imagen de comida 30 veces, lo que los hizo sentir más satisfechos que antes de verla —explicó el autor del estudio, Tjark Andersen, especialista en ciencias de la alimentación de Aarhus—. Aquellos a los que se les mostró la imagen varias veces también eligieron una porción más pequeña que los que solo la vieron tres veces”.
El equipo investigó más a fondo cuántas repeticiones eran necesarias y si la variación en las imágenes alteraba la sensación de satisfacción. “Estudios anteriores han demostrado que las imágenes de diferentes tipos de alimentos no afectan la saciedad de la misma manera. Es por eso que uno puede sentirse lleno después del plato principal, pero todavía tiene espacio para el postre. Las cosas dulces representan una categoría de alimentos diferente”, agregó Andersen.
Los profesionales realizaron varios experimentos en línea, con la participación de más de 1.000 personas. Inicialmente, mostraron una imagen de M&M color naranja, tres veces a algunos participantes y 30 veces a otros. Aquellos que vieron la imagen con mayor frecuencia informaron sentirse más satisfechos. Luego repitieron el experimento con imágenes de M&M en varios colores, y nuevamente con Skittles (caramelos masticables), que tienen distintos sabores según el color. En ambos casos, el resultado fue consistente independientemente del color o sabor. Esto sugiere que los parámetros más allá de las variedades deben cambiar para influir en la sensación de saciedad.
Dada la triplicación de la población mundial con sobrepeso desde 1975 y la clasificación de la obesidad de la OMS como un desafío de salud importante, estos hallazgos podrían ser críticos. El consumo excesivo de alimentos poco saludables y la falta de ejercicio son los principales factores que contribuyen a esta tendencia, y los resultados del estudio podrían ofrecer un enfoque novedoso para el control del apetito.
“Imagínese desarrollar una aplicación basada en una búsqueda de Google —especuló Andersen—. Digamos que aparece un antojo de pizza. En la App, se selecciona la pizza y se muestran numerosas fotos mientras el espectador se visualiza comerla. Esto podría proporcionar una sensación de saciedad y, tal vez, eliminar el antojo de pizza”.
Sin embargo, el impacto del estudio en el consumo de calorías es relativamente modesto: los participantes seleccionaron un poco menos de Skittles o M&M, lo que redujo la ingesta en menos de 50 calorías. “A menos que te saltes una comida por completo, el ahorro será mínimo. Pero tal vez este método pueda emplearse para ese propósito. Sería interesante explorarlo”, añadió Andersen.
A medida que se continúa investigando la influencia de los anuncios de alimentos en las redes sociales, existe una comprensión cada vez mayor de la exposición constante a imágenes atractivas de alimentos. Un estudio anterior intentó cuantificar la cantidad promedio de anuncios de alimentos vistos mientras una persona se desplaza por las redes sociales. Los participantes, en promedio, encontraron poco más de seis publicaciones relacionadas con alimentos en un período de 12 horas, la mayoría de las cuales eran imágenes de comidas, con más de un tercio sobre postres u otros productos dulces. “Si bien Internet y las redes sociales pueden contribuir al aumento de las tasas de sobrepeso y obesidad, estas plataformas también podrían ofrecer una solución si logramos dilucidar el modo”, concluyó Andersen.
En esta investigación también participaron los especialistas D.V. Byrne y Q.J. Wang.
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