El vino sigue al hombre desde hace más de 8000 años y, evidentemente, fue testigo y un compañero de ruta fiel a lo largo de toda su evolución, convirtiéndose en parte de la cultura casi universal. Por eso, no es casual que aparezca recurrentemente en los libros de historia en los hechos más significativos que forjaron el presente, ya que fue protagonista de innumerables movimientos sociales. Ya en la época de los romanos, a los soldados les daban vino antes de luchar. Y más tarde, Napoleón Bonaparte se convertiría en un gran promotor del Champagne durante la gesta de la revolución francesa. La lista es interminable, e incluye a la Argentina.
Y si bien se elabora vinos en el país desde 1556, la vitis vinífera (variedad de uva apta para vinificar) se introdujo al país masivamente a principios del siglo XIX, traída por los colonos españoles; aunque recién hacia finales del siglo comenzaría a desarrollarse la vitivinicultura a nivel industrial. Pero la mayoría de los vinos que se tomaban en 1816 eran importados de España, porque en aquel entonces existía una ley (promulgada por la corona en el siglo XVI) que prohibía el cultivo de la vid en sus colonias.
Así, la clase alta y los políticos disfrutaban de los afamados vinos de Rioja, Málaga y Jerez, mientras el pueblo debía conformarse con el “vino Carlón”; tintos generosos a base de la uva Garnacha que se elaboraban en la región de Valencia, a los que se encabezaba con mosto concentrado cocido durante la fermentación. Eran vinos intensos, densos y pesados, de gran cuerpo y con más de 15 grados de alcohol, que soportaban bien el cruce del Atlántico y el paso del tiempo, pero debían ser rebajados con agua para poder ser tomados. Sin dudas, cuando se declara la independencia en el país, el vino Carlón (español) era el más popular.
Con el paso de los años, y ya liberados de la corona española, se empiezan a elaborar en el país (paradójicamente a manos de viticultores inmigrantes de España e Italia, principalmente) mejores vinos que los importados. Mendoza ya producía una cantidad suficiente de un vino que resultaba de menos cuerpo que el Carlón, pero a la vez con bastante espíritu, de excelente gusto y con cierta capacidad de guarda, según consta en documentos jesuitas de la época.
Elaborados a base de uvas Criolla (grande y chica), Cereza y Moscatel, provenientes de parrales “españoles” y cosechadas en canastos, se llevaban en mula a la bodega. Los racimos se volcaban en un lagar de cuero de buey, allí se pisaban y el mosto (jugo de uva) se depositaba en grandes botijas para su fermentación. Una vez obtenido el vino, se colaba con un cedazo de cuero para eliminar hollejos, semillas e impurezas, y de ahí pasaba a las vasijas de arcilla y cerámica (reemplazadas a finales de siglo por las de roble), ubicadas en los sótanos de las bodegas para su posterior despacho.
Malbec, el mejor vino para brindar por la independencia
Al igual que la sociedad argentina, la industria vitivinícola se forjó a imagen y semejanza del Viejo Mundo, con uvas, métodos y denominaciones europeas, llegando a ser uno de los cinco productores de vinos del mundo de la historia. Fue así que hasta finales del siglo XX los vinos nacionales más admirados y consumidos tenían mucho más que ver con la influencia de los importados; aunque a nadie le preocupaba ya que se vendía todo lo producido.
Pero esa dependencia vínica se transformó en independencia gracias a una cosa; mejor dicho, a una uva: Malbec. Es cierto que su origen es francés y que llegó al país casi de casualidad; introducida (entre otros cepajes) en 1853 por Michel Aimé Pouget a pedido de Sarmiento. Pero acá se adaptó tan bien; mucho mejor que en su lugar de origen; que se convirtió en un as de espadas.
El comienzo del siglo XXI fue el puntapié inicial para lograr que el Malbec sea sinónimo de Argentina, aunque es un proceso muy dinámico y que está en pleno desarrollo. Al principio fue con vinos muy concentrados, cargados y potentes, maduros y estructurados, con mucha presencia de roble. Pero rápidamente, los hacedores se dieron cuenta que ese no era un estilo propio sino apenas un intento para impactar al consumidor global; que por cierto duró poco. Así comenzaron a llegar vinos más frescos y tomables, también concentrados, pero en sus expresiones y poco a poco el roble dejó de ser la gran protagonista para pasar a ser un importante actor de reparto.
Hoy, el presente y el futuro del vino argentino depende fundamentalmente del Malbec. No solo por ser la uva tinta más plantada (50.000 has) sino por ser el vino más producido, consumido internamente y exportado. No hay dudas que es el mejor que elaboran agrónomos y enólogos, además de ser el que demuestra mayor potencial.
Porque los Malbec de hoy, apoyados en un carácter frutal tan propio como atractivo, logran ser el mejor vehículo para expresar un lugar o un paisaje, siempre interpretados por un hacedor, y así llegar a ser únicos. Además, por sus condiciones naturales, se encuentra muy bien adaptado en todas las regiones vitivinícolas del país. Y está demostrado que con Malbec se pueden hacer desde rosados y tintos ligeros agradables, hasta grandes vinos complejos de guarda.
Además, la diversidad que propone hoy el varietal, en todos los segmentos de precio, merece el respeto y admiración de los consumidores más exigentes y de los profesionales del vino del mundo entero. Pero lo importante, más allá del éxito comercial, es el verdadero significado del Malbec para el país. Porque hay pocas uvas que tienen gran reconocimiento internacional y se han convertido en variedades globales, sin que ello signifique la pérdida del prestigio de su origen. Muy por el contrario, a mayor oferta internacional de un vino, mejor apreciación del mismo de su país de origen. El ejemplo más evidente es el Cabernet Sauvignon, que surgió en Burdeos (Francia) y se elabora en casi todos los países vitivinícolas con mucho éxito.
Menú patrio y familiar
Hay diversas maneras de celebrar esta fecha patria, pero sin dudas la tradición de comer en familia o con amigos es las que más se impone. Para lograr que el centro de atención se lo lleve la patria, todo menú debe ser pensado alrededor de las costumbres de la época. Sirviendo las comidas y los postres que comían los próceres que forjaron la nación se revalorizan las tradiciones argentinas. Y si bien las recetas se pueden recrear los vinos de hoy son muy diferentes (por suerte) a los del siglo XIX. No obstante, y pensando en cada uno de los platos, se pueden elegir vinos que más allá de los maridajes, resalten más las costumbres argentinas.
Por la época del año se imponen los guisos, aunque las carnes a la parrilla suele ser la preferencia de la mayoría. Una propuesta bien argentina comienza con una picada criolla (chorizos y quesos de campo, aceitunas y pan casero). Es el comienzo y como tal hay que servir algo fresco, como un buen rosado de Malbec. Los más entusiastas (y nacionalistas) se animan a servir humita al plato, humita en chala o tamales.
Todas estas preparaciones regionales también se lucen más con un rosado. Para acompañar las empanadas, que muchos prefieren servir de entrada, un tinto joven y ágil irá mejor. Una vez en la mesa todos van a compartir el plato principal, es ahí donde se impone el locro por sobre el guiso de lentejas y la carbonada.
Ese es el momento de servir otro vino; un Malbec más serio y con más cuerpo, aunque no debe ser pesado, más bien un tinto concentrado y equilibrado, que se pueda servir algo refrescado y que posea texturas incipientes. Un vino así va a renovar el paladar con cada trago, recordando que el “circuito” para disfrutar más la comida y la bebida es agua-comida-vino.
Así, un locro como el de Doña Petrona con tantos ingredientes (maíz, porotos, garbanzos, patitas de chancho y cuero, falda, pechito de cerdo, chorizo colorado, mondongo y salsita picante), que ofrece diversos sabores y texturas, se lucirá más con un tinto de carácter fresco, con toda la fuerza de la juventud, pero con el equilibrio de los buenos vinos. Los más carnívoros prefieren el tradicional pastel de papas o el típico asado (carnes rojas, achuras, carnes exóticas, costillares, asado de tira, bondiolas, matambre, bife de chorizo, entraña, vacío, corderos, etc.). Para esto lo mejor será un Malbec con estructura y fluidez, para que los taninos limpien bien el paladar luego de cada bocado.
Para el postre no hace falta poner un vino especial para disfrutar quesillo con miel de caña, ambrosía, mazamorra, arrope, yema quemada, flan, zapallos en almíbar, queso de cabra con cayote, arroz con leche, pastelitos, buñuelos o tortas fritas. Eso sí, luego de los manjares dulces se puede optar por otra manera de terminar la reunión con una larga sobremesa. Para mantener a todos alrededor de la mesa y entretenidos hace falta algo más que polemizar sobre los acontecimientos que rodearon a la proclama del Congreso de Tucumán; hace falta un vino guardado.
Ese será el mejor momento para descorchar un Malbec que signifique mucho para todos, de una bodega tradicional, con historia y que eso se sienta en las copas. Un Malbec con algunos años de guarda, esa botella que un familiar o algún amigo suele tener para descorchar en ocasiones especiales. Copas limpias y que fluya ese Malbec delicado, de aromas complejos, texturas sedosas y paladar profundo, que deje a todos pensando y que se vaya abriendo en la copa a medida que la charla se alarga y que los sabores del tiempo se mezclen con los brindis por la patria.
10 Malbec para brindar por la independencia
1- Argento Organic Rosé 2022
Bodega Argento, Luján de Cuyo, Mendoza $1800
El joven Juan Pablo Murgia (Gerente Enológico de Grupo Avinea) es uno de los hacedores que más vinos orgánicos elabora en el país, y desde hace varios años. Aquí presenta su nuevo rosado, elaborado a base de Malbec (65%), Pinot Grigio (20%) y Syrah (15%). Fragante y ágil, fresco y con buen volumen, de trago amable y franco, para disfrutar al inicio de una buena comida.
Puntos: 89
2- Terrazas Reserva Malbec 2021
Bodega Terrazas de los Andes, Mendoza $2800
Este Malbec es el resultado de un blend de más de 100 parcelas de ocho viñedos de altura en proceso de certificación orgánica, y casi treinta años de experiencia de la bodega. De aromas frescos y paladar expresivo, donde sus texturas revelan diversas sensaciones en el final de boca. Beber entre 2023 y 2025.
Puntos: 90,5
3- Creación Reserva Malbec 2020
Bodega Creación, Agrelo, Luján de Cuyo $3000
Esta pequeña bodega salió al ruedo en 2022 con dos vinos. Este Malbec (y un Cabernet Sauvignon) de expresión generosa y trago fluido, con la fuerza típica de un terruño tradicional, fruta madura y especias, con taninos incipientes. Se mantiene joven y ágil, pero no es un vino simple, sino que tiene cierto carácter. Beber entre 2023 y 2024.
Puntos: 88,5
4- Fin Del Mundo Organic Vineyards Malbec 2021
Bodega Del Fin del Mundo, San Patricio del Chañar, Neuquén $3500
Después de cuatro años de trabajo en el camino del cultivo orgánico (primer viñedo orgánico de 40 hectáreas certificadas por LETIS S.A en 2022), llega este Malbec puro que forma parte de la flamante línea junto al Pinot Noir y al Red Blend. De paladar fresco y fluidez, agradable y expresivo, con fuerza de fruta y especias frescas. Trago voluptuoso y amable. Beber entre 2023 y 2025.
Puntos: 90
5- Altitud Organic Malbec 2022
Andeluna, Gualtallary, Valle de Uco $4520
Desde 2017 la bodega inició el camino de la sustentabilidad y lo refleja ampliamente en este flamante Malbec, elaborado con uvas que obtuvieron la certificación de viñedos orgánicos de ECOCERT. Es un tinto jugoso y expresivo, de paladar ágil y texturas consistentes. El enólogo Manuel González Bals logra así mostrar el entorno de la bodega de una manera más nítida. Beber entre 2023 y 2025.
Puntos: 90,5
6- Alandes Uco Valley Malbec 2021
Bodega Alandes, Valle de Uco, Mendoza $5000
Es uno de los tres Malbec que protagonizan la flamante triada de Karim Mussi. Y si bien es el más fluido de los tres y, quizás con paso menos consistente en cuanto a sus texturas, su expresión a frutas negras con dejos herbales y su frescura sostenida, son destacables. Mordiente, bien expresivo, franco y fresco. voluptuoso y ágil. Beber entre 2023 y 2026.
Puntos: 91,5
7- Marcelo Pelleriti Signature Malbec 2019
Marcelo Pelleriti, La Consulta, Valle de Uco $6500
Este Malbec es un fiel reflejo del desafío del hacedor de volver a hacer vinos en el Valle de Uco, pero fuera del campo (Clos de los Siete). Y se nota su sello en el buen volumen y la expresión, de paso consistente con texturas finas. Hay frutas rojas y negras, también dejos herbales y una buena frescura. De paladar franco y persistente con la madera muy bien integrada. Beber entre 2023 y 2029.
Puntos: 92
8- Finca La Anita Magna Malbec 2021
Finca La Anita, Agrelo, Luján de Cuyo $7970
Denis Vicino elabora este Malbec de terruño tradicional con una visión de futuro. Sus aromas frutales son delicados y nítidos, a frutas rojas con toques de hierbas silvestres. Trago vivaz con taninos incipientes, limpio y con dejos delicados de crianza. Es un vino que tiene capas, y con más botella va a ganar complejidades. Beber entre 2023 y 2029.
Puntos: 91
9- Angélica Zapata Alta Malbec 2017
Catena Zapata, Mendoza $12.000
Si bien acá hay una combinación de uvas provenientes de diversos viñedos de la familia Catena (Angélica, La Pirámide y Nicasia), Alejandro Vigil siempre busca la expresión de las vides con más experiencia para lograr este vino. Y es por ello que cada cosecha tiene su carácter. Acá se destaca el equilibrio intenso de sus aromas y sabores donde. Las frutas de baya y especias frescas son protagonistas, con suaves dejos tostados. Voluptuoso y vivaz, con texturas delicadas y un final muy Malbec, con gran potencial. Sin dudas, este Malbec argentino les enseñó a muchos otros a ser Malbec. Beber entre 2023 y 2027.
Puntos: 94
10- Kaiken Mai 2019
Bodega Kaiken, Vistalba, Luján de Cuyo $18900
Hace varios años que este vino encontró su mejor estilo, respetando más su tradicional terruño y el carácter inconfundible que le imprimen las viñas de más de 70 años. Pero además de su sentido de lugar y tipicidad varietal, la cosecha se refleja cada vez más y mejor. A este 2019 se lo siente joven aún, pero con cierto equilibrio y un carácter propio apoyado en las frutas rojas algo maduras, con notas de cuero y especias. Muy buena fluidez gracias a su frescura sostenida que además aporta profundidad. Se nota que fue una cosecha fresca. Beber entre 2023 y 2029.
Puntos: 94
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