La inmensa mayoría de los corredores aficionados son corredores de fondo. Las carreras de fondo son aquellas que van desde los 5000 mts en adelante. Los amateurs corren justamente, carreras entre 5K y 42K, siempre hablando de competencias de calle.
Distancias más allá del maratón también requieren resistencia, por supuesto, pero vamos a detenernos en los corredores que sienten que no tienen la fortaleza física y mental necesaria no sólo para participar de carreras, sino para entrenar estas distancias.
La resistencia es algo que, por supuesto, se tiene que entrenar, pero no se entrena como el resto de los trabajos. La palabra misma explica sus características y de ahí lo que precisa. Requiere, en primer término, paciencia. No se da de un día para otro y es algo que va evolucionando a lo largo de los meses. No hay mejor ejemplo de constancia y progresión que el de mejorar la resistencia en un corredor.
Un paso a la vez, una jornada a la vez, una semana… y así hasta alcanzar distancias mayores con la buscada templanza física y mental que necesita un runner.
Todos empezamos trotando un kilómetro o incluso menos. Para un corredor entrenado llegar a 5 kilómetros es sólo el prólogo de su entrenamiento. Pero eso es algo que no llega de golpe, hay que ir conociendo el cuerpo y cada corredor se inicia como tal desde un lugar distinto. Siempre hay que recordar que se debe ir incrementando de forma gradual el número de kilómetros semanales.
No sumar más de un 15% de kilómetros totales de una semana a otra y dejar una semana más liviana luego de tres semanas continuas de incremento de las distancias. Por supuesto que todo esto debe ser coordinado según el plan que arme un entrenador en función de la carrera que deseamos correr.
Y no hay que correr de más. No hay que sumar 100 kilómetros si uno es un aficionado que va a correr un medio maratón. No hay que sobreentrenarse porque eso termina en lesiones o en cansancio mental y físico.
Porque para entrenar la resistencia se necesita no sólo fortaleza física, sino también fortaleza de carácter mental. Ambas cosas van unidas y se empujan mutuamente hacia adelante. Por eso hay que tener pensamientos específicos para trabajar la resistencia mental.
Valorar cada vez que completamos un trabajo de muchos kilómetros, recordar lo difícil que parecía al comenzar y lo satisfactorio que es haberlo completado. Una vez que el cuerpo sabe que puede correr una cierta cantidad de kilómetros, ya va a ser mucho más sencillo repetirlo una y otra vez y eso hay que incorporarlo también en la cabeza. Pero lo más importante es la paciencia, se avanza poco a poco hasta lograr el “aguante” ideal.
Y la pregunta final es, ¿a qué ritmo debería correr las distancias más largas? Los fondos, lo más parecido a la distancia de las carreras, deben correrse más lento que estas. Al menos cincuenta segundos más lentos que el ritmo de la carrera, ajustado a cada competencia y corredor.
No se hacen trabajos de resistencia a ritmo de competencia. Si hablamos de fondos, hay que ir a un ritmo en el que uno pueda respirar de forma relajada. Un parámetro claro es el siguiente: se tiene que poder hablar. Si uno corre con otra persona un fondo de más de 10 kilómetros, por ejemplo, el poder estar hablando mientras se corre, indica que estamos yendo al ritmo adecuado para entrenar la fortaleza física y mental y no tanto la velocidad.
No sentir nunca que uno va ahogado con el trabajo. La resistencia es el mejor ejemplo de que hasta el camino más largo empieza con un paso. Miren para atrás luego de un tiempo de entrenarla y verán todo lo que han progresado.
*Santiago García es maratonista, autor de los libros “Correr para vivir, vivir para correr” y “Volver a correr”. Completó la Six World Marathon Majors dos veces. En Instagram: @sangarciacorre.
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