Es cierto que las góndolas de vinos pueden ser abrumadoras, pero es una ventaja enorme tener muchos vinos al alcance de la mano a la hora de elegir. Y como lo que abunda no daña, la cuestión debe pasar por otro lado. Hay muchas variables que influyen al momento de seleccionar una botella: precio, recomendación, packaging, tipo, etc. Y sin dudas una de las batallas más frecuentes en ese ámbito es la que enfrenta a los varietales vs. blends.
Porque la elección de los vinos depende de muchas variables, pero sobre todo de la ocasión de consumo y de las ganas de conocer. Por eso hay veces que ganan las cepas, ya que los varietales suelen ser más directos en sus mensajes. Pero muchas otras la elección recae sobre los blends.
Los primeros son elaborados a partir de un solo cepaje (Malbec, Merlot o Chardonnay, por ejemplo), mientras que los otros son vinos concebidos a partir de la combinación de dos o más. Al parecer esta pulseada tiene como claro ganador a los blends; pero no por ser los más vendidos. Porque la ley habilita a poner varietal en una etiqueta con al menos el 85%. Es decir que el resto puede ser de otras variedades.
Lo que implica que el consumidor viene tomando muchos blends con nombres de varietales. Por otra parte, las estadísticas favorecen (por ahora) a los varietales, pero son los mismos enólogos los que se encargan de decir que ellos crean más y mejor cuando los dejan mezclar. Porque así logran aportar a un varietal todo lo que le falta, y aseguran que el resultado suele ser mejor que la suma de las partes.
Cabe destacar que, durante muchos años, los vinos más prestigiosos de las bodegas, eran concebidos como blends, generalmente a imagen y semejanza de los tintos bordeleses, con base en Cabernet Sauvignon. Pero en los 90′ llegó la moda de los varietales y con ella el auge del Malbec, la cepa estrella de Argentina. Sin embargo, el gran impacto del varietalismo, apoyado en la mayor facilidad de recordar el nombre de una uva que el de una región; gran hallazgo del Nuevo Mundo; poco a poco se fue diluyendo, y hoy el consumidor vuelve a ver en los blends muchas veces opciones más interesantes.
Quizás, porque no solo se combinan diferentes cepajes, sino que la última tendencia es mezclar la misma uva, pero de distintos terruños, y dar vida a un varietal blendeado. Ya pasó la moda de los bi o tri varietales, y lo que se viene firme son los Malbec blends. Esto no quiere decir que sea el caso de los varietales, ya que su respuesta llega de la mano de los single vineyards (vinos elaborados con uvas de un solo viñedo) y los vinos de parcela; hoy la máxima expresión de un viñedo.
Pero el futuro próximo local parece ser de los blends, vinos basados en el cepaje emblema acompañado con una o más variedades con el objetivo de potenciar sus cualidades y seguir aportando a su posicionamiento. Los blends permiten a los enólogos demostrar una habilidad que va más allá del viñedo, el lugar donde nacen los vinos. Y es el arte de combinar.
Para ello deben apelar a su memoria sensitiva y capacidad de imaginarse cómo un vino puede evolucionar en el tiempo. Así, teniendo en claro el concepto y objetivo de cada vino, buscar la mejor combinación posible, de uvas y de lugares. Porque cada al microvinificar logran captar bien el carácter de lugar, con sabores y texturas diferentes, y decidir cada componente en función de cómo puede complementar al blend.
Por eso algunas aportan frescura, otras, nervio, otras, estructura y otras, medio de boca o profundidad. Por lo general se elaboran los componentes por separado y, en algún momento de la crianza, se realiza el corte definitivo, el cual sigue amalgamándose hasta que pasa a la botella.
Pero también están los field blends, con vinos que nacen mezclados en el viñedo porque así está plantado y se elaboran todas las variedades juntas como si fuesen una sola. También están las co-fermentaciones, dos o más uvas que se cosechan por separado, generalmente de distintos lugares, y fermentan juntas.
Es decir que acá el blend ya está concebido al término de la fermentación, y no hay chances de “redondearlo”, aunque se podría hacer. Pero justamente, la diferencia con un blend es esa, jugársela por dos o más variedades que fermentan juntas. En definitiva, no es una competencia sino una muestra más de la gran diversidad que ofrece el vino.
1- Punta de Flechas Blend 2019
Bodega Flechas de los Andes, Vista Flores, Valle de Uco $4600
En este blend (Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Petit Verdot) joven de la casa, Pablo Richardi también logra transmitir el carácter del lugar, con buena fruta y especias frescas. De paladar maduro y trago mordiente, con dejos leve ahumados aportados por la crianza, y trago consistente con el estilo de la casa, y dejos de madurez que lo hacen más profundo. Beber entre 2023 y 2025. Puntos: 90,5
2- Luigi Bosca De Sangre White Blend 2021
Bodega Luigi Bosca, Valle de Uco, Mendoza $5500
Pablo Cúneo, enólogo de la casa, quería lograr un blanco distinto, original y con personalidad. Se trata de un blend de Chardonnay, Semillon y Sauvignon Blanc, provenientes de viñedos propios en Gualtallary y Tupungato. De aromas equilibrados y paladar fresco, más vivaz que su edición anterior. Voluptuoso, con buen carácter y cuerpo consistente, bien apoyado en las frutas blancas y dejos herbales. Ideal para acompañar platos sofisticados. Beber entre 2023 y 2025. Puntos: 91
3- Proyecto Las Compuertas Cinco Suelos 2021
Durigutti, Las Compuertas, Luján de Cuyo $7300
Héctor Durigutti, junto a su hermano Pablo, refleja en este Malbec Blend la gran diversidad de suelos que tienen en su finca de Las Compuertas, y con cada componente logran este gran exponente. De aromas equilibrados y texturas mordientes finas y consistentes. Paladar fresco y amplio, con tonos de frutas rojas y negras, una nota especiada y algo de infusiones que aporta complejidad al final de boca. Con buen potencial. Beber entre 2023 y 2028. Puntos: 92,5
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