Entre el lenguaje y la música: cómo los estímulos externos influyen en la salud mental y en la longevidad

Leer y escuchar música son dos actividades que las personas eligen con frecuencia a la hora de relajarse y desconectar de las obligaciones cotidianas. ¿Cuál es la explicación de estas elecciones? ¿Por qué acudimos a un libro o a una canción en busca de distracción? Estas preguntas, bajo la óptica de los especialistas consultados por Infobae, tienen una respuesta en común: la salud mental. Es que el lenguaje y los sonidos, vistos como estímulos externos, generan repercusiones a nivel cerebral que vale la pena repasar.

“La lectura y la música nos acompañan a lo largo de la vida y podemos obtener de ellas beneficios significativos porque, entre otras cosas, aumentan la resiliencia mental, lo que puede ayudar a las personas a enfrentar mejor aquellos momentos estresantes y desafiantes que tienen por delante”, introdujo el psicólogo Alexis Alderete (MP 85367), especialista en trastornos de ansiedad y entrenamiento en habilidades.

“Leer mejora la capacidad cognitiva -siguió Alderete-, reduce el estrés, aumenta la empatía, mejora la creatividad y ayuda a tener confianza; mientras que la música permite conectar con las emociones, disminuir la ansiedad, mejorar el estado de ánimo, fomentar conexiones con otras personas y fortalecer la memoria y el aprendizaje”.

En tanto, la musicoterapeuta Gisell Martínez (MN 798) aportó un enfoque que va de la mano con la salud mental: la longevidad, toda vez que resulta fundamental mantener la actividad cerebral con el paso de los años. “La música estimula los dos hemisferios cerebrales -el izquierdo y el derecho- en simultaneo, lo cual permite que el flujo de información entre ellos sea mayor y sean estimuladas todas las áreas del cerebro. Además, mejora la calidad de vida y el bienestar subjetivo de los adultos mayores, porque estimula la memoria y la atención”, dijo la experta.

En ese marco, recientemente, un estudio científico realizado por expertos del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston, Estados Unidos, describió qué sucede en el cerebro cuando una persona lee.

“Leer una oración implica integrar los significados de palabras individuales para inferir significados más complejos y de orden superior. Se sabe que este comportamiento humano, altamente rápido y complejo, involucra en el cerebro a la circunvolución frontal inferior (IFG) y a la circunvolución temporal media (MTG), en el hemisferio dominante del lenguaje. Estos dos mecanismos neuronales nos permiten leer con fluidez”, plantearon en el trabajo, que fue publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS, por sus siglas en inglés).

Oscar Woolnough, uno de los autores del trabajo, indicó: “Este estudio nos ayuda a comprender mejor cómo los centros distribuidos en la red de lenguaje del cerebro funcionan juntos e interactúan para permitirnos comprender oraciones complejas. El cerebro está notablemente interconectado, y para que entendamos el lenguaje se requiere una secuencia precisa de procesos rápidos y dinámicos que ocurran en múltiples sitios”.

Estas conclusiones fueron posibles luego de realizar grabaciones de los cerebros de pacientes por medio de electrodos que fueron colocados quirúrgicamente. De este modo, los expertos lograron analizar la actividad neuronal mientras las personas leían.

Para comprender y contextualizar las implicancias de este estudio, Infobae conversó con Germán Picciochi (MN 161114), médico especializado en psiquiatría, neuropsiquiatría y neurología cognitiva. “Los humanos llevamos el lenguaje simbólico a su mayor expresión dentro de la línea evolutiva. Así fue como desarrollamos la gramática. Esto es posible gracias a que podemos transformar estímulos lumínicos, auditivos o táctiles, en símbolos como letras o fonemas, que luego construyen palabras. Estas palabras, al adquirir significado en nuestro cerebro, se constituyen en conceptos”, analizó el experto.

Y sumó: “La cantidad de conceptos (palabras) que posea una persona, va a determinar al menos dos cuestiones trascendentales: la complejidad de las ideas y pensamientos que pueda construir y el nivel de reserva cognitiva. Esto último hace referencia a la capacidad cerebral para compensar los efectos de la degeneración neuronal y mantener la función cognitiva. Varios estudios han demostrado que las personas que tienen una mayor reserva cognitiva pueden tener una mejor capacidad para compensar los efectos de la enfermedad de Alzheimer, incluso cuando ha llegado hasta una etapa avanzada”.

Para Picciochi, la lectura tiene múltiples beneficios para la salud mental. Entre ellos, “generar estimulación cognitiva; incorporar palabras al vocabulario y conocimiento; además, puede suponer una actividad de placer para quienes la disfrutan”.

En similar sentido, otra investigación científica realizada días atrás por especialistas de la Universidad de Ginebra, en Suiza, postuló que la “educación musical -práctica de un instrumento y escucha de canciones- puede contrarrestar el deterioro cognitivo y la demencia, además de promover la preservación del cerebro en la edad adulta”.

“Realizamos neuroimágenes que revelaron un aumento en la materia gris en cuatro regiones del cerebro involucradas en el funcionamiento cognitivo de alto nivel, incluidas las áreas del cerebelo involucradas en la memoria de trabajo. En este punto, el rendimiento aumentó en un 6%, y este resultado se correlacionó directamente con la plasticidad del cerebro”, amplió Clara James, una de las expertas a cargo del estudio.

La memoria de trabajo fue definida por estos especialistas como un proceso en el que se retiene y manipula información para lograr un objetivo, como por ejemplo recordar un número de teléfono el tiempo suficiente para escribirlo o traducir una oración de un idioma extranjero. En ese tono, la plasticidad cerebral tiene que ver con la capacidad neurológica para adaptarse a nuevas situaciones y aprendizajes.

Bajo estos preceptos, el estudio halló que escuchar o practicar música previene el deterioro de la memoria de trabajo y promueve la plasticidad cerebral. Para llegar a estos resultados, los investigadores convocaron a más de 100 jubilados que nunca antes habían practicado música para que tomaran clases mientras se tomaban imágenes en laboratorio de su actividad cerebral.

Sobre este punto, la ya mencionada Gisell Martinez le relató a Infobae cómo se trabaja en la musicoterapia para promover la salud mental: “El deterioro cognitivo en personas mayores puede ser alterado estimulando la memoria y la atención de los pacientes. Por ejemplo, trabajando en las estaciones del año con canciones los ayudamos a estimular la memoria y a evocar una del año. Si queremos enfocarnos en la primavera lo hacemos con canciones que hablen de flores o plantas, y esto funciona como estimulador de todas las áreas cognitivas que ayudan al paciente a estar despierto y a poner en ejercicio la neurocognición”.

“Esto nos enriquece como profesionales -valoró Martínez- y nos permite sumar en la calidad de vida de nuestros pacientes, nutrir su salud mental desde experiencias musicales. Entiendo que estas experiencias musicales dentro del contexto terapéutico propician un lugar, un espacio para la expresión, para las distintas maneras de comunicación, y funcionan como un puente para el bienestar y la calidad de vida. Respecto a los problemas de la salud mental como la depresión, trastornos de hiperactividad, ansiedad o psicosis, es importante encontrar un punto en el que el paciente se pueda expresar con las mayores herramientas posibles para poder sanar”.

Por su parte, desde el área del psicoanálisis, Alderete aportó: “La música es una de las formas más antiguas de expresión humana y puede tener un gran impacto en nuestra salud mental. Desde la música clásica hasta el pop y el rock, nos permite experimentar una amplia gama de emociones y estados de ánimo. Además, puede ser una forma de conectar con los demás y de reducir el estrés y la ansiedad. Escuchar una canción relajante puede disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumentar los niveles de serotonina, un neurotransmisor que promueve la sensación de bienestar”.

En segundo término, el psicólogo valoró que la música “puede estimular ciertas áreas del cerebro, lo que puede ayudar a mejorar la capacidad de retener y procesar información, ya que la repetición constante de la letra de las canciones en solitario fortalecerá el aprendizaje y la memoria”.

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