La pandemia, la incertidumbre económica y los distintos desafíos personales y laborales con los que nos enfrentamos cotidianamente, contribuyen a que se presente un aumento de preocupación y estrés en la población general. La experiencia de preocuparnos y sentirnos ansiosos por momentos, puede ser común. Sin embargo, aquellas preocupaciones excesivas y continuas pueden ser un signo de una problemática de Salud Mental.
La preocupación es un estilo de pensamiento asociado a diversos trastornos mentales, dentro de los cuales se destaca el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), uno de los cuadros de ansiedad más frecuentes en Salud Mental. Algunos de los síntomas principales son las preocupaciones excesivas y desproporcionadas sobre diferentes aspectos de la vida: el trabajo, las relaciones interpersonales o la salud propia o de un familiar.
En el TAG el ejemplo está en la preocupación como un problema en sí mismo. La licenciada María Fernanda Echeverría, psicóloga y miembro del Departamento de Psicoterapia Cognitiva de INECO, afirma: “Preocuparse es un recurso que, si no está bien gestionado, lleva a las personas a padecer altos niveles de tensión y estrés durante gran parte del día, inclusive en situaciones que debieran ser de disfrute o recreación”.
Asimismo, la profesional explica que el Trastorno de Ansiedad Generalizada no sólo tiene consecuencias en la salud psíquica de las personas, sino que también afecta la salud física, generando fatiga, dolores musculares, trastornos del sueño, temblores, agitación y nerviosismo, entre otros.
Desde lo psicológico, aparecen diversos síntomas tales como la dificultad en la concentración, la irritabilidad, la anticipación a los peores resultados de una situación, la percepción de acontecimientos y situaciones como amenazantes (aunque no lo sean) y la dificultad para lidiar con situaciones de incertidumbre y para la toma de decisiones.
En ese sentido, la licenciada Echeverría presenta una serie de ejercicios y técnicas que pueden ayudar a gestionar la preocupación de una forma más adaptativa, mejorando así la calidad de vida y la salud mental. Si intentamos gestionar los niveles de ansiedad, podremos liberar carga mental para llevar a cabo otras actividades más productivas y disminuir el grado de malestar.
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