Controlar el consumo de sal es un hábito muy importante para nuestra salud. La sal que usamos en las comidas de cada día se denomina químicamente cloruro de sodio. Está compuesta por dos átomos, cloro y sodio.
Para que usted sepa, en un salero en general el 40% del contenido es sodio, casi la mitad. Y este mineral provoca un aumento de la presión arterial y condiciona distintas enfermedades o eventos cardiovasculares como el infarto, las arritmias, los accidentes cerebrovasculares (ACV). Entonces, debemos consumir la menor cantidad de sal posible.
“Pero doctor, yo no le agrego sal a nada”, me dicen muchos pacientes. Cuando hurgamos un poco más en los hábitos de alimentación vemos que esto no es tan así. Por ejemplo, muchas personas le ponen sal gruesa a las preparaciones durante la cocción, sea pasta, carne o pescado. Quizás no se siente mucho luego, pero la sal ahí está.
La sal oculta
Se trata de la sal que está escondida en los alimentos industriales y que usted consume sin darse cuenta, pero que al final del día puede representar varios gramos de sodio añadidos a su dieta.
¿Dónde está escondida? En todos los panificados, como los panes, dulces o salados. También en todos los productos empaquetados de galletitas a legumbres en lata. Si se acerca a la góndola del supermercado verá que todos los alimentos envasados contienen sal, ya que se utiliza como conservante.
Los quesos tienen sal, los embutidos tienen sal, los enlatados, todas las latas tienen conservantes. Sólo puede asegurarse que no contengan sodio extra si tiene explícitamente una leyenda “sin sal”.
Y la lista de productos es muy extensa: los aderezos, los caldos y las sopas, las comidas listas para calentar, y obviamente, más aún los alimentos ultraprocesados como snacks, papa fritas y demás. Entonces, de todos estos productos hay que disminuir el consumo sobre todo si usted tiene hipertensión arterial o problemas cardíacos, renales o hepáticos.
“Pero doctor, yo sólo consumo sal marina”, me dicen los pacientes. Pero deben saber que la sal marina es cloruro de sodio, igual que cualquier otra. Quizás incluya otros minerales que son positivos, pero es la misma concentración de sodio. Lo mismo ocurre con la sal del Himalaya, o la kosher, es lo mismo.
Sí existen sales dietéticas que son reducidas en sodio porque se mezclan con sales de otro tipo, como las de cloruro de potasio. O incluso, hay sales que son solamente de cloruro de potasio y no tienen sodio.
Menos sal para reducir el riesgo cardiovascular
En septiembre de 2021, un estudio de The New England Journal of Medicine, aseguró que cambiar el consumo de sal diario con un sustituto de menor contenido de sodio y con potasio añadido podría reducir el riesgo de accidente cerebrovascular, infarto y muerte por enfermedad cardiovascular.
Se trató de un estudio de intervención en el que se suministró a los participantes el sustituto de sal para su consumo diario, al menos 20 gramos por persona/día. Los demás participantes continuaron con su consumo habitual de cloruro de sodio. La edad media de los participantes fue de 65,4 años, el 49,5% eran mujeres, el 72,6% tenía antecedentes de accidente cerebrovascular y el 88,4% antecedentes de hipertensión.
Para el grupo que usó el sustituto de la sal, el riesgo de accidente cerebrovascular se redujo en un 14%, los eventos cardiovasculares totales (accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos combinados) en un 13% y de muerte prematura en un 12%.
*El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.
*Producción: Dolores Ferrer Novotný. Realización: Samuel Cejas. Edición: Rosario Benítez Chiarelli
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