El café existe desde hace más de once siglos y es la segunda bebida más consumida en el mundo, después del agua. Cada año se toman más de 960 mil millones de tazas a nivel mundial, lo que equivale a 23.000 tazas por segundo.
En la Argentina, su consumo viene creciendo año a año y, actualmente, se calcula un promedio anual de 208 tazas por habitante. La variedad más consumida en el país es el café instantáneo, para la cual el ritual del batido es muy importante, ya que el 85% de los consumidores eligen este método. A su vez, el 50% de los argentinos elige cortarlo con leche y un 90% lo endulza.
Los jóvenes que crecieron a la par de la aparición masiva de los coffee shops, buscan tomarlo personalizado y, preferentemente, eligen consumir cafés fríos e instantáneos. Por otro lado, los mayores de 35 años eligen el formato de cápsulas, ya que valoran la variedad y el hecho de poder replicar la experiencia de la cafetería en su casa.
Otra subcategoría de consumidor, más permeable a las tendencias, busca continuamente nuevos sabores y no duda en pagar un poco más para acceder a un producto diferencial. Por último, están los coffee lovers, quienes sitúan a la bebida como una parte muy importante de su vida y tienen conocimientos que les permiten reconocer y valorar aromas y sabores.
Una revolución
En los últimos tres años el café está viviendo una evolución que no para de crecer. A raíz de la pandemia de coronavirus originada en 2020, los consumidores buscan consumir en sus hogares el mismo café de especialidad que pueden encontrar puertas afuera.
Son los jóvenes quienes impulsan este rejuvenecimiento de la industria, llevando la taza de café a otro nivel: incorporando ingredientes como leche espumada, caramelo, chocolate, dulce de leche, o bien graduando la temperatura, e incluso llegando a incursionar en el arte latte.
Considerando la importancia del consumo de café en los hogares del país, como un ritual cada vez más arraigado y en constante crecimiento, la industria busca estar atenta a las necesidades y gustos de sus consumidores, apostando a nuevos negocios.
“Los productos de nuestra línea de café acompañan a los argentinos desde hace muchos años y, es por eso, que continuamente se busca expandir el conocimiento y expertise a nuevos segmentos para impulsar el desarrollo de la categoría y seguir creando futuro”, explica Sol Fernández Ballart, directora de Café de NESTLÉ.
La sostenibilidad como tendencia
Las tendencias en el sector del café con relación al producto y su servicio vienen marcadas por la sostenibilidad, la calidad y la conveniencia. Así se refleja en el informe bienal Fairtrade Consumer Insights, realizado por GlobeScan, donde más de la mitad de los encuestados aseguraron que durante el último año cambiaron sus opciones de compra a favor de empresas con sensibilidad manifiesta en torno a cuestiones relacionadas con la sostenibilidad económica, social o ambiental.
De acuerdo al informe de Globe Scan, los consumidores ven cada vez más en sus compras diarias, una forma importante de contribuir a la sostenibilidad global. Los consumidores que se inclinan por productos éticos y sostenibles son especialmente sensibles a estos temas y premian con su confianza a las empresas que dan respuesta a sus inquietudes en estos ámbitos.
Y así como los consumidores modifican sus gustos y tienen nuevas exigencias en todos los aspectos del producto, también las empresas evolucionan para adaptarse a esta cultura sustentable, llevando adelante acciones que aporten valor a la comunidad.
Así surge por ejemplo “Con respeto hasta la taza”, una iniciativa de Nestlé que promueve el cultivo, la producción, el envasado y consumo con respeto, generando así un triple impacto: en los agricultores, en las comunidades y en el planeta.
“En Nestlé queremos que todos disfruten de una taza perfecta, con un café de origen responsable no solo en la actualidad, sino también a largo plazo. Tenemos el desafío de reinventarnos, de mejorar las prácticas y formas de trabajo con el objetivo de proteger el medio ambiente, para nosotros y generaciones futuras”, concluyó Ballart.
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