Dicen que hasta el camino más largo comienza con un paso. Pero cuando uno piensa en 333 Km, es decir un poco más de 200 millas, lo que hay que recorrer es un desafío que pone al límite el esfuerzo humano. Pero sí, aún en un caso como la carrera Tahoe 200 Endurance Race, se trata de un paso a la vez. ¿Pero cómo es posible? ¿Cómo se puede correr una carrera así y cuánto tiempo lleva?
Tomemos el caso de la atleta argentina Sofía Cantilo, una experta en esta clase de competencias y participante de una edición previa de Tahoe 200. Ella completó con un tiempo de 73 horas 37 minutos y 21 segundos. Logró el puesto 13 de la general y tercera en damas. La diferencia entre hombres y mujeres en este tipo de eventos es menor que en las carreras de calle. Pero antes de avanzar más, hablemos de los números para tener una idea acerca de la tarea titánica que los atletas tienen por delante.
Tahoe 200 Endurance Run se extiende por 205.5 millas. Esa es la distancia para recorrer por los atletas alrededor del lago Tahoe, en la frontera entre Nevada y California. En el año 2022, como excepción por los incendios forestales, se hizo un recorrido de ida y vuelta y no alrededor, lo que resulta particularmente espectacular, ya que la dirección en la que se corre cambia por completo la mirada del paisaje que se tiene.
Si hablamos de 333 kilómetros no se debe pensar que solo es la distancia, sino también la altimetría. 12.252 metros de desnivel acumulado y por supuesto la dificultad técnica de cada uno de esos kilómetros de subidas y bajadas. No es todo, también hay que pensar en que no se corre de día solamente, sino también de noche. Sumemos: distancia, altimetría, técnica, noche.
Como toda carrera, la Tahoe 200 Endurance Run, tiene un límite de tiempo y es de 100 horas, es decir cuatro días y cuatro horas.
Pero el corte no es en la llegada, sino a lo largo del recorrido. Hay cinco estaciones para dormir con asistencia completa, comida caliente, atención médica y acceso al equipo de cada corredor. También hay que sumarle 14 puestos más donde también hay comida y atención médica. En esos puntos si un corredor no llega en tiempo y forma, se queda afuera de la carrera y es inapelable.
Si la organización y los médicos le dicen basta a un atleta, este debe aceptarlo. La carrera es non-stop, es decir que una vez que se larga, esas cien horas arrancan y el reloj no se detiene. Cada competidor debe elegir cuánto y y en que puesto dormir, siempre calculando cumplir con los cortes de tiempo. En los puestos mencionados están las bolsas con cambios de ropa y elementos que cada participante haya decidido enviar previamente.
Esa distancia requiere cambios de indumentaria e incluso de calzado. La alimentación es muy compleja también. Cuando el estómago de un corredor rechaza el alimento, su carrera está terminada. Y puede pasar, por lo que muchos abandonos se deben a eso.
Los reglamentos en estos ultramaratones son muy específicos y exigentes. Todo es estricto. El equipo obligatorio se debe respetar y las reglas de comportamiento también. Ni hablar de cualquier amenaza al medio ambiente que pueda surgir del paso de los corredores. No se imaginen miles de corredores, no en 333 kilómetros, sino cientos: 139 corredores completaron la edición 2022 y 101 no lograron hacerlo.
o es como en una carrera de calle. En este tipo de desafíos, todo lo que se corre ya es una victoria, todo el camino es inolvidable. Abandonar no es raro, al contrario. Son competencias para pocos. Cada corredor tiene un equipo que lo acompaña. Estos asisten con la logística en los cinco puestos mencionados, más allá de lo que aporta la organización.
Entre los miembros de ese equipo puede haber un pacer, uno o varios. Pacer es quien corre delante de un atleta marcándole el ritmo. No está permitido tener “pacers” antes de la milla 50, luego sí, pero solo de a uno a la vez, con la indumentaria obligatoria y también con un dorsal que indique su condición de pacer.
Estos asistentes solo pueden correr a partir de los puestos de asistencia, no en cualquier lugar de la carrera. No todos usan pacers, pero tener uno ayuda mucho. Los atletas duermen poco y nada, no más de cuatro o cinco horas en el total de los cuatro días. Eso lleva a que muchas veces tengan alucinaciones y vean todo tipo de cosas. Las historias acerca de esto son memorables entre los ultramaratonistas.
Correr esta clase de competencias no se parece a nada. De hecho los organizadores no la plantean como tal y tienen razón. En la página aclaran que la carrera se llama Endurance Run y no Endurance Race.
Los corredores se enfrentan a la distancia, la altimetría, el clima y el agotamiento, pero entre ellos deben mantener un clima de camaradería. En una carrera de calle todos están protegidos por el entorno, pero en un ultramaratón cada corredor tiene la responsabilidad de cuidar a los demás corredores si estos lo precisan.
En el maratón de Nueva York cualquier percance puede ser resuelto por el entorno, en mitad de una montaña, durante la noche, los corredores se cuidan y jamás se abandonan frente a una necesidad. La vida puede depender de ello. Ese espíritu es el corazón del ultratrail y uno de sus mayores encantos, todos son parte de la misma comunidad.
Son pocos los corredores de este mundo capaces de lograr algo así, eso también los une para siempre.
*Santiago García es maratonista, autor del libro “Correr para vivir, vivir para correr” y “Volver a correr”. Completó la Six World Marathon Majors dos veces. En Instagram: @sangarciacorre.
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