A cualquier corredor le puede pasar. Una lesión puede llegar aunque no se cometan los errores que suelen provocarlas. Si la lesión es por hacer las cosas mal, se deberá tomar nota para no volver a realizar las acciones que nos llevaron a lastimar el cuerpo. Pero si la lesión es por algo fuera de nuestra responsabilidad, no hay nada que podamos hacer, excepto recuperarnos. Todos los corredores sabemos que no es fácil, todos pasan más o menos por las mismas conductas y pensamientos cuando aparece la lesión. Pero recuperarse es, en todos los casos, lo único realmente importante.
Cuando hablamos de una lesión no hablamos de una molestia leve producida por un hecho puntual y fácil de identificar. Una dobladura menor, un golpe, una molestia que al otro día no deja rastros. Aunque también deben tomarse en serio, son diferentes a lesiones complicadas y serias que nos dejan parcial o totalmente parados.
Aunque no todas las lesiones de un corredor son en las piernas y la cadera, la inmensa mayoría está allí. Una fractura, un desgarro, una contractura fuerte, dolores que se pueden volver crónicos y problemas que deben ser atendidos con rapidez y seriedad.
Hace 15 años si alguien que corría le consultaba a un médico no experto en el tema este le contestaba que dejara de correr como respuesta a todo. Hoy, por suerte, los médicos y los runners tienen una relación más positiva, posiblemente porque hay más médicos runners, porque hay más corredores en general y porque se ve el deporte desde una mirada más completa.
Siempre la consulta médica es el camino inicial y principal para enfrentarse a una lesión. Hay dos posibilidades frente a las diferentes lesiones según la evaluación del médico: parar del todo o reducir y variar el entrenamiento.
Los corredores con experiencia, como todo deportista, suelen tener un umbral de tolerancia al dolor mayor que los que recién se inician. Esto se debe, en parte, a que reconocen las molestias pasajeras de aquellas que deben ser atendidas. Cualquier señal de un dolor inusual requiere una consulta médica.
Mejor perder un día de entrenamiento que empeorar una lesión incipiente. Pero seamos honestos, los corredores solemos forzar los límites y la tendencia a ser irresponsables es más frecuente de lo que queremos reconocer. Una consulta a tiempo nos ahorrará muchos dolores de cabeza.
Una vez realizado el diagnóstico, si la lesión existe, empieza el tal vez largo proceso de recuperación. Lo primero que hay que saber: no apurar esa recuperación. Una semana menos en el proceso para recuperarse puede traer meses de molestias. Una buena recuperación en un corredor aficionado puede significar nunca más tener que lidiar con esa lesión. Ser honestos con nosotros mismos y el médico que nos atiende.
Elegir un médico que entienda lo que significa el deporte en general y para un corredor en particular.
La paciencia es todo. Como también lo es el sentido común. Lo que descubre un corredor que sale de una lesión es comenzar la sesión de entrenamiento con prudencia. Moverse suavemente, hacer una entrada en calor, realizar movimientos articulares, realizar un estiramiento tenue antes de entrenar.
¿Cuántos corredores se olvidan de estos pasos cuando no están lesionados? Una lesión nos hace pensar mejor en aquello que pudimos hacer mal. Al terminar de entrenar una elongación en serio, hidratación adecuada, no realizar movimientos raros o poco habituales. Si en esas semanas fuimos al gimnasio o hicimos ejercicios para fortalecer los músculos, no abandonar esos trabajos cuando estemos bien. Si algo hicimos mal y esto nos lesionó, debemos evitar cometer el mismo error.
El regreso debe ser gradual. Si corríamos 12 km por día y ahora al volver al kilómetro 6 nos aparecen molestias, entonces quedarnos con esa distancia e ir sumando poco a poco. Si antes de empezar a correr los movimientos articulares producen dolor, entonces no estamos listos.
Caminar es una buena pista para saber cómo estamos. Trote y caminata para evaluar nuestro estado. Y el médico que nos guía, junto con el entrenador, para ver nuestra evolución. A veces hay que parar por completo, pero hoy la postura con respecto a eso ha cambiado. Parar por completo nos quita el estado físico general y eso es malo para el cuerpo, la mente y, muchas veces, para la recuperación. Entrenamiento cruzado para mantenerse es una posibilidad. No quedarse quieto. Siempre depende de la gravedad de la lesión, por supuesto. Pero recordemos que incluso una gripe puede pararnos unos días y el regreso debe ser prudente.
Si la lesión tuvo que ver con la pisada, el tipo de calzado, la postura, entonces la recuperación debe incluir una evaluación de todas esas cosas. No hay absolutamente nada bueno con lesionarse, pero esta pésima noticia puede ser el comienzo de una toma de conciencia que nos permita aprender. A veces un corredor hace todo bien pero descuida detalles como el calzado o la necesidad de usar plantillas. Si una lesión nos vuelve más astutos, entonces que nos dure esa inteligencia para evitar en el futuro tropezar con la misma piedra.
Un corredor aficionado quiere correr para siempre. Por eso es tan importante entender que las lesiones deben respetarse y que una buena recuperación es la manera de poder correr a pleno nuevamente. Para lograrlo, se necesita paciencia, sentido común y la misma tenacidad y fuerza que los corredores usamos para entrenar. Ser sinceros con lo que sentimos y no engañarnos. Al final de cuentas todo se relaciona con lo mismo, aquello que más amamos hacer: correr.
*Santiago García es maratonista, autor del libro “Correr para vivir, vivir para correr” y “Volver a correr”. Completó la Six World Marathon Majors dos veces. En Instagram: @sangarciacorre.
SEGUIR LEYENDO: