Por qué el 2021 fue un gran año para el vino argentino

Termina un año de saldo muy positivo tanto para la industria como para los consumidores. Récord en exportaciones y recupero del consumo interno. Momento de brindar por lo que pasó y de analizar lo que vendrá

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El vino argentino es diverso
El vino argentino es diverso y lo va a seguir siendo por mucho tiempo, siempre con el Malbec como abanderado

Como todos los años, a esta altura Infobae hace un balance para entender lo que pasó en el escenario del vino argentino y, en base a ello, sacar conclusiones para entender los vinos que van a llegar en 2022. Algunos blancos y tintos jóvenes, y la mayoría de los rosados todavía no están elaborados, porque serán de la cosecha que viene. Pero todos los demás ya están esperando su mejor momento, en barricas o en foudres de roble, en tanques de acero o vasijas de cemento, o ya estibados en botellas.

El 2020, recordemos, será inolvidable para la industria vitivinícola, los consumidores y los amantes del vino por todo lo que significaron la pandemia y la cuarentena. Sin viajes ni eventos de degustación, pero con bastantes eventos virtuales que sirvieron para seguir adelante con la gran evolución que vive el vino argentino desde que comenzó el milenio.

Hace un año los rosados impactaban con novedades que llamaban la atención tanto por fuera (botellas de diversos formatos) como por dentro (calidad). Las burbujas nacionales mantenían su evolución a partir de mejores uvas, con cada vez más exponentes que sobresalían. Los blancos reflejando como nunca antes como se expandían las fronteras vitícolas argentinas, con grandes exponentes desde Salta hasta Chubut, pasando por viñedos con influencia marítima; algo impensado pocos años atrás. Y los tintos no se habían quedado atrás, como siempre siendo mayoría por cantidad de variedades y de botellas producidas a lo largo y ancho del país.

El vino argentino es diverso y lo va a seguir siendo por mucho tiempo, siempre con el Malbec como abanderado. Pero como es el producto de la tierra con mayor valor agregado, cada año suma nuevos capítulos a su gran desarrollo.

Por eso, 2021 será muy recordado por los grandes pasos que se dieron en materia vitivinícola, claro está, teniendo en cuenta todo lo hecho hasta hoy. Pero los pequeños logros se van acumulando, los aprendizajes se profundizan, los lugares se encuentran y se estudian, y los vinos confirman que ese es el camino, el de la calidad y el de consolidar la diversidad de variedades y estilos que permiten naturalmente los terruños argentinos. 2021 fue un gran año para el vino con un saldo muy positivo, a pesar de la problemática del faltante de botellas y las cuestiones económicas.

Y si bien esto le pone la vara muy alta al 2022, permite creer que todos los vinos seguirán mejorando.

Cuáles son los aspectos más destacados del año

Es difícil generalizar, sobre todo con una industria tan atomizada donde juegan seriamente pequeños y grandes productores de uva, vinos de autor y vinos consagrados de bodegas centenarias. Sin embargo, las mejoras en los vinos son compartidas y así la industria se beneficia de cada paso logrado, reflejándose de distintas maneras en todos los segmentos de precio.

Los blancos siguen recuperando terreno,
Los blancos siguen recuperando terreno, ya no solo con diversidad de cepas que encontraron su lugar sino con los white blends

El Malbec siempre es noticia en la Argentina, y por suerte también cada vez más en el mundo. Hoy, un estudio científico lo coloca a la altura de los Grand Cru Classé franceses, abriéndole las puertas de la elite mundial vínica a los mejores exponentes nacionales. Los espumosos argentinos, por más que no ostenten un nombre propio, ya nada tienen que envidiarle a los Champagne. El Pinot Noir patagónico se consolida, y ya no solo de la mano de exponentes de bodegas regionales sino de bodegas mendocinas que apuestan por ese terruño para destacarse con sus Pinot Noir, confirmando que Patagonia es su mejor terruño. Y San Juan está de vuelta. Esta es una de las mejores noticias del año porque se trata del segundo productor de vinos. No es que se había ido, pero hoy, con nuevos vinos que nacen en sus valles de altura (algunos extremos), vuelve a demostrar por qué siempre fue uno de los grandes protagonistas.

Estos cuatro aspectos sobresalen entre muchos otros, como por ejemplo que los blancos siguen recuperando terreno, ya no solo con diversidad de cepas que encontraron su lugar sino con los white blends. Otra “moda” que se sostiene son los tintos de verano, vinos más fluidos y refrescantes, con taninos finos pero mordientes, ideales para beber más refrescados. El Cabernet Franc sigue dando que hablar, pero el Cabernet Sauvignon se sumó a la conversación de los mejores vinos argentinos, algo que llevará tiempo, aunque ya se puede percibir en algunas botellas. Y por último las latas que se abren paso, más entre los jóvenes, permitiéndole al vino ser protagonista en momentos y lugares donde antes “no estaba invitado”.

La re-consolidación del Malbec

Porque ya no alcanzaba con
Porque ya no alcanzaba con solo decir que el mejor Malbec del mundo era el argentino, se siguió avanzando

Porque ya no alcanzaba con solo decir que el mejor Malbec del mundo era el argentino, se siguió avanzando. Sin dudas, sigue siendo la variedad que mejor expresa cada lugar y la interpretación de esos lugares por parte de los hacedores. Eso explica que siga siendo el mayor protagonista de las novedades, y el más diverso en cuánto a estilos se refiere. Permitiendo a los hacedores hilar cada vez más fino. Ellos suelen decir que el mejor vino será el próximo, aunque hay veces que la naturaleza (por el clima) no se los permita. Esto se debe a que el conocimiento acumulado, cosecha tras cosecha, posibilita tomar mejores decisiones tanto en viñedo como en bodega y así lograr un mejor vino que el anterior.

Pero para ser cada vez más sólido y consistente, el estudio y la ciencia se vuelve fundamental, aunque el arte siga siendo más importante, como sostiene Laura Catena.

“Es importante entender que los sabores frutales corresponden a lugares, y esa correlación está determinada por el clima y el suelo. Así, por ejemplo, las zonas frías darán lugar a la aparición de sabores a violetas en los Malbec porque el componente beta-ionona se ve favorecida por la baja temperatura. Como este componente existen millones, entonces no podemos hablar de fruta sin pisar el concepto de terruño. ¿Dónde se vuelve importante el terruño? cuando incorporamos la variable fundamental, el hombre. Mi humilde opinión al respecto es que no podemos ver al hombre como eje, pero si es real que la experiencia centenaria de cultivar y elaborar esas uvas en un determinado lugar permite entender este concepto. En definitiva, los vinos van tomando el paisaje según la experiencia que vamos adquiriendo al entender el funcionamiento de su ecosistema”, define Alejandro Vigil (Catena Zapata).

“Y esto quedó reflejado y comprobado científicamente en un estudio publicado a principios de 2021 en Scientific Reports. Un trabajo que demuestra científicamente la existencia del terroir en Argentina y que no todos los Malbec son iguales, como muchos creían”, dijo Vigil.

Roy Urvieta (33) es el responsable enológico del Catena Institute of Wine, y trabaja en la bodega desde hace quince años, cuando ingresó recién egresado del colegio secundario. Es uno de los autores principales junto al investigador Ariel Fontana del IBAM-CONICET del estudio titulado “Discriminación de terruño y cosecha de vinos Malbec basado en la composición fenólica en múltiples sitios en Mendoza”.

Esto implica que ya no es solo porque los winemakers dicen que el Malbec sigue siendo la cepa que mejor muestra los lugares, la más compleja y la más longeva, sino que la ciencia lo avala. Hoy existen al menos 200 Malbec Top que pueden jugar en las primeras ligas mundiales. Y si bien el precio no es tan alto como el de los grandes exponentes de Burdeos, Borgoña, Napa, Italia o España, no es por falta de calidad sino de un mercado local que lo pueda legitimar a los valores internacionales. Porque en vinos hay que ser profeta en su tierra, pero al mismo precio que en todo el mundo. La calidad del Malbec ya está muy bien encaminada, solo falta capacidad económica a los consumidores para ponerlo a la altura de los demás.

Otro hecho del año que
Otro hecho del año que consolida al Malbec fue el relanzamiento de la D.O.C.. La Denominación de Origen Controlada Luján de Cuyo, que existe desde 1989

Otro hecho del año que consolida al Malbec fue el relanzamiento de la D.O.C.. La Denominación de Origen Controlada Luján de Cuyo, que existe desde 1989 y tiene fuerza de ley nacional desde 1999, renovó sus autoridades, su reglamento y, por primera vez desde su origen, sumó a dos nuevas bodegas: Bressia y Mendel. De esta manera, la cantidad de bodegas que ahora forman la D.O.C. Luján de Cuyo son siete: Bressia, Chandon, Lagarde, Luigi Bosca, Mendel, Nieto Senetiner y Norton.

El Consejo Denominación de Origen Luján de Cuyo nació de la mano de viticultores y vinicultores de la región con el fin de proteger, promover y difundir el encepado tinto característico constituido mayoritariamente por la variedad Malbec. Uno de los principales impulsores de la iniciativa fue Alberto Arizu (padre), quien presidió el Consejo desde su creación hasta abril de este año, cuando se designaron nuevas autoridades. El nuevo consejo está conformado por Roberto de la Mota (presidente); Pablo Cúneo (secretario); Walter Bressia (tesorero); Roberto González (vocal titular); David Bonomi (revisor de cuentas titular); Sebastián Barboza (revisor de cuentas suplente) y Alberto Arizu (presidente honorario del consejo).

“Quienes crearon la D.O.C. Luján de Cuyo fueron realmente unos visionarios y adelantados en el tiempo. Es fundamental reconocer en quienes trabajaron y trabajan en esta Denominación de Origen con un interés supremo de preservar y poner en valor los viejos viñedos de Luján de Cuyo. El hecho de que exista una D.O.C. protege a los productores, ya que jerarquiza la zona en la que están sus cultivos; al patrimonio nacional, preservando y poniendo en valor viñas antiguas, y al consumidor, quien tiene garantizada la calidad e identidad del producto que adquiere”, explicó Roberto de la Mota, presidente del consejo.

Por último, cada vez son más los Malbec (sobretodo) argentinos que alcanzan los 100 puntos de la prensa internacional. Es decir, lo que hasta hace poco era ocasional se está volviendo costumbre, y eso es por la consolidación y las características distintivas que adquiere el Malbec en diferentes zonas. El Malbec argentino ha pasado por diversas etapas, pero siempre fue una uva que se destacó, como bien lo demostró la creación del la D.O.C. en su momento. Y si bien antes se decía; más por costumbre; que los vinos mejoraban con el tiempo en botella, y luego con la llegada del milenio aparecieron esos vinos con cuerpo y estructura que ganan suavidad con la estiba, el Malbec es una uva generosa que se disfruta mucho de joven. Pero ahora empiezan a aparecer algunos Malbec de lugar que realmente demuestran que estarán mejor en unos años, tal como sucede con los grandes exponentes del Viejo Mundo.

Ya no hay que envidiar a Champagne

El gran conocimiento logrado en
El gran conocimiento logrado en los últimos veinte años con el Chardonnay y el Pinot Noir, las dos cepas más utilizadas, también fue clave para los espumantes (Getty Images)

Hoy, es una de las categorías que más y mejor se ha desarrollado, alcanzando la más alta calidad de la historia a partir de uvas cultivadas a mayor altura que alcanzan niveles de acidez natural más marcados y definidos. El gran conocimiento logrado en los últimos veinte años con el Chardonnay y el Pinot Noir, las dos cepas más utilizadas, también fue clave. Como así también el mejor manejo de ambos métodos de producción, el Champenoise, de botella por botella, y el Charmat, elaborado en grandes tanques presurizados. Y si en Champagne las claves de su éxito global son historia, calidad y prestigio, eso es lo que algunos exponentes locales empiezan a mostrar. Es por eso que ya se puede asegurar que hay varios vinos espumosos nacionales que nada tienen que envidiar a los vinos más famosos del mundo.

Por lo tanto, se puede decir que la calidad está a la altura de Champagne, porque se utilizan las mismas cepas (Chardonnay y Pinot Noir), porque los métodos son los mismos dos (Charmat y Champenoise), porque existe una propia historia de producción y consumo de casi un siglo, y porque las uvas provienen de lugares cada vez más especiales, a mayor altura y con una mayor acidez natural.

Pero llegar hasta acá no fue tan fácil y llevó mucho tiempo. Luego de desafiar los propios límites y explorar nuevas tierras que mostraran el camino hacia la excelencia. La búsqueda de la más alta calidad llevó a conquistar nuevas zonas y alturas, con grandes extensiones de viñedos destinadas a elaborar vinos base a 1.200, 1.500 y 1.600 metros de altura sobre el nivel del mar. Sin dudas, la clave está en obtener uvas con una mayor concentración de acidez natural y equilibrio polifenólico. Llevando a cabo una viticultura a medida, con procesos de vinificación que buscan preservar siempre la frescura natural de la fruta. Un trabajo laborioso y artesanal, realizado por viticultores que cuidan sus viñedos a lo largo del año y recolectores que eligen las uvas a mano en cada cosecha.

Todo esto no solo impulsó la calidad, sino que además forjó un estilo propio. Hoy, con la calidad, el estilo y la diversidad como banderas, la Argentina propone una oferta sumamente interesante que permite, además, sentir orgullo al brindar, tal como los franceses con sus Champagne.

Pinot Noir, con P de Patagonia

En Río Negro existen viñedos
En Río Negro existen viñedos antiguos de Pinot Noir, porque siempre se entendió que el Alto Valle y el Valle Medio

Cada vez más bodegas mendocinas van a Patagonia a elaborarlo, como hacen con el Torrontés de Salta, al tiempo que las bodegas de la región la consolidan como su variedad emblema. La variedad que da origen al que sigue siendo el vino más caro del mundo (Domaine de la Romanée-Conti, de Borgoña, Francia) es la nueva insignia del vino patagónico, aunque ya existía una historia en la región.

Si bien se trata de una cepa desafiante para agrónomos y enólogos, cuando se logran los objetivos, da vinos equilibrados, vibrantes, elegantes y longevos. Y la prueba que su mejor terruño está en Patagonia radica en que ya son varias las bodegas mendocinas (Tinto Negro, Viña Cobos, Kaiken, etc.) que optan por cosechar uvas en esa zona para dar con sus varietales Pinot Noir, algo similar a lo que ocurre con el Torrontés de Salta desde hace varios años. Las razones tienen que ver con que la uva prefiere el frío y madurar lentamente para desarrollar todo su esplendor.

En Río Negro existen viñedos antiguos de Pinot Noir, porque siempre se entendió que el Alto Valle y el Valle Medio eran lugares aptos para el desarrollo de esta variedad, tanto para vinos tintos como para espumantes, fundamentalmente por el clima más fresco respecto de las demás regiones vitícolas del país. Esto fue lo que llevó a Neuquén, en solo veinte años, a ser hoy la provincia patagónica con mayor cantidad de superficie plantada con Pinot Noir. Y también lo que inspiró a los pocos productores de Chubut para elaborar sus flamantes tintos y rosados.

Aunque ya era considerada una de las cepas emblemáticas de la Patagonia, recién ahora hay una cantidad suficiente de etiquetas y en diversos segmentos cualitativos, que permite considerarla como una verdadera referencia. Porque si bien de las más de 2000 hectáreas plantadas en el país (algo así como el 1% de la superficie total de viñedos), el 70% están en Mendoza (la mayoría se usa para vinos base de espumosos), Patagonia emerge como el nuevo polo productivo enfocado en la sofisticada variedad tinta oriunda de la Borgoña. Con Neuquén que posee más de 250ha, Río Negro 130ha aproximadamente, Chubut con 33ha y La Pampa con 12ha, queda claro la importancia que tiene el cepaje en la zona. Y la nueva tendencia es que muchas bodegas mendocinas acudan a la región en busca de Pinot Noir para elaborar vinos tintos con carácter patagónico. Y esto va más allá de la coyuntura, porque confirma que el mejor terroir para dicha cepa se encuentra en las regiones vitivinícolas más australes del país. Y no solo es una cuestión de suelos, ya que hay suelos aptos para vides en muchas otras zonas del país.

El carácter del Pinot Noir en Patagonia está más relacionado al clima, sobre todo a las temperaturas medias más bajas durante el ciclo de madurez, porque esto ralentiza el desarrollo de las bayas, permitiendo completar la curva de polifenoles. Esto, en palabras más simples, significa que en un contexto más fresco la Pinot Noir se siente más cómoda, y que encontró una zona privilegiada, con importante amplitud térmica, sobre todo las últimas semanas de maduración, comparado con Mendoza. Y si bien su altura no supera los 300msnm, porque se encuentra lejos de la cordillera (300km), esto se contrarresta con la latitud, y con la cercanía al mar (400km). El clima es continental, permitiendo una maduración completa y escalonada, y esto ofrece diferentes tipos y momentos de cosecha. Pero en Patagonia también hace calor y hay insolación. Es por ello que se pone mucha atención el manejo de la canopia (parte verde de la planta) para proteger los racimos de los rayos UV. “Sin embargo, hay un factor diferencial que distingue a la Patagonia, incluso de cualquier región vitivinícola del mundo destacada por sus Pinot Noir; como Nueva Zelanda, Chile, Oregon y Washington Estate en Estados Unidos, más allá de la Borgoña en Francia; y es el viento. Porque se trata de una brisa constante y persistente que mantiene seco el microambiente, impidiendo el desarrollo de hongos y enfermedades de manera natural”, asegura Juliana Del Águila Eurnekian, de la Bodega Del Fin Del Mundo.

San Juan está de vuelta

Hoy, la segunda provincia productora
Hoy, la segunda provincia productora de la Argentina, San Juan, vuelve a estar a la altura de las circunstancias con sus flamantes vinos provenientes de valles extremos como Pedernal, Calingasta y La Ciénaga

Hoy, la segunda provincia productora de la Argentina vuelve a estar a la altura de las circunstancias con sus flamantes vinos provenientes de valles extremos como Pedernal, Calingasta y La Ciénaga. El Valle de Pedernal se ha consolidado como el terruño más prolífero en cuánto a novedades vínicas que salen del molde. Con el impulso de grandes bodegas como Finca Las Moras, Familia Millán y Pyros (Bodegas Salentein), pero también con vinos de pequeños productores como Graffigna-Yanzon, miembros de la familia pionera en la zona. En ese valle que supera los 1.300msnm hay diversos suelos que proponen una gran diversidad de vinos, tanto blancos como tintos. Y cada viñedo es único, pero lo que permite que eso llegue a las copas es el mayor conocimiento del lugar a partir del estudio, tanto del suelo como del clima. Y si bien todos los lugares no son igual de especiales para lograr grandes vinos, en el Valle de Pedernal está comprobado que hay muchos rincones muy aptos, y algunos hasta únicos en el mundo, que permiten un desarrollo distintivo de las uvas. Y eso ya está al alcance del consumidor en varias etiquetas.

Otro valle que cada vez suena más fuerte es Calingasta, y ya no solo porque los chicos de Cara Sur pudieron levantar su pequeña bodega para seguir poniendo en valor la zona y sus variedades tradicionales (muchas en parrales centenarios), sino también porque varios nombres importantes ya están mirando hacia el valle con cariño. Algunos ya elaboraron vinos (Demencial de Finca Las Moras), y otros están analizando el terreno (Aurelio Montes Sr. de Kaiken). Esto, no solo confirma el potencial de la zona, sino que confirma un principio de desarrollo. Por último, el valle más extremo de todos La Ciénaga, que llega hasta los 1500 metros. El trabajo de conquista del lugar respetando el paisaje, su flora y su fauna que están haciendo los de Bodega Xumek es destacable. Porque no solo es una reserva natural y un gran museo a cielo abierto con esculturas gigantescas, sino que empieza a ser la cuna de vinos expresivos que hablan de un lugar, y que permiten soñar con grandes vinos.

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