La Bodega Del Fin del Mundo es reconocida por lo que hizo para lograr incluir en el mapa vitivinícola nacional a la provincia de Neuquén, en sólo 20 años. Hoy, al mando de Juliana Del Águila Eurnekian, la bodega se consolida con sus vinos tintos y blancos, pero especialmente con sus vinos espumosos, elaborados por el método tradicional.
“Siempre el vino fue un punto de encuentro en mi familia, algo muy común en Armenia, donde gran parte de la vida cotidiana gira alrededor de la comida y de la cultura gastronómica, y el vino fue siempre parte de eso”, relata la joven bodeguera.
Hoy, de cara a las festividades de fin de año y saliendo de un año muy difícil para todos, los brindis se van a multiplicar. Es por ello que resulta interesante entender la oferta de vinos espumosos, sus estilos y características para poder elegir mejor, en base a los gustos y preferencias, pero también a las posibilidades de cada uno y a las ocasiones de consumo.
Contar todo sobre Patagonia y sus vinos es la gran misión de Juliana dentro de la bodega, y quiere llevar al mundo y demostrar que son vinos muy distintos y muy ricos. “Se que aún no se conocen tanto y que generan mucha curiosidad. Yo viajo todo el tiempo y hablo con clientes, sommeliers, cocineros y periodistas, y cuando les cuento lo que hago les despierta mucho interés, y eso está muy bueno. Significa que Argentina no se tiene que encasillar solo en Mendoza y el Malbec, y que hay un gran potencial con los vinos de Patagonia y otras variedades”, afirma.
Una de las claves para entender el por qué del crecimiento del vino espumoso patagónico en los últimos años es el Pinot Noir, la joyita de la región en la que Bodega Del Fin del Mundo se especializa, más allá de las condiciones ideales para el Chardonnay, la otra gran uva protagonista de los vinos espumosos.
“Estamos buscando ser más francos y mostrar mejor nuestro terruño, trabajando más en las sutilezas con el Pinot Noir como bandera, por su delicadeza y paladar sofisticado”, explica Juliana, y eso aplica también a la elaboración de los espumosos de la bodega, método tradicional. “Yo soy más sutil, quiero afinar los vinos, buscar más frescura, e ir a lo concreto de fruta. Quiero hacer vinos desde un lugar sincero, porque sé que cualquier persona puede llegar a valorar mucho eso”.
Sabe muy bien que todavía hay mucho camino por recorrer y muchos mercados por conquistar. Y a pesar que Patagonia atrae por las sensaciones que genera en el imaginario, aún sus vinos no son muy conocidos. Ella tiene la visión que el vino tiene que estar bueno en todos los niveles de precio, porque es para disfrutar.
Con el joven Ricardo Galante como enólogo principal de la bodega, la idea es forjar una identidad que represente a la familia Eurnekian, definiendo un nuevo estilo en cada una de las líneas de vinos, respetando sus atributos naturales.
Se puede decir que la bodega es relativamente nueva, ya que tiene solo 20 años, en un terruño totalmente nuevo y que fue evolucionando al mismo tiempo que los profesionales fueron conociendo el lugar. Y, si bien ya hay un recorrido, esto recién empieza.
Ahora viene la etapa de un mayor estudio del terruño, con análisis de suelos y realización de calicatas para determinar las mejores parcelas para cada variedad.
Pero más allá del invalorable aprendizaje, Ricardo prefiere una mayor frescura en los vinos, y para ello adelanta todos los puntos de cosecha. Al complicado Pinot Noir lo está trabajando de manera diferenciada, y ya se nota la intención de un vino más fresco y tenso, con un interesante carácter frutal.
Y si bien el carácter de lugar es el más difícil de imprimir en los vinos, él ya conoce bien lo que la región le puede dar, porque degusta uvas y vinos en todo momento de manera sistemática, y siente el carácter distintivo de cada parcela. Y esa precisión se va trasladando de a poco a los vinos de la bodega, incluso a los espumosos.
Cabe destacar que Bodegas Chandon, hace 60 años, primero eligió Patagonia como zona para establecerse en Argentina y elaborar por primera vez vinos espumosos fuera de la Champagne. Sin embargo, la falta de infraestructura los terminó inclinando por Agrelo en Mendoza.
Por otra parte, la gran adaptación de uvas como Pinot Noir y Chardonnay se debió en principio a las recomendaciones del INTA de Río Negro para producir variedades de ciclo más corto por el clima más fresco de la zona. Así irrumpió San Patricio del Chañar en Neuquén, con viñedos nuevos, con riego por goteo y modernas bodegas, y rápidamente se introdujo en el mapa vitícola nacional, con todo el potencial de una nueva zona, justo al lado de Vaca Muerta; uno de los yacimientos de petróleo y gas no convencional más importantes del mundo.
Es cierto que una de las palabras claves es “frescura” (dada por la acidez). Pero más allá de las condiciones climáticas naturales, depende mucho del momento de cosecha. Esto quiere decir que en la Patagonia también se hacen vinos maduros y concentrados como en las demás regiones. Neuquén entró por la puerta de la novedad al mundo enológico, y obviamente todos sus vinos son modernos, pero hace rato dejaron de ser un gran potencial para convertirse en una gran realidad.
Características de los espumosos patagónicos
El espumoso que se elabora en el país ha evolucionado notablemente; quizás más que ninguna otra categoría de vinos. Porque no hay tanta diversidad acá como con los vinos tintos, blancos o rosados, ya que más allá de no estar regulado con qué cepajes se lo puede elaborar, la mayoría apuesta a lo seguro, las variedades de la Champagne, Chardonnay y Pinot Noir. Después, a nivel métodos no hay mucho para inventar. Está el tradicional, botella por botella, elegido para los exponentes más delicados y de sabores más complejos. El Charmat, también método francés en el que la segunda fermentación se da en un gran tanque presurizado, ideal para vinos jóvenes donde se busca resaltar más el carácter frutal.
Pero la gran evolución de estos vinos argentinos no está solo basada en la elección de las mejores variedades y en el mayor conocimiento de los métodos, sino también en haber encontrado los mejores lugares para lograr uvas con una mayor acidez natural y, a partir de ellas, lograr vinos más definidos y con mayor potencial de guarda. Y la mejor explicación está en el viñedo, porque los mejores exponentes hoy se elaboran con Chardonnay y Pinot Noir. Ambas uvas, las más reconocidas del mundo para este tipo de vinos, logran una definición de fruta, manteniendo un alto grado de acidez natural. Y si toda esa fuerza refrescante y esa energía frutal se cuida hasta llegar a la bodega, el resultado en las botellas cambia. Son sutilezas, pero a lo largo de varios años, tantas sutilezas comienzan a ser cada vez más evidentes en las copas. En bodega también hay que hacer un trabajo distintivo para poder vinificar cada vino por separado y poder terminar con el mejor blend para el vino base, que luego ganará sus burbujas durante la segunda fermentación. Por eso se puede decir que hoy ya no hace falta “envidiar” al vino más famosos del mundo, el Champagne (Francia).
Juliana Del Águila Eurnekian se reconoce fan del Champagne y prefiere los que están elaborados en su mayoría con Pinot Noir (Blanc de Noir).
¿Cuáles son las características de los espumosos en Patagonia?
El Pinot Noir es la clave de un espumosos patagónico, sobre todo por la estructura que aporta, sus aromas frutales y el color, que lo hace muy especial y entrador por los ojos.
Ese color está dado por las pieles de la uva y también por el tiempo sobre borras. Mientras que las notas de cerezas negras es una de las características típicas del cepaje. Pero también la frescura que los vinos logran en el terruño patagónico.
¿Cómo es la frescura de los espumosos en Patagonia?
Cuando hablamos de frescura hablamos también de balance, la acidez es la columna vertebral de cualquier vino, y lo sostiene en el tiempo, porque es un conservante natural. Y a la hora de probarlo es lo que nos da esa vibración, eso que sentimos refrescante y rico, que da tensión y ganas de seguir tomando. Es difícil de explicarlo y suena abstracto, pero si se presta atención hay una frescura que se siente cuando el vino entra a la boca. Y esa es uno de los secretos del éxito del Champagne, una zona de clima muy frío que termina influyendo en la tensión y la acidez de los vinos.
¿Qué relación ves entre los vinos de Champagne y los espumosos de Patagonia?
Si vamos a la región de Champagne o a la Patagonia, vemos que el vino espumoso es un milagro, es magia. Como todas las grandes cosas se descubrió por casualidad y hoy tenemos la suerte de poder reproducirlo y buscar su excelencia. Tanto en método Charmat o tradicional como hacemos nosotros en Patagonia que hace que podamos tener otros tipos de aromas, sabores y texturas. Esto da más complejidad, sobre todo cuando los vinos pasan más tiempo sobre lías durante la segunda fermentación en botella.
¿Qué es lo que más te gusta de los espumosos de Patagonia?
Para mi este balance natural es algo que siente en cada una de las copas de espumoso patagónico, son vinos completos, tienen acidez y aromas que te encantan, tienen un sabor y una textura muy particular, y que te llevan de viaje a la Patagonia y también te recuerdan a lo que son los grandes vinos franceses, y eso es para destacar.
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