Ella se siente comunicadora, y lo es. Reflexiva, perfil bajo, inteligente, marca la agenda de las mujeres sofisticadas de Buenos Aires.
Es sutil y brava. Le encanta aclarar que siempre dice lo que se le da la gana e impone cátedra de estilo también en la cocina.
Su abuela cosía, pero también diseñaba manjares. En su familia le enseñaron que la clave no está en la puesta sino en el ADN de los productos. Y es lo que hace, tanto en sus platos como en sus creaciones
Evangelina Bomparola es impecable siempre, incluso a la hora de las cacerolas. Y, pícara, se anima a jugar.
-¿Qué sabor te deja en la boca un vestido terminado?
-Un bocado de espagueti al dente con aceite de oliva extra virgen y queso parmiggiano, rallado perfecto.
-¿Si la seda fuera un plato?
-Caviar Beluga.
-¿Qué sí y qué nunca jamás en tus colecciones? ¿Y en la cocina?
-Jamás la pretensión, un packaging o imagen atractiva que defraude al resto de los sentidos. Un plato simple, elaborado con los mejores ingredientes es directamente proporcional a una buena pieza confeccionada con los mejores textiles del mundo, sobre una moldería perfecta y con una confección artesanal atenta a cada detalle.
-¿Y el trago amargo?
-Es la expectativa que termina en desilusión. Una receta nueva puede terminar siendo decepcionante después de mucho trabajo. En moda, cada vez que desarrollamos o cambiamos molderías o géneros, puede pasar. Y ese trago amargo se vuelve una obsesión. No paro hasta encontrar el error y lograr el equilibrio perdido.
-¿Cuál es tu prenda revolucionaria? ¿Y el bocado diferente?
-No existe una prenda, tampoco un plato. Hay interpretaciones de cada uno que se traducen en un estilo, paladar o gusto. En un mundo en el que todo esta inventado, la innovación está en revisar viejos patrones, discutirlos y ponerlos en contexto. Te acordás aquello de que no existen los hechos, solo las interpretaciones. Eso es ser moderno. Y mucho más si las interpretaciones están por afuera de la literalidad que nos agobia y no nos deja pensar.
-¿Qué cambiaste, agregaste y quitaste en la dieta en el inicio de la post pandemia? ¿Y en tu colección?
-Buena pregunta. Fue tanto lo que agregué en pandemia que en el post tuve que empezar a quitar. Hablando en serio, durante el encierro, la cocina fue mi primer refugio creativo y lo hice como nunca. Trataba de modificar recetas agregando ingredientes bajos en azúcares y grasas. Dejé de comprar en supermercados y aposté a las tiendas con productos naturales, orgánicos o agroecológicos.
Con respecto al trabajo pasó algo muy parecido. Aceleré los procesos de sustitución de materiales contaminantes para dar lugar a géneros de origen vegetal, biodegradables y más sustentables. Elevé aún más las banderas del consumo responsable a través del comprá poco y bueno. Busqué el confort en cada desarrollo. Porque el bienestar y la salud están en el centro de la escena de los usos y costumbres actuales. También puse en marcha colecciones chicas con poco volumen. Ahora nuestro año se divide en nueve propuestas mientras antes eran dos colecciones importantes.
Esto hace que desarrollemos tipologías que giran en torno a un concepto con materiales propios, estampados y colores que comprenden un universo aparte. Es un trabajo inmenso, que indica un cambio de paradigma que se está viendo a nivel mundial.
-¿Cuál es el plato popular por excelencia?
-El huevo antes frito, ahora a la plancha. Fácil, económico, rico en todos los nutrientes menos en vitamina C. Lo hago con apenas una gota de aceite de oliva bien esparcida con pincel de silicona. Lo condimento con sal rosa y pimienta negra.
-¿Qué prenda sería este huevo frito Bomparola?
-Lo mas parecido a mi huevo a la plancha son los eternos y amados jeans.
-La abuela, la italianidad, las tijeras. ¿Con qué banquete compararías tu pasado de mujeres sabias?
-Mi abuela me hacia el bife jugoso más rico que comí en mi vida, acompañado con una salsa de tomates frescos y cebolla hecha en sartén. Mi abuelo, ravioles de espinacas y ricota con estofado. Panqueques dulces con queso cremoso y también pan tostado lleno de migas con manteca y azúcar. Esos eran mis banquetes cuando me quedaba en su casa.
Hoy los recuerdo cada vez que hago mis espagueti a la bolognesa, los bifes saltados con cebolla, perejil, ajo y puré de papas con cáscara. También con mis panqueques de avena, miel, canela y banana (inspirados en los de Martin Viñuales) y el pan de semillas con hummus. Todo esto es la reinterpretación de ese pasado tan rico en sensaciones, gustos y sabores en clave de un presente de cuidados personales y medioambientales.
-¿A qué olía tu casa de la infancia? ¿Y la actual?
-Mi casa era jazmines en verano y pan casero o tortas en invierno. Hoy huele a flores de estación porque mi florista deja un ramo hermoso cada semana, con muchas hojas verdes. Y por supuesto a pan casero, tortas y galletitas saludables.
-¿Cuánto gramos o kilos hay entre lo que se ve de vos y lo que realmente sos?
-Soy lo que ves, cuando dejo que me vean. Me cuesta mucho esta cultura de la exhibición permanente. ¡Pero no oculto nada! Sólo que la intimidad, la privacidad, mi imagen, mi vida son solo míos y de mis afectos. Mi mundo interior es rico y diverso porque me ocupo de cultivarlo y no tanto mostrarlo.
- ¿Qué no puede faltar en un vestido? ¿Y en la mesa?
-Un vestido debe ser la pieza fundamental que funciona entre la persona y lo que se ve de ella. Ser y parecer en armonía. El equilibrio perfecto entre las formas que acompañan al cuerpo y el género que es funcional al diseño. Lo mismo sucede con las mesas. Considero que el armado debe ser funcional a ese manjar que vamos a comer. Adoro y celebro la cultura de la buena mesa tanto como la del buen vestir. Son mis rituales.
-¿El trabajo es la sal de la vida? ¿O buscarías otra especia?
-El trabajo es sal, azúcar, vinagre… es uno de los condimentos de la vida. No es el único y, como en la cocina, a veces puede ser muy gustoso y otras no tanto.
-¿El amor lo relacionás con lo dulce o hay otra respuesta en tu paladar?
-El amor es todo aquello que te gusta en el momento indicado, cuando aparece el deseo. También es búsqueda, encuentros, desencuentros, sabores y sinsabores. No tengo un gusto que me represente al amor. Sólo puedo decirte que el amor da gusto a todo y que con amor todo es un gusto.
-¿Qué sentís que masticás cuando la furia es grande?
-Uffff! Una de las ventajas de cumplir años es que aprendés a controlar la furia, aunque no siempre se logra. Algo que me pasa es que la furia se vuelve sintomática en mí. Se me cierra el estómago y sólo puedo tomar agua. Lo que puedo asegurar es que ya no la mastico. Simplemente planteo mi disgusto con su autor y devuelvo ese malestar. Cuando esto no es posible, proceso mi bronca saliendo a correr y dejo correr a la gente que ya no es amorosa.
¿Qué me lleva a la furia? La mentira, la estafa, el abuso y la impotencia.
-Si fueras un plato. ¿Básico o sofisticado?
-Seria sofisticadamente simple.
-¿Comés algo o comprás en algún lugar que nadie imaginaría?
-Es increíble pero a través de esta entrevista me doy cuenta de que, cuando compro comida o ingredientes para cocinar, hago la misma búsqueda minuciosa que cuando elijo géneros o avíos para mi trabajo. Siempre elijo producto honestos, de elaboración artesanal, sin conservantes ni artificios y por sobretodo sanos.
-¿Cachemire o seda?
-Ambos y juntos son la síntesis del lujo.
-¿Largo o corto? (en la prenda y en el café)
-Café ristretto y vestido tan largo como siente bien y tan corto como pueda evitarse.
-¿Qué te pide el cuerpo luego de un desfile esforzado?
-Ir a comer a un buen restaurante con mis amigos más cercanos y mi equipo. Algo rico, y beber lo suficiente como para calmar la ola de adrenalina y reírme a carcajadas.
-¿Qué adjetivo te define? ¿Y a la Argentina?
-Me define la tenacidad y a mi país la impotencia.Todo un antagonismo.
Realización: Alejandro Beltrame/ Edición de video: Rocío Klipphan/ Producción: Macarena Sánchez
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