En estos tiempos volátiles e inciertos que vivimos, la ansiedad es una de las emociones más presentes en los seres humanos.
Se trata de una emoción normal que compartimos todos y, en realidad, hasta necesitamos una pequeña dosis de ella para vivir. Esto es así porque estar ansiosos hace que nos movamos del punto A al punto B, es decir, que accionemos.
Por lo general, estamos frente a una situación nueva que nos produce estrés, como un nuevo trabajo, un examen, un viaje e incluso situaciones agradables como conocer a una persona o el nacimiento de un hijo. La ansiedad es un exceso de futuro, que nos hace desconectar del momento presente.
Se pueden distinguir dos tipos de ansiedades:
1-Ansiedad Estado:
Describe un nivel generalizado de la ansiedad, a diferencia de una respuesta a una situación temporaria. Alguien que experimenta niveles de “ansiedad estado”, vivirá como estresantes situaciones que objetivamente no lo son, quedarse sin Internet, ir al trabajo todos los días o la espera del turno con el medico.
2-Ansiedad Momento: La ansiedad momento es temporaria tal vez, disfrutaras de tu trabajo, pero el hecho de que hoy tengas una presentación frente a tus colegas, puede ponerte extremadamente ansioso.
El momento de ansiedad se produce en torno a eventos y situaciones especificas. Como a todas las emociones, hay que ponerles un guardapolvo, como si fueran un maestro o una maestra, y que nos enseñan algo que no veíamos.
¿Qué nos dice la ansiedad? ¿Qué nos enseña de nosotros mismos?
La ansiedad nos dice dos cosas frente a una situación: primero “que hay una mínima posibilidad de que te puede ir bien” (casi como un susurro) pero también nos advierte y nos “cuida del fracaso” gritándonos “¡existe una gran posibilidad que nos pueda ir mal!” y esto hace que nos pre-ocupemos . El foco claramente lo llevamos hacia esta segunda.
Por lo tanto la ansiedad, al ser “prima lejana del miedo” nos preocupa, nos advierte, y nos hace crear escenarios futuros inexistentes que sólo le damos existencia en nuestra mente.
La ansiedad nos lleva accionar pero no a disfrutar “no me importa si el examen lo aprobé o desaprobé, necesito saberlo ya”, “me quiero sacar de encima esto de una vez por todas”, “ya no me importa cómo me vaya, simplemente quiero que pase y listo”. La ansiedad quiere que el proceso pase rápido casi sin vivirlo ni disfrutarlo.
¿Cómo habla una persona ansiosa?
-Seguro algo malo va a pasar. El ansioso tiene pensamiento catastrófico. Es así que a menudo el ansioso está distraído, ensimismado en su pensamiento negativo que anticipa los hechos, lo cual le produce mucha angustia. Pensar en términos absolutistas (“todo o nada”) hace que el nivel de ansiedad se eleve.
-No poder bajar la guardia. “Si yo me relajo, todo se cae al instante” es el lema del ansioso. Es por ello que el ansioso se vuelve muy controlador porque es la única manera de subsistir a todos esos pensamientos y preguntas sin respuesta: “¿Y si pierdo el trabajo?”. “¿Y si pierdo a mi pareja? Me voy a quedar solo”.
En el fondo, nos preocupamos porque la cultura nos enseña a preocuparnos. Preocuparse es sinónimo de ser responsable ¡que paradoja!. ¡Una persona que vive preocupada, ansiosa, por lo general, esta pendiente de la mirada ajena y por sobre todo su propio autoexigente.
Para ocuparnos sin ansiedad debemos trabajar el entusiasmo (el lado opuesto de la ansiedad), mientras que la primera quiere pasar el momento rápido y pararse en el resultado en un abrir y cerrar de ojos “hacer las valijas y al mismo tiempo ya querer estar con los pies en la arena” , el entusiasmo nos lleva a accionar como la ansiedad pero disfrutando de lo que nos pasa, del proceso del momento presente.
Aquí algunos tips:
-Ocupación mata preocupación. El estar ocupados, alivia nuestra ansiedad. Las prioridades les restan fuerza a las preocupaciones que, en ocasiones, no son tan importantes como creemos.
-Pensar creativamente. Así invertimos este bien tan preciado en soluciones y no en preocupaciones. Siempre es posible encontrar, al menos, cuatro o cinco salidas a una dificultad.
-Resolver o disolver. Las preocupaciones son como la sal en el agua, si tengo sal en mi puño y la vierto en un recipiente chico, el agua que beba tendrá un sabor muy amargo, en cambio si tengo la misma cantidad de sal en mi otro puño y la vierto en un lago, el agua que beba será fresca. ¿Qué cambio? El nivel de amargura, ¿por qué? por que el recipiente donde la coloque es mucho mayor y así se disolvió.
-¿Sos ansioso o tenes ansiedad? Te recomiendo hablar del “tener” en aquello que quieras soltar y llevar a tu “forma de ser” todo lo que quieras potenciar. Por ejemplo, en vez de decir soy ansioso decí tengo ansiedad, así te da la posibilidad de cambio. En vez de decir soy miedoso decí tengo miedo. En vez de decir tengo paciencia decí soy paciente. En vez de decir tengo disciplina decí soy disciplinado.
Ricardo Melo es Mentor Coach, profesor, capacitador y speaker. Es el creador de la primera Red de coaches de Latinoamérica, es referente en el sector de coaching y ventas inmobiliarias de Argentina.
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