Poco a poco, la población comienza a liberarse de los mandatos y se anima a vivir libremente su propio género, que no siempre coincide con el sexo de nacimiento. Las variables son muy amplias, y paulatinamente va quedando atrás la noción de dos únicas posibilidades antagónicas: femenino o masculino.
Según la Ley de Identidad de Género, promulgada en 2012, “se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo de hablar y los modales”.
Además de habilitar el cambio de nombre y rectificación registral de sexo, entre otras cosas, esta ley habilitó el acceso a intervenciones quirúrgicas totales y parciales y/o tratamientos integrales hormonales para adecuar el cuerpo de las personas según la identidad de género autopercibida sin necesidad de autorización judicial o administrativa, con el objetivo de garantizar “el goce de su salud integral”.
“Realicé la primera cirugía de reasignación genital del Hospital Durand y de la red municipal en diciembre de 2007, fue luego de que mi paciente realizara un juicio al Estado”, relató a Infobae el doctor Javier Belinky, encargado de cirugía reconstructiva genital y cirugía de género en el Hospital Durand. Antes de eso, aseguró, ya trataban complicaciones de este tipo de cirugías pero aquella vez fue la primera en que se realizó de modo primario y completo.
“La Ley de Identidad de Género simplificó la vida de muchísimas personas. Antes de su sanción, era considerado como una amputación de la genitalidad y era gravísimo, por lo cual sólo se podía realizar luego de un juicio al Estado. Pasaban entre 2 y 5 años hasta que la Corte Suprema lo habilitara con peritaje”, rememoró.
En un comienzo, solo existían las cirugías feminizantes o masculinizantes, pero hoy en día hay cada vez más personas no binarias que se animan a solicitar una cirugía que refleje realmente su sentir. Eso no significa que todas las personas trans necesiten una cirugía y tampoco las trans no binarias, pero quienes sí lo requieren para preservar su salud integral hoy pueden tener acceso a ello.
¿Qué tipo de cirugías de reasignación genital existen y cómo son las requeridas por personas no binarias?
Por un lado, están las cirugías feminizantes, que son solicitadas por personas que nacieron con sexo biológico masculino pero se autoperciben con el género femenino. Muchas personas trans pueden sentir esto pero no la necesidad de modificar su genitalidad y hacer coincidir su sexo con su género. Las feminizantes son denominadas vaginoplastias, y consisten en la confección de un aparato genital femenino, anatómica, estética y sensitivamente. Luego del tiempo de recuperación indicado, pueden mantener relaciones sexuales a través de su canal vaginal, y así también tener orgasmos.
En el caso de las cirugías masculinizantes, son realizadas por personas que nacieron con sexo femenino pero se autoperciben con el género masculino y sienten la necesidad de que su género coincida con su genitalidad.
Entre ellas, se encuentran la faloplastia, que refiere la confección de un órgano genital masculino utilizando tejidos de otras partes del cuerpo como piel y grasa de abdomen, antebrazo dorsal o muslo. Se trata de órgano funcional a nivel miccional, con sensibilidad erógena y táctil.
Por otro lado, está la metoidoplastia. Según Belinky, se trata de una “elongación del clítoris para convertirla en un micropene”. El cirujano explicó que “muchos pacientes lo eligen como opción definitiva, quedarse con un micropene muy sensitivo. Y muchos lo eligen como etapa intermedia para hacer una faloplastia propiamente dicha, con un pene de tamaño normal”.
Sin embargo, hoy en día, cada vez aumentan más las solicitudes de personas no binarias que solicitan combinaciones que sean compatibles con cómo se sienten realmente. “Las cirugías masculinizantes pueden estar asociadas o no a sacar el útero, las trompas, la vagina, hacer escroto o poner prótesis testiculares”, dijo Belinky. En las feminizantes, “la vaginoplastia puede ser sin profundidad, es decir sin canal vaginal”, agregó el doctor.
“Cuando empecé a trabajar no sabía lo que era transgénero. Luego, ya operando, no sabia lo que es el no binarismo pero los pedidos empezaron a llegar. No es algo nuevo, simplemente se van animando a exteriorizar lo que necesitan”, profundizó Belinksy. Y con emoción expresó: “Luego de la cirugía, cuando les descubro las gasas y les muestro lo que hay, sienten plenitud, a pesar de estar aún hinchados, ver sangre y faltar tiempo para su aspecto definitivo. Es un cierre, es lo que de alguna manera esperaron toda su vida”.
Así lo confirma Sabrina, que vive en Córdoba, tiene 31 años y se realizó su cirugía feminizante con Belinky hace 6 meses en Buenos Aires: “Sentí que pude empezar a ser yo misma, realmente me cambió la vida”. Antes del procedimiento, Sabrina, quien prefirió no mencionar su apellido, tenía recurrentes problemas de salud, la discordancia de su sentir con su corporalidad le traía complicaciones a su salud de modo integral.
“Estuve un mes en reposo, y a los 2 meses y medio ya pude volver a mi vida habitual”, relató. Y, casi como por “arte de magia”, todo se fue resolviendo. En los meses de recuperación, realizó ejercicios de dilatación para que el cuerpo se adaptara a su nueva realidad. “A los tres meses tuve mi primer orgasmo, y fue todo un redescubrimiento sexual. Pero no sólo eso, sino que quedaron atrás los problemas sociales que tenía antes por no sentirme cómoda conmigo misma”. Y suspiró: “Hoy siento una paz inmensa”.
La recuperación suele durar tres meses: un mes de reposo estricto y dos de cuidados especiales. Luego, pueden volver a su vida habitual. De todos modos, aseguró el especialista, hay más cirugías feminizantes de reasignación genital que masculinizantes, porque éstas últimas suelen tener mayor cantidad de complicaciones, y puede ser necesario realizar “muchas cirugías para terminar de resolverlo”
Aarón se define como varón transexual, tiene 28 años y es estudiante de Instrumentación Quirúrgica. Su transición comenzó con “inyecciones de hormonas masculinas”, siguió con cirugía de “masculinización de tórax” y este año se hizo la faloplastia en tres etapas.
“Antes de la cirugía no me sentía para nada bien, empecé a descubrir la ansiedad y el rechazo hacia mi propio cuerpo”, recordó Arón. “No todos los varones trans desean operarse, no todos lo sienten así, pero yo ya no aguantaba más. Debo admitir que tengo grandes cicatrices, pero sin batalla no hay victoria. Y mis cicatrices son lo mas lindo que tengo. Me siento pleno ahora, acostumbrándome día a día a mi propio cuerpo”.
En diálogo con Infobae, el psiquiatra Adrián Heilen, médico coordinador de atención de la Salud Transgénero y Presidente del Capítulo de Sexología y Diversidad de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), aseguró que en el último tiempo han aumentado mucho las consultas de personas adultas no binarias en el Hospital Durand en lo que se refiere a salud en general, y también de adolescentes.
Según explicó, no todas necesitan intervenciones genitales: “esto nos introduce al tema de la diversidad corporal. Hay identidades no binarias y también hay cuerpos no binarios”. Si bien puntualizó que las cirugías de “reafirmación genital” se encuentran frenadas en el hospital desde que se inició la pandemia y hoy hay lista de espera de mucho tiempo, aseguró que están apareciendo consultas respecto a cirugías de personas no binarias.
Heilen manifestó: “Todas las personas y subjetividades son diferentes y todas necesitan atención especializada dentro de sistema de salud, validando los principios de autonomía de las personas y auto determinación respecto a sus propias necesidades”. Si bien no hay estadísticas, consideró que aparecen nuevas cirugías básicamente porque lo que se hace es adecuar el cuerpo para que las personas se sientan cómodas y su identidad sea representada por su cuerpo.
Según el especialista, estas cirugías consisten en “un ajuste de cuerpo-mente”, para poder vivir armónicamente, “bajar el riesgo de enfermar y el grado de incomodidad con el cuerpo”. “Es un nueva demanda, un nuevo capitulo para la medicina, y es lo que actualmente estamos procesando”, finalizó.
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