En apenas 3 meses la nueva línea de ayuda telefónica SOS Parents, instaurada por la Universidad Católica de Louvain, en Bélgica, cuyo fin fue ofrecer ayuda a aquellos padres que veían cómo las dinámicas del confinamiento incidían en su agotamiento psicológico y físico, recibió 700 llamadas.
Todos expresaron el síndrome llamado burnout parental. Un documento de análisis emitido por los administradores del servicio señala que quienes se comunicaron fueron “padres de niños pequeños o adolescentes. La mayoría tenía serias dificultades para lidiar con sus obligaciones parentales y veía como muy difícil cumplir con sus deberes debido a la falta de recursos en el encierro”. Un 80% de los llamados fueron de mujeres.
“El burnout parental –una condición caracterizada por un agotamiento extremo ligado a la paternidad, el distanciamiento emocional respecto de los hijos y una pérdida de la sensación de realización parental- ha recibido una creciente atención en los últimos años, aún más desde la crisis global del Covid-19 y el confinamiento de padres e hijos. La crisis puso el foco en el sufrimiento de los padres, y la necesidad de entender mejor el burnout parental”, escribieron Moïra Mikolajczak e Isabelle Roskam, profesoras de sicología de la Unversidad Católica de Louvain, en un artículo publicado en el journal New Directions for Child and Adolescent Development.
Ambas han liderado los estudios en este campo que está en constante expansión: en 2015 fundaron el Consorcio de Investigación Sobre Burnout Parental, el cual ya cuenta con 90 miembros alrededor del mundo. Los reportes de estos expertos han identificado algunos patrones generales de este cuadro: en promedio, afecta al 5% de padres y madres y las mujeres son dos veces más propensas a presentarlo.
“Es mayor la incidencia en adultos con un alto nivel educacional o en madres o padres que deben cumplir labores domésticas. Un trabajo más formal es un factor protector, porque da un lugar para respirars”, comenta Moïra Mikolajczak en una reciente entrevista con la revista New Scientist.
Otra investigación resulta coincidente. 1.300 padres belgas sufrió un empeoramiento de su condición durante el encierro y también se sintieron mucho más exhaustos. Una de las expertas que integran el consorcio sobre burnout parental es Daniela Oyarce, doctora en sicología y académica de la Universidad Santo Tomás con ede Talca. Ella y su colega Pablo Pérez-Díaz, de la Universidad Austral, han analizado el tema a nivel regional y han confirmado coherencia con las experiencias globales. En sus datos Chile tiene el desgaste parental más alto de la región, con un 6%, en tanto, Ecuador que 0,2%.
Encontrar tiempo tanto para el trabajo como para el cuidado familiar es un desafío importante para los hogares contemporáneos. Las demandas de tiempo son particularmente apremiantes para las madres que desean mantener su apego al trabajo remunerado mientras sus hijos son pequeños. Muchos padres están insatisfechos con el equilibrio entre su vida laboral y familiar, pero es especialmente problemático para las mujeres.
En general, se esperaba que el crecimiento del empleo de las mujeres tuviera un efecto correspondiente en el trabajo no remunerado de los hombres. Sin embargo, por razones que incluyen expectativas laborales inflexibles y normas de género masculinas persistentes, la mayoría de los hombres aún priorizan el empleo sobre las tareas del hogar y el progreso hacia la igualdad de género en el trabajo remunerado y no remunerado ha sido graduales. En promedio, los hombres han aumentado el tiempo que dedican a las tareas del hogar solo de manera marginal y, aunque los padres dedican más tiempo al cuidado de los niños, las madres todavía pasan de dos a tres veces más tiempo con los niños que los padres al día
El equilibrio entre el trabajo y la familia puede ser asistido por políticas gubernamentales y en el lugar de trabajo tales como cuidado infantil subsidiado, licencia pagada por maternidad y paternidad, el derecho a solicitar trabajo a tiempo parcial, horarios de trabajo flexibles y opciones para trabajar desde casa. Sin embargo, muchos padres no tienen acceso a medidas en favorables a la familia, e incluso cuando están disponibles formalmente, puede haber sanciones no escritas contra su acceso, especialmente para los hombres. Así, pueden mostrarse reacios a adoptarlas si consideran que no están comprometidos con su trabajo. Como reflejo de las expectativas de rol de las madres como cuidadoras y de los padres como sostén de la familia, generalmente son ellas, no los padres, quienes ajustan sus patrones de trabajo para satisfacer las necesidades de cuidado de la familia.
Las restricciones de COVID-19 eliminaron temporalmente una línea divisoria de género en la restricción externa, al requerir que hombres y mujeres se quedaran en casa, incluso si todavía estaban empleados. Entonces, ¿qué sucede cuando la organización espacial del trabajo remunerado y el trabajo doméstico no remunerado y los cuidados no es tan diferente para las madres y los padres? Un nuevo documento elaborado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Melbourne, Australia reveló cómo COVID-19 afectó el trabajo remunerado, el trabajo doméstico y el cuidado en los hogares australianos. La encuesta investigó cómo las diferencias de género en el tiempo objetivo dedicado a estas actividades, y en los sentimientos subjetivos al respecto, cambiaron debido a la pandemia.
El informe expuso una interrupción significativa en los patrones de trabajo durante COVID-19. Relativamente pocos encuestados habían perdido sus trabajos, pero una minoría significativa de padres había pasado del estado de tiempo completo a parcial. Los ingresos habían disminuido, lo que sugiere recortes salariales proporcionales a horas perdidas. La mayoría de las parejas de los encuestados también trabajaban desde casa.
Con más personas en casa, la carga del trabajo no remunerado en los hogares fue significativamente mayor durante el cierre.. En general, hubo un aumento en el trabajo doméstico no remunerado y el cuidado, que incrementó sustancialmente la carga de trabajo del hogar en general. Además de que más personas en casa requieren más tareas del hogar.
En combinación, el cuidado activo y las tareas domésticas/gestión del hogar aumentaron en poco más de una hora y media para los padres y en 2 horas y 30 minutos para las madres. Si se tiene en cuenta el cuidado de supervisión (generalmente multitarea como actividad secundaria mientras se hace otra cosa al mismo tiempo), el esfuerzo diario no remunerado de los hombres aumentó en más de tres horas y media, y el esfuerzo diario no remunerado de las mujeres aumentó en más de cuatro y medio.
Los aumentos absolutos en el trabajo no remunerado fueron más altos para las madres que para los padres, pero en comparación con su contribución promedio antes de la pandemia, las diferencias proporcionales fueron mayores para los padres. Por lo tanto, durante el COVID-19, los padres redujeron significativamente las brechas de género tanto en el cuidado activo como en el de supervisión de los niños. La implicación es que los hombres prefieren aumentar su tiempo con los niños que aumentar su participación en el trabajo doméstico y la gestión del hogar, probablemente porque lo primero es más gratificante que lo segundo.
El resultado es consistente con las tendencias a largo plazo en todo el mundo, que encuentran que el tiempo de los hombres en el cuidado de los niños ha aumentado de manera más sustancial que su tiempo en las tareas del hogar Las madres retuvieron una responsabilidad aún más desproporcionada por las tareas a menudo más aburridas y onerosas de las tareas del hogar y la gestión del hogar que por el cuidado.
Además, el aumento relativo del tiempo de cuidado de los hombres fue suficiente para reducir las brechas de género, pero no para eliminarlas. Esta diferencia absoluta en curso, así como la disparidad relativa sostenida en las tareas del hogar y la gestión del hogar, pueden explicar por qué la misma proporción de madres (alrededor del 25%) siempre se sintió apresurada tanto antes como durante la pandemia. Sin embargo, durante el COVID-19 más padres también sintieron lo mismo que las mujeres en esta medida, lo que sugiere que, para algunas, su mayor participación en el trabajo no remunerado resultó en una tensión de tiempo subjetiva para coincidir con la que sentían las madres.
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