El Día Mundial del Agua se celebra cada 22 de marzo para recordar la relevancia de este líquido esencial. A pesar de que todas las actividades sociales y económicas dependen en gran medida del abastecimiento de agua dulce y de su calidad, 2200 millones de personas viven sin acceso a agua potable, según la ONU.
Y, al ser esencial, lo necesitamos también como parte de la alimentación para llevar una vida saludable, fuerte y sana. Con motivo de esta efeméride, Infobae dialogó con especialistas en nutrición y un médico deportólogo para que expliquen la importancia de su consumo y los beneficios que tiene.
“Nuestro cuerpo está formado por una gran cantidad de agua, se dice que el 80% es agua, ese agua a lo largo del día se va perdiendo. Se pierde a través del sudor, de la respiración, de la orina, heces, cuando hace mucho calor, cuando hacemos ejercicio o cuando tenemos fiebre, y por eso hay que reponerla constantemente para que nuestro cuerpo pueda cumplir todas las funciones y se pueda llevar a cabo de una manera equilibrada”, explica la nutricionista Romina Pereiro (MN 7722) a Infobae.
Por su parte, la nutricionista Eugenia Briz (MP 95) desarrolla: “El agua es esencial para que los riñones funcionen, ya que necesitan suficientes fluidos para purificar los residuos y transportar la orina a la vejiga. Un consumo alto de fluidos aumenta el volumen de orina que pasa a través de los riñones, lo que diluye la concentración de minerales, de manera que es más improbable que cristalicen y se formen piedras. Si los riñones no funcionan correctamente, los desechos y el exceso de fluidos pueden acumularse en el cuerpo. El agua también ayuda a disolver los minerales y nutrientes para que sean más accesibles para el cuerpo, así como a transportar los desechos fuera del cuerpo”.
“El agua transporta nutrientes para las distintas funciones del cuerpo, regula la temperatura corporal, mantiene humectada la piel, ayuda a mejorar la respiración, permite el buen funcionamiento intestinal, amortigua las articulaciones y desempeña un papel en la mayoría de las reacciones químicas que ocurren dentro de nosotros”, agrega Silvio Schraier, médico especialista en nutrición (M.N.57648) y vicedirector de la carrera de Nutrición en la Fundación Barceló.
Cuánto hay que tomar por día
Romina Pereiro explica que para los adultos la medida es de entre 2 y 2,5 litros de agua, mientras que para los niños en edad escolar, un litro de agua por día, equivalente a 5 vasos. Para los ancianos es lo mismo que los adultos, entre 2 a 2,5 litros de agua por día, pero advierte que hay que prestarle mucha atención a esta etapa de la vida porque se va perdiendo la sensación de sed, entonces puede ser que se deshidraten fácilmente. “Ellos tienen tratamientos con diuréticos, sudan más y por eso es que se les recomienda que, cada vez que toman un medicamento, beban un vaso con agua para llegar a la cantidad que se necesita”.
Néstor Lentini, médico deportólogo (MN: 44.271), detalla cómo debe ser la hidratación en el caso de la práctica de deportes: “Es muy importante estar bien hidratado antes del inicio de la actividad y durante la actividad. En el durante se debe beber cada 20 minutos aproximadamente unos 150/ 200 cc hasta que represente unos 600/ 700 cc por hora. Y, finalmente, cuando uno termina la actividad física, particularmente si se trata de algo agobiante como una maratón, triatlón o ironman, rehidratarse es fundamental. Si uno quiere ser exacto, es conveniente pesarse antes de la actividad y luego de la misma y, si uno perdió dos kilos, debe recuperar en las horas siguientes el 50% más de lo que perdió. Si perdiste 2 kilos, perdiste dos litros de agua, por lo tanto, necesitás recuperar el 50% más, es decir, tres litros, y eso lo podés hacer tomando 200 cc cada 20 minutos”.
A muchas personas, el agua sola no les gusta. Es por eso que los especialistas en nutrición también dan recomendaciones como plan B para que la hidratación no sea “aburrida” y quienes no les simpatice beber agua puedan hacerlo de una manera más amena.
Pereiro sugiere la opción de aguas saborizadas. ¿Cómo hacerlas? En jarras de agua con trocitos de frutas, como, por ejemplo, limón, menta, o naranjitas, dejarlos un buen rato para que tome sabor. También recomienda jugos sin azúcar, gelatina light o consumir frutas que tienen un 90% en su composición de agua. “Las infusiones también hidratan, siempre sin azúcar, pero hay que tener cuidado, porque, por ejemplo, el mate también es diurético, hidrata, sí, pero que no sea la única fuente de hidratación”, advierte.
Por su parte, Lentini dice que se puede incorporar bebidas deportivas. El especialista en medicina del deporte alerta sobre las bebidas energéticas, una de las más consumidas, y comenta: “Tienen algunas sustancias que, si bien en los últimos estudios están en duda, se habla de que contienen, por ejemplo, cafeína. En una época, se decía que la cafeína en grandes cantidades aumentaba la diuresis, es decir despierta más la necesidad de orinar; si bien es cierto que con la cafeína orinamos más, en las cantidades que se encuentra en las bebidas energéticas no alcanza a conducir a una deshidratación”.
Infobae consultó a los especialistas sobre los mitos alrededor del agua y entre todos enumeraron los principales a tener en cuenta. Los expertos alertaron que, si bien muchas de estas máximas son escuchadas con frecuencia en la cultura popular, son falsas. A saber:
- Tomar mucha cantidad de agua es buenísimo.
- Tomar agua adelgaza, mientras que si es con gas engorda.
- No tomar agua durante las comidas porque frena la digestión.
- Beber mucha agua engorda. La sensación de saciedad que pone fin a la voluntad de comer un tiempo después de la ingesta, recomendando para esto que se coma despacio para que lleve esta información al cerebro.
- Tomar agua con limón en ayunas quema grasa.
- Beber mucha agua retiene líquidos. Muchas personas propensas a retener líquidos beben poca agua porque creen que así su cuerpo estará menos hinchado, pero se equivocan. Ante la falta de agua, nuestro cuerpo pone en marcha un mecanismo de defensa para intentar retenerla
- Hay que beber, aunque no se tenga sed. Es un mecanismo esencial de regulación del contenido de agua y uno de los primeros síntomas cuando tenemos sed es pensar en el inicio de un proceso de deshidratación, de manera que es necesario cumplir con la ingesta de agua por día, según la edad, el sexo, actividad y etapa de la vida.
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