Vinos a buen precio: tintos y blancos para cuidar el bolsillo

La reciente desregulación de los precios y la actualización del costo de las uvas impactará de lleno en el precio de góndola de los vinos más consumidos en el país. Cómo elegir bien para poder seguir disfrutando

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¿Cómo elegir el mejor vino para todos los días? (Shutterstock)
¿Cómo elegir el mejor vino para todos los días? (Shutterstock)

Muchos se conforman con la máxima “el mejor vino es el que te gusta”. Pero esa es una verdad a medias, porque los gustos son libres e individuales, y por ende inobjetables. Mientras que la calidad si es mensurable, y es por ello que existen vinos mejores que otros. Una simple manera de darse cuenta es pararse frente a una góndola de supermercado y recorrerla con la vista de abajo hacia arriba. Allí, primero se verán los vinos más económicos y, por consiguiente, los de más baja calidad. Y a medida que se sube la mirada, los precios se incrementan al igual que la calidad de los vinos exhibidos.

Claro que hay excepciones que en lugar de confirmar la regla pueden llegar a molestar un poco, pero no por mucho tiempo, porque en definitiva el consumidor sabe. Y sabe mucho más de lo que cree, aunque solo se trate de sus gustos, ya que con eso le alcanza para darse cuenta que un vino está fuera de su segmento de precio.

Como sucede con las demás bebidas y alimentos -recordar que para la ley nacional el vino está considerado un alimento- todo producto que llega al mercado ostenta una calidad aceptable. Pero el vino, como ningún otro producto de consumo masivo, ofrece una diversidad muy grande y una distancia importante entre el vino de la base de la pirámide (el más económico) y el de la punta (el más caro). Esto habla no solo de lo importante que es la industria local sino también de lo atomizada que está la producción, más allá que muchas bodegas; sobre todo las grandes; poseen muchas referencias y así poder cubrir todos los segmentos de la oferta, generalmente en todos los niveles de precio, y dar más batalla en las góndolas ocupando más superficie.

Otros de los aspectos diferenciales de la vitivinicultura, además de ser un producto de ciclo productivo anual, es la cantidad de gente que hay detrás de una botella. Desde las personas que trabajan en la finca en forma permanente y a lo largo del año, para poder llegar a la cosecha (que ya ha comenzado en todo el país y se extenderá hasta fines de abril) con los racimos de uva de la mejor manera posible de acuerdo al nivel y estilo de vino a elaborar.

Como contrapartida, esta gran cadena de manos influye directamente en el precio final de cada botella. Y este aspecto, en una economía mal acostumbrada a la inflación como la argentina, no hace más que perjudicar, retrasando el desarrollo natural de la cultura de consumo de un pueblo que lleva el vino en la sangre. En otras palabras, en lugar de poder tomar cada vez mejores vinos; como los que se están haciendo; hay que conformarse con los vinos más económicos, debido a las crisis recurrentes.

Si bien la pandemia trajo aparejada un crecimiento del 7% del consumo en el mercado interno (en 2020), los precios se acaban de desregular y, por primera vez en mucho tiempo, las bodegas se preparan para incrementar sus precios tres veces a lo largo del año (marzo, julio y noviembre), cuando hasta ahora eran solo dos.

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Pero esto no tiene que ver con una avivada del sector que al ver una mayor demanda decide aumentar los precios para ganar más, sino con la inflación y la actualización de costos de la materia prima. Hace muy poco lo explicaba muy bien en una nota de Infobae el reconocido empresario bodeguero José Zuccardi, presidente de la Corporación Vitivinícola (Coviar): “Venimos de un período donde el producto primario estuvo muy afectado con precios de uva que no se habían ajustado. Y este año hemos comenzado la vendimia con una situación de equilibrio entre los stocks y la posible demanda y ha mejorado mucho la situación del sector primario, de los productores. El mercado se está formando, estamos al comienzo, pero ya se vislumbra una situación de equilibrio y esta situación trae una mejor distribución a lo largo de la cadena”. Esto implica, por ejemplo, que 1kg de uva Malbec de buena calidad del Valle de Uco que en 2020 se pagó $35, este año cotizará de base $65. De ahí para arriba y para debajo de acuerdo a la zona y calidad de la uva. José Zuccardi está seguro que una mejor retribución al productor primario (viñatero) va a significar incrementos de precios al consumidor.

El quid de la cuestión, y que preocupa a toda la industria, será cómo el consumidor pueda seguir encontrando un buen vino para disfrutar en su mesa de todos los días, de manera tal que su paladar no pierda el gustito y se pase, empujado por el bolsillo y las circunstancias, a otras bebidas sustitutas.

Cómo elegir un tinto o un blanco para todos los días

Para la mayoría de las bodegas, el principal mercado de consumo es el doméstico, y por lo tanto deben ser creativos para poder abastecerlo manteniendo sus márgenes lo más sustentables posibles.

Para que en la actualidad un vino se consagre como “vino de todos los días” (menos de $300) debe cumplir con un precepto básico, más allá de agradar millones de paladares: de ser consistente. Principalmente en el gusto, que es lo primero que siente el consumidor, y por ende en la calidad de todo el proceso. Porque luego de la cosecha vienen la molienda y la elaboración, y eso exige tecnología y el cuidado de muchos aspectos para cuidar el vino y evitar que se oxide.

Por debajo de los $100 mandan los tetra brik y los genéricos (vinos embotellados sin mención varietal ni de añadas). De a poco, a medida que se sube en la escala de precios, comienzan a aparecer las cepas en las etiquetas. Esto no implica que haya que exigir carácter varietal a cada uno de ellos, pero si hay distintos varietales dentro de una misma línea, los vinos deberían ser claramente diferentes. Y así el Malbec suele ser más amable y generoso que el Cabernet Sauvignon, que a su vez debería tener más estructura de taninos. En todos estos casos no se encontrarán vinos concentrados en cuerpo, justamente porque son hijos de altos rendimientos, haciendo que el paso por boca sea más fluido. Aquí también hay etiquetas tradicionales con décadas en las góndolas que se mantienen a pesar de la gran competencia actual.

Quizás, llegando a los $200 empiezan a aparecer las palabras Reserva y Roble. Claramente, si forman parte de una línea, en estos se deberían notar las diferencias del aporte de la madera; generalmente por contacto (chips y duelas) más que de crianza en barricas, ya que no dan los costos ni los tiempos.

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Para dar con un buen vino para todos los días hay que encontrar vinos consistentes, y para ello es importante el aval de una bodega. También el tiempo que hace que ese vino existe, por más que la etiqueta haya cambiado. Cabe destacar que al no poder lograr cambios en los vinos que causen impactos positivos, se busca mucho aggiornarse por fuera. Lo contrario pasa con los vinos de alta gama, en los que una etiqueta clásica no se toca, y el know how en el terruño y la elaboración aportan cambios sutiles constantemente.

Es cierto que muchos vinos no son lo que eran, ya sea porque bajaron su calidad o cambiaron su estilo. También porque la evolución del mercado ha obligado a muchas de las grandes bodegas a tercerizar muchos de sus vinos emblemáticos, por una cuestión de costos. Pero a su vez, hoy hay muchas más etiquetas para descubrir en cada segmento. Y, en lugar de hacer como antes, cuando se almorzaba y cenaba con vinos en casa todos los días, quizás haya que alternar. En lugar de tomar a diario, elegir los momentos, las comidas y las compañías. Esto a su vez permitirá muchos descorchar un mejor vino del habitual. Porque se sabe que el placer no está en la cantidad sino en la calidad.

Otra alternativa, antes de abandonar una etiqueta querida que se fue de precio, es revisar las promos de los comercios, porque muchas veces hay descuentos importantes, sobre todo en la segunda unidad. Otro tip es guardar el vino sobrante bien tapado en la puerta de la heladera, así se mantendrá mejor para seguir consumiendo al otro día. Y buscar siempre vinos jóvenes; hoy 2020 y 2019. Y si bien hay muchos en estos segmentos que no ostentan la cosecha, ver en los códigos sobreimpresos en las contra etiquetas que suele aparece la fecha de fraccionamiento.

La buena noticia es que cada vez hay más vinos que surgen por debajo de los $300, justamente para poder ofrecer más alternativas ante la escalda constante de precios. Y estos nuevos tintos y blancos poseen atributos suficientes para dar placer y realzar la comida casera.

40 Tintos y blancos económicos en los que se puede confiar

Tintos

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Toro Tinto ($110): este es uno de los vinos más vendidos del país desde hace tiempo. No solo por la consistencia que ofrece FECOVITA, sino porque el Tetra Brik es el envase que mejor preserva el carácter del vino recién elaborado, más allá de su practicidad.

Cuesta del Madero Clásico ($123,90): hay marcas que resisten el paso del tiempo y el cambio de manos. Desde hace algunos años, detrás de esta etiqueta tradicional está uno de los grupos vitivinícolas más fuertes de la Argentina (Avinea), y eso se nota.

Carcassonne Vino Tinto ($123,90): otras de las botellas y etiquetas que se reconocen desde lejos. Resulta un tinto de paladar suelto y final amable, con dejos de especias y frutas maduras.

Valderrobles Tinto ($140,40): es de esos vinos que siguen viniendo en su icónica botella de 700cc. Blend de Bonarda y Syrah de aromas y sabores generosos, y texturas incipientes.

Estancia Mendoza Cabernet Malbec ($152): en este tinto de paladar ágil se nota bien que el primero aporta la textura y el segundo la fruta, con agradable madurez en sus expresiones.

Colon Cabernet Sauvignon 2019 ($152,20): etiqueta tradicional si las hay, proveniente de los principales valles sanjuaninos, un tinto amable y maduro, con especias y un paso por boca que se hace sentir.

Michel Torino Colección Cabernet Sauvignon ($155,70), se trata de otra marca con varias décadas en el mercado y que vivió muchos cambios. Sin embargo, detrás de este tinto se aprecia el cepaje con un carácter más especiado que frutal.

Viñas de Balbo Clásico Tinto Magnum ($159,20): si bien no trae un litro y medio es uno de los más vendidos, no solo por su práctico botellón sino porque mantiene su consistencia a través de los años.

Norton Clásico 1895 ($175,80): si bien está aggiornado por fuera se mantiene muy bien por dentro.

San Telmo Cabernet Sauvignon ($186,40): otra de las marcas eternas y que se mantiene a puro vino, respetando su legado, ya que fue pionero entre los varietales. De paladar suelto, con taninos incipientes y un agradable final especiado, propio del cepaje.

López Malbec ($190): dueño de un estilo único que mantiene con el paso del tiempo. Hoy enfocado 100% en el Malbec de primera zona, es un vino de aromas maduros y paladar especiado. De trago suave y final fresco.

Don Valentín Lacrado Tinto ($206,40): blend histórico creado por don Enzo Bianchi, hoy a base de Tempranillo, Bonarda y Syrah. Muy expresivo y de paladar generoso. También en sus versiones Malbec (más afrutado) y Cabernet Sauvignon (más especiado).

Callia Syrah ($214,70): si bien es un Syrah más frutado que especiado, tiene toda la amabilidad propia del sol sanjuanino, con una agradable frescura.

Finca Flichman Cabernet Sauvignon Roble 2019 ($222,90): la zona de Barrancas (Maipú), de donde proviene este vino, es ideal para la buena madurez del Cabernet, logrando así un vino frutado, especiado y con taninos amables.

Alaris Malbec 2019 ($224,10): este vino (que supo ser el rey de las góndolas cuando solo se llamaba Trapiche) mantiene su carácter frutal, matizado por un ligero paso por roble.

Valmont Tinto ($224,10): durante 30 años fue el tinto más vendido del país. Y si bien hoy tiene mucha más competencia que en los setenta y ochenta, se sigue haciendo con uvas de muy buena calidad, y con un método que resalta su carácter frutal. Creado como tinto con cuerpo de blanco, mantiene su paso ágil y expresivo.

Pacheco Pereda Malbec ($227,10):, una marca que mantiene su carácter más allá del estilo más aggiornado que se siente en este tinto, afrutado y especiados, de trago fluido y taninos amables.

Benjamín Malbec 2020 ($231,20): acá se nota el Malbec, por su paso jugoso, pero también por sus aromas y sabores afrutados con dejos especiados.

Vendimiario Malbec ($234,70): con uvas de La Rioja se elabora este vino que además de ser generoso y agradable de beber, es solidario, porque parte de su recaudación va a escuelas.

Omnium Malbec ($234,70): nació como un vino moderno a principio del milenio y se mantiene, más allá de su trago fluido y sus notas de frutas rojas maduras y dejos especiados.

El Bautismo Red Blend 2019 ($241,10): blend a base de uvas italianos y elaborado por enólogos jóvenes para nuevos consumidores. De aromas y sabores expresivos, ay frutas de baya y especias frescas.

San Felipe Tinto (246,50): si esta caramañola se mantiene después de 50 años por algo será. Un tinto eterno, con fruta y dejos especiados, y texturas incipientes, ideal para la mesa.

Aimé Red Blend 2020 ($253,60): blend de Malbec, Bonarda, Cabernet Sauvignon y Merlot, moderno y con buena madurez de fruta, matizados con especias en el final de boca.

Clos du Moulin ($265,40): otro clásico de Bodegas Chandon y que siegue siendo una rareza combinando una cepa con fuerza, como es Cabernet Sauvignon, con la más delicada, como es la Pinot Noir. Se mantiene fresco en su paso por boca, más allá de su estilo clásico.

Elementos Tannat 2019 (270,10), en este tinto está la fuerza del valle de Cafayate, pero también del cepaje. Con buen cuerpo y unos taninos sólidos para la categoría.

Dadá 1 (281,90): de esta línea que busca sacudir al consumidor y sorprenderlo en el paladar con diferentes propuestas, se destaca este blend de Bonarda y Malbec, jugoso y amable.

Portillo Pinot Noir 2019 ($289): si bien es muy difícil elaborar este cepaje, con uvas del Valle de Uco, la gente de El Portillo se luce hace tiempo, ofreciendo este tinto con muy buena tipicidad varietal, paso equilibrado y final fresco. Muy bueno para acompañar milaneses de merluza.

Santa Julia Malbec ($293,70): a partir de una vitivinicultura sustentable, esta bodega está revolucionando el mercado. Acá ofrece un Malbec expresivo, fresco y con buena fruta roja.

Cafayate Malbec 2019 ($300): para los que buscan un Malbec cotidiano que llene la boca con fuerza, este es ideal, porque se siente el carácter del valle y el aporte de la altura en su madurez.

Finca Los Primos Cabernet Sauvignon 2020 ($300): es lo nuevo de Bodegas Bianchi, un tinto que muestra lo bien que se da el Cabernet Sauvignon en San Rafael. De paladar franco y expresivo.

Blancos

En los últimos años aparecieron excelentes blends de esta variedad
En los últimos años aparecieron excelentes blends de esta variedad

Termidor Blanco ($69): un blanco consistente y líder en su categoría (Tetra Brik), no por casualidad es uno de los más vendidos del país hace tiempo. De aromas intensos y paladar limpio con dejos frutados.

Suter Etiqueta Marrón ($118,70): desde siempre elaborado a base de Pinot de la Loire (Chenin Blanc), es uno de los pocos blancos nacionales que ha trascendido generaciones. Dueño de una acidez particular y un carácter frutal muy agradable.

Etchart Privado Torrontés ($164): este vino se destaca no solo por consistencia sino por carácter y tipicidad varietal. Fresco, frutal y floral, con su personalidad intacta. Ideal para servirlo solo, con hielo o con soda.

Castel ($182,80): este blend blanco supo ser uno de los vinos más pedidos en restaurantes porteños hace décadas. Y mantiene su carácter austero con equilibrio, frescura y notas de frutas blancas.

Ventus Sauvignon Blanc-Chardonnay ($230): bivarietal blanco con la frescura patagónica. De aromas afrutados y paladar amable, también vivaz y franco, ideal para acompañar pescados y frutos de mar.

Goye Tocai 2019 ($240): más allá de lo original de la variedad; que se da muy bien en San Rafael; acá hay un blanco con cuerpo. De aromas equilibrados y paladar amable.

Frida Sauvignon Blanc ($288,90): para muchos es una etiqueta nueva a pesar que ya tiene un par de años en las góndolas. Aquí hay un blanco fragante y fresco, de paladar franco y muy versátil para la servir en la mesa.

Latitud 33 Sauvignon Blanc 2020 ($289): este blanco se destaca por sus fragancias cítricas y agradable frescura en boca. De trago vivaz, ideal para servir como aperitivo o con ensaladas y sándwiches.

Estiba I Chardonnay ($293,70): en la expresión de este vino se siente la frescura de la fruta, con un carácter equilibrado y buen cuerpo. Trago amplio y paladar franco, con agradable persistencia en boca.

Alma Mora Chardonnay 2020 ($296,40): se sabe que en San Juan las uvas maduran muy bien y eso le otorga a este blanco notas de frutas blancas y tropicales que se perciben en su paso amable.

Fabricio Portelli es sommelier argentino y experto en vinos

Twitter: @FabriPortelli

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