Pilar Sordo y la pandemia: “Es un momento estupendo para hablar de la muerte y la soledad”

En una entrevista con Infobae, la psicóloga, escritora y conferencista chilena advierte acerca de la importancia de terminar ahora con el tabú que nos impide hablar de la muerte. "A todos los que están sanos les digo que hablen de esto con sus familias. Llamé a mis padres en la segunda semana de la cuarentena: quería asegurarme de que no quedaran temas pendientes", reveló

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Pilar Sordo y la pandemia:
Pilar Sordo y la pandemia: “Es un momento estupendo para hablar de la muerte y la soledad” - Fotos: Gentileza Prensa Grupo Planeta

Pilar Sordo es una de las psicólogas más reconocidas y prestigiosas a nivel mundial: fue elegida una de las 100 mujeres líderes de Chile y, además, forma parte del cuadro de honor de las 21 personas más influyentes de ese país. Hace cuatro meses que no sale de su casa de Santiago -donde transita la cuarentena en soledad- aunque no deja de trabajar y ni estudiar, y hasta lanzó su nuevo libro, Un segundo de coraje: lo que se necesita para lograr paz interior y eliminar situaciones tóxicas.

En una entrevista con Infobae, contó cómo la cuarentena por la pandemia de COVID-19 puede transformarse en una gran oportunidad para tomar decisiones postergadas y hacer cambios importantes en la vida, aseguró que la pandemia es una buena oportunidad para amigarse con la idea de la muerte y no dejar conversaciones pendientes con los afectos, y advirtió: “La gente que va a salir fortalecida de este proceso es la que va a aprovechar esta pausa”.

-La pandemia de coronavirus, ¿implica un proceso de duelo y pone de relieve la fragilidad humana ante un enemigo invisible pero potencialmente mortal?

-Transitamos un duelo porque el 2020 que teníamos en nuestra cabeza no va a poder ser. Hubo que mata a un año para generar a otro en nuestra cabeza, que puede ser mejor que el que teníamos antes, pero que claramente es distinto. Esto va a producir un aprendizaje que puede ser un proceso de duelo, que se transita de esa forma y que, en la medida que se aprenda a vivir con esas decisiones, uno va a salir fortalecido.

No me gusta esta educación en el miedo, que se enfatiza y me tiene muy agotada. Todo el mundo asegura que vamos a terminar con estrés post traumático, que seguramente pase, pero también creo que va a haber un crecimiento, porque se van a potenciar muchas cosas positivas: prefiero centrarme en ellas.

-A veces nos creemos tan fuertes y, de repente, un virus microscópico mata a miles de personas en el mundo y nos tiene encerrados en casa. Esta vulnerabilidad que ahora sentimos ¿es porque la pandemia nos pone cara a cara con la muerte?

-Lo que pasa es que eso lo deberíamos tener siempre presente. A mí me parece curioso que el virus tenga una corona y que, como rey, nos haya mandado a nuestras casas. Es un momento estupendo para hablar de la muerte, la soledad, la enfermedad, los temas familiares incómodos... La pandemia nos coloca frente a la realidad misma del ser humano: todos nos vamos a morir y, en la medida que aprovechemos la vida, vamos a llegar con una mejor calidad a ese momento.

-¿Las personas serían más solidarias en cuidar al otro si esta enfermedad fuera tan grave a cualquier edad y tendrían más compasión por los adultos mayores, que son los que se llevan la peor parte?

-Hay gente que no entiende que los viejos son los sabios de la tribu y a quienes hay que escuchar. Si la enfermedad atacara fuertemente a los niños, seguramente se activarían muchos más miedos, algo que está en duda porque ahora se están empezando a contagiar más chicos y personas muy jóvenes. Entonces, el miedo podría activarse más, pero no se si cambiarían muchas conductas.

El miedo es un virus muy contagioso y, además, es un estupendo negocio. Da mucha rentabilidad y hay mucha gente que sale beneficiada. De hecho, los supermercados venden mucho más, porque como estamos en “modo supervivencia”, la gente siente que tiene que tener muchas más cosas en la casa para cubrirse.

-Estamos viviendo con muchas menos cosas de las que pensábamos que necesitábamos: ¿aprenderemos a desapegarnos un poco de lo material?

-A mí me ha pasado eso y espero que a todos les pase. Espero que, al menos una parte de la población, cambie su valoración del consumo y deje de “matarse” trabajando para comprar cosas. En algo debería moverse el sistema y el modelo económico.

-¿Qué va a encontrar el lector en su nuevo libro, “Un segundo de coraje: lo que se necesita para lograr paz interior y eliminar situaciones tóxicas”?

Es un libro muy particular, porque empezó siendo una cosa pero terminó siendo otra. Tenía ganas de responder las preguntas que la gente me hace desde hace 30 años, el tiempo que llevo en la profesión. Me tomé dos años para rescatar cuáles eran estos interrogantes. Cuando reuní los temas, me di cuenta que todos tenían un elemento en común: para poder ser solucionados había que desarrollar “Un segundo de coraje”.

Entonces, cambié el nombre del libro y empecé a trabajar en todos esos temas, con un recorrido que toma la relaciones de pareja y los vínculos tóxicos, las relaciones entre padres e hijos, temas de trabajo, los hijos que quieren o que no quieren irse de las casas de sus padres; los juicios, los prejuicios y los mandatos que alteran nuestros vínculos afectivos; cómo volver a tejer una red social mucho más cariñosa entre los seres humanos, para poder terminar con las crisis hispanas en relación a la petición de equidad o de justicia social. Pasar de lo individual a lo colectivo donde, en cada una de esas situaciones, se requiere ese segundo de coraje.

-¿Por qué nos cuesta tanto cambiar en todos los aspectos, como dejar un hábito dañino, una pareja tóxica, una dieta malsana, un trabajo que no nos gusta...?

-Porque el ser humano es naturalmente resistente al cambio: nos acostumbramos rápido a lo bueno y a lo malo. Como nos falta mucha exploración en el mundo interno -que es lo que esta pandemia nos está obligando a hacer- nos resistimos a mirarnos.

Cuando uno no se mira, no descubre los potenciales cambios. El 19 de julio a las 19 horas voy a dar una conferencia online sobre todo esto, se llama “Mujeres y hombres de hoy”, e incorporo todos los elementos de la pandemia.

Hace 4 meses que Pilar
Hace 4 meses que Pilar Sordo no sale de su casa en Santiago de Chile, donde transita la cuarentena en soledad

-¿Qué cambios podríamos hacer en esta cuarentena tan larga?

-Todos lo que uno sienta y quiera hacer. Como bajó el volumen externo y hay más silencio afuera, hay más ruido en nuestro interior. Ese ruido de adentro tiene que ver con nuestras luces y sombras. En la medida que nos atrevamos a explorar, vamos a ir descubriendo un montón de preguntas que van a surgir y van a requerir respuestas que se traducirán en acciones, decisiones o planificaciones.

Todos los organismos mundiales definen lo que está pasando como una pausa. La gente que va a salir fortalecida de este proceso es la que va a aprovecharla. Eso implica la invitación a mirarse hacia adentro y va a requerir varios segundos de coraje en ese proceso: para terminar una relación de pareja o para decidirse a hacer gimnasia. Lo que sea.

-Ante una enfermedad tan dura y solitaria, que ni siquiera nos permite estar acompañados o morir tomados de la mano de un ser querido, ¿cómo nos preparamos para enterarnos de un diagnóstico positivo, para enfrentar solos un cuadro irreversible o, incluso, para perder a un ser querido sin despedirnos?

-A todos los que están sanos les digo que hablen de esto con sus familias. Yo llamé a mi padres en la segunda semana de la cuarentena y les pregunté si tenían algo pendiente conmigo, que si así era, me lo dijeran. Por mi parte, les dije que no tenía nada pendiente con ellos, que si tenían que ir a una clínica o si morían, yo no iba a poder estar. Les dije que esperaba que eso pasara con todo el amor que les entregué en la vida. Ellos me dijeron lo mismo, por lo tanto, yo no tengo un tema con eso.

Lo primero es que la gente que está sana haga lo que tiene que hacer: llamar a toda la gente que quiere para hacérselo saber, para que si a esa persona le sucede algo malo, no se vaya con ninguna sensación de deuda. Los que no lo hicieron y ya tienen la deuda, tienen que trabajar el duelo desde ese lugar, y asumir que con el resto de los vínculos pueden actuar de manera diferente. Creo que ese es el secreto de esta historia.

-Hay muchas personas aterradas en sus casas y con miedo de salir a la calle por temor a contagiarse, ¿cómo van a hacer para volver a la normalidad? ¿Es un efecto del “Síndrome de la cabaña”?

El miedo a salir es algo que ya está instalado en el mundo hispano. Eso está absolutamente chequeado. El miedo a salir está presente. Si se trata o no del “Síndrome de la cabaña” no lo vamos saber, porque esto tiene que ver con el fenómeno del acostumbramiento, que los seres humanos presentamos ante las distintas realidades.

Las mismas habilidades que usaste para entrar y para adaptarte a estar adentro de tu casa, son las que vas a tener que usar para poder salir. Esas habilidades son la capacidad de adaptación, la flexibilidad, la paciencia, la confianza, la conexión con el presente, la gratitud... Y desde ahí, hay que empezar a moverse.

Por supuesto que hay realidades que llegaron para quedarse, como el teletrabajo, el colegio en casa, las separaciones de pareja pero también muchos reencuentros, incluso de parejas divorciadas. Hay muchas cosas que se están moviendo y que van a moverse aún más. Mucha gente va a cambiar las decisiones en sus vidas.

En plena pandemia, lanzó su
En plena pandemia, lanzó su nuevo libro, "Un segundo de coraje"

-Las personas que no cumplen con las medidas preventivas o que no creen en este virus, ¿son negadoras de la gravedad de la situación o tienen un exceso de miedo que las lleva a actuar de un modo tan imprudente?

-Se llama “negación del miedo” y, cuando el miedo se niega, se transforma en omnipotencia. Cuando el miedo se niega, se buscan teorías. La estructura de la personalidad de estas personas es impaciente y, justamente, el impaciente siempre es desconfiado.

Esa misma desconfianza es la que les hace armar teorías, conspiraciones y espacios, que los hace atravesar a la norma como un fenómeno de negar la vulnerabilidad y, por lo tanto, la presunción de temor frente a lo que está pasando.

-¿Sacaremos algo positivo de esta pandemia?

-Siempre hablo de los tres tercios: hay un tercio que no necesitaba de esta pandemia, porque venía entendiendo que el consumo no es lo más importante, que estaba tomando decisiones relacionadas con su paz, que ya había conseguido amar el silencio, que se alimentaba de manera saludable, que cuidaba sus afectos... A esa gente, la pandemia le vino a decir que siga por ese camino.

Hay otro tercio que nunca va a entender nada: ni con pandemia, ni con la muerte de la abuela o de la madre. Esa gente es la que niega el miedo y lo transforma en omnipotencia, porque nunca aprendió que hay formas más elevadas de vibración que el miedo y la rabia. O, que tuvo la posibilidad de aprender, lo negó y lo transformó en omnipotencia.

El otro tercio, que es por el que yo trabajo hace 30 años, es el que está inquieto, se pregunta cosas y está viendo cómo puede aprovechar a este proceso como la oportunidad de su vida. Yo espero que ese tercio se mueva al tercio de mayor conciencia y que no baje al tercio del miedo.

-¿Por qué nos cuesta tanto estar en soledad dentro de casa?

-Yo llevo sola cuatro meses. Lo que da miedo es mirar para adentro. Hay gente que estaba totalmente centrada hacia afuera y, ahora que la pandemia lo para y lo obliga a mirar hacia adentro, no se conoce. La pandemia también te hace que desinfectes tu casa interior.

Hay gente que no sabe cómo descubrirse o mirarse. Además, los vínculos -sobre todo, en el mundo hispano- son de mucha dependencia, apego y carencia. Entonces, quien ahora no se puede conectar con esos vínculos de los que depende emocionalmente, se siente angustiado.

Cuando la persona aprende a estar bien consigo misma y disfruta de ese tiempo sola -porque es un proceso de crecimiento permanente en lo bueno y en lo malo que uno encuentra -la soledad se vuelve menos amenazante. La angustia va a ser directamente proporcional a la carencia afectiva que provoca depender de vínculos emocionales.

-¿Cómo toma esta situación a nivel personal y profesional?

-Decidí tomar esto como una oportunidad de crecimiento. Estoy estudiando más que cuando estaba en la facultad. Me levanto a las 6 y me acuesto a las 2 de la madrugada, y no paro en todo el día. Estudio, establezco contactos en las redes de contención del mundo hispano, me reinventé laboralmente, empecé a atender a los pacientes de manera online, comencé a talleres...

Asumí que esto es una oportunidad de crecimiento para reforzar y aprender cosas nuevas, para ordenar la casa... pero también, para ordenarme por dentro. En eso estoy.

La prestigiosa psicóloga chilena asegura
La prestigiosa psicóloga chilena asegura que la "pausa" que impone esta pandemia debe ser tomada como una oportunidad para cambiar y mejorar la vida

¿La salud mental va a ser la segunda pandemia?

-La pandemia no está generando nada, sólo está mostrando cosas: está develando y poniendo nitidez en los problemas de pareja que venían de antes, en los conflictos personales, etc. Evidentemente, hizo subir el volumen de los conflictos internos. Espero que busquen resolver esos conflictos y hacerse cargo de la situación.

De todos modos, esto va a estar absolutamente teñido con el tema económico. Hay gente que no tiene para comer, sobre todo la clase media -que nunca necesitó del Estado- y que hoy va a tener que empezar a hacerlo para volver a funcionar.

Pero la pandemia no es la culpable: solo va a develar la injusticia y las inequidades sociales, los conflictos familiares e individuales. Ella hace que todo sea más nítido y prístino.

-¿Cree que esta situación de convivencia forzada provocará un boom de divorcios, pero también, de parejas separadas que se reencuentren?

-Es tal cual. Hay un montón de parejas que ya han decidido terminar; otras, que esperan el final de la cuarentena para poder ejecutar la separación, y mucha gente que se está reencontrando. Incluso, parejas divorciadas que se empezaron a extrañar y que hoy están redefiniendo sus proyectos.

Hay muchos otros vínculos que se están reafirmando: miles de padres conocieron realmente a sus hijos, ya que antes no sabían qué sentían, cómo eran, qué necesitaban... porque sólo los veían cuando llegaban o se iban de la casa. Hasta en la relaciones de amantes hubo cambios, ya que miles de historias se han terminado pero otras se han logrado mantener aunque, claro está, con mucha dificultad.

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