Plasma: qué es, cómo funciona y por qué es uno de los tratamientos más prometedores contra el COVID-19

En una entrevista con Infobae, Luis Sarotto, presidente de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas, contó de qué se trata este tratamiento, cuáles son los requisitos para ser donante y en qué casos está indicado. "Donar plasma es un acto de amor", aseguró

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“Hoy el plasma es el
“Hoy el plasma es el único remedio probado contra el COVID-19″(Shutterstock)

En plena pandemia de COVID-19, y cuando el mundo entero está en una carrera contrarreloj para hallar una vacuna o, al menos, encontrar un fármaco seguro que detenga a este nuevo virus, el plasma de pacientes recuperados surge como la mejor alternativa, ya que, según los expertos, se trata del único “remedio” que hoy está disponible. Sin embargo, al ser un recurso tan escaso, es fundamental apelar a la solidaridad de los posibles donantes y llevarles la tranquilidad de que el procedimiento de extracción no conlleva ningún riesgo para su salud. En esta entrevista con Infobae el doctor Luis Sarotto (MN 78073), presidente de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas y profesor titular de Cirugía de la Universidad de Buenos Aires,despeja todas las dudas.

-¿De qué se trata el plasma?

-Hace un siglo, en la cuarta cátedra de la Facultad de Medicina del Hospital de Clínicas, se hizo la primera transfusión de sangre citratada, así que este es un tema del cual conocemos mucho. En la Argentina, ya teníamos antecedentes muy bueno en transfusiones con plasma inmune en la fiebre de los rastrojos, conocida como “enfermedad de Junín”. Eso fue hace 50 años y tuvo un resultado excelente en nuestro país, en una epidemia similar a la de ahora.

Entonces, en la Argentina ya teníamos muy buenos antecedentes con plasma y con resultados excelentes. Esto se comenzó a hacer en los países que sufrieron esta epidemia antes que nosotros y Estados Unidos fue el país que más impulso le dio al tratamiento con plasma sensibilizado inmune, que surgió por la carencia de un tratamiento que revirtiera la historia natural de la enfermedad.

En el caso del COVID-19, la hidroxicloroquina pasó de ser un ángel a convertirse en un demonio. También, se pensaba que los antivirales podrían ser la solución, porque al principio venían muy bien, pero después se convirtieron en un “ni”. Incluso, se desarrollaron drogas que se creyeron que podrían generar un impacto importante en la enfermedad y no lo hicieron. A partir de todo esto, comienza la idea de retomar un tratamiento histórico: el plasma del paciente convaleciente, que no es nada nuevo.

-¿Cómo funciona el plasma una vez que entra al organismo?

-Cuando una persona se contagia una enfermedad viral como el coronavirus o la hepatitis, por ejemplo, rápidamente se generan dos tipos de anticuerpos: la inmunoglobulina M (IgM) y la inmunoglobulina G (IgG). La primera brinda inmunidad inmediata: rápidamente sube y, del mismo modo, desaparece. Podríamos decir que se trata de la primera fuerza de ataque. Por su parte, la inmunoglobulina G es la que genera una memoria inmunológica contra la enfermedad. Esta es la que uno mide cuando está vacunado. Por ejemplo, cuando una persona se vacuna contra la hepatitis o el sarampión y se mide la inmunoglobulina G, que para esa enfermedad la va a tener elevada, lo que significa que adquirió defensas y que no se va a enfermar.

Entonces, el paciente convaleciente aumenta la inmunoglobulina M, que es la que baja y no nos sirve, pero a partir de los 7 días y en forma persistente, mantiene elevada la inmunoglobulina G. Cuando esta última es extraída de la sangre a través de la plasmaféresis, la persona contagiada de COVID-19 recibe una transfusión que le brinda un número de anticuerpos muy importante, antes de que su organismo los haya podido fabricar.

Por eso, lo importante es darle el plasma al paciente que se interna con algunos criterios de gravedad de mal pronóstico -por comorbilidades o enfermedades asociadas- o que ya tiene disnea o fiebre, y cuyos resultados de laboratorio indican que se trata de un paciente de alto riesgo. Ese es el paciente que más se beneficia con el plasma, porque se le están dando los anticuerpos que aún no fabricó y que lo ayudan a combatir la enfermedad, desde el primer momento en que se internó. Por eso, que el plasma no sirve en los casos de pacientes que ya se encuentran en un muy mal estado general.

-¿Podemos decir que el plasma no es para cualquier paciente?

-Si tuviéramos un banco de plasma infinito, se lo daríamos hasta a los médicos que tienen que atender a los pacientes con COVID-19, para que ya pudieran tener anticuerpos. Pero tenemos la limitación de que no cualquiera puede ser donante: el porcentaje de donantes es alrededor del 20% de los pacientes enfermos.

La parte buena es que un enfermo puede generar tres donaciones, porque no se dona todo sino que con la plasmaféresis la sangre sale, pasa por una máquina, se le quita el plasma con esos anticuerpos y la sangre se vuelve a introducir en el organismo. Por eso, se puede donar hasta tres veces en un término corto de tiempo, un mes o un mes y medio, según el paciente.

-¿Qué requisitos se necesitan para poder donar plasma?

-Ser mayor de 18 años y menor de 65, no tener enfermedades graves asociadas (diabetes, infartos, stent etc.), no tener enfermedad cardiovascular severa y no haber tenido embarazos.

Para ser candidato a donar plasma hay que cumplir varios requisitos. En muchos casos, las personas no pueden hacerlo porque tienen tatuajes, por la promiscuidad sexual, por drogas, por ser mayores de 65 años, por haber tenido infartos, por tener obesidad, por comorbilidades, por tener alto riesgo de enfermedades infecciosas y por muchos otros impedimentos, que incluyen a las mujeres que tuvieron hijos. Ellas tienen la posibilidad de haber generado anticuerpos por la compatibilidad materno-fetal, pero esos anticuerpos pueden hacer que el paciente que los recibe genere una reacción alérgica muy grave.

Entonces, como hay que sacar a todos esos casos, de 10 donantes pueden quedar sólo 2. Es muy difícil juntar plasma pero estamos pudiendo hacerlo, porque la Argentina es un país muy solidario en ese sentido.

Estamos juntando mucho plasma y se lo brindamos a varios servicios médicos, públicos y privados. Incluso, el Hospital de Clínicas firmó un convenio con varios municipios de la provincia de Buenos Aires, a través del cual ellos nos mandan donantes y nosotros les damos plasma.

Un enfermo de COVID-19 recibiendo
Un enfermo de COVID-19 recibiendo una dosis de plasma (Shutterstock)

-¿Cuándo una persona recuperada de COVID-19 ya puede donar plasma?

-El momento a partir del cual puede donar va variando, porque en el momento más crítico han llegado a ser donantes todos los pacientes que estuvieron 21 días sin síntomas y sin ningún otro estudio. Entonces, lo consideramos donante potencial.

Para ser donante en nuestro país, hay que tener una PCR negativa y un dosaje alto de anticuerpos. O sea, mientras la PCR sea positiva no se puede ser donante. Por ello, el día 21 se hace una PCR para ver si la persona está curada. Teóricamente, la persona ya lo está porque, si estuvo 21 días sin fiebre y está asintomático, sabemos que ese paciente anda bien. Pero, la PCR negativa es equivalente a poner la firma y el sello a ese estado de salud.

También, hemos visto a pacientes que recién negativizan la PCR hasta 45 días después. No se sabe si eso pasa porque están enfermos porque tienen el virus o porque tienen fragmentos de éste que hacen que la PCR sea positiva. No hay forma de determinar lo contrario y tenemos que atenernos al resultado de la PCR.

-¿Cuesta que un paciente ya recuperado de COVID-19 quiera volver a un hospital para donar plasma?

-A veces se complica porque hay personas que la pasaron mal. Hay que saber que, cuánto mas grande es el paciente, más anticuerpos fabrica. Por ejemplo, un paciente de 23 años pudo haber pasado esta enfermedad de un modo tranquilo y sus anticuerpos pueden ser bajos, ya que las enfermedades en los jóvenes son menos virulentas. En el caso de los adultos, esto es muy diferente, porque fabrican más anticuerpos y las enfermedades son más graves.

Como se trata de una enfermedad de declaración obligatoria, tenemos un registro de posibles donantes. Entonces los llamamos, les decimos que los necesitamos y que pueden salvar tres vidas. Es raro que una persona sepa que poder salvar 3 vidas está en sus manos y no venga a donar. Lo más probable es que lo haga.

Una persona puede donar dos dosis de plasma, con un intervalo de 48 horas. Algunas personas pueden donar tres veces el equivalente a dos dosis, otros pueden donar hasta tres dosis... todo es de acuerdo al nivel de anticuerpos que tenga en su organismo. La transfusión de anticuerpos es un medicamento: en vez de dar un antibiótico, damos plasma. Básicamente, estamos hablando de lo mismo.

El plasma es el único tratamiento que, estadísticamente, está demostrando un cambio en la historia natural de la enfermedad. Es el único remedio probado contra el COVID-19 y es un remedio que la gente lleva en su sangre. Por eso, estamos muy entusiasmados.

Infectado de coronavirus, el intendente
Infectado de coronavirus, el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, recibió plasma y aseguró que empezó a sentirse mucho mejor en menos de 24 horas

-¿Cuánto tiempo tarda el plasma en hacer efecto en el organismo y cuántas dosis se necesitan?

-Estamos viendo que, en apenas 24 horas, hay un cambio muy importante en el estado clínico del paciente. En 24 horas, cambian la placa y la tomografía. Es muy veloz.

El procedimiento para la persona que lo recibe es muy rápido y sólo se necesitan 15 minutos para una dosis de 200 ml. Pensemos que, cuando a una persona la operan de apendicitis se le pone un suero de medio litro, así que un suero de 200 ml se pasa muy rápido.

Habitualmente, se hace en dos dosis de 200 ml, excepto que haya un paciente con una evolución tan fantástica con la aplicación de la primera que no necesite de la segunda. Pero, lo habitual es usar dos dosis.

-¿Haber tenido la enfermedad brinda inmunidad?

-Es así. Como se trata de una enfermedad tan nueva cuesta poner el sello pero cualquier enfermedad que deja una IgG alta hace que la persona sea inmune. Si una persona se vacunó contra la hepatitis B no se la contagia, porque tiene una IgG alta y porque para eso se vacunó. La gente se vacuna para tener IgG: si una persona se enferma, se cura y tiene IgG ya está vacunada. Entonces, no hay mucho que discutir.

-¿Qué pasa con la inmunidad de rebaño?

-La inmunidad de rebaño es una historia que tiene otra connotación, porque está demostrado que generar inmunidad por contagio provocado es de alto riesgo, muy peligroso y puede generar más consecuencias negativas que positivas. Hay personas que dicen que preferirían enfermarse ahora, incluso, para asegurarse una cama en terapia intensiva. Eso es una locura, porque nadie sabe cómo va a reaccionar su organismo frente a este virus.

-¿Cualquier paciente de COVID-19 puede acceder al plasma? ¿Es gratuito?

-Todo el mundo puede y debería acceder al plasma si vivimos en un país justo, porque esto es gratuito. La Facultad de Medicina ha destinado un presupuesto para el desarrollo y el estudio de los anticuerpos. Nosotros necesitamos que la gente se esfuerce en conseguir donantes porque el plasma es un recurso escaso. Pedirlo es fácil, pero nosotros estamos muy angustiados en conseguirlo. Hace un mes y medio el plasma era un proyecto en el Hospital de Clínicas, y eso que somos de los primeros junto con el CEMIC. Entonces, el tiempo ayuda a generar una preparación.

-¿Qué mensaje le gustaría dejarle a aquellas personas que pueden ser donantes pero no se animan a volver a un centro médico?

-Principalmente, donar no conlleva un riesgo para el donante. No es riesgoso: no se pone en riesgo la vida. Es un acto de altruísmo maravilloso. Sentir que uno da una parte de lo que tiene adentro para salvar otra vida es un acto de amor. Si cuando uno estuvo enfermo hubo alguien que lo cuidó, eso es lo que uno tiene que hacer hoy con quien ahora lo necesita. Donar plasma es un acto de amor.

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