Un recorrido por California, la región vitivinícola más visitada del mundo

El 85% del vino producido en los Estados Unidos se elabora en California, siendo Napa y Sonoma sus terruños más preciados. Infobae realizó un recorrido por las bodegas más importantes de una región que recibe 24 millones de turistas al año

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Un recorrido por California, la región vitivinícola más visitada del mundo (Shutterstock.com)

La mayoría de los argentinos admira muchas cosas de los Estados Unidos, sobre todo su estilo de vida, su nivel de consumo, y además de sus principales ciudades, más allá de las distancias que depara el dólar. Pero pocos saben lo importante que son los vinos estadounidenses en el mundo.

Se elaboran vinos en 49 de los 58 estados, aunque el 85% provenga de California, y el 75% de las bodegas produzca menos de 60.000 botellas al año. Pero donde hay acres disponibles y la tierra lo permita, siempre habrá un estadounidense haciendo vinos con buenas intenciones, más allá de las calidades logradas. Es que todo está pensado para que las visitas disfruten una buena copa de vino, un paisaje, y muchas veces un plato de comida.

Los paisajes que ofrecen los valles de Napa y Sonoma son tan lindos e impactantes como los de Mendoza o Salta, aunque obviamente bien diferentes. A nivel bodegas tampoco hay diferencias, ya que aquí las bodegas están equipadas con la última tecnología, y con diseños muy cuidados en diversos estilos.

Pero muchos se preguntarán sobre sus vinos. Sinceramente, en este rubro ambos países tampoco se sacan ventajas. Porque mientras en los Estados Unidos utilizan el Zinfandel como uva emblemática para algunos vinos, acá los mejores exponentes se conciben a partir del Malbec, siendo este mucho más diverso y de mejor calidad. Sin embargo, los mejores vinos estadounidenses son los Cabernet Sauvignon, y quizás acá posean una leve ventaja. Porque si bien en las zonas tradicionales de Mendoza y Salta esta cepa se da muy bien, para alcanzar niveles de fineza y longevidad más elevados, es necesario poner foco (tal como se hizo con el Malbec), y eso es algo que los americanos vienen trabajando desde los ochenta. Lo mismo pasó con los Chardonnay y Pinot Noir, aunque estos últimos también se dan muy bien más al norte, en Oregon y Washington.

Sin dudas, la gran diferencia radica en la infraestructura, además del mercado de consumo. En Napa hay un tren antiguo que recorre todo el valle (Yountville, Rutherford, Oakville y Santa Elena) con la posibilidad de bajarse y recorrer bodegas, además de almorzar o cenar a bordo. Todas las carreteras internas están asfaltadas y debidamente señalizadas, y la gran cantidad de bodegas en la zona hace que las distancias a recorrer sean muy cortas.

Todo está pensado en función al disfrute del visitante, tal es así que las bodegas no se muestran, sino que se recibe en el “visitor center”, generalmente muy bien equipado y diseñado, con amplia vista, salones privados tipo livings hogareños, y terrazas para apreciar los viñedos. Es recomendable hacer reservas, ya que todo está muy organizado, cronometrado y tarifado. Hay degustaciones con recorridos, degustaciones de vinos especiales y, en las bodegas con restaurante, se ofrecen experiencias de maridaje. Cada grupo es guiado por un experto que habla en el idioma solicitado, e irá contando sobre la historia del lugar y la bodega, a medida que sirve los vinos. Al finalizar siempre el visitante se topará con el “wine shop”, un local equipado con todos los vinos de la casa y un sin fin de accesorios y souvenirs.

Un detalle muy singular es que cada bodega posee un “wine club”, con precios diferenciales, tanto en la venta de vinos como en los consumos en la bodega. Es decir que, en los Estados Unidos, los enófilos están asociados a las bodegas de su preferencia mediante una membresía anual, ya así acceden a descuentos especiales en vinos y eventos, además de productos exclusivos.

Las mejores bodegas de California

El estado de California es el orgullo vínico de los estadounidenses. Una amplia zona al Oeste del país bañada por el Océano Pacífico, que limita al Norte con el estado de Oregon, al Este con Nevada y Arizona, y al Sur con Méjico. Posee seis regiones bien delimitadas geográficamente: Norte (Far North), La Costa Norte (North Coast), Los Valles Internos (Inland Valleys), Pie de la Sierra (Sierra Foothills), Costa Central (Central Coast), y Sur de California (Southern California). Y si bien la Costa Central es la más amplia, los mejores vinos provienen de la Costa Norte, donde se encuentran los condados de Napa y Sonoma, además de los de Lake, Mendocino y Solano.

Cada botella de vino californiano dice de que región geográfica o apelación (AVAs: American Viticultural Areas) provienen las uvas.

Napa y Sonoma quedan a poco más de una hora en auto desde San Francisco, la ciudad del tranvía, el Golden Gate y Alcatraz. Y la recorrida por bodegas puede comenzar por la más icónica: Opus One. Esta bodega fue fundada en Oakville por Robert Mondavi (la personalidad más importante de vinos de los Estados Unidos) y el Baron Philippe de Rothschild (de Chateau Mouton Rothschild). Algo similar hizo aquí Nicolás Catena con el Baron Eric de Rothschild al fundar Bodega Caro. Actualmente la bodega está en reformas ya que construirán una sala degustación para las visitas en la planta alta con vistas a los viñedos. Mientras tanto ofrecen una degustación del Overture (USD130); un vino exclusivo que solo se comercializa en la bodega; y dos añadas del Opus One (el 2016 USD365), en una confortable sala que remite al living de la casa de la familia. Allí también se pueden comprar vinos actuales (siempre limitado a 6 botellas por persona), y de cosechas anteriores y en otros formatos, como el Opus One 2014 en botella de 6 litros por USD4200.

Cruzando la ruta, y a menos de 500 metros, está la bodega Robert Mondavi, fundada en 1966 sobre el afamado viñedo To Kalon, donde nacen sus mejores vinos. A Mondavi, además de pionero de los grandes vinos americanos, se le reconoce haber creado e impuesto la categoría de varietales en el mundo para poder competir de alguna manera con los afamados vinos europeos, reconocidos por sus lugares de origen (Borgoña, Champagne, Burdeos, etc.).

Sin dudas, es la bodega más visitada, y es por ello que ofrecen distintas opciones: “Signature Tour & Tasting” es un recorrido que empieza en la viña To Kalon, sigue en la bodega, y culmina en una degustación de tres vinos, de la mano de un “wine educator” (educador de vinos). El mismo dura 75 minutos y tiene un costo de USD50 por persona. También puede ser el “Discovery Tour” (30 minutos y dos vinos, a un costo de USD30), o el “Twilight & Tasting”, una experiencia que comienza a las 5pm, cuando el sol está cayendo (90 minutos, y se degustan los vinos top de la casa con una tabla de quesos, por USD65).

Es una de las bodegas más tradicionales de la región, enmarcada en un paisaje de viñas, rodeado de colinas. En invierno se ve todo verde por las lluvias, pero luego el verano es muy seco, y cambia drásticamente, siendo las hojas de las vides lo único verde a la vista. En Robert Mondavi se puede ver la influencia bordelesa en las grandes cubas de roble para la fermentación de los vinos. Todos los movimientos, desde la llegada de la uva a la bodega, se hacen por gravedad. Es por ello que la sala de barricas está en el subsuelo, con miles de ellas prolijamente acomodadas.

Cerca de allí, subiendo la colina en Mount Veeder, está Hess Collection, del magnate suizo americano Donald Hess, también propietario en Argentina de las bodegas Colomé y Amalaya. Allí, además de los vinos de las líneas Artezin y Small Block (que incluye un Malbec), llegan visitantes de todo el mundo para apreciar la colección de arte del propietario de la casa. Domaine Chandon, otra de las empresas muy presentes en la Argentina, posee una de las bodegas más lindas para visitar. Con una terraza con vistas al valle y rodeada de mucha vegetación, es un paisaje muy diferente al que se puede ver en Mendoza.

Otro argentino que está haciendo historia es Alejandro Bulgheroni, quien compró hace años una antigua propiedad en Santa Helena (Napa). Y en medio de las montañas construyó una pequeña pero moderna bodega, donde elabora solo cinco etiquetas en partidas limitadas, que se venden entre 120 y 400 dólares la botella.

Muy cerca de allí se encuentra Joseph Phelps, con un “visitor center” en la cima de una colina con vista al valle única, y una terraza que se llena de turistas todo el año. Allí no sirven comida, pero los visitantes pueden hacerse un picnic en las mesas, con la única condición de consumir los vinos de la casa. El fundador de la bodega es muy reconocido ya que tuvo la intención desde sus comienzos de crear un vino ícono de la región, con el Cabernet Sauvignon como protagonista. Y hoy su vino Insignia, es uno de los exponentes del varietal más respetados, no solo de Napa sino también del mundo.

En Sonoma hay muchas opciones, pero sin dudas Paul Hobbs Winery en Russian River Valley es ideal para visitar con tiempo y vivir la experiencia completa, con maridaje incluido. Se sabe que Paul fundó Viña Cobos en Mendoza en 1998, el mismo año que plantó las primeras viñas en la finca de su padre. Años más tarde levantaría una bodega, donde hoy produce todos sus vinos californianos, que provienen de selectos viñedos tanto de Sonoma como de Napa.

A la bodega se entra por un living, y en todo momento se tiene la sensación de estar en casa. En el living y en el comedor abundan detalles y objetos que narran la historia del afamado flying winemaker. Los que conocen sus vinos locales, saben de la obsesión de Paul Hobbs por los detalles. Así son sus vinos, y la experiencia de maridaje que ofrecen inspirada en la cocina japonesa.

Actualmente, el 75% de las bodegas en California (que producen más de 200 millones de cajas de 12 botellas) están certificadas como sustentables, lo cual habla de la preocupación de los americanos por el cuidado del medio ambiente, y de su visión de largo plazo. En Napa y Sonoma, más allá de los vinos, cada bodega tiene su propio encanto, y merece la visita de todo amante del vino.

Los vinos californianos más destacados

En el imaginario de muchos, todavía está la sensación que los vinos de Estados Unidos son cargados, sobre extraídos, maduros y sobre maderizados, tanto los blancos como los tintos. Y si bien es cierto que a muchos consumidores norteamericanos les gustan los Chardonnay voluptuosos y melosos, bastantes apoyados en el roble y con dejos de manteca fresca y crema (“buttery style”), o los tintos que llenan la boca y resultan largos y con un persistente final dominado por la crianza en roble (“over oaky”), también es cierto que los vinos evolucionaron en estos veinte años, y muchos paladares se adaptaron a los nuevos cambios. Igual que pasó en la Argentina, donde por más que los hacedores insistan en sacar o esconder la madera en los vinos, muchos consumidores esperan sentir bien las notas aportadas por el roble durante la crianza.

Estados Unidos es el mayor abanderado del Nuevo Mundo; grupo al cual también pertenece la Argentina, más allá de sus tradiciones. Es decir que la escena está dominada por el varietalismo, vinos elaborados a base de (al menos el 85%) una sola uva. Sin dudas, la más famosa es la Zinfandel, una uva tinta similar a la Primitivo italiana, pero de origen croata, que supo ser el vino emblema de los americanos durante algunos años, ya que era el único país que lo elaboraba. Pero en realidad el Cabernet Sauvignon lo opacó hace tiempo. También el Pinot Noir y el Merlot, que amaga con un revival tras el ostracismo que le produjo la película Entre Copas desde 2004 (Sideways); son uvas tintas que se dan muy bien. Y junto con los Red Blends, conforman la mayor parte de la oferta de vinos tintos. En blancas la reina es la Chardonnay, aunque el Sauvignon Blanc (o Fumé Blanc), el Pinot Gris y el Viognier, también son protagonistas, junto a algunos rosados y espumantes (sparkling).

Sin dudas, la mayor referencia vínica de Estados Unidos es el Opus One. La idea fue combinar la tradición francesa con la innovación americana para crear un vino único en el corazón de Napa Valley. Y lo han logrado, ya que desde 1984, cuando salió al mercado la primera añada de 1979, es el ícono del vino estadounidense. Blend de base Cabernet Sauvignon, con pequeños aportes de Petit Verdot, Merlot, Cabernet Franc y Malbec, con 18 meses de crianza en barricas nuevas de roble francés. El 2016, la cosecha actual, se mostró muy elegante y equilibrado, con lo justo de la fruta y de la madera, y con buen potencial de guarda.

El Robert Mondavi Reserve Fumé Blanc 2015 es agradable y expresivo, de buen cuerpo y algo maduro, similar a los exponentes de Agrelo. El Momentum Red Blend 2013 de la misma bodega, a base de Merlot y Cabernet Sauvignon, es clásico y muy al estilo de Burdeos. Y el Stags Leap District Cabernet Sauvignon 2014 es profundo, voluptuoso y con mucha vida por delante. The Reserve 2015 es un Cab por encima de ese, y nace en el viñedo To Kalon, el que rodea a la bodega. Es amable y clásico, con un final ahumado.

Los vinos de Hess demuestran el perfil explorador del enólogo Randle Johnson's, con sus blancos muy expresivos, incluyendo un Chardonnay con carácter y frescura integrada. También de sus viñedos en Mount Veeder, The Hess Collection 2015 el más famoso de la casa. Es básicamente un Cabernet Sauvignon, con 10% de Malbec y algo de Merlot (USD55). Aromas de buena tipicidad, con volumen y estilo.

De la misma zona, elaboran un Malbec 2016 (USD60), de aromas equilibrados y con cierta tipicidad de fruta amable, algo mordiente y especiado, pero con buena fruta roja y la madera bien integrada. De la misma línea “Small Blocks” tienen un Petite Sirah 2016, algo muy exclusivo de Napa, que llegó con el Zinfandel de la mano de las inmigraciones italianas. Es como el Tannat en Argentina según Randle, quien conoce mucho por venir seguido a vinificar en Colomé. También poseen la línea Artezin con dos Zinfandel (uno de viñedos originales de 135 años), con el típico carácter de pimienta negra. Un Carignan, y un Charbono, que es ni más ni menos que la Bonarda.

En Alejandro Bulgheroni Estate, los cinco vinos que producen son destacables por su calidad y por ser de partidas limitadas. De la cosecha 2016, el Lithology Beckstoffer Las Piedras Single Vineyard Cabernet Sauvignon (USD250), muy apoyado en la fruta, de paladar franco y buen cuerpo, con texturas muy elegantes. El Lithology Beckstoffer Dr Crane resultó un Cabernet más austero y maduro, mientras el Single Vineyard de To Kalon posee aromas más frescos y más apoyados en la fruta. De paladar fluido, con agarre y dejos herbales. El top de la casa es el Alejandro Bulgheroni Estate Napa Valley Cabernet Sauvignon, más classy, pero fresco, con buen volumen, carácter de fruta negra y taninos finos. Pero hay más argentinos buscando hacer historia en Napa, ya que Peñaflor posee 700 hectáreas, de las cuales 30 están en la mejor zona de Cabernet Sauvignon. Y se dice que algo están tramando entre Daniel Pi y un famoso enólogo de la zona, que conoce mucho la Argentina, con el Cab como protagonista.

En Joseph Phelps se pueden degustar un Chardonnay y un Pinot Noir de Sonoma, ambos 2016. El primero con buena madurez y frescura, con tipicidad y algo terroso. Mientras que el tinto posee una nariz delicada, con buen cuerpo, algo mordiente, la frescura integrada y algo de fruta madura. En esta bodega son muy reconocidos por el Cabernet Sauvignon de Napa, desde 1973 su primer vino. El 2016 resulta fresco y fluido, con la madera que se nota y los taninos aún firmes. Pero sin dudas, sus Cabs más aplaudidos hoy son el Bachus y el Insignia 2016. El primero más intenso y consistente, con leves dejos especiados, joven y expresivo. Mientras que el Insignia es cosa seria. De aromas classy, con buena frescura, algo especiado y muy tipo Burdeos. Paladar algo maduro, con una punta herbal y leves dejos de madera, delicado y con potencial.

Es muy interesante, al menos para el consumidor argentino, hacer la comparación de los vinos de Paul Hobbs estadounidenses vs. los argentinos, simplemente para entender como la misma mano, y en muchos casos con el mismo varietal, se pueden lograr cosas tan diferentes, a partir de terruños tan diversos. Y si bien los equipos enológicos son distintos, suelen hacer intercambios, siempre bajo la atenta mirada de Hobbs.

El Edward James Estate Chardonnay 2016 (USD85) nace en la finca donde vive el afamado enólogo. Con buena frescura integrada, es amable, y si bien se nota la madera y un toque de manteca fresca, gana por su equilibrio de sabores. El Cuveé Agustina Chardonnay 2016 (USD120) es otra cosa. Un blanco de aromas integrados, más vertical, con el mismo carácter, pero más mordiente y no tan profundo como el anterior, pero más elegante y delicado en su paso por boca.

El Pinot Noir en la Argentina es una variedad difícil para elaborar, sin embargo, en Estados Unidos se da muy bien, y los de Paul Hobbs son muy reconocidos. El Hyde Vineyard 2016 (USD90) ostenta un agradable e inconfundible carácter frutal, con leves dejos vegetales. Joven y vivaz, nada que envidiarle a un buen Borgoña tinto joven francés. Mientras el Goldrock Estate 2017 (USD120) posee más concentración y madurez, bien apoyado en la austeridad de su carácter frutal, y con un final terroso que empieza a ser complejo.

Pero todos quieren el Cabernet Sauvignon, el varietal más afamado y valorado de Napa Valley. Del reconocido viñedo Beckstoffer Las Piedras, el Single Vineyard 2015 (USD300) presenta aromas tan delicados como los grandes vinos de Burdeos, terrosos y frutales, con paladar classy, frescura y leves dejos herbales. Con buena fluidez y paso algo mordiente, franco y suave, muy expresivo, y con más elegancia potencial cuando la crianza se integre un poco más. Y el Nathan Coombs Estate 2015 Cabernet Sauvignon (USD400) justifica lo que vale. Es un tinto inolvidable, de buen cuerpo, y texturas finas. Llena la boca pero no pesa, “flota en el paladar”, con su frescura integrada, delicadeza y vivacidad. Todo lo que un gran vino debe tener para ser disfrutado hoy, o dentro de diez años.

Hay miles de vinos interesantes para conocer en Napa y Sonoma, y uno de los mejores lugares para poder degustar varios de diferentes bodegas de la región, es el wine bar Bounty Hunter, en el centro de la pintoresca ciudad de Napa. Allí hay más de 500 etiquetas para elegir, muchas de las cuales salen por copas, y una gastronomía típica (el pulled pork es la especialidad de la casa), ideal para disfrutar los blancos y tintos de la zona.

Sin dudas, los vinos, las bodegas, los personajes y los paisajes, de Napa y Sonoma son tan especiales y únicos como los de las principales regiones vitivinícolas del mundo, incluyendo las de Argentina. Y para todo amante del vino siempre es interesante conocer nuevos lugares y degustar vinos “importados”, porque al regresar toma verdadera dimensión de los vinos que se están elaborando por estas tierras, y entender que los de acá son tan buenos como los de allá.

Fabricio Portelli es sommelier argentino y experto en vinos

Twitter: @FabriPortelli

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