Hervé Joyaux Fabre, el propietario y enólogo de la bodega Fabre Montmayou nació en Burdeos, Francia, y proviene de una familia de comerciantes de vino. Es decir que, al llegar a la Argentina en los años 90 buscando oportunidades de inversión, a Hervé ya le corría vino por la sangre. Porque más allá que su familia se dedicara al tema, a todo francés le gusta el vino. En aquella primera visita quedó muy impresionado con Mendoza, y se puede decir que fue uno de los pioneros visionarios del potencial del Malbec argentino. Y decidió comprar un viñedo y crear una bodega.
Como buen bordelés, sabía del carácter que podían ofrecer a los vinos las viñas viejas, y encontró cepas de Malbec plantadas en 1908. Así nació Fabre Montmayou, la primera bodega boutique de la Argentina, aún cuando esa denominación era desconocida a nivel local.
El concepto desde el inicio fue muy tradicional, al mejor estilo de Burdeos. “El secreto de nuestra calidad es el cuidado constante y el estilo personal”, afirma Hervé.
En la última década del siglo XX, los vinos nacionales no eran reconocidos fronteras afuera, sin embargo, Hervé, junto a su esposa Diane, apostó siempre a vinos de alta gama que pudieran reflejar el lugar de donde provenían. Es decir, basados en el terroir cuando casi no se hablaba de la importancia del origen de las uvas, y mucho menos de la composición de los suelos. Y todo esto, sin importar las modas.
Su pasión y dedicación le permitió alcanzar en casi 30 años un gran reconocimiento nacional e internacional. Hervé J. Fabre, ha sido nominado por segunda vez consecutiva como “Mejor Enólogo del Año de Vinos Tintos” (Best Red Winemaker of The Year) en el marco de la edición 36º del prestigioso International Wine Challenge (IWC). Conocido como “El Oscar del Vino”, este concurso es aceptado como uno de los más importantes del mundo, en el que participa un jurado integrado por destacadas figuras de la industria representando a distintos países.
En el IWC 2018, Hervé ya había sido distinguido como el Mejor Winemaker de vinos tintos del año, y todos sus vinos tintos presentados en el certamen recibieron una medalla, incluyendo un trophy, cuatro medallas de oro, once medallas de plata y siete de bronce. Asimismo, en el año 2017 Fabre Montmayou fue galardonada como la mejor bodega del año.
Hervé elabora los vinos junto al enólogo Juan Bruzzone y su equipo, con un enfoque cuidadoso, tan tradicional como personal, al mejor estilo de un chateau bordelés.
“Juan, Diane y yo formamos parte de un equipo donde las decisiones se toman en conjunto. Las operaciones diarias las supervisa Juan, con su equipo de profesionales tanto en Mendoza como en Patagonia, y nos juntamos frecuentemente en el momento de la cosecha para probar uvas y mostos. Es la relación clásica entre un bodeguero y el enólogo principal de una bodega”, explica Hervé.
En su filosofía el vino debe respetar la expresión de la fruta y de la vid, coronada con una meticulosa crianza en barricas. En los vinos de la casa siempre va a predominar el carácter afrutado, mientras que el roble francés se usa como apoyo para aportar una cierta complejidad.
Al principio, el foco estaba puesto en el Malbec, pero el potencial demostrado por otras variedades y el gran crecimiento “obligaron” a Hervé a ampliar sus líneas de vino. Incluso recurriendo a otros terruños como Gualtallary, donde poseen 200 ha en producción (destinadas a la elaboración de la exitosa línea Viñalba, que no se comercializa en la Argentina por el momento); siempre apoyadas en su savoir-faire.
También hace algunos años compró un viñedo y una bodega en Río Negro, Patagonia, para crear grandes vinos con un estilo diferente al de los vinos producidos en Mendoza. Actualmente, poseen tres establecimientos, Fabre Montmayou y Viñalba (que en breve empieza a vender sus vinos en el mercado local) en Mendoza, y Phebus en Patagonia.
-¿Te imaginabas este potencial del Malbec?
-Sin ninguna duda, por eso mi decisión de mudarme a 13.000 kilómetros de mi pueblo, hace 27 años.
-¿Cuando creaste Fabre Montmayou, a principio de los 90´, imaginaste este presente?
-Fue una apuesta al Malbec, al final del 1992 cuando se construyó la bodega en Vistalba eligiendo viejos viñedos. Tenia fe en esta uva, pero fue difícil al inicio exportar una cepa que nadie conocía, y sin ser además competitivo por el uno a uno (refiriéndose al tipo de cambio). No podía prever 10 años antes la devaluación de principios del 2000, que nos permitió a todos ofrecer vinos muy buenos y baratos. Esa fue la gran ayuda o suerte que permitió a nuestra vitivinicultura despegar.
-¿Cómo viviste estos años la evolución del estilo de los vinos argentinos, y cómo hiciste en Fabre para que esos cambios no causaran tanto impacto?
-Cada tanto hay que aportar algunas modificaciones en la conducción del viñedo y en la vinificación para estar en armonía con el paladar del consumidor, sin renunciar al estilo que caracteriza a una bodega. Para mi, ese es el rol de un bodeguero, viajar, probando otros vinos y escuchando a otros profesionales para mantenerse actualizado. Aunque esto no significa cambiar de rumbo cada vez que se presenta una tendencia. Para una bodega mediana como la nuestra, hay que no atrasarse, pero tampoco ser muy innovador.
-¿Malbec de Luján o del Valle de Uco?
-Yo diría Malbec de Luján, del valle de Uco y de la Patagonia, porque hasta ahora las comunicaciones difíciles entre Mendoza y Cafayate no me permitieron pensar en invertir en el Norte, pero quizás algún día llegue. Me gustan mucho los Malbec.
-¿Cómo podes describir el carácter de Vistalba y Gualtallary en términos vínicos, como si fuesen un CRU, y cuál sería su diferencial?
-Si comparamos Vistalba y Gualtallary, donde tenemos superficies representativas de viñedos propios, hay diferencias cada año y no siempre en favor de la misma zona como algunos dejan entender. En un año muy caliente, una zona como Gualtallary permite la elaboración de un vino con mejor acidez y frescura. Pero en un año normal, la zona de Vistalba da unos vinos con muy buen equilibrio entre concentración y frescura.
-¿Crees más en los vinos de parcela o en los vinos de lugar?
-Los dos conceptos son válidos y me gustan, pero cuanto más uno apunta a superficies menores, es más difícil repetir cada año una partida de igual nivel de calidad por las variaciones del clima.
-¿Cuál es el próximo paso que debería dar la Argentina con sus vinos en el mundo para empezar a crecer sostenidamente y terminar de consolidarse como gran productor de vinos que es?
-Creo que se hacen bien las cosas con Wines of Argentina (Wofa), hay que relativizar y compararnos con otros países productores. Cuando escucho a productores de otros países, ven a la Argentina bien posicionada, hasta algunos nos envidia. Tenemos que seguir luchando con nuestro Malbec, con cortes a base de Malbec, y también Torrontés, como cepas diferenciales. Pero el gran desafío que tenemos por delante es levantar el consumo interno, porque no podemos pretender ser un gran país productor con una caída del consumo tan brutal como la de estos últimos años.
-¿Sacando al Malbec, cuál es tu variedad favorita?
-El Cabernet Franc, porque da muy buen resultado en Argentina y es un complemento perfecto en un blend con Malbec. El Torrontés es mi otra uva favorita, nosotros estamos trabajando para intentar cambiarle su imagen de vino barato. Reposicionar esta cepa hacia arriba como se hizo con el Malbec, es otro gran desafío.
Fabricio Portelli es sommelier argentino y experto en vinos
Twitter: @FabriPortelli
SEGUÍ LEYENDO