Los efectos de la contaminación del aire en la salud son graves: un tercio de las muertes por accidente cerebrovascular, cáncer de pulmón y enfermedades cardíacas se deben a la contaminación del aire. Esto tiene un efecto equivalente al de fumar tabaco, y mucho más que, por ejemplo, los efectos de comer demasiada sal.
Según la Organización Mundial de Salud la exposición a corto y a largo plazo produce efectos sobre la salud. Por ejemplo, las personas aquejadas de asma afrontan un riesgo mayor de sufrir una crisis asmática los días en que las concentraciones de ozono a nivel del suelo son más elevadas, mientras que las personas expuestas durante varios años a concentraciones elevadas de material particulado (MP) tienen un riesgo mayor de padecer enfermedades cardiovasculares.
“Si bien no forma parte de los factores de riesgo clásicos, la contaminación a nivel cardiológico podría considerarse parte de los nuevas circunstancias que aumentan las probabilidades de contraer una enfermedad o cualquier otro problema de salud. Las microparticulas en el aire pueden provocar el mismo daño en el organismo que los aerosoles de los vapeadores, por ejemplo. La contaminación ambiental es sin dudas uno de los ‘nuevos factores de riesgo'”, indicó consultado por este medio Francisco Toscano, médico cardiólogo (MN 95.358), miembro de la Fundación Cardiólogica Argentina.
Sin embargo, la carga sanitaria que la contaminación atmosférica urbana le impone a una ciudad depende de la concentración de contaminantes y del número de personas que respiran el aire contaminado. El aumento rápido y cuantioso de vehículos automotores, que tienen motores anticuados y utilizan combustible de mala calidad, así como el aumento de la generación de electricidad a base de carbón y otros combustibles contaminantes, han generado el mayor riesgo sanitario por el aire contaminado para la población.
Según datos revelados por la OMS, 9 de cada 10 personas en el mundo respiran aire contaminado. Al año, 7 millones de personas mueren por la contaminación ambiental. Esto es más que el número de muertes por SIDA, malaria y tuberculosis combinadas. De estas, alrededor de 300.000 están en las Américas. La contaminación del aire representa un grave problema de higiene del medio que afecta a los habitantes de los países en desarrollo y desarrollados. Los residentes de las ciudades donde hay niveles elevados de contaminación atmosférica padecen más enfermedades cardiacas, problemas respiratorios y cánceres del pulmón que quienes viven en zonas urbanas donde el aire es más limpio.
La Organización Mundial de la Salud estima que 2 mil millones de niños viven en áreas donde la contaminación del aire exterior excede los límites internacionales y 300 millones de niños viven en áreas donde la contaminación del aire exterior excede 6 veces los límites internacionales.
Los niños, los ancianos y las personas con enfermedades cardíacas o pulmonares, diabetes, comunidades minoritarias y de bajos ingresos son particularmente vulnerables a los resultados de salud adversos de la exposición a la contaminación del aire, incluidas las enfermedades cardiovasculares, el asma y otras enfermedades respiratorias y el cáncer. La evidencia reciente sugiere que la contaminación del aire también está relacionada con un mayor riesgo de diabetes, autismo y un coeficiente intelectual más bajo.
Calles tranquilas vs. calles concurridas: ¿podrían aumentar el riesgo de desarrollar un tumor cerebral?
Un estudio sugirió que pasar de vivir en una calle tranquila a una concurrida podría aumentar el riesgo de desarrollar un tumor cerebral. Los científicos a cargo de la investigación profundizaron en los efectos de las partículas ultrafinas (UFP), pequeños contaminantes emitidos principalmente por el tráfico de autos y la quema de carbón.
Los datos mostraron que el riesgo de que un tumor cerebral aumentara en un 10% por exposición a un extra de 10.000 / cm3 de UFP cada día. Los investigadores de la Universidad McGill calcularon que esto conduciría a un nuevo caso cada tres años por cada 100.000 personas.
El estudio, publicado en la revista Epidemiology, analizó los registros médicos de casi 2 millones de adultos entre 1991 y 2016. Comparó los rangos diarios de UFP de un promedio de tres años. Se tomaron en cuenta otros factores de riesgo, como fumar.
CI bajos, mala memoria y retrasos en el desarrollo cognitivo
Investigadores de la Universidad de California, San Francisco, descubrieron en mayo de 2019 que los niños nacidos de madres que viven en áreas contaminadas tienen un coeficiente intelectual que es hasta siete puntos más bajo que aquellos que viven en lugares con aire más limpio.
Los jóvenes que viven cerca de las carreteras transitadas tienen el doble de probabilidades de obtener calificaciones más bajas en las pruebas de habilidades de comunicación en la infancia, según datos arrojados por una investigación que realizó el Instituto Nacional de Salud Infantil Eunice Kennedy Shriver en abril. También eran más propensos a tener una peor coordinación mano-ojo.
La contaminación puede alterar la estructura del cerebro de los niños para hacerlos más ansiosos. Además, un estudio que llevaron a cabo investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona develó que los niños expuestos a mayores niveles de PM2.5 en el útero obtuvieron peores resultados en las pruebas de memoria cuando tenían 10 años.
Infertilidad prematura, disfunción eréctil y pérdida de la excitación sexual
Científicos de la Universidad de Módena, Italia, afirmaron en mayo de 2019 que creían que la contaminación acelera el envejecimiento en las mujeres, al igual que fumar, lo que significa que perjudica la fertilidad. Esto se basó en que encontraron casi dos tercios de las mujeres que tienen una baja “reserva” de óvulos con aire tóxico inhalado regularmente.
A su vez, científicos de la Universidad de Utah descubrieron que las mujeres embarazadas tienen un 16% más de probabilidades de sufrir la angustia por un aborto espontáneo si viven en áreas de alta contaminación.
Un dato aún más sorprendente es que según un análisis llevado a cabo por científicos de la Universidad de Stirling vivir en áreas contaminadas aumenta el riesgo del cáncer de mama. El estudio reveló que seis mujeres que trabajaban en el mismo puente al lado de una carretera concurrida en los Estados Unidos contrajeron cáncer de mama con tres años de diferencia. Hubo una posibilidad entre 10.000 de que los casos fueran una coincidencia, aseguraron los autores de la investigación, que sugirieron que los químicos en los humos del tráfico causaron el cáncer al cerrar los genes BRCA, que intentan detener el crecimiento de tumores.
Por último, para científicos de la Universidad Médica de Guangzhou, en China, la inhalación de partículas venenosas puede provocar inflamación en los vasos sanguíneos y privar a los genitales de oxígeno, lo que afecta la capacidad de los hombres de excitarse sexualmente. Aquellos hombres que viven cerca de las carreteras principales tienen menos probabilidades de tener una erección debido a la exposición a la contaminación, sugirieron investigadores de la misma universidad.
Sin embargo, todavía no se implementan normas y reglamentos rigurosos para ayudar a reducir las emisiones y mantener un aire limpio y saludable. La necesidad de actuar para limpiar el aire y proteger la salud de los habitantes crece paralelamente con el crecimiento económico de dichas regiones.
La OMS calcula que si la media de la concentración anual de MP10 disminuye de 70 a 20 µg/m3, que es el objetivo establecido en las guías de calidad del aire de 2005, se puede evitar el 15% de la mortalidad a largo plazo causada por la contaminación atmosférica. Lograr una disminución de esa magnitud también reduce los casos de enfermedades respiratorias y cardiovasculares y aumenta la esperanza de vida de la población local.
Como si fuera poco, las medidas para aminorar la contaminación atmosférica urbana también reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes que contribuyen a causar el cambio climático. Como es sabido, este último produce muchos efectos nocivos sobre la salud, entre ellos los derivados de las sequías y los fenómenos meteorológicos extremos, como las enfermedades transmitidas por el agua y por los alimentos. También aumenta la prevalencia de enfermedades de transmisión vectorial como el dengue y el paludismo.
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