¿Está en China el futuro de los vinos argentinos?

Es uno de los momentos más difíciles del país, y el vino parece no poder despegar, a pesar de que la calidad es la mejor de la historia. Se perdió más del 75% del mercado interno y las exportaciones están estancadas. Pero el gigante asiático asoma como la solución a la problemática actual

Los vinos de Catena Zapata, en la Muralla China (Prensa Catena Zapata)

Una vez más el país parece estar desperdiciando una gran oportunidad, porque la lógica no se vuelve a dar. Porque si bien supo ser el principal consumidor per cápita del mundo, con 90 litros per cápita anuales (década del 80´), y que se mantiene en el top five de los productores, la industria atraviesa su peor momento en muchos años.

No es suficiente que la cultura gastronómica local, tan arraigada a las costumbres heredadas de los antepasados inmigrantes que llegaron del Viejo Mundo, tenga al vino como protagonista en las mesas. Ni que la evolución de las últimas tres décadas posibilite tener hoy una gran diversidad de etiquetas, y de la mejor calidad nunca antes imaginada.

Antes de que comience el milenio, pocas bodegas estaban preparadas para mostrar sus vinos al mundo. Y mientras algunas comenzaron a encarar su tecnificación -aprovechando el uno a uno- otras permanecieron en su zona de confort, vendiendo todos los vinos producidos en el mercado interno, que solo ponía el foco en la necesidad cuantitativa sin prestarle mucha atención a la calidad.

Pero el mundo cambió, y aquellos pocos grandes vinos argentinos que se lucían en las mesas solo en ocasiones importantes, no tuvieron otra que optar por evolucionar.

Con el cambio del milenio y la llegada de muchas inversiones extranjeras, todo el vino argentino mejoró. Primero a mano de los varietales, luego de las zonas, más tarde a partir de las micro-zonas o parcelas, hasta llegar al día de hoy, donde los vinos de alta gama son producto de la interpretación personal del hacedor de un lugar específico.

Salentein Night en Beijing (Prensa Salentein)

Esto significa que cada vez hay más y mejores vinos argentinos. Pero el consumo doméstico se ve sistemáticamente golpeado por la eterna crisis económica reinante en el país. Por eso, muchas bodegas que pretenden ser exitosas y sostenibles en el tiempo deben apostar siempre a la exportación.

Entre el año 2000 y el 2010, la venta de vinos argentinos al mundo se incrementó 1000%. Es cierto que la base inicial fue mínima, pero superar por primera vez la barrera de los mil millones de dólares fue un hito que la industria vitivinícola supo alcanzar. Pero evidentemente las cosas no se han hecho lo suficientemente bien. Porque Argentina ha perdido más del 75% de su mercado interno de vinos en las últimas cuatro décadas, y las exportaciones están estancadas hace 10 años, siendo el país vitivinícola líder que menos se ha internacionalizado, exportando solo el 20% de su producción.

Sin dudas hay cosas que se hicieron muy bien, como los vinos, su diversidad y el posicionamiento del Malbec como cepaje insignia. Pero habiendo pasado la moda del Malbec en los Estados Unidos, principal mercado de destino, y con el potencial de Brasil que nunca termina de explotar como debiera, por su cercanía y gusto por el buen vino, se hace imperioso mirar hacia nuevos destinos.

Con un mercado interno que sabe tomar pero que no puede pagar al mismo nivel que sus ganas imponen, no queda otra que exportar para mantener el negocio; que se hace difícil como cualquier otro cuando las variables cambian, al mismo tiempo que la apreciación del dólar significa un gran impulso.

Aunque no es sencillo exportar vinos, por eso las bodegas que vienen trabajando en los principales mercados, respetando sus reglas y ofreciendo vinos que se destacan por su carácter y relación calidad-precio en todos los segmentos, corren con merecida ventaja.

Peñaflor lleva muchos años trabajando en la regió. En Beijing se sumaron a los recientes festejos por el subcampeonato obtenido por la Selección Argentina en el Mundial de básquet (Prensa Peñaflor)

Y la pregunta que se están haciendo todas las bodegas es si el futuro de la Argentina está en China.

Este año las exportaciones van a girar en torno a los 900 millones de dólares, de los cuales China representa menos del 3% con sus 25 millones, un número que se puede ver de dos maneras: nada despreciable, por un lado, pero insignificante por el otro, en base a la actualidad del mercado chino, y mucho más si se tiene en cuenta su verdadero potencial. Porque si bien China es un mercado nuevo de consumo, por sus dimensiones empieza a ser protagonista en el mundo del vino. Hoy su consumo per cápita es de 1,2 l, mientras que la Argentina está en 18 l per cápita por año.

Un estudio británico reciente calculó que poco más de 30 millones de chinos, de una población de 1.380 millones de personas, consume vino de forma “habitual”. Y justamente son estos datos los que plasman una realidad: China es el mercado de vinos con mayor potencial de crecimiento. También están a punto de convertirse en el principal importador de vinos, con ventas que ya superan los 2.000 millones de dólares.

Se sabe que el gigante asiático es uno de los mayores consumidores de bebidas alcohólicas del mundo, principalmente cerveza y baijiu (licores y aguardientes de granos de producción local, entre los cuales se encuentra el afamado Moutai, considerado el destilado nacional). A su vez, la vitivinicultura en China está avanzando con todo, aunque todavía la producción propia no sea tan importante. Ya ostenta la superficie cultivada de viñedos más amplia del mundo, pero hasta ahora solo el 10% de las uvas son para elaborar vinos.

Actualmente, y pese a la desaceleración económica, se estima que podría aumentar sus importaciones de vino en un 8%, según el International Wine and Spirits Record, consolidándose como el principal comprador asiático (690 millones de litros).

Pero China no es un mercado convencional, debido a sus dimensiones y poder de compra, el cuál ha crecido en los últimos años de manera considerable.

Para intentar desembarcar en China primero hay que tomar verdadera dimensión de la situación. Por ejemplo, Yantai Changyu Pioneer Wine (provincia de Shandong), más que una bodega convencional se parece a una pequeña ciudad. Fundada en 1892, sólo de la marca Noble Dragón vende unos 450 millones de botellas por año. Es decir, unos 337 millones de litros de un solo vino, algo así como el 23% del total del vino producido en la Argentina (1.480 millones de litros).

Su cultura es milenaria y sus costumbres admirables. La República Popular China, que el 1 de octubre celebró su 70 aniversario, es dinámica y con decenas de ciudades realmente grandes y poderosas, como Beijing, Shanghái, Guangzhou, Tianjin, y Shenzhen.

Las bodegas argentinas empiezan a entender que si bien la tentación es grande no se puede pretender abarcar todo el país, sino más bien hay que encontrar el mejor lugar para empezar a trabajar en serio. Y al parecer, Beijing es el elegido.

Claves para apostar al mercado chino

Beijing se está convirtiendo en el epicentro del mercado con mayor crecimiento potencial del mundo. Es una ciudad moderna donde se evidencia que los chinos son propensos a disfrutar mucho de las bebidas alcohólicas, incluyendo los vinos, aunque su cultura sea totalmente diferente a la Argentina.

Muchas bodegas internacionales, que se están estableciendo en China, lo hacen a través de un joint-venture con empresas locales para soslayar las dificultades.

Una clara muestra es la relación que tiene Catena Zapata con Obelisco, que además de ser su mayor importador, posee un restaurante dedicado a las carnes y vinos argentinos. Debajo de una réplica de 10 metros del icónico monumento argentino hay una cava con más de 40.000 botellas de vinos nacionales, en su mayoría Estiba Reservada de varias cosechas.

Esto le ha permitido a la bodega no solo tener un lugar donde lucir todas sus etiquetas, sino un escenario donde los clientes (compradores de supermercados y vinotecas) pueden comprobar la calidad y lo bien que se llevan los vinos con las carnes.

El restaurante tiene una capacidad para 400 personas, abre todos los días, y es difícil encontrar una mesa libre. En la carta, además de una gran variedad de carnes, que salen del asador y la parrilla a la vista de la entrada, se ofrecen vinos que van desde el Álamos Reserve ($5000), pasando por el DV Catena Malbec-Malbec ($12.000), hasta el Estiba Reservada ($50.000). Y los comensales no solo los disfrutan en las mesas, sino que suelen comprarse de a cajas para hacer regalos importantes.

También hay que tener en cuenta que en el mercado chino las colaboraciones con plataformas como Amazon o Alibaba constituyen una excelente puerta de entrada.

Cabe destacar que se concede mucha importancia a la presentación (botella y etiqueta), y al envoltorio de las botellas, ya que el vino es considerado por muchos un objeto de lujo, siendo común regalarlo como muestra de aprecio y respeto.

En China se respetan mucho los símbolos y las instituciones; los emperadores, el gobierno, etc., y el prestigio adquirido por una empresa, una marca o una persona es muy valorado, porque realmente lo entienden como un verdadero valor agregado.

La gastronomía supone otra importante barrera, porque tampoco tiene muchos puntos en común, más allá de que el 75% del consumo de vinos en China sea de vinos tintos, y eso sugiera una gran oportunidad para el Malbec. Pero, si bien hay muchos tipos de comida en China, en general se empieza con una sopa (caliente) y luego llegan platos que pueden ser a base de cerdo, pescado o incluso carne vacuna, pero muy especiados (muchas veces picantes) y con muchos vegetales.

Por ejemplo, ahora están de moda los Hot Pot, donde se apoya sobre una plancha caliente en el centro de la mesa una fuente con una base de caldo en donde se van agregando los diferentes ingredientes para que se cocinen. Son como una especie de fondue, pero en lugar de aceite se usa caldo (el cual primero se toma como sopa). Esto hace que las texturas, las temperaturas y los sabores sean muy distintos a los de las comidas típicas italianas, españolas o francesas, tal como se acostumbra en la Argentina.

En teoría blancos como el Torrontés, que acompaña muy bien platos picantes, deberían ser exitosos, pero la mayoría los prefiere tintos. Y el incremento de la noble bebida se debe a varias razones. Por ejemplo, los jóvenes prefieren el vino a los tradicionales baijiu, por gusto, pero también para diferenciarse de sus mayores. A su vez, estos comienzan a recurrir al vino por sus beneficios saludables.

Así, poco a poco se prefieren vinos de mayor calidad en China, fomentados por el gobierno en detrimento del consumo de bebidas de mayor grado alcohólico.

Además, el consumo de vinos ofrece una imagen asociada a un estilo de vida social y cultural sofisticado entre los miembros de las nuevas clases media y alta, y entre la juventud. Por ahora, se trata de un comportamiento esencialmente urbano, y en particular en las grandes ciudades, centros con elevados niveles de ingreso per cápita que son los focos del desarrollo regional, y generadores de nuevas tendencias y hábitos. Esto significa que el consumo de vino ha comenzado a generalizarse en la cultura moderna china a medida que mejora el nivel de vida.

Todo empresario bodeguero que quiera poner un pie en China debe saber que allí primero es más importante hacer amigos que negocios. O, mejor dicho, no hay negocios si no se desarrolla una amistad previa, lo cual demandará tiempo y dedicación, además de recursos económicos. Y como sostiene el experto James Suckling, China es un lugar en el cuál hay que hacer mucha escuela antes de pretender lograr negocio, porque se trata de otra cultura y una gastronomía totalmente diferente. Por eso, insiste, hay que ir más por el lado del disfrute, encontrando los momentos ideales para convencerlos que incorporen una botella de vino.

Si bien hay países productores que ya pisan fuerte, como Francia e Italia, muy asociados al prestigio; Australia y Nueva Zelanda, por cercanía; y Chile por una cuestión estratégica de los últimos años; la Argentina tiene una gran oportunidad. Porque hay varias cosas que se valoran en China ligadas a la cultura nacional, como el tango y el fútbol. Y los vinos, más allá de su calidad y diversidad, primero hablan de un lugar, y para el consumidor representan a la Argentina, y eso les gusta.

Acciones que valen millones

Seguramente se han hecho muchas cosas en conjunto a través de Wines of Argentina (Wofa), o cada bodega por su lado. En definitiva, todo suma para el vino argentino. Pero en septiembre hubo tres acontecimientos que reflejan un renovado interés por parte de la industria en esta parte del mundo.

El pasado 21 de Septiembre, la bodega Catena Zapata presentó sus vinos con 100 puntos en la Muralla China, un evento único en el cuál Infobae estuvo presente, para más de 100 personas. El contexto, los invitados (profesionales, importadores, compradores, periodistas, etc.), y los vinos, que fueron un contundente mensaje al mundo de la actualidad del Malbec y de todo su potencial, conformaron un hito, que seguramente llamará la atención de muchos consumidores chinos, y servirá para consolidar el trabajo que viene haciendo la bodega junto a su importador, el propietario de Obelisco.

Peñaflor lleva muchos años trabajando en la región, y viene creciendo a dos dígitos en los últimos años. En Beijing se sumaron a los recientes festejos por el subcampeonato obtenido por la Selección Argentina en el Mundial de básquet. La celebración fue con una cena especial en el Morton Steak House, y todo el equipo brindó con vinos argentinos de Bodega Trapiche y Finca Las Moras. Manu Ginobilli, Luis Scola, y Sergio Santos Hernández, entre otros, brindaron junto a Sergio Casé (enólogo) y Pablo Aranda (Director de Ventas Internacionales).

Por último, la semana pasada Bodegas Salentein organizó una wine dinner en Beijing junto al Restaurant Azur de Mauro Colagreco, en el Shangri-La de Beijing, en la que unos 40 invitados selectos disfrutaron de distintos Malbec que la bodega produce en el Valle de Uco en sus líneas Salentein Reserve, Numina y Primus.

Fabricio Portelli es sommelier argentino y experto en vinos

Twitter: @FabriPortelli

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