Por Fabricio Portelli
Valeria Gamper, de 35 años, se consagró e l lunes 2 de septiembre, en la Usina del Arte, como la Mejor Sommelier de Argentina, además de clasificar de forma automática al concurso ASI Mejor Sommelier del Mundo.
La sommellerie en la Argentina es muy reciente. Nació en 1999 con la creación de la Escuela Argentina de Sommeliers (EAS) a cargo de Marina Beltrame. Y con apenas tres camadas de egresados (menos de 50), se creó la Asociación Argentina de Sommeliers (AAS), una asociación civil sin fines de lucro que promueve la cultura del vino y otras bebidas, fundada en 2001 y miembro de la Association de la Sommellerie Internationale (ASI) desde 2002.
En menos de 20 años, el crecimiento ha sido exponencial, con varias instituciones dictando la carrera en distintas ciudades del país, de las cuales ya egresaron más de 500 profesionales del vino.
¿Qué es un sommelier? Básicamente un puente entre el productor y el consumidor, ya que debe estar en el lugar indicado y el momento justo en el que alguien pide un vino para beber; es decir un restaurante.
En las principales ciudades del mundo es muy común ver, desde hace tiempo, a sommeliers en los mejores restaurantes. No solo porque da prestigio, sino porque es funcional al negocio. Y así como un buen cocinero se luce con sus platos y atrae a más clientes, un buen sommelier lo hace son sus vinos. Claro que no son de su producción sino de su elección. Pero ante tanta oferta de vinos en el mundo, se hace indispensable tener a alguien en el equipo que sepa cuales comprar para que los comensales disfruten más de su visita al restaurante.
Si hace bien su trabajo; recomendar los mejores vinos para cada plato, sin que ello signifique siempre el de más alto precio; su salario se paga solo. Por lo tanto, se vuelve una pieza fundamental en aquellos restaurantes que buscan trascender a partir de su propuesta gastronómica.
En Buenos Aires hay varios sommeliers en acción, aunque todavía no en todos los establecimientos de renombre. Sin embargo, la profesión ha evolucionado y hoy son personajes que atienden en vinotecas o trabajan en distribuidoras de vinos, también en bodegas, y hasta en medios de comunicación, consultorías de marketing, haciendo docencia, y organizando ferias y eventos, entre otras actividades.
Claramente es una función muy ligada al vino, y más en un país productor como la Argentina. Pero también debe tener conocimientos de todo lo que rodea al placer del consumo moderado de la bebida nacional, como otras bebidas, espirituosas, infusiones, quesos, aceites de oliva, chocolates, cigarros, etc.
La vocación de servicio y la humildad son fundamentales para tener éxito como sommelier. Y debe capacitarse constantemente, viajando a bodegas y zonas productoras, peor también mano a mano con el chef, probando cada plato e imaginando (y comprobando) los mejores acuerdos de comidas y vinos.
Actualmente la carrera dura dos años, y existen otras especialidades para seguir con la formación. El auge del vino y su consumo, junto a la rápida salida laboral (a pesar de la crisis) gracias a la gran cantidad de oportunidades que ofrece la industria, hicieron posible el boom de la sommellerie.
Hoy, la AAS cuenta además con la colaboración de más de 80 bodegas argentinas y de las máximas entidades de promoción del vino argentino como son el Fondo Vitivinícola, Bodegas de Argentina y Wines of Argentina. Entre sus objetivos está convertirse en una entidad comunicadora y en uno de los ejes de influencia más relevantes en vinos y otras bebidas, posicionando la profesión como un engranaje clave dentro de la industria. Y para ello fue fundamental la creación del Concurso Mejor Sommelier de Argentina en 2002.
Un concurso cada vez más importante
Las competencias sirven para destacar a los mejores, pero también para fortalecer a los demás a través de la formación y el entrenamiento. Y en este caso, el aporte a la profesionalización del sommelier es evidente. El Concurso Mejor Sommelier de Argentina 2019, tuvo 27 participantes, un récord histórico para este certamen que se realiza cada dos años desde el año 2002.
Luego de las exigentes pruebas escritas y prácticas del sábado 31 de agosto en el Four Seasons, quedaron las tres finalistas: Valeria Gamper, Stefanie Paiva y Andrea Donadio. Otra vez las mujeres copando el podio, lo cual no es de extrañar, ya que desde 2002 solo hubo un ganador masculino.
El lunes 2 de septiembre, en la Usina del Arte, y con el apoyo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, frente a 300 personas que colmaron la Sala de Cámara, Valeria Gamper se impuso por una ajustada diferencia a las otras dos finalistas. Y así se convirtió en la Mejor Sommelier de Argentina, además de clasificar de forma automática al concurso ASI Mejor Sommelier del Mundo.
Ahora su nombre se suma a la selecta lista junto a los de Flavia Rizzuto (Mejor Sommelier de Argentina 2002), María Mendizábal (Mejor Sommelier de Argentina 2006), Agustina de Alba (Mejor Sommelier de Argentina 2008 y 2012), Paz Levinson (Mejor Sommelier de Argentina 2010 y 2014), y Martín Bruno (Mejor Sommelier de Argentina 2017).
Valeria Gamper, de 35 años, es sommelier egresada de la escuela CAVE, y esta fue su cuarta participación en el concurso nacional. En el certamen pasado clasificó segunda, lo que le permitió competir en el Concurso Mejor Sommelier de las Americas Canadá 2018. Y esa experiencia fue clave para superar a sus colegas. Actualmente, la sommelier trabaja como docente en la misma escuela donde se formó.
"Estamos muy contentos con la final del Concurso Mejor Sommelier de Argentina. Fue un certamen de excelencia que confirma una vez más el crecimiento del nivel de los profesionales en Argentina. Nos sentimos orgullosos por el avance de la sommellerie nacional y de la pasión con la que todos los participantes llegaron hasta este momento.", expresó Matías Prezioso, presidente de la AAS.
Cabe destacar, que los participantes tenían como requisito ser sommelier socio de la AAS y contar con la cursada completa de segundo año de la carrera de cualquiera de las escuelas de sommellerie del país. También podían inscribirse quienes contaban con el Nivel 2 aprobado del Court of Master Sommeliers o el Diploma ASI. Y los sommeliers extranjeros debían acreditar dos años de residencia legal en el país, trabajando en gastronomía y/o actividades relacionadas con el vino.
Las exigentes pruebas
Las tres sommeliers desplegaron todos sus conocimientos y habilidades en materia de bebidas y servicio, en una serie de exigentes pruebas, evaluadas por un jurado calificado del mundo del vino, la gastronomía y la coctelería. Sin dudas, la invitada de honor fue Pascaline Lepeltier, la primera mejor sommelier mujer de Francia (2018), y experta en vinos naturales. Junto a ella estuvieron Marina Beltrame, Sebastián Atienza, Martín Bruno, Matías Chiesa, Julián Díaz, Emilio Garip, Marina Gayán MW, Mario Giordano, Aldo Graziani, María Barrutia, Ricardo Grellet, María Mendizabal, Flavia Rizzuto, Fernanda Orellano, Fabricio Portelli, Matías Prezioso, Rodolfo Reich, Pablo Rivero, Guillermo Güelfo y Andrés Rosberg.
Las sommeliers finalistas subieron por turno al escenario, para realizar pruebas tales como catar a ciegas, reconocer múltiples bebidas, tomar comandas, encontrar errores de carta, realizar pruebas de servicio y reconocer diversas imágenes importantes para su profesión.
Con la conducción de Ricardo Grellet, presidente de la Asociación Nacional de Sommeliers de Chile, quién supo con autoridad contener la impaciencia del público y calmar a las participantes con simpatía y suma experiencia.
Frente a todo un auditorio expectante y en silencio, pasaron de a una.
En la primera mesa, debieron catar a ciegas un vino blanco, y realizar una descripción clásica; todo en inglés. Había que describir el aspecto, los aromas y los sabores del vino, como así también recomendar a qué temperatura servirlo y con qué comidas acompañarlo. Y si se animaban, arriesgar zona de procedencia, variedad y añada.
La segunda prueba fue igual de complicada, aunque esta vez en español. Tenían delante tres copas de vinos tintos, de la misma cepa, pero diferentes países. La consigna era adivinar de qué uva se trataba, y de qué país provenía cada vino.
Luego, en la mesa central con seis comensales que simulaban estar en un restaurante, las sommeliers debieron realizar el servicio completo (desde llevar las copas a la mesa) de un vino espumoso. Aunque uno de ellos bebía un Dry Martini, bien seco, el cual debieron preparar. En todo momento ellas podían hablar y describir qué hacían y por qué, aunque sin interactuar con el jurado. Como todas las demás pruebas, esta también fue por tiempo (7 minutos). Al finalizar, debían proponerle al Gerente General de Wines of Argentina (Mario Giordano), una estrategia de comunicación para promover los vinos espumosos nacionales en los Estados Unidos.
Después, llegó otra prueba en inglés. Suponiendo que eran sommeliers de un restaurante tradicional argentino, debían justificar por qué incluirían en la carta vinos naturales. Y el jurado era ni más ni menos que Pascaline Lepeltier.
Luego llegó el turno de recomendar al supuesto dueño de un próximo restaurante, qué vinos si y cuales no incorporar de una lista de vinos de colección del mundo. La cual obviamente contenía errores; vinos importantes que no salieron en una añada específica, marcas conocidas, pero con el productor cambiado, etc.
La sexta prueba fue de maridaje. En una mesa había tres quesos (Gruyere, Crotin y Pecorino), y tres vinos para cada uno de ellos. Las sommeliers debían elegir primero el orden de servicio de los quesos, y el mejor vino para acompañar cada uno de ellos, y adicionalmente aportar datos de la elaboración y origen de los quesos.
Para la última prueba se corrieron las mesas, ya que fue la única en la que participaron las tres concursantes juntas. Debían ver imágenes y escribir en una pizarra y en menos de 15 segundos, los nombres de lo que veían. La primera tanda fueron personalidades y lugares, la segunda fue de botellas icónicas argentinas de las que había que adivinar la primera cosecha. Luego el reconocimiento de etiquetas, agregando el dato solicitado que faltaba. Y para cerrar, una prueba más de servicio. Debieron servir con dos botellas 25 copas de vino, todas al mismo nivel y sin volver para atrás, y logrando que no quede nada en las botellas y en solo dos minutos.
Cada jurado tenía una planilla con diferentes puntajes por cada aspecto de cada prueba, que entregaba al finalizar la participación de cada sommelier.
Alrededor de las 18 horas culminó la gran final ante un auditorio repleto de profesionales del sector del vino y otras bebidas, gastronomía y comunicadores, al tiempo que fue seguida en vivo por otros miles de personas a través del canal YouTube de la AAS. Y a las 21hs se dio a conocer el resultado, en el marco de una feria de vinos en la que participaron 80 bodegas.
Dónde estudiar la Carrera de Sommelier en Buenos Aires
ESCUELA ARGENTINA DE SOMMELIERS (EAS) www.sommeliers.com.ar
CENTRO ARGENTINO DE VINOS Y ESPIRITUOSAS (CAVE) www.cave.com.ar/
ESCUELA ARGENTINA DE VINOS (EAV) eavescueladevinos.com
COLEGIO GATO DUMAS www.gatodumas.com.ar/
Fabricio Portelli es sommelier argentino y experto en vinos
Twitter: @FabriPortelli
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