Por Graciela Gioberchio
Envejecimiento activo, experiencia y vitalidad. El universo senior está en plena revolución. En Argentina hay cerca de seis millones de mayores de 60 años que integran una enorme diversidad de trayectorias de vida y capacidades. En ese colectivo +60 hay una fuerte apuesta a los beneficios de la actividad física y los hábitos saludables. Es un nuevo paradigma que avanza a nivel global. Y más cuando el tiempo corre a favor gracias a que la expectativa de vida creció: los argentinos viven un promedio de 76,3 años, entre ambos géneros, según el último estudio estadístico de la Organización Mundial de la Salud.
Por estas tierras, a los 77 años, el prestigioso escritor, experto en psicoanálisis e historia Pacho O' Donnell se ha convertido en un ícono de esa manera de concebir la nueva vejez. Al borde de un trasplante de corazón y tras varios problemas de salud que incluso lo obligaron a estar en silla de ruedas, decidió cambiar y comenzó a entrenar todos los días. "Uno no puede luchar contra la muerte, pero sí puede pelearle al deterioro", le dijo hace unas semanas a Infobae, luego de mostrarse en cuero y levantando pesas en su cuenta de Instagram, lo que generó que en apenas unos días pasara de 300 a 18.000 seguidores.
Su método es simple y efectivo: entrena a diario en su casa. En su habitación montó un "multigym", un aparato que sirve para trabajar las diferentes partes del cuerpo, una cinta de caminar y varias mancuernas. "Los resultados son maravillosos: estar fuerte te ayuda a pelear todas las agresiones biológicas y, además, el trabajo físico estimula el trabajo mental. Entrenar te pone el motor en marcha y tu cerebro oxigena mucho mejor", describió. O'Donnell sintió el cambio y por eso aconseja: "Es pura ganancia. Además de la salud, te vas a hacer más amigo del espejo, vas a caminar derecho y hasta vas a mejorar tu sexualidad".
Dicen que cuando se aprende a andar en bicicleta o a nadar, no se olvida nunca más. También que nunca es tarde para intentarlo. Cada vez más adultos de más de 60 años, en su mayoría mujeres, asumen sus limitaciones, vencen el pudor y los miedos, y se empeñan en alcanzar el equilibrio en dos ruedas y relajar el cuerpo para poder flotar. Hay muchas razones de salud, y también de autonomía, autoestima y placer, por las cuales vale la pena hacerlo.
Sábado, 10 horas, pileta cubierta del polideportivo municipal Parque Chacabuco. Comienza la clase de natación para adultos. María Cruz (73), Nora (68), Mabel (63) y Miguel (71), junto a otros siete adultos -mayoría femenina- están listos para zambullirse. "Muchos no han podido aprender de chico, por distintas razones, ya sea por temores o malas experiencias como haberles querido enseñar de 'prepo' empujándolos al agua. Y en el caso de las mujeres, además, décadas atrás se acostumbraba que en las familias se les enseñaba a nadar a los varones y no a las nenas", comentó a Infobae el coordinador del Programa Adultos Mayores del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Luis Astengo.
Otro sábado por la mañana, predio de Agronomía. Arranca la clase de ciclismo para adultos. Aquí las mujeres también llevan la delantera, con el 72% del total. Allí están Bea Martínez (60) y Rita Ciarallo (61), ambas del barrio de Flores. Recién se conocen, pero comparten un secreto de larga data: no saben andar en bicicleta y anhelan profundamente aprenderlo. Los motivos por los que no saben andar son variados. Algunas intentaron de pequeñas sin éxito y no retomaron la práctica de grandes por miedo a lastimarse o a quedar expuestas al ridículo. Otras nunca tuvieron contacto con una bicicleta. Las que vivieron su infancia hace más de cuarenta años también cuentan que sus padres no las incentivaron a andar en bicicleta, pero sí a sus hermanos varones.
"Esos miedos propios de enfrentar algo nuevo se confrontan con lo que no pudieron o no fueron, y todo eso genera ansiedad y angustia. Por eso en este espacio invitamos a jugar, a reencontrarse con la niña o el niño que son todavía, a conocer un nuevo vehículo y una nueva manera de viajar que es muy parecida a 'volar'", definió en diálogo con Infobae Marcela Espíndola, cofundadora de Ciclofamilia, la organización no gubernamental que reúne ciclismo urbano, género y equidad vial, y que hace seis años viene desarrollando la biciescuela "un poco a pulmón y otro poco por algunas personas que creen en el proyecto", apuntó. Las clases no son abiertas: se pactan con los interesados. Y su costo incluye bicicletas, traslado y mantenimiento mecánico.
El fin de las "asignaturas pendientes"
"No me voy a dar por vencida", dijo enérgica María Cruz (73). "El médico me recomendó hacer natación para mejorar la circulación de las piernas. Le tenía pánico al agua, pero acá estoy, brazada va, brazada viene", soltó risueña frente a sus compañeros. Miguel (71) contó que de chico no quería saber nada con aprender a nadar. "Me quedó muy presente la imagen de mis compañeros del club que me querían tirar con un salvavidas de aluminio, como se usaba hace tiempo atrás. Ahora de grande pude empezar a disfrutar el agua". Nora (68) asintió con la cabeza y agregó: "A mí me encanta la sensación de estar en el agua".
Hace 14 años que Astengo coordina el programa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que, además de Parque Chacabuco, ofrece otros cinco polideportivos a los que los adultos mayores pueden ir en forma gratuita: Parque Patricios, Martín Fierro, San Cristóbal, Floresta y Liniers. "Los adultos mayores no solo concretan el deseo de aprender a nadar, sino que también materializan un vínculo integral y social con el grupo y eso los nutre emocionalmente", destacó. Frente a los alumnos, Luis sigue la clase y da indicaciones de la brazada de espalda mientras que la profesora Magalí de Souza les muestra a las alumnas cómo direccionar los brazos en la de crol.
El segundo sábado que Bea asistió a la clase de Ciclofamilia consiguió hacer equilibrio y se largó sola. "Era mi asignatura pendiente. Cuando lo logré, sentí una sensación de libertad única", confesó a Infobae. "Hacía varios años que mi marido me había regalado una bicicleta en un aniversario de casados. La bici estaba ahí arrumbada hasta que un día me decidí: qué tiene que ver la edad, pensé, y averigüé dónde podía aprender y me anoté".
Desde la teoría, explican los entendidos, la principal diferencia entre aprender en la infancia o de más grande es que el niño incorpora la destreza más fácilmente, por un lado, sin tantos miedos ni ideas preestablecidas, y, por otro, con la flexibilidad que caracteriza al cuerpo infantil, encontrando más fácilmente el equilibrio y la capacidad de flotar. Y desde la práctica, cuando con el paso de los años los temores se enquistan y, en el caso de la bici, las rueditas ya no son válidas y las caídas no causan gracia, sino que encima duelen, lo que realmente importa es tener ganas de intentarlo.
El testimonio de Rita tiene mucho de eso. "Nunca había andado en bici. De chiquita no hubo caso, años después intenté varias veces, pero no pude, y por vergüenza no probé más", recordó a Infobae. "Estaba un poco desanimada porque veía que otros alumnos adultos andaban solos ya en la primera clase. A mí me costó un poco más. Valió la pena. Ahora estoy feliz: me encanta salir los sábados a pedalear por Palermo y además es el ejercicio que me recomendó el médico para mi problema de rodilla".
Beneficios para la salud física y mental
Se sabe: la práctica de una actividad física, de forma moderada y rutinaria, tiene importantes beneficios tanto para la salud física como para la salud mental. Andar en bicicleta ayuda al sistema cardiovascular, fortalece los músculos y corrige los valores de la tensión arterial. Nadar es uno de los ejercicios más completos: se trabaja la mayor parte de la anatomía humana con gran repercusión en la capacidad respiratoria y cardiovascular del cuerpo.
Especialistas en psicología deportiva y psicogeriatría subrayaron a Infobae los beneficios que genera el logro de aprender de grande una habilidad que en la infancia no se consiguió y poder continuar su práctica constante. "Es movilizante porque sigue sosteniendo las sensaciones de vitalidad, potencia y capacidad. Redunda en la autoestima de la persona porque por el hecho de tener más años no ha quedado desplazada, no ha quedado colocada en situación de retiro y de pasividad. También repercute en su vida erótica y en sus vínculos sociales. Su cuerpo sigue siendo un cuerpo de reacciones y de placer", describió Ricardo Rubinstein, psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y autor del libro Deportes al Diván.
Por su parte, Enrique Rozitchner, médico psiquiatra, psicoanalista, especialista en geriatría, miembro de APA y autor del libro La vejez no pensada, destacó que "la educación patriarcal que recibieron muchas personas mayores de 60 años afectó proyectos y libertades relacionadas con el cuerpo que fueron censurados y prohibidos: bailar, actuar y andar en bicicleta también, porque antes estaba asociado a la pérdida de la virginidad, a la rotura del himen. Así, muchas mujeres crecieron inhibidas para mostrar su cuerpo, ponerse una malla y zambullirse en el agua. Hoy los adultos mayores no solo han superado esas situaciones, sino que asumieron el cuidado de su salud y el placer. Y viven esta etapa como un momento de nuevas oportunidades y proyectos.
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